Diez años después…
Steve Lonergan estaba tendido sobre una cobija en Playa Venecia, San Francisco. Acariciaba suavemente el cabello de la hermosa mujer que estaba recostada en su varonil pecho.
Bridgette Reynolds jugueteaba pasando sus suaves dedos por el pecho masculino, cuando pasó su mano por el corazón sus dedos tropezaron con una cicatriz que estaba casi encima del corazón, se detuvo allí un rato y luego los dedos se deslizaron hacia otra cicatriz que estab un poco más abajo.
—¿No piensas contarme nunca como te hicieron estas cicatrices, mi amor? —Su voz era un poco gruesa, pero aterciopelada, lo que le daba unos matices que hacían su voz muy sensual.
—¿Y para qué quieres saber eso? Ya te conté que me atracaron en una ocasion en mi tienda para tratar de robarme —le contestó con su voz varonil mientras seguía acariciando los suaves rulos de color castaño.
—¿Y estás seguro de que no querían matarte más bien? —le preguntó— Porque parece que hubieras estado en la guerra más bien. Sí, definitivamente querían matarte.
A veces Bridgette era tan perceptiva que decía cosas acertadas y ella misma ni se daba perfecta cuenta de ello. Steve suspiró y luego modificó un poco su postura, la mano que acariciaba los cabellos fue descendiendo por su cuello hasta alcanzar su bella espalda apenas cubierta por el top del bikini que lucía.
Los dedos masculinos recorrieron toda la espalda femenina hasta llegar al nacimiento de sus hermosos glúteos, que eran la envidia de casi todas las chicas que la conocían, y era que Bridgette era una hermosa mujer desde los pies a la cabeza. Su porte era alto y elegante con unos hermosos y turgentes pechos, sin llegar a ser exagerados eran más bien grandes.
Su cintura era estrecha como la de una sílfide que encajaban a la perfección en unas amplias y hermosas caderas, de donde nacían unos hermosos glúteos redondeados, seguidos de unas largas y bien torneadas piernas que mantenía muy musculadas por el trabajo en el gym.
Y encima de eso tenía un rostro sumamente hermoso, como los que labraban en los elegantes y costosos camafeos antiguos, sus contornos eran suaves pero no redondeados, su mandíbula era firme, pero muy femenina.
Sus ojos eran de un azul zafiro y su nariz recta y labios sensuales completaban un cuadro que había hecho enloquecer a muchos hombres. Bridgette tenía treinta y cinco años, nunca se había casado a pesar de la insistencia de su madre, a su padre la veía poco, ellos estaban separados desde que ella era una adolescente, pero siendo hija única, su padre siempre la visitaba y le daba las cosas que necesitaba. Era una especie de magnate de los negocios y tenía muchísimo dinero.
Pero Bridgette no quería casarse, sin embargo, éste hombre mayor que ella la hacía sentir cosas que ninguno de los hombres contemporáneos con ella, con los que había tenido alguna relación, le había hecho sentir. Ni siquiera en la cama, aunque había tenido algunos amantes ninguno le satisfacía más allá de un fugaz orgasmo.
Para ella, Steve Lonergan era una especie de superhéroe, y de hecho, él la había salvado de unos sujetos que con muy mala intención la habían atacado en una playa solitaria de las costas californianas. Ella sospechaba que la conocían, pero los sujetos querían divertirse con ella y quizás después matarla.
Pero Steve había llegado, y en menos de lo que tardara en contarse, se deshizo de los sujetos golpeandolos con fuerza, dos de ellos tenían cuchillos y el otro sujeto tenía un revólver. Pero Lonergan los doblegó sin mucho esfuerzo.
Desde esa vez ella había quedado prendada de su fuerza y personalidad, se veía tan fuerte y seguro de sí mismo. Era el final de la tarde pero estaba muy claro el día, así que pudo verlo con todo detalle cuando luchaba con los hombres y luego cuando se acercó a ella tan solícito para ver si ella estaba bien.
Eso le movió algo en su interior que hizo que lo mirara con más atención, era una hombre mayor, quizás de cuarenta o cuarenta y cinco años, se veía fornido sin ser exagerado y sus manos,con las que tomó las de ella para ayudarla a levantar, eran suaves pero al mismo tiempo fuertes y cálidas.
Ella se puso a llorar un poco al levantarse y entonces él la abrazó y comenzó a decirle palabras de aliento que la hicieron admirarlo más, su voz varonil y profunda tenía como un efecto sedante en ella. Y después de seguirse viendo se habían enamorado, ella primero, por supuesto, pero él le fue mostrando su interés poco a poco hasta que la besó en los labios.
