★ AlondraUn día soleado en el hospital, recibí una visita inesperada. Era el diputado Evans, un hombre imponente con mirada penetrante.—Por lo visto, ha logrado su venganza, señorita Vergara —mencionó Alexander mientras se sentaba en una de las sillas del hospital.Mis ojos se encontraron con los suyos, llenos de firmeza y un dejo de malicia.—Si viene a pedirme que retire la demanda y que limpie el nombre de Gabriel... —mi voz se apagó al ver que no me prestaba atención.—Los niños pequeños son muy inquietos —continuó Evans—. Siempre hacen todo lo posible por llamar la atención de los padres. Mientras van creciendo, se convierten en una molestia. La mayoría de los adultos son así, ¿verdad, Damián?Damián, su hijo de dos años, se encontraba en el suelo jugando con carritos. El pequeño solo volteó a ver a su padre y continuó jugando como si no pasara nada.Confundida por los comentarios enigmáticos de Evans, decidí indagar.—¿Qué quiere decir con eso, señor Evans?Mi corazón latía co
—Eres una hipócrita, Alondra —espetó Gabriel con una mirada desafiante—. Sé que lo disfrutabas, sé que disfrutabas cuando te tenía entre mis brazos, cuando me adentraba en ti.Me estremecí, pero mantuve la compostura.—Jamás disfruté que me tocaras —repliqué, con mis palabras saliendo entre dientes apretados.Solo de recordarlo, me provocan ganas de estrangularlo y machacarlo en un millón de pedazos. Gabriel soltó una risa fría y amenazadora mientras se acercaba a mí.—Tus gritos decían otra cosa, Alondra. Y esas lágrimas... solo me excitaban cada vez más. Eres excitante cuando lloras y suplicas, cariño —susurró con una voz cargada de perversión.Solté una carcajada llena de desprecio antes de responder con furia: —Estás enfermo, Gabriel. Me das asco.Gabriel, sin inmutarse, continuó con su desquiciado discurso.—Alondra, tú nunca serás feliz. Nunca te dejaré serlo porque tú eres solo mía. Sé muy bien dónde vives. También sé que mi hija vive con ese miserable. Cuando salga de aquí, v
★Alondra. Algunos días más pasaron y me enteré por las noticias de que varios de los guardias de la prisión habían fallecido. Las fotografías mostraban que eran los encargados de la vigilancia de Gabriel.Los meses siguieron avanzando y Nathan no quería que me involucrara demasiado en las cosas relacionadas con Gabriel. Después de aquella vez, no volví a visitarlo.Mientras tanto, mi vientre ha crecido mucho y pronto daré a luz a mi hijo, que es un varón. Estrellita y Nathan me consienten demasiado y son muy sobreprotectores conmigo. Mi corazón ha reaccionado bien aunque he tenido algunas alteraciones, pero no hay motivo de preocupación.Lo que realmente me preocupa es el día del parto.Estrellita tiene muchos amigos en la escuela y todos dicen que su papá es muy guapo. Nathan va a recogerla casi siempre y, en ocasiones, cuando me siento mal, él va a las juntas de padres de familia con las profesoras. Es un gran hombre y Estrellita me ha dicho que lo quiere mucho.El día en que nació
Comencé a desprender capa tras capa de su piel; estaba tan cocida que se deslizaba fácilmente bajo mis dedos.Ya no quedaba nada del hombre hermoso en el que mis ojos se habían fijado. Esos ojos azules que tanto me hipnotizaban ahora eran rojos, llenos de agonía.Una vez dije que arrancaría su piel, y eso es lo que estoy haciendo ahora. La sangre cubría todo a mi alrededor y, con más ansias, rascaba su carne. Su cabeza, ya sin cabello, mostraba su cráneo cocido.Mientras más capas de piel arrancaba, más recuerdos llegaban a mí. Recuerdos de sus manos acariciando mi cuerpo, de su aliento susurrando obscenidades en mi oído. Estaba llena de ira, pero cuando ya no pude más, me alejé.Nathan hizo entrar a dos hombres, quienes continuaron desgarrando la piel de ese miserable. Cuando se les dificultaba, volvían a abrir el agua caliente, cocinando más capas. Nathan se acercó a uno de ellos y le susurró algo al oído. No pude escuchar, pero sabía que estaba planeando algo.Salimos de esa cabañ
