Alina abrió los ojos lentamente, parpadeó, aún confundida y habló. —Mi bebé, Ángel… —Aquí está— dijo Dante y se lo pasó a la madre. Vio como ella miraba al bebé y luego a él, pareciendo incómoda. —¿Qué? ¿qué sucede? ¿Qué está mal Ali? —acarició su rostro. —Tengo que darle de comer—señaló entre carraspeos ella. —¿Te da vergüenza que te vea? Tu… ¿no quieres que me quede? — Dante sintió una opresión en el pecho. Su chica vacilaba ante él, tímida y pudorosa con su cuerpo. Fue tal la tristeza y decepción que Alina escuchó en esas preguntas que sintió dolor por él. Aún así, no podía evitar sentirse confundida con la situación. Si ya de por sí parecía estar en el limbo en cuanto a sus recuerdos, que viniese alguien y dijese que era su marido; un marido que creía muerto, no ayudaba para nada. Desde que despertó todo se sintió desconocido, como si estuviese viviendo la vida de alguien mas. —Ni siquiera te conozco, no se tu nombre— no quería lastimarlo, pero fue sincera. Pudo ver cómo esa
La puerta se fue abriendo y tanto Alina como Dante, miraron hacia ésta. A la habitación ingresó un pelinegro con barba incipiente y mirada cansada. Parecía como si hubiese salido de la cama apresurado ya que su cabello aún permanecía alborotado.Alina miró extrañada. Su primo, bueno… ¿primo? no era su primo en realidad, miraba a Dante con desconfianza. Desconfianza que Dante devolvió sin pensarlo.Alina decidió acabar con esas miraditas competitivas que se echaban y habló.—Aáron…—Alina, ¿estás bien? — interrumpió él, ahora mirándola y centrado solamente a ella.—Hmm, sí. Estoy lo mejor que puedo. ¿Te llamó la abuela? — inquirió curiosa.—No. De hecho, fue Alma. Mi hermana dijo que había problemas y a grandes rasgos me explicó lo que estaba sucediendo— luego miró a Dante— Mi abuela cree tú eres el verdadero marido de Alina. Dime, ¿Cómo la encontraste?Dante arqueó una ceja, nada intimidado por el tono del otro.—Efectivamente, soy su esposo. Alina no es tu prima, no me hagas partirte
Alma escuchó la irrevocable determinación de los labios de Dante y se alegró por su prima. Era obvio que ese hombre daría la vida por Alina y si bien, no quería pensar en eso, pertenecer a la familia a la que ahora ella pertenecía, significaba si o si, un constante peligro. De hecho, había recibido una amenaza, muy, pero muy personal el día anterior. No se lo había dicho a nadie. Ni si quiera Piero lo sabía. Y aunque no deseaba mentir, en ese momento le parecía mas importante resolver la situación de Alina que la de ella.Además, constantemente recibía amenazas. Una más, una menos, no hacía la diferencia. Salió discretamente de la sala y se dirigió a su habitación. Se sentó frente al mueble en el que ocasionalmente se maquillaba y miró su rostro. Miró sus ojeras, llevaba dos días durmiendo intermitentemente. Tenía sueños raros y despertaba sudada y con el corazón acelerado. No podía recordar lo que soñaba, solo algunos pequeños fragmentos que no tenían significado alguno para ella. Su
Fue al cuarto de baño y se duchó plácidamente. Una de las cosas que más disfrutaba era estar en contacto con el agua, ducharse, nadar, incluso el aquagym que en un principio creyó que era algo tonto la satisfacía muchísimo. Una vez que salió se colocó una ropa floja, holgada y se aplicó un toque de maquillaje. No era partidaria de usar mucho, mas bien prefería utilizar diversas cremas y proteger así su piel.Ya en el coche iba mandando un mensaje al dueño del spa al que acudía regularmente. Logan era un playboy conocido en Australia al que había conocido precisamente en el spa. Habían hecho buenas migas desde un principio. Era gracioso, con un sentido del humor pocas veces antes visto. Desde hace unos meses estaba saliendo con una de sus empleadas y pocas personas lo sabían. Y en realidad lo sabía, porque había ayudado a que se involucraran. Su celular sonó y ella inmediatamente atendió.—Hola Logan… estoy yendo para el spa. Me haces un hueco, ¿si?... —oyó la respuesta por parte de él
