Decidir si amar o no a alguien puede ser extremadamente difícil cuando te encuentras en situaciones nuevas donde no estás seguro de si debes tomar las cosas con calma o actuar estúpidamente.
En esta travesía que se ha vuelto cada vez más complicada, las dificultades surgen gradualmente y te lastiman mientras sigues adelante.Soy una de las personas más comprometidas en mi trabajo para no vivir bajo la influencia de mis padres; sin embargo, a veces parece que eso no es suficiente. Siempre he sentido que estoy atrapada en un entorno que no fue diseñado para mí.Desde siempre he anhelado encontrar a alguien a quien amar y que me ame tal y como soy.A medida que intensificaba mi búsqueda, esa persona tan deseada no aparecía, convirtiéndose en algo que gradualmente me causaba daño emocional.Aquel día, al igual que cualquier otro, me encontraba en el patio de la escuela observando a mi primer amor, un chico que se movía incansablemente persiguiendo un balón.A mis ojos, él era la persona más atractiva que había conocido, o al menos eso creía en ese momento. Sin embargo, yo era simplemente una chica más, tratando de encontrar mi lugar en un mundo que no me pertenecía.Resulté siendo la chica con menor concentración, pero demostré ser una de las más habilidosas del salón.Mi inteligencia era admirada por todos, incluso algunos pretendían ser mis amigos para que les diera las respuestas en los exámenes. Sin embargo, en el momento más crucial, cuando más necesitaba de esos amigos, me abandonaron, dejándome completamente sola.Ya no contaba con nadie, no sabía qué dirección tomar y me sentía perdida y desesperanzada.Solo deseaba desvanecerme. La sensación completa de estar en un abismo y no tener a nadie que pueda ayudarte a salir de esa situación.Tal vez no me expreso claramente, pero mi pesadilla comenzó en el momento en que decidí confesarle mis sentimientos a Gabriel Mayer. Sin lugar a dudas, el día más desastroso que he vivido.—Alondra, ¡anímate! Si no lo intentas, nunca sabrás, él es muy talentoso, siempre te sorprende con un chocolate.Mi amiga Mónica, en quien confiaba plenamente, solía alegrarme diciendo que estaba ahí para mí cuando todos los demás me daban la espalda.Ella era la única que me hacía sentir valiosa y siempre nos apoyábamos mutuamente.Incluso le daba mis exámenes para que pudiera estudiar, ya que estábamos en salones diferentes.Esto nos permitía que ella tuviera más tiempo para repasar y no reprobar, ya que yo me sabía todas las respuestas y se las proporcionaba.—Está bien, pero si lo intento... ¿Y si él no tiene ningún tipo de sentimientos hacia mí? Sería arriesgado y no tendría resultados positivos.—No tienes que tener miedo, sabes que siempre contarás con mi apoyo, eso es precisamente para lo que existen las amigas. No tienes de qué preocuparte, escribe la carta y yo me encargaré de entregársela. Conozco a una persona muy cercana a él, así que puedes estar tranquila de que aceptará tus sentimientos.Empecé a moverme de un lugar a otro, sin tener una decisión clara. No estaba segura de qué hacer, no sabía si debía escribir esa carta o no. No tenía una idea clara de qué expresar en ella.Si escribía mis sentimientos más profundos hacia Gabriel y él no los apreciaba, eso me rompería el corazón.—Apresúrate, no podemos demorarnos, comprendo que estás temerosa, pero seguramente le gustas a Gabriel —pronunció Mónica.Agarré el bolígrafo con firmeza, sin tener una decisión definitiva sobre si debía escribir o no, pero opté por plasmar mis pensamientos desde lo más profundo de mi ser.¿Cuáles podrían ser las consecuencias?Mi declaración de amor inicial tuvo algunas correcciones y enmiendas meticulosas, pues buscaba las palabras precisas que expresaran con exactitud lo que sentía, pero solo se trataba de un primer borrador, una versión preliminar de mis sentimientos.Al final, redactaría la verdadera carta que le entregaría a mi querido Gabriel, la cual estaba impregnada con mi ansiedad y esperanza.«Estimado Gabriel», comencé a eliminar y corregir esas palabras que solía utilizar para referirme a él como "querido Gabriel". Nunca he usado esa expresión, generalmente lo llamo Gabi o Gabrich.Lo tengo, lo tengo decidido cómo lo voy a nombrar.«Hola, Gabriel». Sin lugar a dudas, eso suena mucho más adecuado.Empecé a escribir la auténtica carta mientras luchaba con los errores y las correcciones en el papel.