XXIV

Fausto está ahí, luchando con la cafetera y el microondas. Con el primero mueve piezas que no corresponden, intentando abrirlas con frustración; el segundo no funciona porque está cambiando el tiempo en vez de poner el cronómetro.

—Buenos días— su voz sale más ronca de lo planeado y aclara su garganta —. ¿Durmió bien?

—Sí, un poco calurosa la pieza eso sí.

Oh sí, perfecta para tomar el sol en las tarde, algo molesto con el calor bochornoso de la mañana. Se ahorra todos esos comentario, pensando que al papá de Matteo no le importa.

Lo ve luchar con el aparato de nuevo y se apiada de él, acercándose estira la mano y él se lo pasa sin chistar. Ella abre la parte de abajo, le pone el café y agua y lo pone a calentar, luego va al microondas y lo inicia.

—Ah, si es que los hombres no estamos hechos pa

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