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4. ¡Tú no entiendes el alcance de esto!

—¡No sé cómo es que no estás preocupada, madre! ¡Tu hija ha desaparecido! ¿Cómo no te preocupa que tampoco sepamos quien es el Wolfang que se acaba de mudar y reclamar las tierras a un lado de nosotros?

Gregory golpeó con las manos el escritorio grande de caoba del despacho donde se encontraba sentado, observando a su madre.

La madre de Gregory se sobresaltó ante la furia de su hijo.

—Por favor, cálmate hijo, solo escapó con un chico, tendrá su aventura y por la mañana estará de vuelta, tiene veintidós años ¿No deberías empezar a confiar en ella?

— ¡Maldita sea madre! ¡Tú no entiendes el alcance de esto!

El secretó de los Vangelis, era algo que se transmitía de generación en generación, solo al primer hijo varón y este era el encargado de proteger al resto de la familia de los malditos monstruos sanguinarios que los acechaban en la noche, pero sobre todo, evitar que la profecía se cumpliera.

Gregory no le podía explicar a su madre porque aquello era tan alarmante, primero no tenía sangre Vangelis y luego era una mujer, los hombres eran los protectores de ese secreto y las mujeres Vangelis, por eso nadie imaginaba lo que podía sucederles a todos si dejaban que su hermana pasara la noche con ese hombre.

Y que decir que habían controlado a Audrey toda la vida, primero su padre y luego él, no la habían dejado relacionarse con ningún hombre por no asumir ese riesgo y le había buscado un buen prometido, pero ahí estaba desaparecida y exponiéndolos a cumplir la profecía.

— Bueno hijo, no podemos terminar la fiesta antes de tiempo, tu hermana aparecerá en algún momento, estas cosas son las que suceden cuando quieres controlar tanto la vida de una joven, ella también necesita divertirse.

Susan jamás había estado de acuerdo con la forma en que su difunto esposo trataba de vigilar a su hija en la adolescencia, no era cuidado ni vigilancia, es que Susan estaba segura de que si hubiera podido la habría encerrado en su habitación él restó de sus días.

Nadie se atrevió siquiera a salir con la joven en su adolescencia, sabían que pretender a la pequeña de los Vangelis era prácticamente un suicidio.

Y luego su hijo no actuaba distinto, ni siquiera cuando Audrey fue a la universidad la dejó tranquila. Gregory mandó a dos guardaespaldas para que fueran con ella a todos lados.

— Tal vez ya sea tarde, entonces, quizá el daño ya esté hecho — dijo Gregory pasándose una mano por la cara agobiado — pero tienes razón, nadie puede enterarse de esto, sobre todo Alfred, diremos que Audrey no se sentía bien y se fue a descansar, mientras tanto movilizaré a mis hombres para encontrarla.

Eso era lo mejor, los dos estaban de acuerdo.

Su madre asintió de acuerdo con lo dicho por su hijo. Dónde quiera que estuviera su hija, estaba divirtiéndose, no tenía nada de malo en eso y en el fondo se alegraba de que hubiera escapado aquella noche y experimentara un poco antes de atarse para toda la vida.

Por su parte, su hijo no podía dejar de estar intranquilo.

El Wolfang que acaba de tomar posesión de las tierras colindantes con las suyas no era un familiar lejano, extranjero como todos decían, era el maldito monstruo que había estado encerrado durante mucho tiempo en la montaña bajo el cuidado de su familia.

«En qué maldito momento el sello se había roto»

Los pensamientos de Gregory fueron interrumpidos por los toques de la puerta en su despacho, la cual fue abierta después.

—Señor. El joven amo Belucci desea hablar con usted.

—Está bien, puede pasar.

Lo más seguro es que deseara saber dónde se encontraba su hermana.

Alfred llevaba demasiado buscando a la joven, su hermano le había prometido que esa noche su compromiso se sellaría, pero desde que la vio bailar con aquel desconocido, la perdió de vista.

Así que iría a preguntar a su hermano que había pasado con la chica, porque se quedaba con el anillo en el bolsillo y con sus expectativas rotas.

— ¿Dónde está Audrey?— Preguntó directamente, no había necesidad de andarse por las ramas. — Estaba claro que algo sucedía cuando tanto él, como su madre habían desaparecido a la vez que la joven.

Estaba molesto y no tenía ganas de fingir lo contrario. Él quería lo que Gregory le había prometido muchos años atrás, cuando ya la quería de novia en el internado y Gregory le hizo prometer que la cuidaría, vigilaría que nadie se le acercara y un día ella sería su mujer y solo por eso se había aguantado las reverendas ganas cada vez que la veía babear por él en los pasillos y debía recordarse que todavía era demasiado pronto, que debía esperar.

Gregory sostuvo la mirada del joven. Se notaba a leguas que se encontraba enojado y no era para menos. Sin embargo, no dejaría que Alfred, tuviera una oportunidad de echar para atrás la fusión de sus familias.

—Mi hermana tuvo un desafortunado accidente, ya sabes, cosas de chicas. Déjala descansar por esta noche, no querrás que ella llore frente a todos y crean que se casa contigo por obligación. ¿O si?

Gregory no estaba seguro si Belucci entendería o mejor dicho creería lo dicho por él. Pero era la única excusa que se le había ocurrido decir, la única que no podía pedir confirmar.

En esa situación, Alfred tenía claro que ni siquiera podía pedir verla, aquello sería demasiado intrusivo, así que asintió conforme con la explicación de su futuro cuñado.

— Está bien, pero debemos crear otra situación propicia para que ella acepte casarse conmigo, hace muchos años que espero por Audrey, siempre fue la chica más hermosa que jamás vi y cada día es más hermosa.

Él sabía que las salidas que habían tenido juntos no resultaron bien del todo, la chica parecía disfrutar de su compañía, pero no dejaba de guardar las distancias con él y era algo que no solía ocurrirle, normalmente tenía bastante éxito con las mujeres, pero ahora quería una esposa y solo Audrey era la adecuada.

— Como la mismísima luna — admitió Gregory.

Y es que aunque fuera su hermana, él era consciente de lo increíblemente hermosa que era.

Audrey tenía una belleza que parecía completamente imposible de volver a ver en otra mujer y eso era realmente lo peligroso, lo que la hacía un imán para esas asquerosas y mortíferas bestias.

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