Alina estaba viendo su celular. Se acomodó nuevamente en el sillón. Eran los últimos meses de embarazo y su bebé se estaba moviendo mucho. Suspiró y cambió de posición. Se frotó el vientre y cerró un momento los ojos. Tenía sueño, pero esperaba el regreso de su esposo. Estaba mas que segura que el volvería mucho antes de lo que había dicho. Siempre trataba de arreglar cualquier conflicto que pudiese surgir rápidamente. Si antes era protector con ella… ahora un guardaespaldas rivalizaría con el. La acompañaba a todos lados, evitaba que ella levantase peso o se estresara siquiera.
Sonrió instintivamente, adoraba la forma en que Dante la trataba. Se conocían desde hace años. Primero fueron amigos, pero ambos sabían que su unión era inevitable. Fueron la primera y única relación uno de otro.
—¡Ay bebé! Para un poco— se quejó ella— este partido de fútbol lo estás ganando tu, definitivamente— se masajeó un poco mas y recurrió a la estrategia de Dante. Comenzó a cantar una melodiosa nana, tal como lo hacía su esposo. Era una nana que le cantaba la madre de Dante a él cuando era niño y él, lo estaba transmitiendo a su pequeño.
Fue como un interruptor, automáticamente dejó de dar patadas y ella pudo respirar más tranquila. Siguió cantando unos minutos mas y fue a tomar una siesta.
Cuando despertó, tenía un terrible antojo de durazno en almíbar. Fue hasta lo cocina y preguntó si de casualidad contaban con ese postre, a lo que la mujer encargada de cocinar negó. Inmediatamente dijo que iba a encargar que lo traigan, pero Alina señaló
—No hace falta, de verdad. Saldré un momento a caminar y lo compraré yo misma.
—Pero el señor Dante ordenó que…
—Dante me cuida mucho Bianca, necesito tomar un poco de aire y hacer funcionar mis pies que en este caso se están hinchando de tanto estar descansando— volteó los ojos.
—Entonces llamaré a Enzo para que la acompañe. De él sí no podrá escapar. El señor nos dejó dicho que bajo ninguna circunstancia puede salir sola. Está muy cercana a la fecha de parto— comentó la mujer.
—¿Hace cuanto tiempo estás con nosotros Bianca?— preguntó Alina, sacudiendo la cabeza.
—Cuatro meses, señora— afirmó la mujer, no entendiendo el camino de su conversación.
—Y en estos cuatro meses ¿Cuántas veces te he dicho que me hables de tu?
—Muchas, señ… quiero decir, Alina—habló bajo.
—Recuerda, dime Alina, por favor— le sonrió ella.
—Claro.
Ella partió hacia el un comercio que se encontraba a escasas calles de su casa. Por supuesto, iba seguida por Enzo, quien se mantenía a tan solo unos pasos de ella. De repente, escuchó unos frenos, el chirriar de un coche y se asustó. Fue empujada por Enzo hacia un costado, encontrándose presionada contra el. Abrió los ojos tentativamente y observó cómo su protector se veía pálido, recostado sobre ella.Tragó, grueso, asustada. En eso, fue arrancada de los brazos de Enzo. Por más que éste lo intentó evitar, el atacante lo golpeó en la nuca con la culata de una pistola. Alina no entendía qué estaba sucediendo. ¿Quién era eseindividuo? Éste la subió rápidamente, pero con sumo cuidado a un coche negro, el conductor ni esperó a que se cierre la puerta y arrancó.
Alina miró a través de la ventanilla y vio como nadie se acercó a ayudarla ointervino. La estaban secuestrando y ni una persona intentó socorrerla. Dante mataría al hombre que se la estaban llevando. La rescataría, estaba segura. Pero ese tipo no tendrían tanta suerte. Él le tocó la panza y ella se alarmó.
—¡No me toque! ¿quién es usted?— inquirió con reproche, hundiéndose en el asiento y procurando evitar sus manos.
—Al fin estaremos juntos. Mi querida Alina, he esperado mucho por ti. Cada día, cada noche fue una completa agonía por tu ausencia— parecía totalmente ido y ella empezó a sentir verdadero miedo. Dante se asustaría y preocuparía mucho por ella y el bebé. Y ella se sentía culpable. Hubiese aceptado el ofrecimiento de Bianca y dejado que ella buscase el postre que deseaba. Estaba profundamente arrepentida. Un sollozo salió de ella.
—No llores, seremos felices juntos. Dante te quitó de mi lado sin siquiera dudarlo, ahora haré lo mismo.
