La gala había sido todo lo que se esperaba que fuera, una celebración de alta alcurnia, donde el lujo y la distinción se hicieron presentes. Aquellas miradas de las mujeres que en primera instancia la habían visto con lastima, ahora miraban a la hermosa novia con una envidia atroz que era tan palpable que se podía cortar cual rebanada de pastel. Emma permaneció todo el tiempo en silencio, regalando falsas sonrisas a todo aquel que se acercaba a saludarlos. Lo mismo hacia el hermético Dante, quien tan solo miraba con cierto recelo a la mujer que ahora era su esposa y no la perdía de vista.
Aquella era la primera vez que el importante hombre aparecía en público, nunca antes había mostrado su rostro, ni siquiera, había aparecido jamás en fotografías, siempre se hallaba oculto en el más estricto de los hermetismos, y por ella era que habían comenzado los rumores sobre que, en realidad, era un hombre nada agraciado y demasiado feo para aparecer públicamente. Dante Morgan era el hombre a cargo de la empresa mas importante del país, y, además, el heredero de los Morgan, la familia más influyente que existía en ese pedazo de tierra del mundo. Su nombre, era bien temido y conocido por todos aquellos que se consideraban alguien, su influencia y poderío, eran tales que realmente podría pagar la risa de cualquiera, y por ello, solo la hija de una buena familia podría ser su esposa.
Después de varias horas en los que los novios sonrieron para aquella multitud hipócrita que no les deseaba ni un tercio de la mitad de las cosas que les decían. Finalmente llegaban al que seria su “dulce hogar”; la hermosa y antigua mansión Morgan, que se alzaba soberbia y majestuosa sobre una colina rodeada de hermosos campos y bosques cuyos territorios eran propiedad de la familia. Dante, sin decir palabra alguna, entraba al ancestral y elegante hogar siendo ayudado por su servidumbre, servidumbre que, a su señal, los dejo solos casi en el acto. Emma apreciaba los decorados interiores, esa era la primera vez en toda su vida que miraba tal esplendor en persona, aquel lugar parecía sacado de su agitada imaginación o de las preciosas novelas que a veces miraba en TV, completamente lujoso y perfectamente ordenado, incluso, se sentía temeroso de romper algo, aunque ahora mismo, era la señora de ese lugar.
—Veo que estas muy impresionada por mi humilde hogar, Emma Brown — dijo Dante con una sonrisa que demostraba su enfado.
Emma se sintió ligeramente sorprendida por haber sido llamada por su nombre real, y no por el de Helena Lloyd que era el nombre de su gemela desconocida.
—Te equivocas, ese no es mi nombre, yo soy Helena Lloyd — respondió con seriedad la joven rubia de ojos avellanos.
Dante sonrió con ironía. Arrojando al suelo aquellos muchos documentos que contenían la información de la mujer que tenía delante, sonrió triunfal. El no era el tipo de hombre que dejaba a la deriva un asunto demasiado importante, y, por supuesto, averiguarlo todo sobre la familia de la mujer que sería su esposa y demás, le era esencial, había realizado sus propias averiguaciones, y estaba al tanto de que Emma, había suplantado a Helena en su boda. Dante Morgan no confiaba en nadie, su carácter frio y naturalmente desconfiado, no daban lugar a cabos sueltos jamás.
Al ver que la mujer tomaba aquellos papeles, esperaba que ella le suplicara perdón y rogara por su creencia por intentar engañarlo al verse descubierta de tal modo. Nadie que se atreviera a mentirle en la cara, terminaba bien. Sin embargo, la mujer tan solo sonrió mientras miraba aquellos documentos.
—Esto es verdaderamente un alivio, realmente no me gusta mentir ni mucho menos negar quien soy en realidad — dijo Emma sonriendo, cosa que logro desconcertar por primera vez a Dante Morgan. — Te explicare señor Morgan, no tengo nada que ocultar realmente — termino de decir la hermosa joven.
Dante escuchó con suma atención todo lo que aquella mujer tenia para decirle, aquel contrato ofrecido por Everard Lloyd y todo lo que venia con ello, así como tambien las razones por las cuales la joven Emma Brown había aceptado cometer tal disparate. Casi quiso reír, cuando escucho que su hermana gemela, Helena, no había querido casarse con el por miedo a que fuese demasiado feo e insoportable.
—Ya veo, pero dime Emma, ¿Por qué habría de perdonarte por esta osadía que contra mi has cometido? — dijo el hermoso hombre que la miraba desde su silla de ruedas, esperando aun que ella le suplicara perdón.
