Oscuridad, quizás, era aquello lo único que había tenido en su vida miserable y completamente mezquina. La luz de la luna se colaba solo un poco entre los barrotes de la celda en la que se hallaba preso, condenado a pagar por todo lo que había hecho en su búsqueda de hacerse con lo que siempre debió de ser suyo.Acinado en aquella cama sucia, incomoda y fría, Ciacco no escuchaba nada mas que el silencio, y algún grito ocasional de algún preso que peleaba con otro. Estaba asustado, aterrado de lo que sea que le deparaba el destino en ese punto sin retorno en el que ya se encontraba…quizás, lo mejor…—¿Morir? ¿Es esa tu opción? No lograste que Dante te acabara, es una lástima, te tocara hacerlo por tu cuenta —Ciacco miro hacia aquella esquina oscura de su celda, y logro dibujar en medio de la penumbra, la silueta de Virgilio, su odiado hermano, que parecía estar burlándose y disfrutar mucho de su miedo y su dolor.—Lárgate, no quiero verte, todo esto es culpa tuya hermano, si no hubier
—Con esta mano yo sostendré sus anhelos, tu copa nunca estará vacía, porque yo seré tu vino. Con esta vela alumbraré tu camino en la oscuridad y con este anillo te pido que seas mi esposa—Los ojos de Emma resplandecieron, y pronto, sus labios y los de su amado Dante, se habían sellado para siempre en un beso y fundido en una promesa que sus almas cantaron para la eternidad.—¡Felicidades! —Todos gritaban felicitando a los novios.6 meses habían pasado desde aquellos trágicos eventos que culminaron para siempre en aquel juicio que condeno a Ciacco.Emma miraba a sus amados rodeándola. Aquella era una boda sencilla, o mas bien, una fiesta de boda sencilla que Dante y ella estaban celebrando solo con sus seres más queridos aun y cuando ya estaban legalmente casados. Los rostros de todos aquellos que, bien o mal, los habían acompañado en el camino, estaban presentes llenándola de amor.—Esto es precioso Dante, todos los que nos importan están aquí, acompañándonos en este día tan especia
El tiempo, a veces, el mejor amigo, otras, el peor enemigo. Quizás, todo depende de quienes somos, de las cosas que amamos, las que odiamos, y, principalmente, de las cosas que hicimos. Para algunos, el paso de los años es una bendición, en la que ven sus dichas aumentando día con día, para otros, es solo un suplicio al que no le encuentran fin y que les vuelve mas pesada la vida.Eran ya 10 años los que habían transcurrido desde que un matrimonio se había firmado por contrato y un amor había nacido de manera francamente inesperada. Eran ya 8 años, en que Dante y Emma se seguían amando como aquel primer día en que descubrieron y admitieron lo que sentían por el otro.Dante, besaba a Emma esa mañana con la misma pasión que lo había hecho siempre, y Emma, le correspondía con el mismo fuego que había nacido dentro de ella desde ese momento en que por primera vez se entrego a él. Nuevamente, hacían el amor disfrutando el uno del otro. Dante besaba cada parte del cuerpo, a sus ojos perfect
El cielo nublado le hacia sentir aun mas miseria de la que sentía. Las gotas de lluvia comenzaron a caer una a una hasta cubrir en su totalidad la calzada por la que sus pasos cansados se apresuraban a llegar a aquellas oficinas en donde, una vez más, tendría una entrevista de trabajo. Las nubes grises presagiaban una tormenta, una de la que, quizás, Emma Brown no podría escapar. Llegando al lugar, se sentó en uno de aquellos incomodos sofás mientras miraba la cantidad de mujeres que aspiraban al mismo puesto. Intentado no desanimarse, con ilusión, esperaba junto al resto de las chicas en aquella pequeña habitación esperando su turno para su nueva entrevista laboral, mientras oraba por esta vez conseguir el empleo que necesitaba con premura. Era un pueblo pequeño, no demasiado urbanizado, y, por supuesto, sin demasiadas oportunidades, alejado de la gran ciudad en donde algún día pretendía vivir. Esperanzada, miraba como las chicas iban pasando una a una mientras se acariciaba las mano