Fue como si hubiera estallado una tormenta dentro de su cuerpo, sus piernas se aflojaron como si fuera a caer y su corazón comenzó a latir con velocidad, como si fuera a salir de su pecho, los brazos poderosos la tenían estrechamente apretada y los labios masculinos abrían los suyos para posesionarse de su tibia boca.
Tal era, dicho muy por encima, el efecto que ese hombre le causaba.
Como ahora que esos dedos comenzaron a jugar con sus caderas y glúteos, trazando arabescos en cada rincón de su piel. Y la otra mano no se estuvo quieta, esta buscó sus firmes pechos y se apoderó de uno de ellos, acariciando enloquecedoramente toda su superficie, incluyendo el duro pezón que parecía una pequeña piedra de lo duro que estaba.
Steve disfrutaba de cómo esa hermosa mujer se estremecía bajo sus caricias, primero había tratado de evitar a toda costa enamorarse de ella, pero ella era insistente y demasiado dulce y firme a la vez. Y era sumamente hermosa e inteligente.
Poco a poco fue cediendo espacios en su corazón hasta que ella se alzó, cual guerrera victoriosa en las cimas de su maltrecho corazón, y ahora la amaba, la amaba con locura, y en la vuelta de menos de un año, ella se había convertido en el centro y sol de su universo.
Se había convertido en el gran amor de su vida.
…Diez años antes…El doctor Jones, después de hablar con los periodistas entró directamente al cuarto donde el detective Landon estaba acostado, cubierto de vendajes, mangueras y cables que lo unían a los soportes de vida y al monitor de signos vitales.Revisó con cuidado cada uno de los datos que el aparato colocaba en la pantalla, con una variación de segundos. Sonrió satisfecho, tal parecía que la fama del teniente Landon no era falsa, le decían el hombre de hierro y eso estaba bien justificado, cualquiera que hubiera recibido esa cantidad de proyectiles en su cuerpo hubiera muerto.Había llegado casi exangüe al hospital por lo que tuvieron que ponerle transfusiones, una tras otra y de manera inmediata, esa fue la única manera de salvarlo, la otra había sido su particular fortaleza y resistencia.El doctor tomó su teléfono móvil y realizó un par de llamadas rápidas, cuando colgó la llamada salió afuera y llamó a Aura, una de sus enfermeras de absoluta confianza, ella vino de inmedi
—Todo eso es muy triste —dijo el doctor— Va a ser muy difícil ocultarlo, comisario, aunque lo hayamos dado por muerto.—Por ello tendremos que darle un rostro nuevo, ¿no? —dijo el comisario.—¿Quiere usted que le cambiemos las facciones? —preguntó el galeno algo sorprendido.—Así es, ustedes tienen de todo, los equipos, los especialistas y la tecnología, ¿no?—Cierto, tenemos todo eso, pero eso tiene algunas implicaciones.—¿Legales?—Así es.—Usted proceda, doc —le dijo el comisario con voz firme— De las implicaciones legales me encargaré yo, mi primo trabaja en el FBI, su nueva personalidad será perfectamente legal en menos de cinco días.—Está bien —contestó el doctor Jones lanzando un suspiro resignado— Lo haremos, ese hombre merece una nueva vida, pero debe saber que las consecuencias psicológicas también serán fuertes.—Me lo imagino, doc —asintió el comisario Arnold— Eso se lo dejo a usted, la parte legal me encargaré yo.El comisario se levantó de la silla en la que se había s
Landon la miró y reconoció a la enfermera que lo había atendido también hacía cosa de un año cuando lo habían intervenido quirúrgicamente.—Bue…nos dí…as, en.. fe..fermera —su voz le sonó un poco extraña, pero lo atribuyó a la anestesia, todavía se sentía amodorrado y con la cabeza llena de tinieblas. También sentía la lengua pastosa y le costaba un gran esfuerzo hablar.—No se esfuerce, teniente — le dijo ella al ver la dificultad que tenía para hablar— El doctor Jones ya viene para acá y el comisario llamó diciendo que viene también en camino.En ese preciso momento el doctor Jones estaba entrando en la habitación con una de esas carpetas metálicas donde tenían la historia del paciente, aunque no tenía papel alguno, como pudo notar, porque era más bien una especie de tablet electrónica donde se veía todo el trayecto del paciente así como su tratamiento y resultados.—Buenos días, mi querido teniente —le dijo con voz alegre y haciéndole un saludo con la mano también— Trate de calmars