—¿Perdonarme? — cuestionó Emma con ironía. — No señor Morgan, usted no lo entiende, yo no le estoy pidiendo perdón, si no, quiero ofrecerle un contrato — dijo con firmeza la hermosa rubia.
Dante no pudo ocultar su desconcierto. ¿Esa mujer no le temía?
—¿Un acuerdo? ¿Por qué cree señorita Brown, que yo aceptaría hacer un contrato con usted que deliberadamente me ha mentido? — cuestionó Dante interesado en escuchar la respuesta de Emma.
La joven rubia sonrió.
—Por favor señor Morgan, le ruego que no me trate como si yo fuera una estúpida, porque le aseguro que no lo soy. Usted acepto casarse con una mujer completamente desconocida, una mujer que no conocía su rostro por lo cual, es mas que obvio que no conocía de antes, y, por lo tanto, solo hay dos posibilidades enfrente; la primera de ellas es, que usted es un completo imbécil, y la segunda, que usted ha tenido que conseguir a una esposa de manera urgente debido a un compromiso familiar que puede y debe de estar relacionado con su herencia. Y dado el hecho de que usted averiguo hasta el más ínfimo detalle sobre mí, fácilmente deduzco que es por la segunda razón que se ha casado con Helena Lloyd sin conocerla. Así que, concluyendo esto, lo que le ofrezco es ser la perfecta esposa que usted necesita, a cambio, quiero que me ayude a vengarme de mi padre biológico, quien me abandono junto a mi madre y que me busco deliberadamente para usarme de moneda de cambio. Y bien, ¿Aceptara? — dijo Emma completamente segura de si misma y mostrando aquella superior inteligencia que había tenido siempre.
Dante sonrió. — Me ofreces ser una perfecta esposa, ¿Por qué crees que no llamaría a la policía en este momento para que te arresten por tomar la identidad de alguien que no eres? — cuestionó arrogante.
Emma le sonrió al hombre en silla de ruedas con un deje de arrogancia.
—Se que no lo hará señor Morgan, por la simple razón de que no lo hizo antes y no lo hizo mientras veníamos hacia aquí, eso solo me dice, que usted no quiere que se haga un escandalo por esto, porque un escandalo de identidad, sacaría a la luz lo que hizo mi padre y mancharía su importante apellido, así que no lo hará, puedo asegurarlo — respondió Emma con suspicacia.
Dante soltó una carcajada, y luego miro a aquella hermosa y demasiado brillante mujer. Se sentía honestamente sorprendido de su inteligencia y suspicacia, era muy observadora, una joven a la altura de lo que estaba deseando tener. En ninguna de sus deducciones, admitió, Emma se había equivocado. Mirandola con atención, pudo además notar lo increíblemente hermosa que la Brown era. Su cabello era largo y rubio del color de la luz matutina, sus ojos avellanos eran brillantes y demasiado expresivos, de grandes y abundantes pestañas que los hacían lucir como un par de estrellas. Su cuerpo era perfecto, hermoso en cada curva exquisita que alcanzaba a apreciar, su piel se apreciaba cremosa y tersa, blanca como la nieve que comienza a derretirse en primavera y sin imperfección alguna, una belleza e intelecto sin igual que comenzaba a tentarlo.
—Muy bien Emma Brown, tenemos un contrato, tu fingirás ser Helena Lloyd, mi perfecta esposa, hasta que tenga la herencia que me corresponde por derecho, y yo, te ayudare a tomar venganza contra tu padre biológico, acepto — dijo Dante extendiendo su mano hacia Emma para sellar su acuerdo.
—Señor Morgan, tenemos un trato — respondió Emma con una sonrisa.
Un nuevo contrato se había formado.
Llegando la hora en que, según lo tradicional, tenían que compartir por primera vez el lecho matrimonial, Emma se sintió demasiado nerviosa.
—Señor Morgan, ¿En dónde es que dormiré yo? — cuestionó Emma con evidente temor de escuchar la respuesta de su ahora esposo.
Dante sonrió maliciosamente, y acercándose a ella en su silla, la tomo por la cintura para luego sentarla sobre una de sus piernas.
—Dijiste que serias la esposa perfecta Emma, así que, parte de ser la esposa perfecta, es que tendremos que dormir juntos…y, quizás otras cosas, además — respondió Dante con un deje de sarcasmo.
Emma miro la entrepierna de Dante Morgan, ¿Su hombría le funcionaba perfectamente bien? Un escalofrió la recorrió, ella jamás había estado de esa manera con nadie.