Los paisajes de aquellos caminos desconocidos para ella, lucían tristes y nublados, últimamente, sus días eran así de grises, sombríos, y el sol no parecía tener la intención de salir a coronar el cielo. Emma meditaba en el lujoso auto que se hallaba en movimiento, mientras su mirada cargada de desolación y tristeza, permanecía perdida en la nada, y los recuerdos de la noche anterior atiborraban sus pensamientos.Hacia apenas unas horas atrás, el padre al que creyó muerto durante toda su vida, había aparecido de la nada con un trato para ofrecerle. Él, pagaría el costoso tratamiento para la enfermedad de su madre, siempre y cuando ella accediera a casarse con un hombre completamente desconocido.—Tienes que tomar una decisión ahora mismo, la boda es el día de mañana y yo no tengo tiempo para esperar por tu respuesta —Aquella frialdad era palpable, Everard Lloyd no estaba allí para ayudarles de buena voluntad, lo que pedía a cambio era un precio demasiado alto para ella.—¿Por qué yo
Caminaba con elegancia mientras miraba las hermosas guirnaldas de flores blancas que decoraban la entrada al recinto. Su padre biológico, el monstruo que repentinamente había aparecido en su vida, le extendía la mano para que ella la tomase y fingieran ante el mundo que eran padre e hija.Entrando por aquellas enormes puertas de fina madera, Emma sentía que el mundo se hacía cada vez más pequeño y asfixiante con cada paso que daba. La decoración era exquisita, fina y elegante, algo digno de un rey y una reina. Tambien, eran muchos los invitados al evento, algunos de ellos, eran famosos artistas y políticos que tan solo había visto por televisión, y muchos mas le eran completamente desconocidos, suponía, eran familiares y amistades de la familia de su padre biológico y del novio. Todas las miradas se habían concentrado en ella desde el momento en que entró, todos la miraban con un deje de lastima, como si estuviera a punto de unir su vida a la de un terrible monstruo. La verdad, es que
La gala había sido todo lo que se esperaba que fuera, una celebración de alta alcurnia, donde el lujo y la distinción se hicieron presentes. Aquellas miradas de las mujeres que en primera instancia la habían visto con lastima, ahora miraban a la hermosa novia con una envidia atroz que era tan palpable que se podía cortar cual rebanada de pastel. Emma permaneció todo el tiempo en silencio, regalando falsas sonrisas a todo aquel que se acercaba a saludarlos. Lo mismo hacia el hermético Dante, quien tan solo miraba con cierto recelo a la mujer que ahora era su esposa y no la perdía de vista. Aquella era la primera vez que el importante hombre aparecía en público, nunca antes había mostrado su rostro, ni siquiera, había aparecido jamás en fotografías, siempre se hallaba oculto en el más estricto de los hermetismos, y por ella era que habían comenzado los rumores sobre que, en realidad, era un hombre nada agraciado y demasiado feo para aparecer públicamente. Dante Morgan era el hombre a ca
Una nueva mañana daba comienzo y Helena Lloyd hojeaba una de sus revistas de la alta sociedad. Siempre era gratificante leer sobre la ultima moda, la nueva meditación de yoga y las novedades que pudiera haber sobre famosos o gente de alcurnia demasiado importante. Durante toda su vida, todo había sido lujo, no había una sola cosa que ella no haya deseado y haya tenido, pues su padre siempre se lo dio todo a manos llenas. Agitando su campanilla, avisaba a su servidumbre que era hora de que le trajesen el desayuno, alguna magdalena dulce, café y un poco de fruta, a ella le gustaba mucho cuidar su figura y permanecer tan hermosa como siempre había sido.El desayuno fue colocado sobre la mesita de jardín en su rincón favorito del exterior para desayunar. Su padre aun no se levantaba, y ella tomaba la fruta con la misma delicadeza que haría una princesa. Sin embargo, su semblante cambiaba poco a poco yendo de la arrogancia a la rabia mas ardiente conforme avanzaba en su lectura. Allí, en u