«Querido Gabriel,Soy Alondra, una buena amiga tuya. Quería agradecerte por los chocolates que siempre me regalas.Quiero decirte que disfruto mucho verte jugar, tienes habilidades impresionantes, aunque pocos reconocen esto como yo lo hago. Cuando te veo correr, mi corazón comienza a latir más rápido.También me encanta cómo la luz se refleja en tus mejillas, eres realmente guapo, aunque creo que todas las chicas de la escuela lo saben. Quiero que sepas que me gustas mucho y me encantaría saber si tú también sientes lo mismo por mí.Tal vez podríamos encontrarnos en el patio trasero, pero si no quieres, lo entenderé. Lamento mucho si esta carta no está a la altura, definitivamente no es mi mejor trabajo.Un saludoAlondra❤️»Todavía puedo recordar la ansiedad y el extraño cosquilleo en mi estómago al finalizarla. Tenía una sensación negativa, sabía que tal vez había cometido un error, pero ya estaba hecho y no había vuelta atrás.Después de que Mónica se llevó la carta, estuve inquieta, paseando de un lugar a otro.Estaba bastante ansiosa. ¿Y si no le agrado? ¿Y si piensa que soy igual a las demás chicas que lo persiguen? No quería ni siquiera imaginarlo, no quería darle cabida a esas ideas.Solo deseaba que él sintiera lo mismo que yo siento por él... Qué ingenua solía ser en mis tiempos de juventud.Nunca fui consciente de ello, pero la situación hubiera sido ideal si él nunca hubiera tenido acceso a esa carta, si nunca hubiera descubierto mis emociones hacia él y si en ningún momento, me hubiera causado tanto dolor como lo hizo.Empecé a llorar, hace más de una década de aquel incidente, pero cada vez que lo recuerdo, experimento un dolor intenso, me duele saber que mi amor por él fue mi ruina.Cuando abrí los ojos, me encontré con el doctor Suárez, un psicólogo incompetente al que he estado consultando durante tres años. Aunque nunca antes le había revelado mi historia personal, ahora siento la necesidad de hacerlo, ya que es fundamental que él comprenda mis motivos para llevar a cabo lo que tengo planeado con él.Creo que a pesar de haber presenciado repetidamente los sueños y las pesadillas, todavía no puedo borrar de mi mente todo lo que ese despreciable Gabriel y sus compinches me hicieron. Incluso al intentarlo, siento un dolor inmenso en mi corazón.Las deslealtades dejaron una huella indeleble en mi vida y ahora, mientras intento sobrevivir diariamente, cargo con el peso de todo el sufrimiento que experimenté durante mi adolescencia, incluyendo las acciones imprudentes que cometí en nombre del amor.—Al parecer, todavía sientes mucho rencor hacia ese hombre según mi percepción —Me dice el psicólogo al guardar su pluma.—Considero que venir a verlo no está siendo beneficioso para mí, aún no puedo borrar ningún recuerdo.—Tal vez sería conveniente no dejar atrás, sino más bien aprender a superar y llevar una vida con lo que te sucedió.—Doctor Suárez, ¿Cómo se puede aprender a continuar con la vida después de que te hayan destrozado el alma?........Descripción:..༆༄༄༄༄༄༆En un mundo sombrío y despiadado, donde las sombras de los recuerdos y las heridas del alma son las brújulas que guían los destinos, emerge la figura enigmática de Alondra Vergara. Una mujer marcada por el sufrimiento y moldeada por las adversidades que ha enfrentado con valentía y determinación inquebrantables. Cada obstáculo, cada desafío, ha sido un escalón en su ascenso hacia la redención y la libertad.Pero tras su fachada de fortaleza y coraje, Alondra esconde un secreto oscuro y perturbador, un peso que la consume en las noches más solitarias y los días más largos. Es un secreto que la ata a un pasado que ella misma anhela enterrar, pero que se niega a ser olvidado, manifestándose en sus pesadillas más vívidas y en sus momentos de mayor vulnerabilidad.A pesar de todo, Vergara no es una mujer derrotada. Todo lo contrario, su inteligencia aguda y su sed insaciable de justicia la convierten en una fuerza imparable, un tornado de determinación y astucia. Su mente se sumerge en las profundidades más oscuras, alimentando sus deseos de venganza contra aquellos que han osado herirla.No descansará hasta verlos arrodillados ante ella, suplicando por la clemencia que ella misma ha sido privada de sentir.Su camino está trazado por la sombra, pero su destino está marcado por la luz de su voluntad inquebrantable.En medio del dolor y la oscuridad que envuelve a nuestros protagonistas, emerge una luz radiante que se materializa en la forma de Strella y Nathan(Detective), dos individuos extraordinarios cuyas presencias se convierten en un bálsamo para las heridas emocionales.Strella, con su infinita dulzura y comprensión, se erige como un pilar inquebrantable de apoyo para aquellos que la rodean, ofreciendo consuelo y fortaleza en los