Al no tener respuesta, Dante la besó realmente molesto al sentirse rechazado (Aunque no era así). Besándola con fuerza, Emma se congelo durante un momento, aquel beso demandante y dominante, la había tomado por sorpresa. Dante la deseaba. Sin embargo, golpes en la puerta lo sacaron de su trance erótico, interrumpiendo aquel momento que comenzaba a nacer entre ambos, y la rabia nuevamente se apodero de él.
—Lamento mucho interrumpirlo mi señor, pero ha sido requerido de urgencia por asunto de la empresa —
La voz del viejo mayordomo lo enfureció. Emma se levantó rápidamente de las piernas de su esposo, para caminar hacia la cama demasiado avergonzada por lo que acababa de pasar. Dante, salió hecho una furia en su silla de ruedas para atender aquel asunto, aun con la sensación del cálido cuerpo femenino sobre el. La próxima vez, Emma Brown no escaparía de sus manos.
Emma, sintió como el sueño la vencía, y con una sonrisa en sus labios al no tener que compartir el lecho aquella primera noche, se quedó profundamente dormida con la sensación de haber ganado.
Una nueva mañana daba comienzo y Helena Lloyd hojeaba una de sus revistas de la alta sociedad. Siempre era gratificante leer sobre la ultima moda, la nueva meditación de yoga y las novedades que pudiera haber sobre famosos o gente de alcurnia demasiado importante. Durante toda su vida, todo había sido lujo, no había una sola cosa que ella no haya deseado y haya tenido, pues su padre siempre se lo dio todo a manos llenas. Agitando su campanilla, avisaba a su servidumbre que era hora de que le trajesen el desayuno, alguna magdalena dulce, café y un poco de fruta, a ella le gustaba mucho cuidar su figura y permanecer tan hermosa como siempre había sido.El desayuno fue colocado sobre la mesita de jardín en su rincón favorito del exterior para desayunar. Su padre aun no se levantaba, y ella tomaba la fruta con la misma delicadeza que haría una princesa. Sin embargo, su semblante cambiaba poco a poco yendo de la arrogancia a la rabia mas ardiente conforme avanzaba en su lectura. Allí, en u
La mañana comenzaba tranquila, su apuesto y flamante esposo, había recibido una visita inesperada la noche anterior y por ello habían dejado “pendiente” aquel acto vergonzoso que estuvieron a punto de hacer. Sentándose al borde de la cama, Emma se percató que Dante parecía no haber dormido junto a ella o se había levantado demasiado temprano y no supo como sentirse al respecto. Si se era sincera, comenzaba a acostumbrarse a despertar y que el hombre estuviera a su lado.Estirando un poco sus músculos para despabilarse y terminar de despertar, tomo luego un agradable baño. Mirándose desnuda en el espejo, se sonrojo un poco al pensar en aquellas caricias salvajes y atrevidas que Dante le había dado la noche anterior y por un momento pudo imaginarse desnuda frente a él…para tener relaciones. Negando en silencio, se negó a pensar más allá, ella jamás había estado íntimamente con nadie, no porque no hubiese querido alguna vez, hubo muchos chicos que le habían gustado durante su temprana ju
Everard comenzó a mostrarle la enorme mansión a Dante y alardear de ello, así como tambien, se aseguraba de mostrar a Emma donde estaba cada cosa en la enorme casa para que Dante no sospechara nada, Emma sabía que, con aquella intención hacia aquello, pues si no sabía lo que había “en su hogar” seria raro, evitando lo más que podía cruzar palabra alguna con su hija. Helena, escondida entre habitaciones, no desaprovechaba la oportunidad para mirar secretamente a Dante y admirar lo hermoso que era el hombre en silla de ruedas, de haberlo sabido, no habría puesto pero alguno para casarse con él, y ardía de rabia cada vez que notaba como Dante tomaba de la mano a su gemela. Después de un rato, la pareja y Everard pasaron al elegante comedor principal de la mansión.—Cariño, dime, ¿Te has sentido cómoda? — cuestiono Everard a Emma mientras la miraba con un aire de altivez. No olvidaba que su querida Helena quería tomar el lugar que le correspondía.Emma sabia que su padre preguntaba aquell
