Capítulo 24

Cuando dejamos el consultorio del doctor ese, fuimos a tomar un café y comer tostadas en un restaurante cercano.

-¿Y si nosotras somos capaces de ver fantasmas, algo así como clarividentes?-, le pregunté a Alondra mientras mordíamos las deliciosas tostadas untadas con mantequilla haciendo estallar sus esquirlas.

A ella le asustaba mucho todo ese tema de los fantasmas, del más allá, de muertos y esas cosas. No quería volver a encontrarse con Rudolph, tampoco, y le aterraba pensar que había estado hablando con un finado, en el caso de Darrow que hasta flirteó con nosotras. Pensaba que todo eso era una pesadilla que quizás estábamos confundiendo las cosas o que simplemente algo que estábamos comiendo o bebiendo nos estaba provocando alucinaciones.

-No, no creo, aquí está pasando algo raro-, estaba ella escéptica, sin embargo.

A Alondra también le preocupaba que yo viviera sola, a merced de los fantasmas. -¿Por qué no llamas a Sebas?-, me preguntó sonriéndome pícara.

-No, no,
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