momentos más difíciles. Por otro lado, Nathan, dotado de una mente aguda y perspicaz, desempeña el papel de detective determinado a desentrañar los oscuros misterios que rodean la trama, mientras alimenta su propia sed de venganza, una sed que rivaliza con la de la temible antagonista, Vergara.La unión de estas dos almas dispares, cada una motivada por sus propios deseos y demonios internos, da lugar a una alianza formidable, forjada en el fuego de la adversidad y el dolor.Juntos, forman un equipo decidido a enfrentar los desafíos que se interponen en su camino, sin importar las consecuencias que puedan surgir.Su determinación es inquebrantable, su voluntad, imparable.Sin embargo, advertimos a los lectores que esta obra no es para los débiles de corazón ni para aquellos que buscan evadirse en una lectura ligera.Sus páginas están impregnadas de emociones intensas y deseos ocultos que se desatan con una violencia explícita y perturbadora.Dirigida a un público maduro, de 21 años en adelante, esta novela desafía los límites de lo conocido,llevando a sus lectores a un viaje turbulento lleno de intriga, pasión y peligro, donde nada es lo que parece y cada página ofrece una nueva sorpresa.—¿Por qué no lo intentas? Puede que te lleves una agradable sorpresa —me dijo con una sonrisa enigmática.—Estimado Doctor Suárez —comencé, dejando que una mirada traviesa iluminara mi rostro —parece evidente que ha tenido admiradoras a lo largo de su vida debido a la belleza de sus ojos. Sin duda, sus encantos físicos eran notables en su juventud. ¿Has tenido muchas parejas sentimentales?El doctor, visiblemente incómodo con mi pregunta, respondió con diplomacia:—Señorita, no sería apropiado que me tratara de esa manera, ya que soy su médico.Pero en su interior, pude percibir cierta vergüenza, aunque de manera irónica, sabiendo que nunca reconocerá mi rostro en el futuro.Cerré los ojos y dejé que el aire fresco llenara mis pulmones, como si quisiera purificar mis pensamientos antes de continuar.—¿Podemos continuar con la historia? —pregunté.—Tenemos tiempo de sobra, señorita Vergara —mencionó el psicólogo Suárez, con una voz calmada que contrastaba con mi ansiedad.Miré nuevamen
—Después de que los brutales golpes finalmente cesaron, me esforcé por levantarme del suelo, sintiendo cada músculo adolorido y cada respiración entrecortada.»Con pasos tambaleantes, me dirigí hacia mi hogar, donde el aire solía estar cargado de la exigencia constante de mis padres.»¿Puedes imaginar el torbellino de emociones que se desató cuando llegué a casa, con mi ropa desgarrada y mi cuerpo magullado?Él permaneció en silencio, sus ojos inquietos buscaban una salida en medio de la angustia que lo envolvía.—Fui golpeada con brutalidad y me vi forzada a faltar a la escuela durante toda una semana, pero para mi sorpresa, nadie mostró la más mínima preocupación por mi bienestar. Ni siquiera mi mejor amiga, Mónica, se molestó en venir a verme.Las lágrimas inundaron mis mejillas mientras me refugiaba en la intimidad de mi habitación. Siempre anhelé tener amigos, por eso procuré ser amable con todos, esforzándome por encajar y mostrando lo mejor de mí misma. Sin embargo, a pesar de
Sus ojos, inquietos y llenos de angustia, se movían frenéticamente, reflejando un profundo temor que me impulsó a levantarme.—El hombre del que hablo está justo frente a mí, el compañero más cercano de Gabriel —informé, colocándome delante de él. Luego, con gesto suave, acaricié su cabeza como se acariciaría a un pequeño perro, buscando calmar su agitación.Él continuaba temblando con intensidad, mostrando un miedo palpable que se reflejaba en cada fibra de su ser. Podía percibir claramente ese temor, especialmente porque en los últimos días varios amigos de Gabriel habían perdido la vida en circunstancias misteriosas.Si alguien albergaba alguna duda sobre quién podría estar detrás de todo esto, siempre había sido yo. Siempre fui yo quien puso fin a todo.—Vamos, date prisa. Quiero volver a casa lo antes posible —insté, empujándolo hacia su asiento con tal fuerza que casi lo hice caer al suelo. —Agárrate fuerte.Dirigiéndome a mi mochila, saqué una cámara. —Voy a grabar todo tal