—No entiendo. No te conozco. Dante no te quitó nada. ¡Estás loco!— escupió con rabia
—Loco por ti, si. Nos vimos por primera vez en la clase de arte, el primer año de universidad. Me prestaste tus elementos de pintura, me enamoraste— sostuvo su rostro con firmeza— planee una romántica cita contigo, pero lo elegiste a él. Siempre él. Jamás volteaste a verme nuevamente— su tono había cambiado.
—No sé de qué hablas. Si te di mis instrumentos de trabajo… fue pura amabilidad. En mi corazón y en mi mente siempre estuvo y estará Dante. Es a él a quien amo y al único al que alguna vez amaré— señaló sin miedo ella. Desnudando su alma y apelando a la razón.
—¡Cállate! ¡no sabes de lo que hablas!— gritó iracundo el hombre, perdiendo el control. La agarró por el cuello y la apretó.— tu me perteneces. Estuve años detrás de ti, besando el suelo que pisabas. Compré tus trabajos, dejé de lado mi pasión, que ya no significó nada desde que entraste a mi vida. Adoraba pintar, pero tu… tú te convertiste en mi obsesión. Te envié una muestra de lo que sentía… pero ¿qué obtuve? Comenzaste a salir acompañada todo el tiempo, ni siquiera podía fantasearte desde las sombras. Ese hombre me quitó todo. Tú debiste ser mía, guardarte para mi. Ahora tienes a su engendro en ti. Esa criatura no nacerá. Nada te unirá a el. Serás mía y solo mía— expulsó el con tanta seguridad.
—Dante me encontrará, nada me separará de el—susurró ella con lágrimas en los ojos. frotándose la garganta que él había sujetado con fuerza instantes antes.
—¡Te lo advertí!— golpeó su mejilla con la palma de su mano, furioso con ella por sus dichos— Eres mía, tengo nuestras nuevas identidades, aprenderás a amarme, te lo aseguro—esbozó una siniestra sonrisa que a Alina le erizó los bellos.
Luego de dos horas, las que fueron eternas para la joven, el hombre le seguía contando sus planes, todos y cada uno de los detalles. Primero que nada, con brutalidad le quitó la alianza de casada que llevaba y la sustituyó por una diferente. Igual a la que observó, tenía él. Le importaba poco y nada cualquier objeción que ella pudiese tener. Entendió que él era ese acosador que le enviaba cosas, fotos y regalos meses antes.
Recordó también que luego de que su mejor amiga Nicki le casi obligase a contarle a Dante sobre su acoso, ella lo hizo. Dante primero se había enojado y reclamado que debía haberle dicho apenas sucedió el primer episodio. Él le habló desde el corazón y le confesó que todo lo que hacía era por ella, que era su motor y sin su amor, su confianza, él no era nada. Ella lo comprendía muy bien, sentía lo mismo o más por el.
Dante contrató a un hombre tan fornido y protector como el, de su plena confianza, había dicho. Lamentablemente había sido herido por ese loco, y esperaba que una vez volviese a casa,Enzo no se sintiese culpable de lo que había sucedido. En esos meses había llegado a conocerlo y le agradaba mucho.
Estaba sumida en sus pensamientos y acariciando su barriga cuando de repente sintió un sacudón en el coche y que todo daba vueltas. Pudieron haber pasado unos segundos o minutos y la joven abriólos ojos adolorida. Estaba de cabeza, aún sujeta por el cinturón de seguridad. Su captor estaba ensangrentado al igual que el chofer, quien tenía incrustado una rama de árbol en el pecho. Desesperada, salió del coche como pudo. Se lastimó un poco cuando pudo romper completamente la ventanilla, sus manos ardían por el esfuerzo.
Cuando al fin pudo pisar tierra, observó la escena. El coche estaba al borde del acantilado. Miró el camino. Ni un alma pasaba por allí. Observó con terror como su secuestrador salía por el mismo lugar que lo hizo ella, sangre corriendo por rostro, su cuello, los puños con vidrio. Quedó sentada sobre la orilla de la ruta, agotada por el esfuerzo que había hecho. Le dolía mucho la cabeza y el brazo. Respiró pesadamente y lo vio acercarse.
—Por favor… déjame ir— rogó esperando al menos inspirarle lástima. El hombre tenía la mirada brillante, en una de sus manos había un hierro y la otra sujetaba o se tocaba el cuello.
—Si no eres mía… no… — escupió sangre— no serás de nadie.
Alina se tapó el vientre instintivamente, su bebé era indefenso y nadie mas que ella podía defenderlo ahora. Sintió una punzada en el hombro y gimió de dolor. El próximo golpe no la agarró desprevenida, pero no por eso le dolió menos.