Alma entregó todo de sí en ese beso. Besó amando el sabor de Piero y la nula dominación que él tenía sobre su propio cuerpo. Parecía como si quería imprimirse en su piel. Apretaba sus nalgas y le daba ligeros mordiscos en cuello y hombro que solo la excitaban más.Lamentablemente, así como empezó, terminó. De repente, Piero la alejó bruscamente de él y se quedó a su lado, como repasando lo sucedido hace unos instantes. Se fregó la cara con evidente frustración y Alma sabía que lo próximo que escucharía no le agradaría ni un poquito.—Espero estés contenta.—Hasta hace solo unos minutos tu también lo estabas— soltó ella. Solo recibió de su parte una mirada fulminante.—No eres graciosa. Me llevaste al límite. Tú provocaste ésto — los señaló a ambos. Ida y vuelta—Por supuesto. Y tu fuiste un pobre espectador obligado por las circunstancias. Pobrecito— Lo desafió ella.—Mentiría si admitiera tal cosa. Pero tú me has buscado desde un principio. Te dije claramente que no puedo ni me voy a
Llegó a su habitación y cerró fuertemente la puerta. Se rió hasta que le dolió la panza. Respiró hondo varias veces y comenzó a tranquilizarse. Lo que había sucedido era grave, pero ella tenía la mala costumbre de reírse cuando se ponía nerviosa y ver a Piero allí, todo enojado, frustrado, la puso con los nervios de punta. Por suerte él no se dio cuenta que ella estaba al borde de las risas. Solo esperaba que toda la situación de las amenazas, los intentos de secuestros, pasase pronto.Ya estaba bastante cansada de tener siempre que estar mirando para los costados. Se lavó la cara y fue hasta la habitación de su prima. Abrió despacito porque era la hora en la que Ángel, comúnmente dormía. Sin embargo, se topó con Dante quien tenía a Alina acunada en su regazo y la acariciaba los brazos con delicadeza. Parecía como que estaba intentando recordar su tacto. Sus pensamientos estaban centrados en ella como si por un momento la descuidaba desaparecería de nuevo.Alma sintió que le picaban l
Dante abrazó a Alina. Sentirla nuevamente era tan extraño que aún no podía creer que tuviera tanta suerte y la hubiese recuperado. Cerró los ojos disfrutando el momento. Alina lo estaba aceptando poco a poco en su vida nuevamente. Inicialmente sentía su renuencia a creerle, a aceptar todo lo que él decía, pero ahora podía afirmar con seguridad que ella no le era tan indiferente, que no solo la ponía nerviosa, sino que también le agradaba tenerlo cerca.—Puedes dormir a mi lado, pero si Ángel se inquieta, él viene a la cama un rato.—Aún mejor. Estar juntos como familia es lo que más anhelo. Despertarme al lado de ustedes… no hay palabra que defina lo que siento.—Es pronto para decir esto, pero tu… me inspiras confianza. Siento que a tu lado nada nos pasará. Me encantaría que me cuentes mas cosas. Lamentablemente, hasta ahora no he recordado nada. Todo lo que me dices es desconocido, pero a la vez me identifico con esa persona. He hecho muchos dibujos de Ángel, él ha sido mi inspiraci
Había una tenue lamparita encendida. El pequeño estaba chupándose una manita y movía sus piecitos frenéticamente. Dante lo alzó en brazos y lo miró embobado. Era tan parecido a Alina y a él. Su piel asemejaba la porcelana, esos ojazos, la mirada profunda. Estaba muy agradecido por no haberlo perdido. Lo arrulló unos minutos, pero parecía que éste había perdido el sueño y sólo quería jugar. Ángel empezó a inspeccionar el rostro de su padre y se detuvo en su oreja. Comenzó a tocarla y a jugar con ella.Luego, como si de un interruptor se tratara, empezó a menearse e intentar bajar. Dante lo complació pero con un poco de temor. Ángel gateó hasta una caja amarilla. Dante comprendió que quería que la abriera. Allí había muchos juguetes. Sacó los más aparatosos y los tendió en el piso. Se sentó junto a su hijo y lo vio toquetear, mirar, golpear los artilugios. Parecía tan importante lo que hacía con cada uno de ellos. Como si su misión fuese investigar la función de cada uno.Luego de un bu