Salí del consultorio llevando mi mochila en una mano y el celular del doctor en la otra. El mensaje que escribí decía: «Rebeca, tómate dos semanas de descanso, ya te transferiré tu sueldo. Me voy de vacaciones con mi amante, así que no te preocupes por mí. Cuando regrese, también te haré feliz». Cada vez aprendo más sobre enviar mensajes; el doctor Suárez era conocido por tener muchas mujeres.«Gracias, jefe» respondió la secretaria con un tono de resignación y desilusión apenas perceptible en su texto.Estaba a punto de dejar caer el teléfono al suelo, pero necesitaba responder algunos mensajes para evitar que buscarán al doctor.Guardé el teléfono en la mochila y lo dejé en un casillero. No soy tan ingenua como para llevarlo a casa. Al menos no estoy herida, pensé aliviada.Después de unos minutos, llegué a casa, una lujosa mansión.—¿Dónde estabas? —me gritó la mujer de mi padre, una mujer alta y delgada con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.—Salí —respondí
Caminé hacia mi habitación con paso lento, aferrando el diario de mi madre con delicadeza entre mis manos.Una vez dentro, me dejé caer sobre la cama con mi yogur en una mano y una pajita en la otra, sintiendo el suave tejido de las sábanas bajo mi cuerpo. La bolsa de plástico crujía bajo mi peso mientras levantaba el diario en alto, la luz del atardecer filtrándose por la ventana iluminaba las páginas amarillentas.Mis ojos se perdieron en las palabras impresas, absorbida por la historia de mi madre. Visualicé su angustia al despertar en un lugar desconocido, desnuda y con su cuerpo dolorido.Un nudo se formó en mi garganta al imaginar su desesperación. Pude sentir su soledad mientras se envolvía en las sábanas, tratando en vano de contener sus lágrimas y sus gemidos de dolor.El crujido de la puerta al abrirse me sacó de mi ensimismamiento. Giré la cabeza para encontrarme con la figura de Gabriel, su presencia trayendo consigo un aire de nostalgia y tristeza.Mis labios se curvaron
Después de pasar algunas horas en mi habitación, absorta en mis pensamientos, percibí golpes resonando en la puerta principal. Esta vez, no me precipité a bajar como la primera vez; una sensación de aprensión se apoderó de mí, temiendo que fuera el mismo detective de antes, con sus preguntas incisivas y su mirada inquisitiva.Unos minutos después de los golpes, los gritos de la esposa de Gabriel inundaron el silencio. Con un suspiro, me levanté de la cama, cerré mi portátil y me dirigí a la sala, donde sabía que habría visitas.Al llegar a la sala, me encontré con una escena peculiar: una mujer de la misma edad que mi padre y un joven que parecía tener mi misma edad. Los tres estaban reunidos, compartiendo una conversación animada mientras la mujer acariciaba con ternura los hombros de mi padre.—Papá —mi voz resonó en la habitación, y las sonrisas se desvanecieron al instante.Mi padre me miró por un momento, con esa sonrisa que siempre me había incomodado. Detestaba esa maldita so
—¿Qué tipo de juego? —preguntó Nathan, mostrando curiosidad en sus ojos mientras yo me sumergía en mis pensamientos.Distraída en mi propio mundo, lo ignoré y fui directamente a sentarme en una de las sillas de madera, sintiendo su rugosa textura bajo mis manos. La señora Lourdes, una mujer de cabello canoso con rostro siempre adornado con una cálida sonrisa, se acercó a nosotros con paso ligero, sus zapatos chirriando suavemente en el suelo de baldosas.Esa señora casi siempre está sonriendo, y yo, como cliente frecuente del lugar, he entablado una relación cercana con ella. Suelo venir aquí a menudo, y casi siempre lo hago sola. Me gusta observar cómo los jóvenes compiten entre sí, mientras me regalo el placer de beber una o dos latas de cerveza fría, sintiendo el frescor del metal en mis manos. Y, por supuesto, a tener largas pláticas con la señora Lourdes, quien se ha convertido en una confidente y consejera de vida, su voz es suave y reconfortante como un bálsamo para el alma.—
—Matute, tienes unos brazos fuertes. Cárgame —dije con voz entrecortada mientras hacía pucheros, sintiendo cómo la noche se movía a mi alrededor en un torbellino de luces y sonidos difusos. El aire fresco de la noche acariciaba mi rostro, mientras las risas lejanas y el murmullo de la ciudad se fundían en una melodía urbana embriagadora. Creo que he bebido demasiado, mis pensamientos se tambalean junto con mi cuerpo, como si estuvieran atrapados en un laberinto de neblina alcohólica. Los destellos de las farolas se reflejan en mis ojos vidriosos, distorsionando la realidad y sumergiéndome en un estado de ensoñación etílica. Hoy me estoy comportando como una estúpida frente a un completo desconocido, dejando que la imprudencia y la despreocupación se apoderen de mis acciones mientras la sensación de libertad se mezcla con el vértigo de lo desconocido. Cada mirada furtiva y cada sonrisa cómplice, alimenta la efímera ilusión de estar viviendo una aventura prohibida en medio de la osc