La consulta con el psicólogo ya se extendía por más de media hora, el comisario Arnold paseaba impaciente en la oficina del doctor Jones quien estaba revisando unos informes mientras esperaba que el doctor Fletcher terminara de consultar al paciente.—Creo que es mejor que se siente comisario —le dijo un tanto divertido— Si no va a abrir una zanja en el piso.El comisario Arnold no contestó, sino que se limitó a soltar una especie de gruñido ininteligible y siguió paseando de un lado al otro.En eso sonó el teléfono que estaba en el escritorio, el comisario se detuvo mirando fijamente al doctor, que en ese momento levantaba la bocina.—...está bien, sí, el comisario aún me acompaña —se le escuchó decir— En unos minutos estaremos allá —dijo y colgó el aparato.—¿Alguna novedad? —preguntó el comisario y el doctor asintió.—Sí, el doctor Fletcher nos acaba de avisar que ya terminó la consulta y ha hecho terapia con el paciente, allá nos dará los detalles.Los dos salieron de la oficina y
Robert Landon dormía, pero sus sueños eran bastante inquietos, el doctor Fletcher le había tratado con terapia para que pudiera recordar todo lo que le había sucedido, al principio él se había resistido un poco a la terapia, porque su cerebro se había autoprotegido con una especie de amnesia temporal retrógrada, eso le estaba evitando el sufrimiento.Pero finalmente recordó lo que había sucedido en un mismo día, justo después de recibir aquella amenaza anónima, donde les decían que “todos estaban muertos”. Ellos no se lo habían tomado a broma, pero tampoco creían que se iban a atrever a llegar tan lejos.La primera noticia de que las cosas no estaban marchando bien fue cuando la sargento Hu no logró comunicarse con el agente que había dejado custodiando a Mac después de que habían conseguido el cadáver de Palmer, su compañero y amigo de toda la vida.—Teniente —la sargento se había acercado a su oficina a media mañana— No he podido comunicarme con el oficial a cargo de la custodia de
Landon salió de inmediato, a pesar de que el comisario Arnold le prohibió salir, se escabulló de la oficina y salió para montarse en su auto y salió quemando cauchos en dirección a la casa de seguridad, cuando llegó allí pudo ver la la patrulla de custodia literalmente destruída a tiros, los dos oficiales estaban muertos dentro, los agentes de investigación de la escena del crimen estaban revisando todo.Se dirigió a la casa de seguridad, las paredes estaban perforadas por los disparos, las ventanas externas estaban destruídas también con uno de los marcos colgando patéticamente hacia afuera.Adentro la escena era horrible, los cuerpos yacían tirados de cualquier manera en el piso y sobre los muebles, se veía que se habían defendido con todo lo que tenían, el viejo Mac tenía un disparo en medio de la frente, Landon apretó los ojos mientras la rabia le consumía por dentro del pecho, obviamente había sido un ajusticiamiento.Buscó con la mirada a la sargento Hu, no estaba en la salita,
Landon trataba de imprimirle la mayor velocidad a su patrulla, la sirena estaba a todo lo que daba y la coctelera lanzaba destellos azules y rojos por doquier que pasaba como una exhalación. Cuando llegó a la entrada del barrio donde vivía bajó la velocidad y apagó la sirena. Se fue acercando con rapidez pero en silencio.Se detuvo a unos cincuenta metros de la casa y descendió del coche patrulla, sacó su automática y la sostuvo con la izquierda mientras comprobaba que tenía la magnum en la funda de la cintura hacia la espalda. A esta la llamaba “el juez” porque cuando disparaba no le tenía misericordia a nadie.Landon era bueno disparando con ambas manos, pero después de comprobar que “el juez” estaba en su lugar se pasó la nueve milímetros para la mano derecha y comenzó a avanzar agazapado, de manera que presentara un menor blanco ante posibles tiradores, pero pudo llegar a las escaleras que subían la porche sin ningún problema.Se escuchaba una suave melodía desde adentro, sin duda
Landon aprovechó a que el comisario Arnold salió de la casa al pequeño patio de atrás para recoger varias cajas de municiones y salir por la puerta hasta su patrulla, abrió la cajuela y tiró las municiones de cualquier manera, que se unieron a otras que tenía allí junto con varias armas.Luego subió a la patrulla y tomando el croquis que había conseguido en la casa de O’Malley, se dirigió hacia la región de los muelles, cuando llegó a la calle donde habían unos grandes galpones, que casi nadie utilizaba, apagó las luces del auto y se bajó cerrando la puerta con cuidado.Con la misma cara que había tenido cuando lo encontró el comisario en la cocina junto al cadáver de su esposa, abrió la maletera del auto, extrajo de primero un chaleco antibalas de la policía, se lo colocó y ajustó los cierres y correas hasta que le ajustó perfectamente al cuerpo. Después sacó una escopeta semi automática de diez tiros y la colocó en un costado, también extrajo un fusil de asalto y otras dos pistolas,