Alfred abandonó la casa de los Vanguelís molesto, ni siquiera entendía por qué tenía que aguantar que un monstruo pusiera las manos sobre su prometida y lo peor es que a ella parecía gustarle mucho más dicho monstruo que él.Pero su rabia podría ser sacada aquella noche, ya que, saldría junto a Gregory y los demás cazadores de la orden, en busca de más alimañas como ese hombre y podría sacar esa rabia que había tenido que contener desde que el día anterior, Wolfang se atrevió a pisar la mansión Vangelis para intentar quitarle lo que era suyo.Por lo que una vez llegó a la organización entró al centro de mando donde algunos de los hombres se preparaban para ir a entrenar.—Hoy todos ustedes no entrenarán en el gimnasio, nos prepararemos para salir de cacería, por lo que deben estar listos para salir a las 20:00 horas.Por supuesto que el asentimiento general no se hizo esperar, en la mirada de cada uno de esos hombres brilló un malsano deseo de sangre, tan parecido como el de los monst
Habían pasado varios días de la luna llena y esta empezaba a menguar poco a poco, era el instante en que los lobos eran menos fuertes y poderosos, pero sobre todo su poder de regeneración y curación se volvía más lento.Gregory y Alfred ya estaban preparados junto a diez hombres más, todos bien entrenados y preparados para un asalto como el que se llevaría a cabo.La manada estaba en calma, eran seres tranquilos que vivían en mitad de una extensa zona de bosque identificados para los humanos como una enorme comuna hippie en la que nadie sospechaba los peligros que les acechaban aquella noche.Al menos hasta que los cazadores activaron los altavoces que reproducían sonidos de alta frecuencia, algo que era imperceptible para el oído humano, pero hizo a todos los miembros de la manada doblegarse de dolor al instante en un intento de taparse los oídos para no seguir escuchando ese ruido que se les hacía insoportable.Alfred sabía que la cacería sería pan comido; los malditos monstruos se e
El sonido de un gran animal corriendo a través del bosque era imposible de ignorar, no era solo por el ruido generado, sino por la sensación de peligro que empezó a dejarse sentir en ese pequeño claro donde el olor de pólvora y hierro de la sangre derramada se podía sentir haciendo que todo aquel que estuviera con vida sintiera la necesidad de correr.Sobre todo si eran los que empuñaban las armas.—¡TODOS DENSE PRISA, ENCUENTREN DONDE ES QUE LOS HAN ESCONDIDO!— grito Jeremias el cazador encargado de matar a todos los que aún quedaban con vida.Que no eran más que los niños; sin embargo, su orden llegó acompañada con el grito desgarrador de algunos de sus hombres y el accionar de nueva cuenta de las armas.—¿Qué ocurre?— pregunto alterado, sobre todo al escuchar como esos sonidos desgarradores y de pánico se iban cada vez más acercando.—¡Es un maldito monstruo, pero este es diferente, este no puede morir como los otros..!Ravel, el brujo, se quedó impresionado ante la ferocidad con l
Audrey se había quedado dormida esperándolo y sintiéndose muy estúpida por las lágrimas que bañaban su rostro.¿Y si ese hombre no sentía lo mismo por ella?¿Y si solo estaba jugando con su corazón?Ella sabía que era irracional estar tan enamorada de alguien que prácticamente acababa de conocer, sabía que las cosas deberían ir más despacio, pero era incapaz de negar la necesidad de tenerlo cerca, esa sensación que recorría su cuerpo con una sola de sus miradas y cuando él la besaba o tocaba, ella se olvidaba del mundo que la rodeaba.Ya había perdido las esperanzas de que Bleid llegara, pero aquel golpe la hizo despertar rápidamente y levantar la mirada en dirección a un enorme bulto en el suelo.Corrió al darse cuenta de quién era y sintió que sus manos se mojaban con algo.— Bleid…— dijo ella preocupada y levantándose para encender la luz suave de la mesita de noche encontrándose sus manos manchadas de sangre.Si hubiera algo que pudiera describir lo contrario al amor que sentía era
