— Nadie aquí ha pactado contigo. Nuestra madre, la Luna, exige que te vayas — exclamó Gwyneth de repente, su voz llena de determinación y poder. La oscuridad retrocedió ante la fuerza de sus palabras, sintiendo el poder de la Luna fluyendo a través de ella.La neblina oscura se disipó lentamente, dejando espacio para que la luz y la claridad llenaran el ambiente. Los corazones de aquellos reunidos se fortalecieron ante la presencia de Gwyneth, quien se erguía como una protectora de la luz y la pureza. Los lazos familiares y la herencia de los Reyes de la Luna se manifestaron en ese instante, recordándoles su deber de proteger y preservar la armonía.El ser oscuro, derrotado y debilitado, retrocedió ante la fuerza combinada de la familia y la energía lunar. Se alejó lentamente, desvaneciéndose en la oscuridad de la noche. La amenaza había sido rechazada, al menos por ahora.Gwyneth miró a su alrededor, asegurándose de que todos estuvieran a salvo y protegidos. Sus ojos reflejaban la de
Audrey, curiosa y ansiosa por sentir a Bleid contra su piel, no dejaba que su curiosidad interrumpiera su pasión. Se apresuraba a despojarlo de su ropa, anhelando tenerlo desnudo y sentirlo completamente. Mientras sus manos exploraban su cuerpo, sus labios no dejaban de buscar los suyos en un beso apasionado.Entre besos entrecortados, Bleid respondió a la pregunta de Audrey, revelando que tenía el nombre perfecto para su bebé. —Omut, ¿qué te parece ese nombre?— susurró, dejando escapar una sonrisa de satisfacción ante su respuesta.—Me encanta—, respondió Audrey, contagiada de la emoción de su esposo. Pero su juego de risas y coqueteo no disminuía su deseo de estar aún más cerca de él. Con habilidad y gracia, se acomodó entre sus brazos, rodeándolo con sus piernas y obligándolo a sostenerla.—Muy bien, mi amor—, susurró Bleid, complacido por la cercanía y la pasión que los envolvía. — Te mostraré esas nuevas estrellas, pero tenemos toda la noche, toda la vida para eso. No me cansaré
Capítulo1Bleid Wolfang, estaba sonriendo, de pie, junto a la verja de su mansión, dónde ya lo esperaba su chófer para llevarlo al lugar que deseara.Por fin era el día en el que no había dejado de pensar ni un solo instante, el momento en que la venganza que venía alimentando su existencia durante años, sería llevada a cabo. El principio del fin de todo para sus enemigos.Venganza que cobraría él mismo con sus propias manos. Un brillo peligroso apareció en la mirada de Bleid al imaginar la sangre de sus enemigos manchando sus manos y bañando su cuerpo.Pero antes de que eso ocurriera, tendría que ser paciente y disfrutar de la mascarada ancestral y anual que los imponentes Vangelis daban; celebrando la erradicación del mal, en ese pequeño, pero próspero pueblo de Florencia, muchos siglos atrás…«Erradicación del mal. Mejor dicho, la masacre de toda mi familia. No son más que unos asesinos.»Los ojos de Bleid, se oscurecieron aún más, justo en el momento en que las verjas de la mansió
Pero al girarse ella pudo comprobar que el tiempo no se detenía con ellos y Alfred la había encontrado caminando hacia ellos con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro al pensar que se saldría con la suya, pero estaba equivocado.Si ese hombre quería ser su prometido, tendría que ir despacio, no podía simplemente esperar que ella se lanzara en picado a una relación de por vida con alguien que ni siquiera sabía si le gustaba.Bleid no pudo evitar sonreír ante la respuesta de la joven, por supuesto que era un ángel.Un hermoso ángel de ojos grises y cabello plateado que venía a eliminar las nubes negras que parecían siempre estar sobre él.—Su próxima pareja de baile — dijo de repente ella agarrándole la mano para casi arrastrarlo al centro de la pista.Bleid Wolfang, por primera vez, se quedó sin saber qué decir o que hacer y se dejó arrastrar por la joven.No había ninguna duda de que esa mujer era su luna. No solo él estaba seguro, también lo estaba su lobo y el hecho de que ella
