POV CLARA—¿Qué? —pregunta mi prima, con las cejas fruncidas, completamente confundida.La palabra "compañera" resuena en el aire como una bomba. Los murmullos alrededor de la mesa cesan y siento que la atención de todos se posa en Marina y Augusto. Hernán y su padre dejan de hablar, sus miradas también fijas en la inesperada declaración de su familiar.—¿Qué acabas de decir? —pregunta Hernán, en voz baja, pero cargada de sorpresa.Yo misma no puedo creer lo que acabo de escuchar, y a juzgar por las expresiones alrededor de la mesa, todos están igual de impactados.Marina se ríe de manera nerviosa, sacudiendo la cabeza como si todo esto fuera una broma.—Tiene que ser un error, ¿no? —dice ella—. Además, Augusto es demasiado chico para mí. Nos llevamos, ¿qué? ¿Seis años? No puede ser.Pero el rostro de Augusto no muestra ninguna duda. Sus ojos permanecen fijos en ella, y aunque su expresión sigue siendo relajada, hay una seriedad en su mirada que no se puede ignorar.—No es un error, t
POV HERNÁNCruzo el pasillo hacia la oficina de mi padre con una mezcla de frustración y tensión en el pecho. He recorrido este camino muchas veces, pero hoy siento que mis pasos pesan. Lo que tengo que decirle va a desatar algo que no podremos controlar, y él, como siempre, esperará que lo maneje con precisión.Al llegar, golpeo la puerta. No espero mucho; su voz, fuerte y controlada, me da paso enseguida.—Adelante.Entro y lo encuentro en su silla de cuero, esa que parece demasiado formal para alguien que apenas necesita sentarse. Su mirada es fría, calculadora, y sé que no tolerará rodeos. Me muevo hacia la silla frente a él y me siento, sin perder un instante en formalidades.—Padre, tenemos un problema —digo directo al grano, notando cómo su ceño se frunce apenas un segundo después de que empiezo a hablar.—¿Qué sucede? —pregunta sin titubear, apoyando las manos sobre el escritorio, como si estuviera listo para lanzarse a una acción que solo él entiende.Le doy los detalles nece
POV HERNÁNLa cena ha terminado y el ambiente en la casa de la manada se siente inusualmente calmado, como el momento justo antes de una tormenta. Todos han regresado a sus habitaciones, y aunque siempre me gustó la tranquilidad que trae el final de la noche, hoy hay algo que se siente fuera de lugar. Clara está a mi lado, pero hay algo en su mirada, algo diferente. Ella está pensativa, distante, de una forma que me cuesta descifrar.Nos movemos juntos hacia la sala de estar, y noto cómo se sienta en el sofá, cruzando las piernas y mirando hacia la ventana. Su perfil está bañado por la tenue luz de una lámpara, y aunque parece tranquila, su postura y sus gestos me revelan lo contrario.Me acerco y me siento a su lado. Su aroma, tan familiar para mí, me llena de calidez, pero la noto distraída. No es habitual en ella.—¿Todo bien? —le pregunto en un tono casual, intentando que suelte lo que parece estar rondando su mente.Ella me lanza una sonrisa rápida, pero no es su sonrisa usual; h
POV HERNÁNLa luna ilumina el bosque mientras caminamos de regreso a la casa de la manada, y aunque normalmente me sentiría en paz bajo la noche, algo en el aire se siente distinto. Clara camina a mi lado, con su mano entrelazada con la mía, y puedo sentir su cercanía, su presencia, todavía electrizada por el momento que acabamos de compartir. Sin embargo, esa calma empieza a disiparse a medida que avanzamos.Lyke, dentro de mí, se pone alerta de inmediato. Mis sentidos se agudizan, y noto que Clara también empieza a mirar a su alrededor. Las sombras entre los árboles parecen más densas, y hay un olor en el aire que me hace fruncir el ceño.—¿Lo sientes? —me pregunta ella en un susurro, su tono de voz se escucha tenso.Asiento. No es solo la intuición; es algo más. Un olor a tierra húmeda, mezclado con un leve toque de ácido. Es apenas perceptible, pero lo suficiente para ponerme en alerta máxima.—No estamos solos —murmuro, atrayéndola un poco más cerca de mí, mi cuerpo ya listo para
