POV HERNÁNLa evalúo sin disimulo, y sus labios tiemblan.—Para la migraña… —repito lentamente, sin apartar la vista de las pastillas que todavía están en mis manos—. Curioso, nunca te había visto con migrañas antes.Ella traga saliva. Está buscando qué decir, inventando una respuesta rápida, pero yo ya sé que está mintiendo. Quiero que me lo diga, quiero que se hunda más en su propia trampa.—No es algo que menciono mucho —dice finalmente, forzando una sonrisa que no le llega a los ojos—. Ya sabes... no me gusta preocupar a los demás con mis problemas personales.Levanto una ceja, incrédulo.—¿Y estas pastillas? ¿Siempre las has tomado? —pregunto, dándole vueltas entre los dedos, como si fuera un simple objeto inofensivo, pero sé que no lo es.Valeria vacila por un segundo.—Las empecé a tomar hace poco, un amigo me las recomendó. Son... más efectivas que lo que me daba el doctor —contesta rápidamente, su tono demasiado apresurado para ser convincente.Mi mente trabaja a toda velocida
POV CLARAVeo pasar a Valeria a toda velocidad, con los ojos rojos e hinchados, aunque eso no le impide dirigirme una mirada asesina antes de desaparecer de mi vista.Detrás de ella aparece Hernán, con el ceño fruncido, con aspecto preocupado y cansado.—Matías Bratelli —dice ni bien llega a nosotros. Daniel arquea las cejas.—¿Quién? —interroga él sin entender.Hernán se pasa una mano por el cabello, exasperado.—Mientras Valeria recogía sus cosas, se le cayó un frasco de pastillas al suelo. Las pastillas provienen del laboratorio de Alan Uyina —dice, y la mención de ese nombre me provoca escalofríos.—¿Uyina? —repite Daniel, igual de sorprendido—. ¿Qué tiene que ver Valeria con él?—No estoy seguro. Según Valeria, las pastillas son para problemas de salud mental. Ella no mencionó el nombre de Alan Uyina, solo dijo que un conocido llamado Matías Bratelli se las dio "gratis", pero reconocí las pastillas... son las mismas que vimos en relación con el acónito —continúa Hernán, mirando a
POV HERNÁNDespierto en la mañana, sintiendo el vacío a mi lado, y lo primero que cruza mi mente es lo mucho que extraño a Clara. Desde que empezamos a pasar más tiempo juntos, siento que es casi imposible dormir bien sin tenerla a mi lado. El olor de su piel, su respiración tranquila… todo eso me hace sentir en paz. Ahora que estamos marcados, el vacío se siente aún más grande.Resoplo, sabiendo que no tiene sentido quedarme en la cama, y me levanto rápidamente. Hoy tenemos un día cargado en la empresa, y quiero recoger a Clara antes de ir. Me visto con rapidez, pero sin poder dejar de pensar en lo raro que está todo desde que supimos de Alan Uyina y las pastillas. Todavía tenemos que investigar a Matías Bratelli, pero por ahora, Clara es mi prioridad.Minutos después, estaciono frente a su edificio y le mando un mensaje para que baje. Mientras la espero, mi mente vuelve a divagar hacia la situación que me atormenta. La responsabilidad que ahora tengo como Alfa, el miedo a fallar, a n
POV CLARAEl recuerdo del accidente con mis padres me golpea como la ola de un tsunami. El ruido del auto frenando de golpe, el chirrido de los neumáticos derrapando, el súbito silencio. Por un instante, todo a mi alrededor desaparece, y solo queda la sensación de miedo frío que había enterrado por tanto tiempo. El mismo que sentí aquel día en el que lo perdí todo.Mi respiración se acelera, y cierro los ojos, tratando de concentrarme en el presente. Estoy en el auto con Marina, no en aquella carretera desierta con mis padres, pero la tensión en el aire es tan densa que podría cortarse con un cuchillo.—Clara... ¿estás bien? —La voz de Marina me saca de mis pensamientos.Sus ojos están llenos de miedo, y puedo ver cómo sus manos tiemblan ligeramente mientras se aferra al cinturón de seguridad. Me mira como si yo tuviera todas las respuestas, como si supiera cómo manejar esta situación, pero lo cierto es que estoy igual de asustada que ella.—Sí, estoy bien —miento, esforzándome por ma
