—¿En qué estás pensando? —me preguntó Matute con una mirada curiosa mientras sostenía con ternura a nuestro pequeño en sus brazos. Sus ojos reflejaban la calidez y el amor que sentía por nuestra familia.—Pensaba en Gabriel —respondí con sinceridad, dejando que mis pensamientos se desbordaran. No había secretos entre nosotros, especialmente ahora que estábamos comenzando una nueva vida juntos, sin cargas del pasado.En ese momento, Matute me sorprendió con una sonrisa traviesa y dijo: —Tengo una sorpresa para ti. Pronto vas a entrar a cirugía, quizá mañana.Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendida por la noticia inesperada.—¿A cirugía? —pregunté, con una mezcla de estupor y nerviosismo en la voz.Matute rápidamente intentó tranquilizarme.—Quita esa cara de sorpresa amor. No tardarán en llamar del hospital. Deberías empezar a preparar tus cosas y estar en ayunas para poder ingresar directamente cuando te llamen.Su sonrisa sincera me reconfortó. Me encantaba cómo Matute siempr
Cuando la enfermera se marchó de mi habitación, moví con cuidado mi otra mano, la cual estaba conectada al suero. Logré acariciar suavemente el cabello de Matute.Él ha demostrado de múltiples maneras que su amor por mí es genuino y estoy inmensamente feliz de haberlo encontrado. Llegó en el momento justo y me rescató de la oscuridad en la que me encontraba.Estoy consciente de que, de no haberlo conocido, posiblemente estaría muerta o en prisión. Pero él me ha brindado una nueva oportunidad, una segunda vida. Además, me ha dado un hijo increíble al cual amo con todo mi corazón y me ha reunido con mi hija, quien ahora es tratada mejor que yo. Él es un hombre maravilloso.—¿Despertaste? —preguntó él, levantando levemente su cabeza.Mi mano, que antes acariciaba su cabello, se posó en su mejilla. Él cerró los ojos mientras su otra mano entrelazaba la mía.—Te he extrañado tanto, Don Gato —dije.—Mi hermosa Matute —respondió con una sonrisa.Minutos después, entró una enfermera con una c
En la fiesta, arrojé el ramo, que cayó directamente en los brazos de Ana, siendo ella una amiga leal en quien confío plenamente. A lo largo de mi vida, jamás tuve una amiga tan auténtica como Ana. Siempre me ha apoyado, a diferencia de Mónica, quien se unió a Suárez para arruinarme la vida. Durante casi toda la noche, intenté bailar con Nathan, mi esposo, pero nuestra pequeña Estrellita acaparaba toda su atención. No fue hasta que Ana llegó a jugar con ella que al fin pude disfrutar de la compañía de mi esposo. —Al fin eres mío, Matute —le dije, dándole un beso robado en los labios. La calidez de su amor siempre me sorprende, y me pregunto cómo puede ser tan tierno conmigo y frío con los demás. Su es realmente fuera de serie y me hace sentir completa. Finalmente, podía respirar tranquilamente, sabiendo que estoy con la persona indicada. ★ Años después Estrellita sigue llamando tío Matute a Nathan. Creo que ya se ha vuelto una costumbre, pero Nathan una vez comentó que le gust
Decidir si amar o no a alguien puede ser extremadamente difícil cuando te encuentras en situaciones nuevas donde no estás seguro de si debes tomar las cosas con calma o actuar estúpidamente.En esta travesía que se ha vuelto cada vez más complicada, las dificultades surgen gradualmente y te lastiman mientras sigues adelante.Soy una de las personas más comprometidas en mi trabajo para no vivir bajo la influencia de mis padres; sin embargo, a veces parece que eso no es suficiente. Siempre he sentido que estoy atrapada en un entorno que no fue diseñado para mí.Desde siempre he anhelado encontrar a alguien a quien amar y que me ame tal y como soy.A medida que intensificaba mi búsqueda, esa persona tan deseada no aparecía, convirtiéndose en algo que gradualmente me causaba daño emocional.Aquel día, al igual que cualquier otro, me encontraba en el patio de la escuela observando a mi primer amor, un chico que se movía incansablemente persiguiendo un balón.A mis ojos, él era la persona m
