Elena—¡Salud! —vocifero con una multitud desconocida que me sigue tras la barra. Levanto mi Gintonic y seguidamente lo llevo a mis encendidos labios color carmín.El sudor mezclado con gotas de alcohol ruedan por mi cuello hasta manchar el escote de mi vestido. El dije de mi colgante se ha pegado a la piel que me recubre los pechos y sonrío como la estúpida borracha que soy ahora.Un fuerte olor a piña colada inunda mis pulmones junto con la frescura de un aroma que no distingo. Cierro los ojos, sin la mínima certeza de qué hago o cómo me muevo. Solo escucho a Britt cantar de forma horrible mientras Abril grita a los cuatro vientos que ama a su ex. Elevo los brazos y la mirada al techo reluciente de la disco mientras mi cintura se contonea, haciéndome impactar contra pantalones irrespetuosos y portañuelas abultadas. Ahora nada de eso me importa.«Voy a casarme». Me repito varias veces, muerdo mis labios en frustración y dejo que mis caderas sean poseídas por manos extrañas. Me dejo l
HeroAbro los ojos con lentitud. Emito gruñidos mientras me estiro y luego de bostezar, un preocupante bulto sobre mi pecho me hace pegar un respingo. «¡Mierda». Me llevo las manos al rostro, maldigo en mi interior y con cuidado, alzo su brazo y me deshago de su toque, sintiéndome aún más imbécil de lo que normalmente soy. Expulso una cantidad exagerada de aire por mi nariz, me siento en el borde de la cama y miro hacia atrás, donde el cuerpo voluptuoso de una mujer reposa entre las sábanas.Su cintura desnuda y amoldada es lo único que sobresale a la vista, y un poco más abajo, un empinado trasero forma un bulto exótico y redondo. Una melena de extraño color naranja natural se expande por su espalda y parte de la almohada que se halla bajo su rostro. Se ve tranquila, inocente, sumida en sueños que no quisiera interrumpir por respeto y amabilidad...Estrujo mi rostro con mis manos, fugaces recuerdos de lo que ocurrió hace unas horas pasan como flechas por mi mente y me detengo solo e
Elena:Estúpida y sin dominio propio. Así me siento. Como una jodida títere colgando de las manos de mi padre. Doblo las prendas de vestir restantes y las acomodo una encima de la otra, procurando que todo quepa a la perfección para no dejarme nada. Mientras empaco, mi mente no deja de maquinar todo lo que ha ocurrido estos últimos días, desde la fatídica noticia de que papá estaba en el hospital tras una golpiza, hasta la gloriosa noche que tuve con "no sé quién" en la que ocurrió "cierta cosa", de lo cual no recuerdo mucho, pero de alguna forma, no desaparece la idea de la escapada de mi cabeza. Me dejo caer sobre el colchón de mi cama y luego de soltar un profundo y melancólico suspiro, me tallo la cara en busca de una paz que bien poco podría durar.Pienso en mí, en cómo será mi vida desde el jodido momento en el que pise mi nueva casa... «¿Qué casa, de cuál maldita casa estoy hablando? Ese nunca sería mi hogar». Medito. Un nudo se forma en mi garganta, tirando toda mi fortalez
Elena—¿Falta mucho para llegar? —le pregunto al señor que, diez o quince años mayor que yo y vestido de traje, conduce el vehículo que me llevará a mi desgracia. —Un poco —contesta seco, intercambiando una mirada conmigo a través del espejo retrovisor. —Gracias —respondo y encuentro entretenimiento en el borde de mi vestido floreado. Suelto un suspiro profundo y me dejo caer contra el espaldar del asiento. Bajo la mirada y mientras mis dedos se dedican a juguetear con la tela de franela, mi mente viaja a los días dónde la paz de los Jones llegó a su fin. —Dime qué hiciste ahora papá —soyoza Eve entre lágrimas. Su maquillaje está corrido y tiene el cabello alborotado de lo tanto que se ha movido dentro del hospital. Emily reposa a mi lado, sentada en un sillón con la mirada perdida como siempre. No opina ni tampoco demuestra preocupación. Y aunque su actitud ha sido siempre la misma, me incomoda la serenidad con la que nos observa en silencio. La hago a un lado cuando intenta po
