Dick Mortensen tenía todo el aspecto de un desgraciado pervertido, sus ojos siempre parecía estar llorosos, y el mal humor lo acompañaba siempre, lo único que le agradaba era maltratar a las personas y tener las mujeres que quisiera.Había jurado raptar a la hija de Lester Cahoon y lo iba a hacer, había mandado a tres de sus hombres más fuertes y para su sorpresa ¡habían fracasado estrepitosamente! Y lo peor es que había sucedido porque un sujeto desconocido los había golpeado como si fueran niñas o muchachos enclenques. Cuando se enteró de ello,Dick Mortensen, había montado en cólera y había golpeado a varios de ellos.Le tenían miedo y no porque fuera muy fuerte o inteligente, sino porque Dick Mortensen era malvado y cruel, era capaz de mandar a matar a alguien porque lo hubiera mirado mal. Los fracasos sucesivos y el enterarse de que ese sujeto había contratado al parecer gente para proteger a la chica lo tenía fuera de sus casillas, también le habían informado que el tipo parecí
Steve entró en la habitación, buscó el bolso que había llevado esa noche y comprobó las horas de los dispositivos que había dejado, podía operarlos por control remoto, pero era necesario estar en un radio de doscientos metros por lo que los puso para estallar en secuencia de horas.Buscó unos binoculares y salió a la balaustrada del amplio balcón, allí se puso a observar hacia un aparte de la ciudad después de consultar el mapa en la aplicación de su teléfono móvil, había marcado cada uno de los sitios donde había dejado los dispositivos. Estos harían más ruido que otra cosa, con ello haría que la gente saliera de los locales y luego el fuego se activaría ocasionando pequeños incendios que no serían difíciles de controlar, pero que causarían desconcierto y desasosiego entre los mafiosos, en especial de Dick Mortensen.Este se encontraba comiendo en el comedor del penthouse que ocupaba, con él estaba una de las tantas chicas de turno que invitaba para pasar el rato, Mortensen no era ta
Cuando llegaron a las oficinas de contabilidad, que era un edificio de dos pisos, Steve vio a un sujeto que montaba guardia con un uniforme en frente de las puertas de vidrio, Luc, al ver el estacionamiento, las puertas de vidrio asintió pensando en cómo iban a hacer para vulnerar la entrada después de despachar a los guardias.Como iba cerca de Steve en el asiento posterior de un coche patrulla que los había acercado hasta allí, aprovechó para comentarle lo que había estado pensando.—Tranquilo, socio —le dijo poniendo un brazo por encima de su hombro— Estos sujetos no se nos escaparan, tu jefe me dijo que hallaría evidencias contra Mortensen en esa bóvedaLos del FBI estaban listos para intervenir, y habían conectado con la policía local para que las acciones fueran coordinadas y no se estorbaran unos a otros en el procedimiento.El fiscal estaba esperando a que llegara una orden legal de allanamiento contra Mortensen, pero el juez estaba esperando instrucciones para firmar. Sin em
Steve condujo velozmente para no dar mucho tiempo a los hombres de Mortensen, o a él mismo, para escapar.Llegaron al edificio, que ya Steve había visitado previamente, el conserje les abrió la puerta, él ya estaba al tanto de la importancia oficial de Steve por lo que no tuvieron ninguna dificultad para entrar. Subieron rápidamente a la amplia azotea y allí se apostaron de cara al edificio de Mortensen donde reinaba el caos.……….La primera noticia de que algo no andaba bien, fue cuando Mortensen bajó a las oficinas del segundo piso para abrir la pequeña caja fuerte que tenía allí con dinero en efectivo y algunos otros valores, estaba a punto de entrar a su oficina cuando escuchó dos gritos agudos en la planta baja.—¿Qué demonios está pasando allí abajo? —gritó acercándose a las escaleras.—¡Han herido a los dos muchachos que estaban de custodios afuera! —se oyó gritar la voz de uno de los muchachos.—¡Pues que vayan a ver quién es el que dispara, con un demonio! ¿O es que son una c