Entre la consciencia y la inconsciencia, escuchó el chirrido y la bocina de un coche. Segundos después el cuerpo del hombre fue retirado de la presión y fuerza que ejercía sobre ella. Divisó a un hombre que la miró con ¿lástima? No sabía que estaba pasando, luego escuchó.
—Señora… debemos llevarla a un hospital, no creo que resista mucho mas. El bastardo le hizo mucho daño— estaban hablando de ella, eso seguro.
—Pobre niña. Criatura que no merecía ser maltratada así. ¿Dónde está el sujeto?
—Por favor… me quiere matar— solo habló entrecortado ella.
Sintió una extraña caricia en su mejilla y luego todo se volvió negro.
Dante escuchó el golpeteo en la puerta y abrió los ojos. —Pase— levantó la voz. Su secretaria entró con evidente miedo. Lo entendía perfectamente, los últimos 6 meses se había convertido en un verdadero gruñón. No era para menos, había pasado tiempo y aún no habían encontrado a Alina. Su preciosa chica de rizos desobedientes había sido secuestrada y posteriormente había tenido un accidente. Nunca se encontró su cuerpo y él estaba seguro, sentía en su corazón que ella estaba viva. Nadie le creía, obviamente. El coche había caído por un acantilado, habían sido hallados dos hombres muertos. Uno murió en el acto y otro tardó unos minutos mas. Dante no lo lamentaba, si pudiese, el mismo los mataría, los cortaría a pedacitos por haberle infringido miedo y daño a su mujer. Todos decían y afirmaban que ella había caído y muerto, que desorientada terminó al pie del acantilado. No se encontró el cuerpo, y él estaba seguro que ella estaba viva, en algún lugar. Solo no entendía por qué aún no h
Alina estaba nadando en la piscina, se sentía mucho mejor cada día. El agua, el clima, la tenían encantada. De pronto, alguien mas se lanzó a la pileta, vio como el agua salpicó hacia los costados y rio sabiendo quien era. —Prima ¿qué te parece darle un pequeño susto a “don seriecito”?— susurró Alma, su prima. Alina rodó los ojos. Se daba cuenta perfectamente que a Alma le encantaba provocar a su guardaespaldas. —No creo que sea una buena idea. Algún día se le acabará la mecha y me gustaría ver dónde te escondes. —Sabes que no puede hacerme nada. Me tiene que cuidar solamente— chasqueó la lengua segura de lo que decía. —Mmm. Si tu lo dices. Esos dos tenían un gracioso enamoramiento, pero evidentemente ninguno se atrevía a dar el primer paso. Era divertido verlos interactuar. Alina chapoteó un poco mas y salió. Se dirigió a su habitación y se quedó un momento en el umbral de la puerta, observando a su pequeño milagro dormir como angelito. Su hijo, su pequeño y adorado hijo era lo
Emily veía a sus nietas reir y divertirse en la piscina. Agradecía que Alma se tomara tan en serio lo de cuidar a su nueva prima. Todos en la casa estaban enterados de la situación real, pera eran personas de confianza y ella les pagaba muy bien como para decirle algo que no debían a Alina. Alina, esa pequeña chica a la que había encontrado en una carretera en Italia a punto de ser asesinada. De hecho, la joven estuvo a punto de morirvarias veces. Cuando ella y su chofer la encontraron, la chica respiraba con dificultad, su pulso apenas se sentía. Ella sintió mucha pena y dolor por esa vida que se extinguía rápidamente. Y lo más terrible es que estaba embarazada. El sujeto con el que ella estaba, aparentemente su esposo, casi la mata y lo habría hecho si no fuese por Marcus, su chofer, quien intervino. Lamentablemente conocía ese tipo de casos, es mas, lo vivió de primera mano. Su hija fue asesinada por su esposo, aquella persona que debía cuidarla, protegerla, la mató por sus horri
Dante entró como un trombón en la majestuosa casa, no esperaría un segundo mas por ver a Alina. Había sido arrebatada de su vida de un momento para el otro. Sabía que estaba viva, no se había equivocado. Ahora ya tenía las pruebas, y a ella a unos pocos metros de él. Horas antes, cuando su investigador le había dicho que Alina estaba en otro país… que estuvo en coma… a punto de morir en múltiples ocasiones... su corazón casi se detuvo. Ahora estaba allí, frente a frente con la persona que la había mantenido viva, que la cuidó cuando él no estaba allí, pero también la persona que la había alejado de el, que había tratado de evitar que él la encontrase. Su hijo y su esposa estaban en esa casa y él no se movería de allí sin ellos. Quería lastimar a alguien, todo el dolor, el calvario de esos meses… nada justificaba la separación que tuvieron que sufrir ambos. —¡¿Dónde está?! ¡¿dónde está mi mujer?! ¡Alina! ¡vine por ti!— gritó Dante, desesperado y anhelante por verla. Cuando quiso en