Las palabras de la joven y su presencia tenían un efecto tranquilizador en Bleid, a su lado era como si olvidara todo su pasado, los doscientos años de rencor acumulados en aquella fortaleza, todo parecía dejar de tener importancia. Dejaban de existir sus deseos de venganza, lo único que deseaba era estar más tiempo por ella, la llevaría lejos de ahí y de esas personas, tal y como ella le pedía, no dudó en tirar de su mano y seguir andando por ese pasillo.Encontrarse a solas solo hacía que Bleid deseara volver a tomarla entre sus brazos, sujetándola fuertemente contra su cuerpo y besandola. Trataba de mantenerse sereno y no sucumbir ante sus deseos, pero no pudo hacerlo después de que ella fuera la que eliminara esa distancia y se atreviera a hacer aquello que él se moría por hacer.Fue sentir su aliento mezclado con el de ella, el suave aleteo de esos delicados labios contra los suyos lo que hizo que Bleid perdiera el control y, cuando terminó de besarlo, él evitó que se alejara de
—¡No sé cómo es que no estás preocupada, madre! ¡Tu hija ha desaparecido! ¿Cómo no te preocupa que tampoco sepamos quien es el Wolfang que se acaba de mudar y reclamar las tierras a un lado de nosotros?Gregory golpeó con las manos el escritorio grande de caoba del despacho donde se encontraba sentado, observando a su madre.La madre de Gregory se sobresaltó ante la furia de su hijo.—Por favor, cálmate hijo, solo escapó con un chico, tendrá su aventura y por la mañana estará de vuelta, tiene veintidós años ¿No deberías empezar a confiar en ella?— ¡Maldita sea madre! ¡Tú no entiendes el alcance de esto!El secretó de los Vangelis, era algo que se transmitía de generación en generación, solo al primer hijo varón y este era el encargado de proteger al resto de la familia de los malditos monstruos sanguinarios que los acechaban en la noche, pero sobre todo, evitar que la profecía se cumpliera.Gregory no le podía explicar a su madre porque aquello era tan alarmante, primero no tenía san
A Bleid le incomodó de manera inmediata, sin poder evitarlo, la forma directa en la que le había externado sus deseos aquella mujer.Él se había pasado dos siglos encerrado en aquella gruta y, aunque sabía que ahora las mujeres no se comportaban como antes, la forma de decirle que quería tener intimidad con él, lo puso furioso.“Celos” fue el sentimiento que apareció en sus pensamientos. Eso hizo que sintiera unas enormes ganas de reclamar a la joven y de marcarla. Para él era impensable que después de haber estado encerrado tanto tiempo encontrara a su luna y descubrir esa parte de ella. Tanto el hombre, como él lobo se llenaron de celos que necesitaban sacar, de pensamientos de con otros hombres, escapando también y proponiendoles lo mismo.Pero pese a que ese sentimiento empezaba a nublar sus sentidos. Bleid era consciente de que no haría nada para lastimar a su luna. Por lo que tardó en responderle antes de tirar de ella nuevamente hacia él, acorralandola entre su cuerpo y un gra
— Soy tuya — aseguró Audrey y ni siquiera sabía por qué decía aquello, tal vez por la excitación del momento, lo que tenía muy claro era que en ese instante así se sentía ella, suya, de ese desconocido que estaba sobre su cuerpo y la hacía sentirse perteneciente a él.Bleid no pudo estar más que complacido con sus palabras, el escuchar que ella aceptaba que le pertenecía hizo que su instinto, más primitivo, se antepusiera al raciocinio que pudiera quedarle en ese momento-—Sí, lo eres. Mía…“Como yo soy tuyo” terminó la frase en su mente, ya que después de decir que era suya, Bleid no pudo más que tomar posesión de esos labios, que con solo tocarlo o verlos moverse hacían que deseara probarlos, perderse en ellos y ni qué decir de sus manos, las cuales terminaron de romperle el vestido a la joven descubriendo su piel lechosa y virginal a su alcance.Sentirlo sobre ella no hacía más que aumentar la insana necesidad que tenía de sentir su piel contra la de ella, el sexo no era algo que h