—¿Está bien si lo conversamos ahora?— pregunta Matteo después de terminar de almorzar.
Andrea lleva al tenedor a su boca y saborea la deliciosa pasta, después de eso recién le dice que sí.
Se miran en silencio por varios segundos, la incomodidad va aumentando hasta que ambos estallan en carcajadas. Andrea se cubre la boca, evitando que escapen restos de la comida que aún mastica. Su pelo cae como una cortina frente a ella, pero no es suficiente para ocultar su rostro sonrojado de Matteo ni la manera en que sus ojos se ponen brillosos.
Pasa las manos por su rostro para limpiar las lágrimas que se acumularon en sus ojos y para deshacer esa sonrisa nerviosa que sigue en sus labios. Debe calmarse, no puede dejar que sus emociones salgan a flote en este momento, sino ambos entraran en pánico. Ella, porque odia ser débil frente a otros y Matteo porque va a creer que tiene sentimientos po
Es una muy buena pregunta, pero Andrea no quiere saber los detalles. Sería lo mejor si Matteo la tomara por sorpresa, así su corazón puede seguir sufriendo a ese ritmo acelerado, la adrenalina bombeando en sus venas.Y al parecer él también planea dejarla con la incertidumbre. Sin explicaciones, advertencias o premoniciones se abalanza sobre ella, buscando esa boca deliciosa y perfecta que lo vuelve loco.Andrea envuelve las piernas alrededor de su cintura, lo apega a ella mientras sus bocas se demoran. Labios y dientes chocando, lenguas enrollándose, recorriendo todo el interior, demandando que se someta a él tan solo con un toque. Pero cuando eso no funciona y Andrea sigue empujando, queriendo tomar el control y obtener algo de poder con sus manos y boca, Matteo se aburre de ella. La adrenalina de la pelea se convierte en ese deseo animal de poseerla y someterla por completo. Es por eso que agarra ambas muñecas
Se lanza a la cama, casi llorando de la frustración que ha acumulado, entre la calentura y el querer quedarse pero no poder. Sacude su cuerpo, intentado liberar esa energía nerviosa, rabiosa que le hace morderse los labios y querer tirarse los cabellos. Sobre todo porque no puede darse ese orgasmo que necesita.Teme que Matteo vaya a aparecer en cualquier momento, olvidando respetar sus límites, y si ese no fuere el caso, sabe que no podrá relajarse y al final no podrá terminar. En momentos como estos odia la mente femenina, tan preocupada, sensible y difícil de distraer, esa arma que las vuelve únicas y mejores, ahora apunta contra ella. Aunque unos minutos después ya ha dejado de sufrir y está reviendo Diario de Vampiros, tan solo para poder admirar a Stefan y olvidarse de que en el mundo real hombres así no existen.—Andrea— Matteo asoma
Ahora, mientras juegan Scrabble, las piernas de ella estiradas sobre las de Matteo, que acaricia su piel desnuda y sedosa con un pulgar y movimientos circulares, se siente demasiado a gusto y si cierra los ojos para concentrarse en sus otros sentidos puede escuchar su corazón latiendo acelerado por algo tan banal como una caricia.—Cacique— dice de la nada.—¿Mh?— levanta la mirada confundida.Sus ojos se topan con los Matteo y su rostro, al que encuentra cada día más bello y que le dificulta prestarle atención cada vez que lo tiene de frente. Esos ojos esmeralda que la cautivan en el momento en que enfoca en ellos y como el verde parece intensificarse cada que se miran directamente, su barba de tres días y la mandíbula marcada, todo la atrapa y la emboba. Los labios bien delineados que se mueven lentamente, siempre tirando hacia una sonrisa