Hero:Viene a pasos lentos y temerosos. Su estatura no debe superar los 95cm y tiene el cabello extraordinariamente largo, de un color rubio con tonalidades doradas, nada que ver conmigo o su madre. De rostro angelical, ojos cafés, nariz pequeña y puntiaguda, cejas claras y labios rojizos. Lleva puesto un vestido rosa holgado hasta sus rodillas y un par de zapatillas blancas llenas de piedrecitas brillantes. Sostiene contra su pecho una muñeca castaña con tirabuzones y bata repleta de vuelos, es casi tan hermosa como ella. Se aproxima de la mano de Boris, ella es la única persona que está al tanto de todo, siendo la mejor amiga de Ashley —la madre de la niña—, y trabajando para mí, la noticia le calló de gratis. Boris es transexual, de piel oscura, cabello rizado y cuerpo equipado por cirugías estéticas, cada vez se asemeja más a una mujer hecha y derecha. Es quien ha cuidado de Valeria desde hace dos meses. La semana pasada descubrí, mediante exámenes de ADN, que la pequeña no es m
Elena:Coloco mi portátil sobre la almohada y me cruzo de piernas sobre el colchón. Abril y Brit me observan a través de la pantalla, la primera torciendo sus labios y la otra sorbiendo de un jugo con una pajita. —Pero podrías aprovechar y hablar con el señor Clark, preguntarle cuál es el propósito del contrato —propone Abril, sus ojos cafés están abiertos a la par, desde aquí puedo ver sus pupilas dilatadas. Tiene su cabello negro recogido en un moño desaliñado y viste con un pijama de pikachu. —Llevo dos días aquí y no lo he conocido aún —contesto, encogiéndome de hombros con desgano. Estoy cansada de disfrazar mi tristeza con llamadas y sonrisas improvisadas. —Seguro es un viejo horroroso que quiere que le des herederos —apunta Brit y saborea el líquido en su boca, hace una mueca y alza su dedo índice—, ¡Oh, oh! ¿Y si se está muriendo y solo busca quien cuide de sus vienes? —Me dijo el chófer que Claus tiene un hijo, Brit. —Siendo así... ¿Y si...? Ruedo los ojos ante tales
Elena:Siempre me he considerado una mujer altiva, que no se doblega ante nadie y que pone sus objetivos al frente de sus obligaciones. Todo eso cambió desde que la fatídica noticia de las deudas de mi padre llegó a mis oídos por su boca ignorante. En esta fecha habría entrado al Instituto de niños autistas de mi pueblo, estaría feliz rodeada de pequeños con dificultades especiales. Era ese mi sueño desde adolescente, uno que luché por conseguir y que ahora, gracias al descuido del héroe que idolatré cundo pequeña —el cual se ha convertido en villano—, tuve que tirar mis aspiraciones a la basura. Ana levanta a la par sus cejas y me extiende una mano para saludarme. Hago lo mismo y sonreímos con serenidad. —Elena, ella es Ana, la asistente del caso de Valeria. Estará aquí con nosotros hasta que la adopción se haga oficial —me explica la doña cuyo nombre desconozco y asiento fingiendo sorpresa, como si supiera de que carajos está hablando. «¿Adopción? ¿Qué rayos?». Veo en su mirada
Hero:—Lo sé mamá, solo lo olvidé. Es mucho lo que tengo en la cabeza, se me pasó la fecha, cuando Monroe me lo dijo pensé que algo había salido mal, que Claus se había apresurado en ir a buscarla, pero no, m****a era hoy —le explico y me llevo una mano a la frente, tumbado sobre la cama de mi apartamento—, pero lo que sí recuerdo es haberle dicho que debía traerla aquí, no a la mansión.—Con lo que me acabas de decir, estoy segura de que también te equivocaste en eso, quizá le dijiste "mansión" y ahora no recuerdas —me contesta serena desde el otro lado de la línea.—Te juro que sí le dije... —Freno mis palabras y suelto un suspiro—, eso es lo de menos, la verdad. Te llamé para decirte que ya está en casa, y que voy a necesitar que vengas antes, por favor, no quiero ni imaginar lo que pasará si Ana y ella se cruzan y comienzan a hacerse preguntas la una a la otra. Encima, se me pasó decirle a la asistente que me voy a casar.—Hero, David te dijo que ese detalle es muy importante, si t