—Te estoy diciendo que no se hace así.
—A ver, ¿quién sabe sobre esto? — le dice Matteo, dándole un pequeño golpecito en la mano que intenta arrebatarle la cámara —Mira, tienes que guiarte por las cuadrillas.
—No veo ninguna cuadrilla, Matteo y mi profesor dijo que debías…
—¿Tiene tu profesor un título en fotografía? — retrocede un paso, dándole espacio.
Inhala profundo por primera vez en varios minutos. Su perfume es demasiado embriagador y ha intentado no olerlo, pues, además de que es algo de psicopatas oler a tu compañero, también necesita concentrarse para hacer el trabajo y como ya ha dicho, su cerebro no funciona alrededor de Matteo y su esencia masculina.
—No, pero él sabe de cosas.
—Igual que yo. Ahora hazme caso.
Se ubica detrás de ella, pone las palmas e
Ninguno de los dos supo qué hacer. Andrea seguía en la ola del orgasmo, aletargada. Su mente difusa y el cuerpo demasiado cansado como para un movimiento repentino y ágil como hubiera sido cerrar las piernas e intentarse cubrir con algo. Aunque eso no significa que sus emociones estén iguales de congeladas, no, estas bullen en su interior, se agitan, revuelven todos sus órganos. El pánico le sube por la garganta, la vergüenza le sonroja todo el cuerpo, una sutil corriente eléctrica viaja por su cuerpo, su fantasía sigue demasiado presente y que Matteo esté ahí, frente a ella, mirándola con una intensidad oscura que contrae su sexo, la hace temblar e incluso jadear, es demasiado para ella.—Mierda, lo siento— se da media vuelta —. Lo siento— repite varias veces.Entra al baño, o al menos lo intenta, pues choca con el marco de la puerta. Se gira hacia ella par
Después de cinco minutos de debatir si es que vale la pena cagarse de frio para ir a buscar comida o no, decide que sí lo vale. Así que envolviéndose en una manta para intentar no morir congelada, sale a la cocina con la intención de comer las sobras de la cena de Matteo, pero al abrir la puerta pudo ver de inmediato la luz de la cocina prendida.Duda sobre qué hacer y se balancea en sus pies, dando un paso hacia delante, luego otro hacia atrás, el movimiento también tiene que ver con lo helado que está el lugar, pero por sobretodo la tiene nerviosa quién está o no está en la cocina. Porque puede que Matteo haya dejado la luz prendida, ha sucedido otras veces, pero también existe una posibilidad de que esté allí y ese es un riesgo que no le gustaría correr. Encontrarse con Matteo sigue siendo demasiado incomodo.Su estómago ruge, reclamando por las ext
Los labios de Matteo se estrellan contra los de ella.Inhala profundo, sus ojos se abren con la sorpresa del movimiento. Sus manos se lanzan a los hombros musculosos para intentar mantenerse de pie, pero él entiende eso como que está de acuerdo con el beso. Baja ambas manos a su cintura, estrechando contra él, impidiendo escapar de sus labios resecos. Se separan, él relame sus labios, ella hace lo mismo y así vuelven a encontrarse. Andrea pasa la lengua por el borde de su labio inferior, pidiendo permiso para entrar, él se lo concede sin problema y luego asalta su boca, colándose en su interior, recorriendo todo el espacio con una hambruna perniciosa acompañada de movimientos lentos, una mezcla contradictoria que la confunde. Porque sus labios aplastan los suyos, empujando su cabeza hacia atrás y sus manos se aferran a su cintura, estrechando contra él, hacie
Su salida esporádica le recuerda que ella también tiene cosas de las que debe preocuparse.Por alguna razón no escuchó la alarma del celular y ahora está atrasada para química avanzada. Una de las ventajas de las clases online es que tan solo le toma cinco minutos estar lista, prender el computador es lo único que se requiere, aunque media hora más tarde le da hambre, por lo que mientras el profesor habla sobre la composición de el último elemento descubierto, ella está en la cocina vertiendo cereales en un bol.Va a agarrar la caja de leche, es tan liviana que sabe que probablemente no le va a alcanzar y tendrá que abrir otra, pero cuando la vacía sobre los cereales y apenas caen unas gotas, la vena en su frente se hincha y comienza a palpitar furiosa.Toma una respiración profunda, sabiendo que no vale la pena enoja
