A Bleid le incomodó de manera inmediata, sin poder evitarlo, la forma directa en la que le había externado sus deseos aquella mujer.
Él se había pasado dos siglos encerrado en aquella gruta y, aunque sabía que ahora las mujeres no se comportaban como antes, la forma de decirle que quería tener intimidad con él, lo puso furioso.“Celos” fue el sentimiento que apareció en sus pensamientos. Eso hizo que sintiera unas enormes ganas de reclamar a la joven y de marcarla. Para él era impensable que después de haber estado encerrado tanto tiempo encontrara a su luna y descubrir esa parte de ella.Tanto el hombre, como él lobo se llenaron de celos que necesitaban sacar, de pensamientos de con otros hombres, escapando también y proponiendoles lo mismo.Pero pese a que ese sentimiento empezaba a nublar sus sentidos. Bleid era consciente de que no haría nada para lastimar a su luna. Por lo que tardó en responderle antes de tirar de ella nuevamente hacia él, acorralandola entre su cuerpo y un gran árbol de abeto que había a un lado del sendero por donde caminaban.—Debes estar segura de desear eso, estar conmigo — pese a la rudeza de sus palabras, sus acciones eran diferentes.Bleid acercó su rostro al de la joven, bajando hasta su cuello, embriagándose de su aroma, intoxicándose por lo bien que ella olía..Audrey deseó aquel beso que él negó y había desviado hasta su cuello, pero eso no impidió que un gemido saliera de su boca al notar esos labios deslizándose por la piel de su cuello.— Yo no podría estar más segura de ello…— susurró con la voz visiblemente afectada por la excitación.Bleid sentía como la sangre en su cuerpo empezaba a fluir de manera rápida a causa del bombeo frenético de su corazón. Deteniendo su avance justo en el momento en que sintió el deseo de morder la parte de su cuerpo donde se unía su hombro y su cuello, morder esa parte del cuerpo de la joven. Haría que él jamás la soltara o permitiera que ella se alejara. Porque de hacerlo ambos sufrirían un dolor tan grande que podría llevarlos hasta la muerte.— Debes estar segura… Necesito que lo estes — susurró Bleid alejándose de su cuello y levantando su mirada buscando la de ella.Ella asintió agarrando su rostro y atrayéndolo para besarlo nuevamente, poder sentir ese beso que antes había quedado ahogado en su piel.Las manos de la chica se deslizaron por el cuello del hombre para abrazarlo y luego se pegó más a él mientras lo besaba, pero no como la primera vez que lo había hecho, esta vez lo hacía del modo en que él la había besado antes, inundando su boca, reclamándola y se habría convertido en un beso eterno si no hubiera escuchado la voz de gente acercándose a su posición.Bleid no necesito más para convencerse de que ella deseaba estar con él. Tal vez no fuera consciente de que no sería algo pasajero o de una noche, Pero no importaba. Él se encargaría de que no le quedara deseo alguno de alejarse de él después de esa noche, La besó con dulzura y al mismo tiempo con el deseo que ella despertaba en él.Un sentimiento cálido que iba calentando no sólo su sangre, sino su corazon, derritiendo la escarcha que había estado formándose durante los 200 años llenos de soledad y furia.— Debemos irnos ya o van a encontrarnos.— Entonces no perdamos más el tiempo— le respondió a la joven tomándola de la mano, haciéndola caminar en dirección a la propiedad colindante con la de los Vangelis la ex propiedad de los extintos Wolfgang —ven, por aquí. No tardaremos en llegar hasta el lugar donde me estoy alojando.Por supuesto que no dejaría que nadie esa noche lo alejara de ella. No hasta que él hubiera cumplido el deseo de ambos, hasta que la hubiera hecho suya y ya nadie pudiera arrebatársela.La chica sin duda estaba nerviosa, nada la haría retroceder, era la primera vez que se planteaba algo así, toda una