Le había costado mucho esfuerzo quebrar al alfa que atraparon en la última cacería; sin embargo, tras casi doce horas de tortura, al fin había gritado un nombre o mejor dicho un apellido.—Da Rossa…Alfred volteó a ver a Gregory quien sonrió terminando de fumarse su cigarrillo y apagándolo de un pisotón en el suelo, le hubiera gustado apagarlo en el cuerpo del monstruo, pero que él lo tocara podía incluso beneficiarlo.—A sí que Da Rossa…— dijo Gregory.Pero quien parecía no entender nada era Alfred Belucci, le sonaba el apellido Da Rossa y no precisamente por ser parte de sus objetivos vigilados, sino porque era alguien poderoso, más todavía tras su matrimonio con ese heredero Siciliano.—Alfred, será mejor que le digas a tus hombres que estas doce horas de descanso fueron suficientes y que vuelvan a entrenar.Por supuesto, ninguno de ellos estaba al corriente de que había pasado después de que capturaron al alfa marchándose del lugar de cacería, si no sabrían perfectamente que ningu
Bleid entendió de inmediato lo que ella le estaba pidiendo y, aunque no lo deseara, tuvo que hacerlo, de inmediato se deslizó por el suelo hasta quedar oculto debajo de la cama, tomando consigo su ropa ensangrentada y esparcida por la habitación, llevándola consigo también hacia su escondite.A la espera de que el hermano de su luna dijera lo que tenía que decir y se marchara lo más rápido posible. Tenerlo tan cerca en ese momento no era bueno, sobre todo con el nauseabundo olor a sangre del otro alfa que tenía sobre él.— Puedes entrar — Dijo Audrey, tras ponerse una bata y asegurarse de que su amante no se encontraba a la vista por ningún lado.— Buenos días — dijo Gregory acercándose a su hermana y tomando su rostro entre sus manos para dejar un beso en su frente.— Hoy tienes tu cita con Alfred, espero que le des una oportunidad y entiendas que es el hombre más adecuado para ti, yo solo miro por tu bien, lo que más te conviene.Ella negó, estaba segura de que le sería completamente
— Quiero hacerlo esta misma noche, casarme contigo — dijo Audrey removiéndose bajo el cuerpo de su prometido y exhalando un gemido en el instante en que sintió esa boca resbalando por su cuerpo.—Lo haremos cuando tú quieras, yo diría que ahora mismo, pero lo tendré listo todo a la noche— respondió Bleid con una sonrisa de oreja a oreja que no podía demostrar lo feliz que era en ese momento, es más jamás creyó estar feliz, pero lo estaba.Tras pasar 200 años odiando a sus enemigos, ser capaz de sonreír, era un milagro.Por otro lado, quien no se había marchado del todo, pese a haber salido de la habitación, era Gregory Vangelis que escuchaba atento todo lo que pasaba en su interior.— ¡Maldita sea! No te dejaré hacerlo, yo pienso impedir esa boda.— Dijo Gregory quien escuchaba tras la puerta, resistiendo el impulso de entrar y apartar a ese monstruo de su hermana, al menos se había asegurado de que la cocinera moliera un anticonceptivo todos los días en su comida.Podía ser humano, pe
Audrey no podía estar más asqueada con la forma en que Alfred intentaba reproducir la cita que había tenido con Bleid, como si quisiera borrar el recuerdo del día anterior o tal vez sobreescribirlo, como si eso fuera posible.— Vayamos al laberinto mientras terminan de prepararnos la comida — dijo el hombre.Ella asintió con una sonrisa forzada y entró al laberinto con ese hombre, pero a diferencia del día anterior, mantuvo la distancia con él y se limitó a mostrarle la forma más fácil de llegar a la salida.— Ves, si mantienes tu mano tocando el seto de tu derecha, nunca te equivocas y llegas a la salida sin perderte — explicó ella, lo que menos se esperaba era Alfred la acorralara contra la pared de setos poco antes de ser capaz de salir de allí.— Creo que tú y yo deberíamos besarnos…— dijo Belucci rozando su nariz con la de ella, quien se quedó paralizada por un instante.Solo un par de segundos tardó Audrey en reaccionar y darle un fuerte rodillazo en la entrepierna.— Está bien