Por otro lado, Alina terminó de ducharse y mientras se vestía, escuchó un golpeteo en su puerta. Miró hacia la cuna, temerosa de que Ángel se despertara. Se colocó una toalla en el cabello y ajustó la bata de baño a su cuerpo. Se apresuró a la puerta y la abrió suavemente. Su prima estaba allí y tenía una mirada sugerente. —Tengo un chisme que te gustará. Cuando iba a bajar y salir a dar una vuelta, vi un hombre guapo, bueno a dos hombres guapos entrar al despacho de la abuela. De verdad eran guapos— se tocó el pecho y suspiró dramáticamente. Se dio la vuelta y le gruñó a su guardaespaldas algo así como que no saldría de la casa en lo que restaba del día así que podía marcharse e ir abajo o donde se le pegara la gana. Alina volteó los ojos ante el evidente intercambio de gruñidos y la instó a entrar a la habitación. Se quitó el toallón de la cabeza y fregó su pelo varias veces. Se peino con los dedos y miró a su prima enarcando una ceja. —Vaya… tu curiosidad resulta insana— sacudió
Dante vio ingresar a Alina al despacho, la escuchó hablar y también notó que en ningún momento lo reconoció, es más, parecía como que quería huir de él.Sin pensar dos veces, la siguió cuando se marchaba y se aproximó rápidamente a ella, no pudiéndose resistir a tocarla. La abrazó con fuerza como queriendo imprimirse en ella.Pudieron haber pasado minutos o segundos, pero entre la nebulosa en la que había perdido, escuchó un carraspeo al costado y sintió que Alina lo trataba de empujar. Ella lo miró confundida y luego de unos instantes desvió la mirada hacia Emily.—Abuela… ¿Qué está pasando? — aunque no era culpa de ella, Dante sintió como si lo apuñalase. Alina confiaba más en otra persona que en él. Respiró profundo y contestó por ella.—Soy tu esposo. Vine a buscarte. A llevarte conmigo— hasta él notó lo dictatorial que sonaba eso.—No… yo… — sacudió la cabeza vehementemente ella.—Alina, debemos hablar— medió Emily.—Abuela, creo que antes de decir nada tenemos que asegurarnos qu
Alina abrió los ojos lentamente, parpadeó, aún confundida y habló. —Mi bebé, Ángel… —Aquí está— dijo Dante y se lo pasó a la madre. Vio como ella miraba al bebé y luego a él, pareciendo incómoda. —¿Qué? ¿qué sucede? ¿Qué está mal Ali? —acarició su rostro. —Tengo que darle de comer—señaló entre carraspeos ella. —¿Te da vergüenza que te vea? Tu… ¿no quieres que me quede? — Dante sintió una opresión en el pecho. Su chica vacilaba ante él, tímida y pudorosa con su cuerpo. Fue tal la tristeza y decepción que Alina escuchó en esas preguntas que sintió dolor por él. Aún así, no podía evitar sentirse confundida con la situación. Si ya de por sí parecía estar en el limbo en cuanto a sus recuerdos, que viniese alguien y dijese que era su marido; un marido que creía muerto, no ayudaba para nada. Desde que despertó todo se sintió desconocido, como si estuviese viviendo la vida de alguien mas. —Ni siquiera te conozco, no se tu nombre— no quería lastimarlo, pero fue sincera. Pudo ver cómo esa
La puerta se fue abriendo y tanto Alina como Dante, miraron hacia ésta. A la habitación ingresó un pelinegro con barba incipiente y mirada cansada. Parecía como si hubiese salido de la cama apresurado ya que su cabello aún permanecía alborotado.Alina miró extrañada. Su primo, bueno… ¿primo? no era su primo en realidad, miraba a Dante con desconfianza. Desconfianza que Dante devolvió sin pensarlo.Alina decidió acabar con esas miraditas competitivas que se echaban y habló.—Aáron…—Alina, ¿estás bien? — interrumpió él, ahora mirándola y centrado solamente a ella.—Hmm, sí. Estoy lo mejor que puedo. ¿Te llamó la abuela? — inquirió curiosa.—No. De hecho, fue Alma. Mi hermana dijo que había problemas y a grandes rasgos me explicó lo que estaba sucediendo— luego miró a Dante— Mi abuela cree tú eres el verdadero marido de Alina. Dime, ¿Cómo la encontraste?Dante arqueó una ceja, nada intimidado por el tono del otro.—Efectivamente, soy su esposo. Alina no es tu prima, no me hagas partirte