locura, pero tal vez quería saber lo que era decidir sobre su vida por una noche, jugar a dejarse llevar por sus deseos y eso hizo, aferrada a la mano de ese hombre que la llevaba a saber a dónde.Si no hubiera estado tan ansiosa por escapar de su familia o, tal vez, si fuera una chica normal que hubiera podido salir con chicos sin que estos terminaran espantados por sus guardas dos o tres días después de conocerlos. Tal vez se habría planteado si era buena idea marcharse con un desconocido sin decirle a nadie dónde iba.Apenas caminaron unos diez minutos cuando ya estaban llegando a una casa, era extraño, creía que todos los alrededores y media ciudad les pertenecía a su familia por eso observó a aquel hombre intrigada justo antes de preguntar.— ¿Le alquilaste esta casa a mi familia?—¿Tu familia?— le preguntó intrigado. Si no hubiera estado ansioso por estar con ella hubiera visto lo evidente. Pero en ese momento era lo mejor para él o, mejor dicho, para ambos, lo mejor era no ver lo obvio.Frente a ellos una enorme mansión, parecida a la de los Vangelis en majestuosidad, apareció ante sus ojos, pese a lo descuidada que se veía, seguía siendo espectacular.Sobre todo el jardín lleno de rosales que, pese al abandono, en esos momentos se encontraban floreciendo, como si estuvieran felices de que un integrante de los Wolfang se encontrara de nuevo habitando la tierra.—Esta tierra y mansión pertenece a mi familia, desde hace varias generaciones atrás, pero dejemos de hablar de eso…— mencionó él, atrayendo el cuerpo de la joven de nuevo a sus brazos justo en el momento en que las puertas de la mansión Wolfgang se cerraron, dejando al par de amantes resguardados de la mirada de curiosos.Esta vez Bleid no se contuvo al momento de besar a la joven estrechando entre sus brazos sin darle ningún tipo de oportunidad de escapar.—Te deseo… angel…Ella enredó las piernas alrededor de la cadera de él, en el instante en que fue sujetada del trasero y levantada, cuanto más lo besaba más crecía su deseo y esa humedad entre las piernas que confirmaba su excitación.Él no podía negarse a nada que ella deseara, de inmediato camino hasta el inicio de las escaleras subiendo por ella mientras seguía besandola.Si hubiera sido una simple humana, hubiera parado de golpe alejándola, pero no era una simple humana era su luna.Su otra mitad, su mate. La otra mitad de su alma.— Llévame a la cama…— le pidió ella entre beso y beso mientras desabrochaba ansiosa la camisa del hombre que la llevaba cargando escaleras arriba. Tenía ganas de ver el fuerte cuerpo que había podido notar a través de la camisa.Poco le importó que algunos botones saltaran, era demasiada esa ansia, si, eso debía ser un flechazo.El flechazo que horas atrás le habían dicho que no existía, que era una invención del cine o las novelas románticas, ese sentimiento y excitación mezclados sólo podía explicarse con que aquello era amor. Pero es difícil saberlo para alguien como ella que jamás se había enamorado.Bleid no tardó en caer en la cama atrapando a la joven bajo el colchón y su cuerpo. Se encontraba ansioso y muy nervioso, no es que fuera su primera vez, pero si era la primera vez que estaba con su luna.El lobo en su interior estaba al igual que él, ansioso, por lo que no pudo controlar sus movimientos rompiendo parte del vestido de la joven.Dejando al descubierto su piel blanca y lechosa, la cual no dudo en bajar a besar, dejando besos suaves que de inmediato enrojecieron la piel de la joven.—Mi angel, mi luna.