—¿Está bien si lo conversamos ahora?— pregunta Matteo después de terminar de almorzar.Andrea lleva al tenedor a su boca y saborea la deliciosa pasta, después de eso recién le dice que sí.Se miran en silencio por varios segundos, la incomodidad va aumentando hasta que ambos estallan en carcajadas. Andrea se cubre la boca, evitando que escapen restos de la comida que aún mastica. Su pelo cae como una cortina frente a ella, pero no es suficiente para ocultar su rostro sonrojado de Matteo ni la manera en que sus ojos se ponen brillosos.Pasa las manos por su rostro para limpiar las lágrimas que se acumularon en sus ojos y para deshacer esa sonrisa nerviosa que sigue en sus labios. Debe calmarse, no puede dejar que sus emociones salgan a flote en este momento, sino ambos entraran en pánico. Ella, porque odia ser débil frente a otros y Matteo porque va a creer que tiene sentimientos po
Es una muy buena pregunta, pero Andrea no quiere saber los detalles. Sería lo mejor si Matteo la tomara por sorpresa, así su corazón puede seguir sufriendo a ese ritmo acelerado, la adrenalina bombeando en sus venas.Y al parecer él también planea dejarla con la incertidumbre. Sin explicaciones, advertencias o premoniciones se abalanza sobre ella, buscando esa boca deliciosa y perfecta que lo vuelve loco.Andrea envuelve las piernas alrededor de su cintura, lo apega a ella mientras sus bocas se demoran. Labios y dientes chocando, lenguas enrollándose, recorriendo todo el interior, demandando que se someta a él tan solo con un toque. Pero cuando eso no funciona y Andrea sigue empujando, queriendo tomar el control y obtener algo de poder con sus manos y boca, Matteo se aburre de ella. La adrenalina de la pelea se convierte en ese deseo animal de poseerla y someterla por completo. Es por eso que agarra ambas muñecas
Se lanza a la cama, casi llorando de la frustración que ha acumulado, entre la calentura y el querer quedarse pero no poder. Sacude su cuerpo, intentado liberar esa energía nerviosa, rabiosa que le hace morderse los labios y querer tirarse los cabellos. Sobre todo porque no puede darse ese orgasmo que necesita.Teme que Matteo vaya a aparecer en cualquier momento, olvidando respetar sus límites, y si ese no fuere el caso, sabe que no podrá relajarse y al final no podrá terminar. En momentos como estos odia la mente femenina, tan preocupada, sensible y difícil de distraer, esa arma que las vuelve únicas y mejores, ahora apunta contra ella. Aunque unos minutos después ya ha dejado de sufrir y está reviendo Diario de Vampiros, tan solo para poder admirar a Stefan y olvidarse de que en el mundo real hombres así no existen.—Andrea— Matteo asoma
Ahora, mientras juegan Scrabble, las piernas de ella estiradas sobre las de Matteo, que acaricia su piel desnuda y sedosa con un pulgar y movimientos circulares, se siente demasiado a gusto y si cierra los ojos para concentrarse en sus otros sentidos puede escuchar su corazón latiendo acelerado por algo tan banal como una caricia.—Cacique— dice de la nada.—¿Mh?— levanta la mirada confundida.Sus ojos se topan con los Matteo y su rostro, al que encuentra cada día más bello y que le dificulta prestarle atención cada vez que lo tiene de frente. Esos ojos esmeralda que la cautivan en el momento en que enfoca en ellos y como el verde parece intensificarse cada que se miran directamente, su barba de tres días y la mandíbula marcada, todo la atrapa y la emboba. Los labios bien delineados que se mueven lentamente, siempre tirando hacia una sonrisa