XIX

Se lanza a la cama, casi llorando de la frustración que ha acumulado, entre la calentura y el querer quedarse pero no poder. Sacude su cuerpo, intentado liberar esa energía nerviosa, rabiosa que le hace morderse los labios y querer tirarse los cabellos. Sobre todo porque no puede darse ese orgasmo que necesita.

Teme que Matteo vaya a aparecer en cualquier momento, olvidando respetar sus límites, y si ese no fuere el caso, sabe que no podrá relajarse y al final no podrá terminar. En momentos como estos odia la mente femenina, tan preocupada, sensible y difícil de distraer, esa arma que las vuelve únicas y mejores, ahora apunta contra ella. Aunque unos minutos después ya ha dejado de sufrir y está reviendo Diario de Vampiros, tan solo para poder admirar a Stefan y olvidarse de que en el mundo real hombres así no existen.

—Andrea— Matteo asoma

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