Inhala profundo, sacude sus manos, da un par de brincos y abre la puerta de su cuarto justo para ver a Matteo saliendo de la cocina con un bol de cereales. Sus ojos se encuentran por unos segundos, hasta que ella cierra la puerta y se esconde en su cuarto.
Después de haberlo visto desnudo no se ha atrevido ni a respirar en su misma dirección. Siendo una persona introvertida con buena memoria, se sabe muy bien su rutina, tan solo para evitarlo, como lo ha hecho desde que llego. El problema es que ahora necesita hablar con Matteo, y no tan solo, sino que también pedirle un favor.
Respira profundo de nuevo, gira el picaporte y se fuerza a salir de la habitación, quedando tan solos unos metros de distancia de Matteo. La necesidad de volverse a su pequeño refugio es imperante, pero se obliga a ser fuerte e incluso da un paso a delante, aunque cuando intenta hablar las cosas no resultan tan bien.
—¿Necesitas algo? &mdash
Estaba firmando el último papel, para poder salir de la clínica y justo al poner el punto en su firma, su celular se iluminó. En la pantalla apareció el nombre de Matteo y fue la curiosidad la que la hizo tomar la llamada de inmediato.—¿Alo?—Hola, oye, estoy afuera de la clínica, pero no puedo encontrar ningún estacionamiento así que iré a dar una vuelta, espérame hasta que llegué.Ni siquiera puede contestarle de vuelta, pues la llamada ya se ha cortado.Pasmada parpadea, mira la pantalla, como si eso tuviera la solución a sus problemas, luego a la secretaria, también como si ella pudiera ayudarle. Pero ninguno tiene respuestas, lo que la deja a ella de pie, en la recepción de la clínica, mirando peligrosamente desorientada.Cuando una enfermera se le acerca, Andrea debe asegurar que está bien y eso le sirve para salir de s
Al día siguiente ella es la encargada de preparar el desayuno porque es la única que no tiene resaca, pero por eso mismo es que tan solo se toman un té, acompañado de la mitad de un pan con mantequilla.Después de eso se quedan en su cuarto vagando, cada una trasteando en su celular, compartiendo memes y comentando una que otra cosa que recuerdan de la noche anterior.Cada vez que hablan de aquellas horas oscuras su corazón da un vuelco, las mejillas se le calientan y toda ella tiembla; ansiosa, avergonzada, sintiéndose ridícula por cómo se comportó frente a Matteo. De solo recordarlo le dan ganas de desaparecer del mundo. Por eso mismo es que no le ha contado a sus amigas, no quiere pensar el momento más de lo necesario y mientras menos gente sepa de su vergüenza mejor para ella.Pero no poder vocalizar todos sus pensamientos, incluyendo las crecientes preocupaciones, hacen que es
Andrea lo mira escéptica, todavía sin sentarse. Carga todo su peso en una cadera y levanta una ceja.—¿De qué quieres hablar?—No lo sé— se encoge de hombros —, ¿cómo te ha ido con las clases?—¿En serio? — resopla —¿Quieres pedirme otro favor? Tan solo dímelo.Matteo se recuesta en la silla, tuerce los labios hacia un solo lado y cruza los brazos. Luce ridículamente contemplativo. Pero luego su ceño se frunce y descruza los brazos para inclinarse sobre la mesa, demasiado cerca de ella.Andrea retrocede un poco y como el resto de las veces que debe enfrentar a Matteo, su cuerpo reacciona de esta
Okey, puede que la cena en sí no la enamore, pero su comida. Santo Dios, no conoce a nadie que cocine así de bien, ni siquiera Liv. Con solo ver el plato ser depositado frente a ella y recibir el aroma de los condimentos, se le hace agua la boca. Pero eso no se compara para nada cuando toma el primer bocado.El pescado se deshace en su boca y la crema que Matteo preparó envuelve esa textura usualmente seca, dejando tan solo la intensidad del sabor, mezclandola con especias frescas e intensas que estallan en su boca como fuegos artificiales.Cierra los ojos e intenta no hacer ningún ruido, pero en el segundo bocado, cuando agrega un tomate asado, no puede contenerse.—Mmh, está exquisito.Unta un trozo de pescado en la salsa
