El cielo nublado le hacia sentir aun mas miseria de la que sentía. Las gotas de lluvia comenzaron a caer una a una hasta cubrir en su totalidad la calzada por la que sus pasos cansados se apresuraban a llegar a aquellas oficinas en donde, una vez más, tendría una entrevista de trabajo. Las nubes grises presagiaban una tormenta, una de la que, quizás, Emma Brown no podría escapar. Llegando al lugar, se sentó en uno de aquellos incomodos sofás mientras miraba la cantidad de mujeres que aspiraban al mismo puesto. Intentado no desanimarse, con ilusión, esperaba junto al resto de las chicas en aquella pequeña habitación esperando su turno para su nueva entrevista laboral, mientras oraba por esta vez conseguir el empleo que necesitaba con premura. Era un pueblo pequeño, no demasiado urbanizado, y, por supuesto, sin demasiadas oportunidades, alejado de la gran ciudad en donde algún día pretendía vivir. Esperanzada, miraba como las chicas iban pasando una a una mientras se acariciaba las mano
Los paisajes de aquellos caminos desconocidos para ella, lucían tristes y nublados, últimamente, sus días eran así de grises, sombríos, y el sol no parecía tener la intención de salir a coronar el cielo. Emma meditaba en el lujoso auto que se hallaba en movimiento, mientras su mirada cargada de desolación y tristeza, permanecía perdida en la nada, y los recuerdos de la noche anterior atiborraban sus pensamientos.Hacia apenas unas horas atrás, el padre al que creyó muerto durante toda su vida, había aparecido de la nada con un trato para ofrecerle. Él, pagaría el costoso tratamiento para la enfermedad de su madre, siempre y cuando ella accediera a casarse con un hombre completamente desconocido.—Tienes que tomar una decisión ahora mismo, la boda es el día de mañana y yo no tengo tiempo para esperar por tu respuesta —Aquella frialdad era palpable, Everard Lloyd no estaba allí para ayudarles de buena voluntad, lo que pedía a cambio era un precio demasiado alto para ella.—¿Por qué yo
Caminaba con elegancia mientras miraba las hermosas guirnaldas de flores blancas que decoraban la entrada al recinto. Su padre biológico, el monstruo que repentinamente había aparecido en su vida, le extendía la mano para que ella la tomase y fingieran ante el mundo que eran padre e hija.Entrando por aquellas enormes puertas de fina madera, Emma sentía que el mundo se hacía cada vez más pequeño y asfixiante con cada paso que daba. La decoración era exquisita, fina y elegante, algo digno de un rey y una reina. Tambien, eran muchos los invitados al evento, algunos de ellos, eran famosos artistas y políticos que tan solo había visto por televisión, y muchos mas le eran completamente desconocidos, suponía, eran familiares y amistades de la familia de su padre biológico y del novio. Todas las miradas se habían concentrado en ella desde el momento en que entró, todos la miraban con un deje de lastima, como si estuviera a punto de unir su vida a la de un terrible monstruo. La verdad, es que
La gala había sido todo lo que se esperaba que fuera, una celebración de alta alcurnia, donde el lujo y la distinción se hicieron presentes. Aquellas miradas de las mujeres que en primera instancia la habían visto con lastima, ahora miraban a la hermosa novia con una envidia atroz que era tan palpable que se podía cortar cual rebanada de pastel. Emma permaneció todo el tiempo en silencio, regalando falsas sonrisas a todo aquel que se acercaba a saludarlos. Lo mismo hacia el hermético Dante, quien tan solo miraba con cierto recelo a la mujer que ahora era su esposa y no la perdía de vista. Aquella era la primera vez que el importante hombre aparecía en público, nunca antes había mostrado su rostro, ni siquiera, había aparecido jamás en fotografías, siempre se hallaba oculto en el más estricto de los hermetismos, y por ella era que habían comenzado los rumores sobre que, en realidad, era un hombre nada agraciado y demasiado feo para aparecer públicamente. Dante Morgan era el hombre a ca