POV HERNÁNSus zapatos hacen eco en la oficina ni bien entra. Sus labios, pintados de un rojo intenso bastante llamativo, tiemblan un poco en cuanto me ve. Su cabello oscuro, largo hasta la cintura, hace contraste con su tez pálida y sus ojos, de color pardo, me miran con una mezcla de interés y temor.Le hago un gesto con la mano para que tome asiento frente a mí y alisa su camisa color verde agua antes de sentarse.Me aclaro la voz antes de hablar.—Bien, soy Hernán Selton, dueño de la compañía Wolf y asociados —me presento. Ella asiente con la cabeza—. Usted es Clara Rojas, ¿verdad?—Así es —responde en un murmullo apenas audible.Estiro mi mano para estrechársela y, en cuanto tengo contacto con su piel, una corriente eléctrica me invade de pies a cabeza, provocando que retire mi brazo con rapidez y brusquedad. Trago saliva con fuerza.—¿Está bien, señor? —me pregunta, notando que quedé paralizado.—Sí, perdón, voy a buscar algo de agua… —respondo levantándome con torpeza.Me dirij
POV CLARA—“Ricirsis himinis li istiri llimindi piri ivisirli si quidi in il pisti” —digo con tono burlón, cerrando la puerta del refrigerador con fuerza—. Todo el mundo sabe que eso significa que no te van a contratar.Marina suelta una carcajada y toma la cerveza que acaba de abrir, y me siento a su lado en el sillón.—Brindemos por tu no trabajo —expresa, chocando nuestras pequeñas botellas de vidrio. Esbozo una sonrisa.Marina es mi prima y mi mejor amiga. Literalmente, la única vida social que tengo, ya que mi familia falleció en el accidente de auto que tuvimos y por el cual casi no sobrevivo. A causa de eso, me quedó una enorme cicatriz en mi baja espalda, la cual tapé con un tatuaje de un gran ramo de flores, para recordarme que los momentos difíciles son los que más nos hacen florecer.—Me hubiera gustado trabajar ahí, de todos modos —respondo con tono derrotado.—Eso es solo porque el jefe es un bombonazo —comenta guiñándome un ojo.Suelto una risa por lo bajo y asiento con
POV HERNÁNDespués del encuentro que tuve con Clara en el camino hacia mi oficina, sigo confundido acerca de ella.Siento cierta conexión, pero es que ella es muy atractiva. Me sigo convenciendo a mí mismo de que es imposible que mi pareja destinada sea humana, jamás se vio un caso así en la historia licántropa en siglos. No puedo ser la excepción.Entro a mi oficina con algo de vagancia, debo admitir que hoy no tenía muchas ganas de venir. Pasé la noche pensando en toda esta situación y creo que estoy al borde de volverme loco. Puede que esté exagerando, pero así me siento.El camino más fácil sería preguntarle a mi padre si puede ser posible lo que estoy sintiendo con una humana, pero estoy seguro de que él se moriría si supiera eso y, por otro lado, me obligaría a buscar a mi verdadera pareja, y no estoy listo para enfrentar aquello.El día se desliza lentamente en la oficina, con cada minuto pareciendo una eternidad mientras lucho por mantenerme concentrado en mi trabajo.Finalmen
POV CLARA—Entonces, Clara, ¿cómo fue tu semana? —inquiere Laura, mi psicoanalista, mirándome con interés a través de sus grandes lentes.—Conseguí el trabajo en Wolf —anuncio, ella sonríe y anota—. Empecé hoy, pero parece que hay un buen ambiente de trabajo, el jefe parece bueno, aunque es un tanto… extraño.—¿A qué te refieres con extraño? —pregunta. Me encojo de hombros.—Tiene una vibra rara, como que es bueno, pero al mismo tiempo oculta algo.Mi psicoanalista asiente, tomando notas mientras escucha atentamente mis palabras.—Entiendo. ¿Algo más que hayas notado sobre él? —pregunta, incitándome a seguir compartiendo mis pensamientos.—Bueno, aparte de eso, también hubo un encuentro con otra mujer. Se llama Valeria, y parece tener una historia complicada con mi jefe. De alguna manera, sentí como si estuviera marcando territorio delante de mí, y eso me hizo sentir incómoda y confundida —explico, tratando de ordenar mis pensamientos.Laura asiente de manera comprensiva, alentándome