POV CLARANo quiero sonar como una necesitada, pero realmente necesitaba un poco de acción. Y no me refiero solo al tema físico, aunque, seamos honestos, eso también ayuda, pero después de días de tensión, de dudas, de sentirme atrapada entre mis propios miedos y las expectativas de los demás, esto… esto es justo lo que necesitaba.El calor que aún recorre mi cuerpo es suficiente para hacerme sonreír mientras me estiro perezosamente en el sofá de la oficina. Hernán está a mi lado, su brazo rodeándome con una naturalidad que casi parece un sueño. Su respiración es tranquila, pero siento cómo me observa. Cuando giro el rostro para encontrarme con sus ojos, hay algo en ellos que me hace querer quedarme en este momento para siempre.—¿En qué piensas? —pregunto, mi voz sale como un susurro.—En ti —responde sin titubear, como si esa fuera la respuesta más obvia del mundo.Sus palabras me hacen reír suavemente, pero también siento cómo mi corazón se acelera un poco más. Hernán no es de los
POV HERNÁNEl sol apenas comienza a alzarse cuando decido que es el momento de hablar con la familia. Los últimos días han sido un torbellino desde que Clara y yo aceptamos nuestro vínculo, y aunque la manada nos apoya como Alfa y Luna, hay un peso adicional que ambos cargamos en silencio: nuestros poderes. Si bien están al tanto de los de Clara, nadie sabe de los míos, y así debe mantenerse.La sala principal de la casa está tranquila cuando llego. Augusto y Marina están tomando café en silencio, pero al verme, sus miradas se vuelven interrogantes. Mi madre aparece poco después, observando el bolso que tengo en la mano con interés.—¿Qué pasa, Hernán? —pregunta Augusto, con tono curioso.Respiro hondo antes de responder.—Clara y yo necesitamos un tiempo fuera del territorio. Hay cosas que debemos discutir y preparar antes de asumir completamente nuestras responsabilidades como Alfa y Luna.Marina intercambia una mirada rápida con mi madre, pero ninguna de las dos dice nada. Augusto,
POV CLARAEl aire del bosque comienza a volverse denso y siento una presión en mi pecho. Caminamos en silencio hacia la cabaña, pero mi mente no deja de volver al hombre que acabamos de encontrar. Sus palabras resuenan una y otra vez en mi cabeza: “Debo protegerte”. ¿De qué? ¿Por qué? ¿Quién es?Hernán mantiene su mano firme sobre la mía, un gesto que debería reconfortarme, pero no logra calmar el torbellino que siento dentro.—¿Estás bien? —pregunta en voz baja y expresión preocupada.—No lo sé —admito, deteniéndome para respirar profundamente. Mi corazón late con fuerza, y las imágenes del extraño me invaden una y otra vez—. Ese hombre… —murmuro, mirando a Hernán—. Siento que lo conozco, pero no sé de dónde.Hernán me observa con atención, sus ojos brillan con un destello de incertidumbre y suspira.—Es normal sentirte así después de algo tan extraño —dice con calma—. Lleguemos a la cabaña. Ahí podremos hablar con más tranquilidad.Asiento, aunque no estoy segura de encontrar tranqu
POV HERNÁN Estoy muy preocupado por Clara. Desde que se desmayó y tuvo esa visión, la noto perdida, absorta en sus pensamientos. No sé qué hacer, se suponía que vinimos a entrenar, pero esta nueva revelación cambió todos nuestros planes.Siento todas sus dudas y miedos a través del vínculo, y temo que no sé cómo ayudarla a tranquilizarse.Me acerco a ella con cautela, sin querer presionarla, pero incapaz de ignorar la angustia que emana de su cuerpo. Clara está sentada en el borde de la cama, con la mirada clavada en el suelo y las manos entrelazadas sobre su regazo. Su respiración es pausada, pero cada tanto sus hombros se tensan, como si luchara por procesar lo que ha descubierto.Me arrodillo frente a ella y tomo sus manos entre las mías, notando lo frías que están.—Mi amor… —murmuro, buscando su mirada—. Háblame, por favor.Ella parpadea, como si mi voz la trajera de vuelta al presente, y finalmente me mira. Sus ojos, normalmente llenos de vida, ahora están nublados por la confu