Una nueva mañana daba comienzo y Helena Lloyd hojeaba una de sus revistas de la alta sociedad. Siempre era gratificante leer sobre la ultima moda, la nueva meditación de yoga y las novedades que pudiera haber sobre famosos o gente de alcurnia demasiado importante. Durante toda su vida, todo había sido lujo, no había una sola cosa que ella no haya deseado y haya tenido, pues su padre siempre se lo dio todo a manos llenas. Agitando su campanilla, avisaba a su servidumbre que era hora de que le trajesen el desayuno, alguna magdalena dulce, café y un poco de fruta, a ella le gustaba mucho cuidar su figura y permanecer tan hermosa como siempre había sido.El desayuno fue colocado sobre la mesita de jardín en su rincón favorito del exterior para desayunar. Su padre aun no se levantaba, y ella tomaba la fruta con la misma delicadeza que haría una princesa. Sin embargo, su semblante cambiaba poco a poco yendo de la arrogancia a la rabia mas ardiente conforme avanzaba en su lectura. Allí, en u
La mañana comenzaba tranquila, su apuesto y flamante esposo, había recibido una visita inesperada la noche anterior y por ello habían dejado “pendiente” aquel acto vergonzoso que estuvieron a punto de hacer. Sentándose al borde de la cama, Emma se percató que Dante parecía no haber dormido junto a ella o se había levantado demasiado temprano y no supo como sentirse al respecto. Si se era sincera, comenzaba a acostumbrarse a despertar y que el hombre estuviera a su lado.Estirando un poco sus músculos para despabilarse y terminar de despertar, tomo luego un agradable baño. Mirándose desnuda en el espejo, se sonrojo un poco al pensar en aquellas caricias salvajes y atrevidas que Dante le había dado la noche anterior y por un momento pudo imaginarse desnuda frente a él…para tener relaciones. Negando en silencio, se negó a pensar más allá, ella jamás había estado íntimamente con nadie, no porque no hubiese querido alguna vez, hubo muchos chicos que le habían gustado durante su temprana ju
Everard comenzó a mostrarle la enorme mansión a Dante y alardear de ello, así como tambien, se aseguraba de mostrar a Emma donde estaba cada cosa en la enorme casa para que Dante no sospechara nada, Emma sabía que, con aquella intención hacia aquello, pues si no sabía lo que había “en su hogar” seria raro, evitando lo más que podía cruzar palabra alguna con su hija. Helena, escondida entre habitaciones, no desaprovechaba la oportunidad para mirar secretamente a Dante y admirar lo hermoso que era el hombre en silla de ruedas, de haberlo sabido, no habría puesto pero alguno para casarse con él, y ardía de rabia cada vez que notaba como Dante tomaba de la mano a su gemela. Después de un rato, la pareja y Everard pasaron al elegante comedor principal de la mansión.—Cariño, dime, ¿Te has sentido cómoda? — cuestiono Everard a Emma mientras la miraba con un aire de altivez. No olvidaba que su querida Helena quería tomar el lugar que le correspondía.Emma sabia que su padre preguntaba aquell
Aquella mañana, Dante sabia, no era como las otras. Había despertado cálidamente abrazado de Emma, sin embargo, era momento de dejar aquel cálido confort y enfrentar a la realidad que le ofrecía esa fecha en especial. Levantándose apoyado de sus apoyos instalados en la cama, igual que todos los días desde hacia ya muchos años, batallaba para acomodarse en su silla de ruedas. Poco a poco con el paso del tiempo, se había medianamente acoplado a esas necesidades mientras se esforzaba por hacer la mayor cantidad de cosas posibles por el mismo. Odiaba depender de otros, odiaba que todo el mundo lo misare con lastima.“Nunca volverá a caminar, es una verdadera lástima, teniendo tan grande futuro por delante”“Ninguna mujer querrá batallarlo así, a nadie le gusta cargar con un bulto que ni siquiera puede ir al baño el solo”“¿Lo supiste? El pobre se quedó huérfano, pobrecito”Cada frase mal intencionada o cargada de lástima que había escuchado hacia su persona, lo había hecho aislarse despué