—¿En qué estás pensando? —me preguntó Matute con una mirada curiosa mientras sostenía con ternura a nuestro pequeño en sus brazos. Sus ojos reflejaban la calidez y el amor que sentía por nuestra familia.—Pensaba en Gabriel —respondí con sinceridad, dejando que mis pensamientos se desbordaran. No había secretos entre nosotros, especialmente ahora que estábamos comenzando una nueva vida juntos, sin cargas del pasado.En ese momento, Matute me sorprendió con una sonrisa traviesa y dijo: —Tengo una sorpresa para ti. Pronto vas a entrar a cirugía, quizá mañana.Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendida por la noticia inesperada.—¿A cirugía? —pregunté, con una mezcla de estupor y nerviosismo en la voz.Matute rápidamente intentó tranquilizarme.—Quita esa cara de sorpresa amor. No tardarán en llamar del hospital. Deberías empezar a preparar tus cosas y estar en ayunas para poder ingresar directamente cuando te llamen.Su sonrisa sincera me reconfortó. Me encantaba cómo Matute siempr
Cuando la enfermera se marchó de mi habitación, moví con cuidado mi otra mano, la cual estaba conectada al suero. Logré acariciar suavemente el cabello de Matute.Él ha demostrado de múltiples maneras que su amor por mí es genuino y estoy inmensamente feliz de haberlo encontrado. Llegó en el momento justo y me rescató de la oscuridad en la que me encontraba.Estoy consciente de que, de no haberlo conocido, posiblemente estaría muerta o en prisión. Pero él me ha brindado una nueva oportunidad, una segunda vida. Además, me ha dado un hijo increíble al cual amo con todo mi corazón y me ha reunido con mi hija, quien ahora es tratada mejor que yo. Él es un hombre maravilloso.—¿Despertaste? —preguntó él, levantando levemente su cabeza.Mi mano, que antes acariciaba su cabello, se posó en su mejilla. Él cerró los ojos mientras su otra mano entrelazaba la mía.—Te he extrañado tanto, Don Gato —dije.—Mi hermosa Matute —respondió con una sonrisa.Minutos después, entró una enfermera con una c
En la fiesta, arrojé el ramo, que cayó directamente en los brazos de Ana, siendo ella una amiga leal en quien confío plenamente. A lo largo de mi vida, jamás tuve una amiga tan auténtica como Ana. Siempre me ha apoyado, a diferencia de Mónica, quien se unió a Suárez para arruinarme la vida. Durante casi toda la noche, intenté bailar con Nathan, mi esposo, pero nuestra pequeña Estrellita acaparaba toda su atención. No fue hasta que Ana llegó a jugar con ella que al fin pude disfrutar de la compañía de mi esposo. —Al fin eres mío, Matute —le dije, dándole un beso robado en los labios. La calidez de su amor siempre me sorprende, y me pregunto cómo puede ser tan tierno conmigo y frío con los demás. Su es realmente fuera de serie y me hace sentir completa. Finalmente, podía respirar tranquilamente, sabiendo que estoy con la persona indicada. ★ Años después Estrellita sigue llamando tío Matute a Nathan. Creo que ya se ha vuelto una costumbre, pero Nathan una vez comentó que le gust
Decidir si amar o no a alguien puede ser extremadamente difícil cuando te encuentras en situaciones nuevas donde no estás seguro de si debes tomar las cosas con calma o actuar estúpidamente.En esta travesía que se ha vuelto cada vez más complicada, las dificultades surgen gradualmente y te lastiman mientras sigues adelante.Soy una de las personas más comprometidas en mi trabajo para no vivir bajo la influencia de mis padres; sin embargo, a veces parece que eso no es suficiente. Siempre he sentido que estoy atrapada en un entorno que no fue diseñado para mí.Desde siempre he anhelado encontrar a alguien a quien amar y que me ame tal y como soy.A medida que intensificaba mi búsqueda, esa persona tan deseada no aparecía, convirtiéndose en algo que gradualmente me causaba daño emocional.Aquel día, al igual que cualquier otro, me encontraba en el patio de la escuela observando a mi primer amor, un chico que se movía incansablemente persiguiendo un balón.A mis ojos, él era la persona m