Un segundo más tarde, cuando su orgasmo sigue vibrando dentro de ella y no puede controlar el temblor de sus músculos, Matteo cae a su lado. Silencio se expande por la habitación, creciendo hasta que ocupa todo el espacio disponible y comienza a asfixiarlos. Andrea no tiene ni idea de qué decir, ni mucho menos de qué hacer. ¿Debería devolverle el favor? ¿Ir a limpiarse? ¿Darle las gracias?Ugh, odia estos momentos de incomodidad, le ponen los nervios de punta.—Para ser un hombre tan civilizado, se nota que te gusta cazar tu comida— una risita nerviosa sale de ella.Hay un lapsus de silencio sepulcral que la hace lamentar todo lo que ha sucedido en los últimos minutos y está levantándose para poner fin a la situación cuando Matteo estalla en carcajadas, el sonido ronco y contagioso, jovial y tan relajado que la a
Pronto hay un exquisito aroma inundando la cocina. Incluso si la comida de Matteo suele ser deliciosa, siempre platos elaborados, hoy se ha superado; lo mejor para impresionar a sus padre, o mejor dicho para intentar contentarlos y evitar una serie de comentarios que odiaría que Andrea tuviera que escuchar.No tiene ni idea de porque ha mentido o si ha visto la oportunidad de atraparlo en sus garras y hacer su relación algo que no es. Ambos acordaron que se tomarían las cosas con calmas y un par de semanas después ya son “novios”. Es difícil entender sus sentimientos respecto a esa palabra, para él no tiene ningún verdadero significado, tan solo una etiqueta para calmar a las tías chismosas o a sus padres, pero no sabe si Andrea piensa igual, si ha mentido para ayudarle o si de verdad quiere dar el segundo paso. De igual manera ninguna de esas opciones lo tranquiliza, aún no se conocen lo suficiente pa
Fausto está ahí, luchando con la cafetera y el microondas. Con el primero mueve piezas que no corresponden, intentando abrirlas con frustración; el segundo no funciona porque está cambiando el tiempo en vez de poner el cronómetro.—Buenos días— su voz sale más ronca de lo planeado y aclara su garganta —. ¿Durmió bien?—Sí, un poco calurosa la pieza eso sí.Oh sí, perfecta para tomar el sol en las tarde, algo molesto con el calor bochornoso de la mañana. Se ahorra todos esos comentario, pensando que al papá de Matteo no le importa.Lo ve luchar con el aparato de nuevo y se apiada de él, acercándose estira la mano y él se lo pasa sin chistar. Ella abre la parte de abajo, le pone el café y agua y lo pone a calentar, luego va al microondas y lo inicia.—Ah, si es que los hombres no estamos hechos pa
Fausto está ahí, luchando con la cafetera y el microondas. Con el primero mueve piezas que no corresponden, intentando abrirlas con frustración; el segundo no funciona porque está cambiando el tiempo en vez de poner el cronómetro.—Buenos días— su voz sale más ronca de lo planeado y aclara su garganta —. ¿Durmió bien?—Sí, un poco calurosa la pieza eso sí.Oh sí, perfecta para tomar el sol en las tarde, algo molesto con el calor bochornoso de la mañana. Se ahorra todos esos comentario, pensando que al papá de Matteo no le importa.Lo ve luchar con el aparato de nuevo y se apiada de él, acercándose estira la mano y él se lo pasa sin chistar. Ella abre la parte de abajo, le pone el café y agua y lo pone a calentar, luego va al microondas y lo inicia.—Ah, si es que los hombres no estamos hechos pa
—No usamos condón— casi chilla.—¿Mh?— Matteo tiene los ojos cerrados, descansando sobre el piso, pero luego de procesar sus palabras los abre y mira a su miembro desprotegido —Mierda. ¿No tomas pastillas?—¡No!— grita-susurra.Se pasa una mano por el pelo, luego mira al piso en pánico.Mierda.¿En qué estaba pensando?¿Perder su virginidad en el suelo con su novio falso mientras sus “suegros” están en la habitación del lado? ¿No usar condón? Lo ha hecho todo mal, por caliente.Esto es su culpa. Y, ¿qué pensará Matteo ahora de ella? ¿Qué quiere atraparlo con un hijo? ¿Y si de verdad queda embaraza? Dios, es tan est