Se echa alcohol gel luego de bajar del transporte público y luego otra vez cuando debe empujar la puerta del centro comercial para entrar. La mascarilla le incomoda en el rostro, una parte hace que le pique la mejilla, no puede lograr que le cubra la nariz por completo y se le sube dejando al descubierto su mentón. Pero más allá de eso, lo que le resulta absolutamente molesto es tener algo cubriéndose el rostro e impidiéndole respirar aire puro y no esa exhalación caliente, y por suerte mentolada, que sale de su boca. Si a aquello se le suma el pánico por ver tantas personas apiñadas en el mismo lugar, es probable que tenga una crisis ahora mismo. Antes de que empiece a hiperventilar alguien la agarra del brazo, suelta un chillido bastante único y después la abraza. —Ah, no puedo creer que viniste. Te dije Liv que sí lo haría. Andrea le devuelve el abrazo a su amiga, cuidando de no aplastar su pecho, pu
—Te estoy diciendo que no se hace así.—A ver, ¿quién sabe sobre esto? — le dice Matteo, dándole un pequeño golpecito en la mano que intenta arrebatarle la cámara —Mira, tienes que guiarte por las cuadrillas.—No veo ninguna cuadrilla, Matteo y mi profesor dijo que debías…—¿Tiene tu profesor un título en fotografía? — retrocede un paso, dándole espacio.Inhala profundo por primera vez en varios minutos. Su perfume es demasiado embriagador y ha intentado no olerlo, pues, además de que es algo de psicopatas oler a tu compañero, también necesita concentrarse para hacer el trabajo y como ya ha dicho, su cerebro no funciona alrededor de Matteo y su esencia masculina.—No, pero él sabe de cosas.—Igual que yo. Ahora hazme caso.Se ubica detrás de ella, pone las palmas e
Ninguno de los dos supo qué hacer. Andrea seguía en la ola del orgasmo, aletargada. Su mente difusa y el cuerpo demasiado cansado como para un movimiento repentino y ágil como hubiera sido cerrar las piernas e intentarse cubrir con algo. Aunque eso no significa que sus emociones estén iguales de congeladas, no, estas bullen en su interior, se agitan, revuelven todos sus órganos. El pánico le sube por la garganta, la vergüenza le sonroja todo el cuerpo, una sutil corriente eléctrica viaja por su cuerpo, su fantasía sigue demasiado presente y que Matteo esté ahí, frente a ella, mirándola con una intensidad oscura que contrae su sexo, la hace temblar e incluso jadear, es demasiado para ella.—Mierda, lo siento— se da media vuelta —. Lo siento— repite varias veces.Entra al baño, o al menos lo intenta, pues choca con el marco de la puerta. Se gira hacia ella par
Después de cinco minutos de debatir si es que vale la pena cagarse de frio para ir a buscar comida o no, decide que sí lo vale. Así que envolviéndose en una manta para intentar no morir congelada, sale a la cocina con la intención de comer las sobras de la cena de Matteo, pero al abrir la puerta pudo ver de inmediato la luz de la cocina prendida.Duda sobre qué hacer y se balancea en sus pies, dando un paso hacia delante, luego otro hacia atrás, el movimiento también tiene que ver con lo helado que está el lugar, pero por sobretodo la tiene nerviosa quién está o no está en la cocina. Porque puede que Matteo haya dejado la luz prendida, ha sucedido otras veces, pero también existe una posibilidad de que esté allí y ese es un riesgo que no le gustaría correr. Encontrarse con Matteo sigue siendo demasiado incomodo.Su estómago ruge, reclamando por las ext