— Soy tuya — aseguró Audrey y ni siquiera sabía por qué decía aquello, tal vez por la excitación del momento, lo que tenía muy claro era que en ese instante así se sentía ella, suya, de ese desconocido que estaba sobre su cuerpo y la hacía sentirse perteneciente a él.Bleid no pudo estar más que complacido con sus palabras, el escuchar que ella aceptaba que le pertenecía hizo que su instinto, más primitivo, se antepusiera al raciocinio que pudiera quedarle en ese momento-—Sí, lo eres. Mía…“Como yo soy tuyo” terminó la frase en su mente, ya que después de decir que era suya, Bleid no pudo más que tomar posesión de esos labios, que con solo tocarlo o verlos moverse hacían que deseara probarlos, perderse en ellos y ni qué decir de sus manos, las cuales terminaron de romperle el vestido a la joven descubriendo su piel lechosa y virginal a su alcance.Sentirlo sobre ella no hacía más que aumentar la insana necesidad que tenía de sentir su piel contra la de ella, el sexo no era algo que h
El hombre no dudó en hacer caso a lo que la chica le pedía, pero algo estaba claro en la mente de Bleid. Jamás dejaría que ella olvidara ese momento, se lo haría recordar siempre que la poseyera y tuviera la oportunidad de estar así con ella.—Jamás olvidarás esto, mi bello ángel— ignoraba, ese no era el nombre de la joven y no le importaba, para él era un ángel que llegó a su vida para salvarlo.Los labios del hombre hicieron que los labios de la joven se rindieran a ella con maestría, como si sus bocas hubieran sido creadas para besarse, encajando a la perfección.Audrey tenía muy claro que aquello era algo que no se volvería a repetir y comprendió lo condenada que estaba, que debería estar así con otro hombre por el resto de sus días, que Bleid podría ser un desconocido, pero algo en ella hacía que no quisiera sentirlo lejos, ni siquiera unos milímetros, como si su naturaleza fuera esa, mantenerse unidos de la forma más íntima existente.— Muévete…— pidió acompañando la petición co
Nada haría que Gregoy Vangelis se apareciera en la antigua mansión Wolfang, nada excepto la situación que vivía, la desaparición de su hermana durante toda la maldita noche.Había estado rastreando todo el pueblo con sus hombres, los bares que permanecían abiertos por la noche, los parques y hasta preguntando en los hoteles, pero solo quedaba aquella posibilidad, aquella maldita posibilidad que le hacía preferir que su hermana aparecerá muerta en una cuneta antes que cumpliendo la maldita profecía.— El señor Vangelis pide verlo — dijo la voz del mayordomo de Bleid tras la puerta de su habitación, por nada del mundo se atrevería a interrumpir a su patrón, sobre todo después de los ruidos que se habían escuchado durante toda la noche porque obviamente estaba acompañado de una mujer.Bleid escuchó la voz de su mayordomo, pese a que este parecía estar hablándole en murmullo. Así que Vangelis estaba ahí en su casa, eso hizo que volteara a ver ha
—Si fueras una persona más educada, te hubiera dejado recorrer mi propiedad, pero en vista de que no lo eres, dejaré pasar tu tono insolente y te pediré que te retires. Sobre el paradero de su hermana, si logro verla en algún momento le diré que la busca.Los ojos de Bleid se habían oscurecido, al igual que el aura amenazante a su alrededor, atento a cualquier movimiento que el hombre hiciera, tal y como un lobo está atento a su presa.El semblante de Gregoy se volvió frío, sus ojos Grises, tan iguales a los de su hermana, parecían un glaciar capaz de helar a cualquiera con una simple mirada.Sería tan fácil terminar con su vida tal y como había hecho con centenares de monstruos como él, pero no podía si quería seguir viviendo también.— Si mi hermana no está en casa en dos horas, pienso plantarme aquí con la policía, no es una amenaza, es una advertencia.Gregory apretó los puños y salió de aquel lugar como alma que lleva el diablo.Bleid se encontraba en ese momento observando por e