Aquella mañana, Dante sabia, no era como las otras. Había despertado cálidamente abrazado de Emma, sin embargo, era momento de dejar aquel cálido confort y enfrentar a la realidad que le ofrecía esa fecha en especial. Levantándose apoyado de sus apoyos instalados en la cama, igual que todos los días desde hacia ya muchos años, batallaba para acomodarse en su silla de ruedas. Poco a poco con el paso del tiempo, se había medianamente acoplado a esas necesidades mientras se esforzaba por hacer la mayor cantidad de cosas posibles por el mismo. Odiaba depender de otros, odiaba que todo el mundo lo misare con lastima.“Nunca volverá a caminar, es una verdadera lástima, teniendo tan grande futuro por delante”“Ninguna mujer querrá batallarlo así, a nadie le gusta cargar con un bulto que ni siquiera puede ir al baño el solo”“¿Lo supiste? El pobre se quedó huérfano, pobrecito”Cada frase mal intencionada o cargada de lástima que había escuchado hacia su persona, lo había hecho aislarse despué
Dante miraba los nombres en aquellas tumbas, y recordaba aquellos hermosos momentos de su vida que compartió con ellos. Beatrice y Virgilio fueron personas respetables, honorables hasta el final y muy queridos por muchas personas. Podía ver las flores que seguramente sus viejos amigos les habían dejado el día anterior. Ese día, nadie mas que el los visitaba y charlaba con aquella lapida bajo la cual sus restos descansaban, aunque, ese día, no quería contarles nada a pesar de que se había casado hace poco. Recordó a su madre presionándolo con gracia para que contrajera matrimonio y le diese nietos, recordó a su padre hablándole sobre amar a una única mujer y darlo todo por ella…los recordó a ambos rodeándolo de amor y consejos para ser el gran hombre que ellos soñaban que fuera…se sintió hundido en la miseria por ello.El sonido de un par de tacones que cochaban con el pavimento humedecido, los distrajo de sus pensamientos. Alguien se acercaba, quizás, otra persona herida que visitaba
Aquella mañana se sintió diferente a otras. Había despertado nuevamente entre los brazos de su esposo, pero, esta vez, sentía algo en su pecho que la hacia sentirse intranquila. Aun no olvidaba aquellas palabras dichas por Dante, y su insistencia de que ella estaba con él por dinero.Levantándose, camino hacia la habitación matrimonial para buscar su celular. Ya había resuelto solicitar que la cambiaran al campus universitario que se encontraba en la ciudad, por suerte, allí podría continuar sus estudios. Llamando, había tenido que explicar a la secretaria del rector las razones que tuvo para su ausencia, y aunque omitió la parte en que ella se había casado con un perfecto desconocido, si menciono el creciente deterioro de salud de su madre, por lo cual, se le permitió retomar el semestre siempre y cuando se pusiera al corriente de lo que se había perdido.Siempre había querido ser médica, apasionada quizás por el deseo de salvar a su madre. Durante demasiados años, años en los que el
Nuevamente, despertaba al lado de Emma y la miraba respirar tan apaciblemente que lograba calmarlo. Mientras dormía, ella no tenia el ceño fruncido ni parecía tan angustiada como casi siempre, permanentemente estaba preocupada por su madre, la llamaba de manera constante y a escondidas de la servidumbre para saber sobre su estado de salud. Recordaba aquella radiante sonrisa que la vio llevar plasmada en su rostro el día anterior mientras atendía a los pocos pacientes que llegaban uno tras otros y que eran fácilmente observables desde aquella puerta enorme de cristal. Emma parecía una persona completamente distinta de la mujer astuta y casi fría que era siempre…parecía realmente feliz.Saliendo de la cama, la dejo dormir tranquilamente. Ya hablaría con ella sobre esa locura de tener un empleo y como ello podría complicar los planes de ambos. Mientras meditaba en el silencio de su lujoso estudio, sentía cada vez más y más admiración por la mujer que era su esposa. Ante el mundo, ella er
—Cuando sea tu esposa vamos a viajar a todos lados, vamos a visitar todas las tiendas, y escalar todas las montañas…mientras tanto Dante Morgan, lo único que harás será adorarme, como yo te adoro a ti —Abría los ojos esa mañana, después de haber pasado la noche entera soñando con ella. Sin embargo, el calor del hermoso cuerpo femenino que yacía junto al suyo, lo regreso a la realidad de inmediato. Mirandola una mañana mas despertando a su lado, Dante aprecio las hermosas y delicadas facciones femeninas de Emma. Estaba abrazándola, y recordó, que así se habían quedado dormidos la noche anterior, mientras ella y el permanecían en silencio después de la respuesta que ella le dio a su pregunta.—No te habría abandonado bajo ninguna circunstancia si hubiera sido de esa manera, creo que el amor va más allá de lo que el destino tenga preparado…no Dante, no te habría dejado solo, no soy ese tipo de persona —De alguna manera, aquellas palabras le habían ayudado a encontrar un consuelo, uno q