La mañana comenzaba tranquila, su apuesto y flamante esposo, había recibido una visita inesperada la noche anterior y por ello habían dejado “pendiente” aquel acto vergonzoso que estuvieron a punto de hacer. Sentándose al borde de la cama, Emma se percató que Dante parecía no haber dormido junto a ella o se había levantado demasiado temprano y no supo como sentirse al respecto. Si se era sincera, comenzaba a acostumbrarse a despertar y que el hombre estuviera a su lado.Estirando un poco sus músculos para despabilarse y terminar de despertar, tomo luego un agradable baño. Mirándose desnuda en el espejo, se sonrojo un poco al pensar en aquellas caricias salvajes y atrevidas que Dante le había dado la noche anterior y por un momento pudo imaginarse desnuda frente a él…para tener relaciones. Negando en silencio, se negó a pensar más allá, ella jamás había estado íntimamente con nadie, no porque no hubiese querido alguna vez, hubo muchos chicos que le habían gustado durante su temprana ju
Everard comenzó a mostrarle la enorme mansión a Dante y alardear de ello, así como tambien, se aseguraba de mostrar a Emma donde estaba cada cosa en la enorme casa para que Dante no sospechara nada, Emma sabía que, con aquella intención hacia aquello, pues si no sabía lo que había “en su hogar” seria raro, evitando lo más que podía cruzar palabra alguna con su hija. Helena, escondida entre habitaciones, no desaprovechaba la oportunidad para mirar secretamente a Dante y admirar lo hermoso que era el hombre en silla de ruedas, de haberlo sabido, no habría puesto pero alguno para casarse con él, y ardía de rabia cada vez que notaba como Dante tomaba de la mano a su gemela. Después de un rato, la pareja y Everard pasaron al elegante comedor principal de la mansión.—Cariño, dime, ¿Te has sentido cómoda? — cuestiono Everard a Emma mientras la miraba con un aire de altivez. No olvidaba que su querida Helena quería tomar el lugar que le correspondía.Emma sabia que su padre preguntaba aquell
Aquella mañana, Dante sabia, no era como las otras. Había despertado cálidamente abrazado de Emma, sin embargo, era momento de dejar aquel cálido confort y enfrentar a la realidad que le ofrecía esa fecha en especial. Levantándose apoyado de sus apoyos instalados en la cama, igual que todos los días desde hacia ya muchos años, batallaba para acomodarse en su silla de ruedas. Poco a poco con el paso del tiempo, se había medianamente acoplado a esas necesidades mientras se esforzaba por hacer la mayor cantidad de cosas posibles por el mismo. Odiaba depender de otros, odiaba que todo el mundo lo misare con lastima.“Nunca volverá a caminar, es una verdadera lástima, teniendo tan grande futuro por delante”“Ninguna mujer querrá batallarlo así, a nadie le gusta cargar con un bulto que ni siquiera puede ir al baño el solo”“¿Lo supiste? El pobre se quedó huérfano, pobrecito”Cada frase mal intencionada o cargada de lástima que había escuchado hacia su persona, lo había hecho aislarse despué
Dante miraba los nombres en aquellas tumbas, y recordaba aquellos hermosos momentos de su vida que compartió con ellos. Beatrice y Virgilio fueron personas respetables, honorables hasta el final y muy queridos por muchas personas. Podía ver las flores que seguramente sus viejos amigos les habían dejado el día anterior. Ese día, nadie mas que el los visitaba y charlaba con aquella lapida bajo la cual sus restos descansaban, aunque, ese día, no quería contarles nada a pesar de que se había casado hace poco. Recordó a su madre presionándolo con gracia para que contrajera matrimonio y le diese nietos, recordó a su padre hablándole sobre amar a una única mujer y darlo todo por ella…los recordó a ambos rodeándolo de amor y consejos para ser el gran hombre que ellos soñaban que fuera…se sintió hundido en la miseria por ello.El sonido de un par de tacones que cochaban con el pavimento humedecido, los distrajo de sus pensamientos. Alguien se acercaba, quizás, otra persona herida que visitaba