A Bleid le costó mucho dejar ir a la joven a su casa, por lo que se encontraba de mal humor cuando llegó Ravel, un brujo con casi más de 600 años que era un viejo amigo de los Wolfang, el único que, todavía, podría considerar un aliado.La mayoría de los clanes que tenían afinidad con el clan Wolfgang ya fuera de brujos o demonios; había roto o negado cualquier tipo de alianza con ellos, con el único fin de que los Vangelis no fueran por su cabeza.A Bleid le daba igual, sentía que no los necesitaba; sin embargo, mentiría si dijera que no le agradaba tener una especie de amigo en el brujo Ravel, quien le había ayudado a escapar y a recuperar las ancestrales tierras de su familia de manos de los Wolfang.Ravel era ese amigo molesto que aparece cuando menos desea que aparezca y que te ayuda sin que tú se lo pidas.—Anda deja de estar de gruñón cachorro y cuéntame el motivo por el cual no está en primera plana el asesinato sangriento de los Vangelis.Bleid, odiaba que le llamara cachorro
Ravel, quien hasta ese momento había pasado desapercibido, se dio a notar. Así es, el señor Bleid posee muchos viñedos a lo largo de toda Italia y es uno de los accionistas fundadores de Blue Moon, la marca de vinos más exquisitos de todo el mundo. A demás —iba a decir que sus tierras eran las que eran contiguas a su propiedad, más callo al ver la mirada de Bleid en advertencia.—Haz el favor de tomarte esto, no creo que tu prometido quiera ser el padre del bastardo que te hizo otro hombre — Aseguró Gregory dándole una píldora del día después a su hermana y un vaso de agua.— por suerte estás cosas impiden que el embarazo pueda producirse tras las primeras horas.Ella ni siquiera lo había pensado. Aunque era cierto, no había tomado precauciones con ese hombre y tampoco deseaba quedar embarazada todavía de un desconocido, por mucho que estuviera segura de que sentía algo muy fuerte por él.Así que se llevó la pastilla a la boca y la tragó con la ayuda del agua que su hermano le había d
Tras la aceptación de Bleid como pretendiente de su pequeña y hermosa hija. Susan Vangelis, llevó al "Joven" Wolfang a su pequeño salón privado, lo que ella no sospechaba era que ese hombre no era tan joven. Tenía más de 200 años; aunque si bien era cierto que fue encerrado siendo apenas un adolescente, considerado por eso el miembro más inofensivo del clan, en ese entonces, un mal necesario para que la sangre de esa maldita estirpe de aberraciones no se perdiera.Lo que convertía ese hecho en una ironía, una enemistad tan grande, con siglos de guerras entre ellos y ni siquiera podían eliminar a sus enemigos sin perder la vida también.Haciendo realidad el viejo y sabio dicho de Confucio: “Antes de empezar un viaje de venganza, cava dos tumbas”Por suerte, Susan Vangelis, no era consciente de toda la oscuridad que rodeaba a su familia y los peligros que conllevaba la sangre que corría por las venas de sus hijos.Así que, simplemente, hizo lo que creyó mejor para su hija y tuvo una lar
Gregory que los observaba desde arriba, apretó los puños al ver que ya no podía seguir viendo lo que su hermana y ese hombre hacían y se giró para hablar con Alfred.— Esta noche saldremos de cacería, quiero saber qué estuvo haciendo Wolfang durante el año y medio que pasó desde que se rompió el sello hasta el día en que tomó posesión de sus propiedades. Tal vez tengamos suerte y el engendro preñara a alguna perra antes de llegar aquí.Por lo que Gregory sabía los lobos eran muy activos sexualmente hablando y las hembras acostumbraban a entrar en celo a menudo, además de que estas tenían embarazos muy cortos, duraban apenas un par de meses, esa era la razón por la que no podían cruzarse con las mujeres humanas, su útero no resistía el rápido crecimiento de uno de sus cachorros. “Ninguna salvo…”Fue pensar eso y hacer que Gregory sintiera la bilis subir por su tráquea amargando su boca.—¡Maldita sea, esos dos no pueden pasar más tiempo a solas!Alfred asintió, por supuesto, que lo ac