Cuando llegaron las unidades, Mortensen aún no salía de su cuarto, por lo que Steve esperó pacientemente. Los que estaban en el lobby se llenaron de pánico cuando varias patrullas bloquearon las calles.En eso Steve vio a Mortensen y disparó para romper el vidrio que cubría el techo. Los cristales cayeron encima de Mortensen, que aterrado, volteó hacia arriba justo para ver el fogonazo de un nuevo disparo con el consiguiente baño de vidrios para Mortensen, este prácticamente se arrastró para cubrirse detrás de los muebles, pero nuevos disparos que hicieron impacto en los adornos y jarrones que tenía allí, le hicieron levantarse y salir despavorido de la suite.Cuando estaba a punto de bajar por la escaleras casi se tropezó con Carter que venía subiendo por allí con la cara desencajada por el miedo, por primera vez el gusano del miedo se había apoderado de ellos, que hasta ahora habían sido los amos prepotentes, acostumbrados a avasallar a todo el mundo, a pisotear a los demás y a rein
Steve Lonergan llegó poco después del mediodía a la hermosa ciudad de Los Ángeles en vuelo directo desde Phoenix, Arizona. El coronel Temple le había escrito poco después de que había abordado el avión de regreso.—”Excelente trabajo, hijo —le escribió— nada mejor que limpiar las alcantarillas después de una tormenta”El mensaje estaba cifrado para ojos profanos, pero Steve lo pudo entender perfectamente, una sonrisa distendió su rostro cansado. Había pasado toda la noche en el edificio desde donde había disparado para no levantar sospechas ni que quizás alguien lo pudiera ver entrando esa mañana al edificio, cuando salió de él no había ya casi nadie circulando como más temprano, en la hora que los empleados comenzaban a llegar.Durmió durante todo el viaje. Cuando descendió del avión se fue directamente a casa a descansar por lo menos un rato, pero no pudo dormir durante mucho tiempo porque cuando había dormido un par de horas el teléfono comenzó a sonar insistentemente. Sabía que no
Cuando el comisario estaba tomando su taza de café esa mañana su esposa encendió el televisor donde pasaban dos noticias asombrosas: La muerte de un grupo de traficantes y mafiosos en una bodega de la bahía neoyorkina y la voladura de la prisión con la muerte del condenado Lucas Rodson.La taza de café cayó de las manos del buen comisario mientras se dejaba caer sentado en la silla más próxima. La boca la tenía desmesuradamente abierta al igual que sus ojos, pero después de unos momentos su expresión se suavizó, bajó la cabeza mientras hacía un movimiento de negación con ella, de un lado al otro. Luego levantó la vista y una sonrisa distendió sus facciones, y se fue ampliando cada vez más hasta que se convirtió en una franca risa. Su esposa lo miró y se acercó para recoger la taza rota del piso. Se quedó mirando a su esposo por unos momentos.—¿Alguna novedad, Raymond? —le dijo con una expresión extrañada en la cara— ¿Buenas noticias?—No podían ser mejores —dijo en medio de las risa
Bridgette Reynolds ya no era una ilusa jovencita, era una mujer madura que estaba llegando a los treinta años, era alta, con unas formas divinamente delineadas; parecía que la había tallado un hábil escultor inspirado en las hermosas diosas y amazonas griegas.Tenía unos ojos profundos y de un azul que hacía sentir envidia al mismo cielo y al hermoso mar, su cuerpo era curvilíneo con una cintura bien marcada y unos pechos generosos sin ser demasiado grandes o vulgares, pero sí estaban por encima del promedio. Sus caderas eran generosas a pesar de no haber dado nunca a luz un bebé y hacían juago de manera perfecta con el resto de su cuerpo y de las hermosas, largas y torneadas piernas.En conjunto era una mujer que destacaba aunque no a propósito, sino por su naturaleza. Además de ello era una chica muy madura e inteligente, lo que hacía que la mayoría de los hombres que ella había conocido en la universidad o de los que conocía en su trabajo o en las pocas ocasiones en que salía de fi