Aquella mañana se sintió diferente a otras. Había despertado nuevamente entre los brazos de su esposo, pero, esta vez, sentía algo en su pecho que la hacia sentirse intranquila. Aun no olvidaba aquellas palabras dichas por Dante, y su insistencia de que ella estaba con él por dinero.Levantándose, camino hacia la habitación matrimonial para buscar su celular. Ya había resuelto solicitar que la cambiaran al campus universitario que se encontraba en la ciudad, por suerte, allí podría continuar sus estudios. Llamando, había tenido que explicar a la secretaria del rector las razones que tuvo para su ausencia, y aunque omitió la parte en que ella se había casado con un perfecto desconocido, si menciono el creciente deterioro de salud de su madre, por lo cual, se le permitió retomar el semestre siempre y cuando se pusiera al corriente de lo que se había perdido.Siempre había querido ser médica, apasionada quizás por el deseo de salvar a su madre. Durante demasiados años, años en los que el
Nuevamente, despertaba al lado de Emma y la miraba respirar tan apaciblemente que lograba calmarlo. Mientras dormía, ella no tenia el ceño fruncido ni parecía tan angustiada como casi siempre, permanentemente estaba preocupada por su madre, la llamaba de manera constante y a escondidas de la servidumbre para saber sobre su estado de salud. Recordaba aquella radiante sonrisa que la vio llevar plasmada en su rostro el día anterior mientras atendía a los pocos pacientes que llegaban uno tras otros y que eran fácilmente observables desde aquella puerta enorme de cristal. Emma parecía una persona completamente distinta de la mujer astuta y casi fría que era siempre…parecía realmente feliz.Saliendo de la cama, la dejo dormir tranquilamente. Ya hablaría con ella sobre esa locura de tener un empleo y como ello podría complicar los planes de ambos. Mientras meditaba en el silencio de su lujoso estudio, sentía cada vez más y más admiración por la mujer que era su esposa. Ante el mundo, ella er
—Cuando sea tu esposa vamos a viajar a todos lados, vamos a visitar todas las tiendas, y escalar todas las montañas…mientras tanto Dante Morgan, lo único que harás será adorarme, como yo te adoro a ti —Abría los ojos esa mañana, después de haber pasado la noche entera soñando con ella. Sin embargo, el calor del hermoso cuerpo femenino que yacía junto al suyo, lo regreso a la realidad de inmediato. Mirandola una mañana mas despertando a su lado, Dante aprecio las hermosas y delicadas facciones femeninas de Emma. Estaba abrazándola, y recordó, que así se habían quedado dormidos la noche anterior, mientras ella y el permanecían en silencio después de la respuesta que ella le dio a su pregunta.—No te habría abandonado bajo ninguna circunstancia si hubiera sido de esa manera, creo que el amor va más allá de lo que el destino tenga preparado…no Dante, no te habría dejado solo, no soy ese tipo de persona —De alguna manera, aquellas palabras le habían ayudado a encontrar un consuelo, uno q
Aquella noche mágica recién daba comienzo. Dante esperaba a Emma, ansioso por estar con ella…ansioso por tenerla completamente para él. Emma, entrando a aquellos aposentos, miro a Dante fijamente a los ojos. Él, la tomo de la mano con la intención de llevarla a su lugar favorito…a su lugar secreto, el mismo en donde se ocultaba del mundo dentro de su mansión.Ninguno sabía que decir, pero ambos sentían la ansiedad creciendo en sus cuerpos, el calor aumentando, aquel deseo reprimido comenzaba a liberarse en Emma, los minutos iban pasando, y ellos, ellos sentían su alma colgando en un hilo de ansiedad…de deseo.— Es un lindo lugar — dijo Emma sin saber que más decir.Dante sonrió de lado ante aquello, habían llegado a su lugar favorito, el lugar entero le pertenecía a él, extendiendo su mano hacia la chica, la invito a pasar a su lugar, a su hogar, donde nunca antes había llevado a nadie que no fuese de su entera confianza, donde ninguna otra mujer había pisado, aquel sitio era su santu