—¿Por qué no lo intentas? Puede que te lleves una agradable sorpresa —me dijo con una sonrisa enigmática.—Estimado Doctor Suárez —comencé, dejando que una mirada traviesa iluminara mi rostro —parece evidente que ha tenido admiradoras a lo largo de su vida debido a la belleza de sus ojos. Sin duda, sus encantos físicos eran notables en su juventud. ¿Has tenido muchas parejas sentimentales?El doctor, visiblemente incómodo con mi pregunta, respondió con diplomacia:—Señorita, no sería apropiado que me tratara de esa manera, ya que soy su médico.Pero en su interior, pude percibir cierta vergüenza, aunque de manera irónica, sabiendo que nunca reconocerá mi rostro en el futuro.Cerré los ojos y dejé que el aire fresco llenara mis pulmones, como si quisiera purificar mis pensamientos antes de continuar.—¿Podemos continuar con la historia? —pregunté.—Tenemos tiempo de sobra, señorita Vergara —mencionó el psicólogo Suárez, con una voz calmada que contrastaba con mi ansiedad.Miré nuevamen
—Después de que los brutales golpes finalmente cesaron, me esforcé por levantarme del suelo, sintiendo cada músculo adolorido y cada respiración entrecortada.»Con pasos tambaleantes, me dirigí hacia mi hogar, donde el aire solía estar cargado de la exigencia constante de mis padres.»¿Puedes imaginar el torbellino de emociones que se desató cuando llegué a casa, con mi ropa desgarrada y mi cuerpo magullado?Él permaneció en silencio, sus ojos inquietos buscaban una salida en medio de la angustia que lo envolvía.—Fui golpeada con brutalidad y me vi forzada a faltar a la escuela durante toda una semana, pero para mi sorpresa, nadie mostró la más mínima preocupación por mi bienestar. Ni siquiera mi mejor amiga, Mónica, se molestó en venir a verme.Las lágrimas inundaron mis mejillas mientras me refugiaba en la intimidad de mi habitación. Siempre anhelé tener amigos, por eso procuré ser amable con todos, esforzándome por encajar y mostrando lo mejor de mí misma. Sin embargo, a pesar de
Sus ojos, inquietos y llenos de angustia, se movían frenéticamente, reflejando un profundo temor que me impulsó a levantarme.—El hombre del que hablo está justo frente a mí, el compañero más cercano de Gabriel —informé, colocándome delante de él. Luego, con gesto suave, acaricié su cabeza como se acariciaría a un pequeño perro, buscando calmar su agitación.Él continuaba temblando con intensidad, mostrando un miedo palpable que se reflejaba en cada fibra de su ser. Podía percibir claramente ese temor, especialmente porque en los últimos días varios amigos de Gabriel habían perdido la vida en circunstancias misteriosas.Si alguien albergaba alguna duda sobre quién podría estar detrás de todo esto, siempre había sido yo. Siempre fui yo quien puso fin a todo.—Vamos, date prisa. Quiero volver a casa lo antes posible —insté, empujándolo hacia su asiento con tal fuerza que casi lo hice caer al suelo. —Agárrate fuerte.Dirigiéndome a mi mochila, saqué una cámara. —Voy a grabar todo tal
Salí del consultorio llevando mi mochila en una mano y el celular del doctor en la otra. El mensaje que escribí decía: «Rebeca, tómate dos semanas de descanso, ya te transferiré tu sueldo. Me voy de vacaciones con mi amante, así que no te preocupes por mí. Cuando regrese, también te haré feliz». Cada vez aprendo más sobre enviar mensajes; el doctor Suárez era conocido por tener muchas mujeres.«Gracias, jefe» respondió la secretaria con un tono de resignación y desilusión apenas perceptible en su texto.Estaba a punto de dejar caer el teléfono al suelo, pero necesitaba responder algunos mensajes para evitar que buscarán al doctor.Guardé el teléfono en la mochila y lo dejé en un casillero. No soy tan ingenua como para llevarlo a casa. Al menos no estoy herida, pensé aliviada.Después de unos minutos, llegué a casa, una lujosa mansión.—¿Dónde estabas? —me gritó la mujer de mi padre, una mujer alta y delgada con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.—Salí —respondí