POV CLARALa noche se siente fría mientras caminamos de regreso a la casa de la manada. Hernán está a mi lado, pero nada logra alejar la sensación extraña que me envuelve. Todo lo que sucedió en el bosque parece una pesadilla, y aunque debería sentirme aliviada por haber salido de la emboscada, lo único que me invade es una inquietud profunda.Recuerdo el momento en que ese poder brotó dentro de mí, esa fuerza desconocida que llenó mi cuerpo y me envolvió con un brillo extraño. Trato de entender si este poder es algo que puedo controlar o si es una parte de mí que se ha despertado sin mi consentimiento. Para colmo, siento que Aylin está muy cansada, no responde a mis preguntas ni siento su compañía.Mis piernas comienzan a sentirse pesadas, y mi visión se vuelve borrosa. Intento tomar una bocanada de aire, pero el oxígeno no parece ser suficiente para calmar el latido frenético en mi pecho. Mi cuerpo entero empieza a ceder y cada paso más difícil que el anterior.—¿Estás bien? —pregun
POV CLARAEl silencio se instala en la habitación cuando el doctor Delgado se va, dejando tras de sí un eco de pasos suaves y una sensación de calma... al menos para mí. Hernán, sin embargo, no comparte esa tranquilidad. Lo noto en su postura rígida, en el movimiento rápido de su mandíbula mientras parece debatirse internamente.El aire entre nosotros está cargado, y no puedo evitar sentir un leve peso en el ambiente. Entonces, se aclara la garganta, ese sonido seco que parece el preludio de algo importante.—Clara… —murmura, dando un paso más cerca de la cama.Lo miro, algo confundida por su repentina seriedad.—¿Sí?Hernán toma una de mis manos entre las suyas, su calidez me sorprende y me reconforta al mismo tiempo. Sus dedos acarician suavemente los míos, como si buscara la forma correcta de expresar lo que siente. Cuando finalmente habla, su voz está llena de determinación.—Nos casaremos cuanto antes.Sus palabras caen como una piedra en un lago tranquilo, creando ondas en mi me
POV HERNÁNSus zapatos hacen eco en la oficina ni bien entra. Sus labios, pintados de un rojo intenso bastante llamativo, tiemblan un poco en cuanto me ve. Su cabello oscuro, largo hasta la cintura, hace contraste con su tez pálida y sus ojos, de color pardo, me miran con una mezcla de interés y temor.Le hago un gesto con la mano para que tome asiento frente a mí y alisa su camisa color verde agua antes de sentarse.Me aclaro la voz antes de hablar.—Bien, soy Hernán Selton, dueño de la compañía Wolf y asociados —me presento. Ella asiente con la cabeza—. Usted es Clara Rojas, ¿verdad?—Así es —responde en un murmullo apenas audible.Estiro mi mano para estrechársela y, en cuanto tengo contacto con su piel, una corriente eléctrica me invade de pies a cabeza, provocando que retire mi brazo con rapidez y brusquedad. Trago saliva con fuerza.—¿Está bien, señor? —me pregunta, notando que quedé paralizado.—Sí, perdón, voy a buscar algo de agua… —respondo levantándome con torpeza.Me dirij
POV CLARA—“Ricirsis himinis li istiri llimindi piri ivisirli si quidi in il pisti” —digo con tono burlón, cerrando la puerta del refrigerador con fuerza—. Todo el mundo sabe que eso significa que no te van a contratar.Marina suelta una carcajada y toma la cerveza que acaba de abrir, y me siento a su lado en el sillón.—Brindemos por tu no trabajo —expresa, chocando nuestras pequeñas botellas de vidrio. Esbozo una sonrisa.Marina es mi prima y mi mejor amiga. Literalmente, la única vida social que tengo, ya que mi familia falleció en el accidente de auto que tuvimos y por el cual casi no sobrevivo. A causa de eso, me quedó una enorme cicatriz en mi baja espalda, la cual tapé con un tatuaje de un gran ramo de flores, para recordarme que los momentos difíciles son los que más nos hacen florecer.—Me hubiera gustado trabajar ahí, de todos modos —respondo con tono derrotado.—Eso es solo porque el jefe es un bombonazo —comenta guiñándome un ojo.Suelto una risa por lo bajo y asiento con