POV MARINAEstoy sentada en el viejo sillón de Augusto, con las piernas cruzadas bajo una manta gruesa, observándolo mientras revisa unos papeles en la mesa. La noche afuera me da miedo, pero aquí dentro, con él cerca, me siento segura. Nunca pensé que encontraría un compañero de esta forma y, aunque él es más joven, es maduro y trabajador.—Deberíamos irnos a dormir, has estado con eso toda la noche —digo con suavidad, aunque sé que no me hará caso.Augusto levanta la vista y sonríe de lado.—Solo un poco más, prometo que en diez minutos me voy a la cama.Ruedo los ojos, pero antes de poder replicar, su expresión cambia de repente. Se queda inmóvil, como si escuchara algo que yo no puedo percibir. Lo conozco lo suficiente para saber que alguien se ha conectado con él mentalmente. Me enderezo en el asiento, esperando que me diga qué sucede.—Es Hernán —murmura tras unos segundos con la mandíbula apretada.El tono de su voz me pone en alerta.—¿Qué pasa?Augusto tarda en responder, con
POV CLARADespierto al amanecer y una extraña sensación de energía recorre mi cuerpo, como si hubiese estado dormida durante días y de repente me hubieran cargado las pilas. Mis músculos no están tensos, ni mi mente agotada. Todo lo contrario, siento una claridad y vitalidad que me sorprende. Es como si, después de todo lo sucedido, algo dentro de mí hubiera cambiado de forma definitiva.Hernán está sentado en una silla cerca de la ventana, mirándome fijamente. No es una mirada de preocupación o miedo, sino de curiosidad. La misma que ha tenido desde que mis poderes comenzaron a despertar.—Te ves mejor —comenta, dejando escapar una sonrisa.Lo miro con una ligera confusión.—¿A qué te refieres?—No pareces cansada, ni parece que te pesen los días —dice, con una pequeña mueca en el rostro, como si de alguna forma se sintiera aliviado.Me estiro con un pequeño bostezo, disfrutando de la ligereza en mi cuerpo.—Me siento increíble, como si todo el cansancio se hubiera ido.Él asiente, p
POV HERNÁNSus zapatos hacen eco en la oficina ni bien entra. Sus labios, pintados de un rojo intenso bastante llamativo, tiemblan un poco en cuanto me ve. Su cabello oscuro, largo hasta la cintura, hace contraste con su tez pálida y sus ojos, de color pardo, me miran con una mezcla de interés y temor.Le hago un gesto con la mano para que tome asiento frente a mí y alisa su camisa color verde agua antes de sentarse.Me aclaro la voz antes de hablar.—Bien, soy Hernán Selton, dueño de la compañía Wolf y asociados —me presento. Ella asiente con la cabeza—. Usted es Clara Rojas, ¿verdad?—Así es —responde en un murmullo apenas audible.Estiro mi mano para estrechársela y, en cuanto tengo contacto con su piel, una corriente eléctrica me invade de pies a cabeza, provocando que retire mi brazo con rapidez y brusquedad. Trago saliva con fuerza.—¿Está bien, señor? —me pregunta, notando que quedé paralizado.—Sí, perdón, voy a buscar algo de agua… —respondo levantándome con torpeza.Me dirij
POV CLARA—“Ricirsis himinis li istiri llimindi piri ivisirli si quidi in il pisti” —digo con tono burlón, cerrando la puerta del refrigerador con fuerza—. Todo el mundo sabe que eso significa que no te van a contratar.Marina suelta una carcajada y toma la cerveza que acaba de abrir, y me siento a su lado en el sillón.—Brindemos por tu no trabajo —expresa, chocando nuestras pequeñas botellas de vidrio. Esbozo una sonrisa.Marina es mi prima y mi mejor amiga. Literalmente, la única vida social que tengo, ya que mi familia falleció en el accidente de auto que tuvimos y por el cual casi no sobrevivo. A causa de eso, me quedó una enorme cicatriz en mi baja espalda, la cual tapé con un tatuaje de un gran ramo de flores, para recordarme que los momentos difíciles son los que más nos hacen florecer.—Me hubiera gustado trabajar ahí, de todos modos —respondo con tono derrotado.—Eso es solo porque el jefe es un bombonazo —comenta guiñándome un ojo.Suelto una risa por lo bajo y asiento con