Elena
—¿Falta mucho para llegar? —le pregunto al señor que, diez o quince años mayor que yo y vestido de traje, conduce el vehículo que me llevará a mi desgracia.—Un poco —contesta seco, intercambiando una mirada conmigo a través del espejo retrovisor.
—Gracias —respondo y encuentro entretenimiento en el borde de mi vestido floreado.
Suelto un suspiro profundo y me dejo caer contra el espaldar del asiento. Bajo la mirada y mientras mis dedos se dedican a juguetear con la tela de franela, mi mente viaja a los días dónde la paz de los Jones llegó a su fin.
—Dime qué hiciste ahora papá —soyoza Eve entre lágrimas. Su maquillaje está corrido y tiene el cabello alborotado de lo tanto que se ha movido dentro del hospital.
Emily reposa a mi lado, sentada en un sillón con la mirada perdida como siempre. No opina ni tampoco demuestra preocupación. Y aunque su actitud ha sido siempre la misma, me incomoda la serenidad con la que nos observa en silencio.
La hago a un lado cuando intenta ponerse de pie y tomo la mano de nuestro padre entre las mías. Detallo su rostro, mutilado por los golpes que ha recibido y triste por lo que sea que tiene que decirnos.
—¿Quién ha sido papá por favor? ¡Dinos algo! —le suplico, absorbo con mi nariz y llevo su mano a mis labios para dejar un beso en el torso de ella.
—Perdónenme —logra decir y su voz es interrumpida por débiles quejidos.
Papá llora, se lamenta con sentimiento y pesar. Hace mucho tiempo no le veía así, desde la muerte de mama precisamente.
Las enfermeras nos han dejado solos.
Eve y yo hacemos lo posible porque nos cuente de lo ocurrido, lo cual nos cuesta un poco ante los gemidos desconcertantes que emite segundo tras segundo. Solo pronuncia súplicas de disculpa y llora casi sin fuerzas.
—Necesitamos que nos cuentes, vamos papá, ¿Qué has hecho? —insiste Eve.
—¿Por qué lo interrogas como si hubiese hecho algo Evelina? —le inquiero. Desde que llegamos no para de hacer ese tipo de insinuaciones.
—¡Porque lo conozco Ele, y tú también! ¡Así que para de lamentarte con él y ayúdame a hacer que hable! —exclama en voz alta, me sobresalto y al notarlo cambia su semblante por uno más suave—. ¿En qué rayos te metiste? O nos dices ahora o yo seré la primera en largarme de aquí —farfulla entre dientes, y al no recibir respuesta se acerca a su oído—, no me hagas decirle a Mick que intervenga, como abogado es una estrella papá, habla de una vez.
—No seas tan dura con él —habla Emy finalmente y la mirada asesina que le lanza Eve es suficiente para que mantenga la inutilidad de siempre y guarde silencio.
Yo me limito a esperar respuestas, porque por mucho que me lastime ver a nuestro padre en esa situación, también tengo curiosidad por saber lo que ha pasado, no es la primera vez que se mete en problemas por causa de la bebida y las deudas.
—Ellos... ellos van a... Van a matarlas si yo...
La palabra matar aturde mis oídos y mi corazón se lanza a correr despavorido. Mi respiración se dificulta y trago condifucultad por una declaración tan difícil de digerir.
—¡¿Si tú no qué?! ¡Mierda papá! —gimotea Eve. Gruesas lágrimas corren por sus mejillas y se lleva las manos a la cabeza.
—Si... Si no les pago lo que les... lo que les debo —farfulla y es una daga directo a mi pecho.
—¿Cuánto? —me apresuro en cuestionar antes que Eve, con un temor que produce temblores en mis manos.
—Tres millones de dólares...
—¡Maldito! —El grito de Eve es lo último que escucho antes de sentir mis piernas volverse gelatina y desaparecer en una prolongada oscuridad.
—Maldito...
—¿Cómo? —la voz del conductor me hace salir del trance que mi situación familiar me ha producido y sacudo la cabeza para recomponerme.
Me llevo los dedos a mis sentidos y hago presión en círculos para dispersar el dolor de cabeza que me aqueja.
—Hablaba conmigo misma, señor... —suspendo mis palabras en busca de su nombre.
—Claus, chofer de los Clark y previamente suyo también —contesta dedicándome una dulce mirada por el espejo y ladeo mis labios en una sonrisa triste difícil de no persibir.
—¿Cómo es él? —la pregunta llega sin aviso y luego de hacerla hago silencio.
Ahora mismo eso es lo de menos, con los tantos problemas que me ahogan esto no es exactamente lo que debería preocuparme, pero joder, no paro de pensar en la figura de mi futuro esposo, un rostro que mil veces he intentado construir en mi mente y que siempre termina decepcionandome, porque aunque no tengo opciones más que aceptar lo inevitable, la idea de contraer matrimonio con un señor que desconozco lleva varios días quemando mis razonamientos.
—Disculpe ¿Cómo es quién?
Veo su ceño fruncirse a través del espejo y trago saliva para volver a cuestionar.
—El señor Clark.
—Oh, me pregunta usted por Hero —pausa y maniobra con el volante para tomar una curva—. Bueno, la verdad, no sé exactamente a qué se refiere. Le comunico que hay cierta información de su persona que no estoy autorizado a contestar —declara y fija su mirada en la extensa y poco transitada carretera.
«Hero... Ese es su nombre. Demasiado ¿lindo? para un... ¿Qué edad tendrá ese hombre?».
—Entiendo... Solo quería saber cómo... Nada, olvídelo —tajo y regreso la vista al paisaje que corre tras la ventanilla.
* * *
Un precioso jardín repleto de rosas, orquídeas y arbustos verdosos y perfectamente posados me recibe y a pasos lentos y espectantes sigo tras Claus, quien le indica a unos jóvenes vestidos con pantalón oscuro, camisa y chaleco, que carguen mis maletas y me ayuden con mi bolso.
Un pasillo empedrado y con estatuas de mármol a ambos lados nos guía hasta múltiples escalones que conducen a un enorme portón. Parados frente a la enmaderada puerta, Claus se despide de mí con amabilidad y saca su teléfono para llamar a una tal "Sabrina".Las piernas me tiemblan, agarro las esquinas de mi vestido con mis manos y me mantengo quieta a espera de que abran la dichosa mansión o que llegue la supuesta Sabrina.
El viento desenfrenado me remueve el cabello y las puntas me hacen cosquillas en el rostro. Intento apartarlo sin despeinarlo más de lo que está y la rabia que llevo dentro se acrecienta a medida que los segundos pasan.—¿Elena Jones?
«Mierda».
Una voz ronca me sorprende a mis espaldas y muerdo el interior de mis mejillas antes de voltearme. Comienzo a experimentar una sensación horrible, pensamientos cargados de rabia e impotencia llegan y se van en cuestión de centécimas de segundos, me cuesta darme la vuelta. No quiero que se acumulen tantas desilusiones en tan pocos minutos, y el rostro del señor Clark es una de las cosas que más me aterra.
—¿Señorita Jones? —insiste y trago en seco, agarrando el valor para girarme y hacerle frente.
«Diablos tengo que hacerlo». Me impongo y, luego de soltar todo el aire acumulado en mis pulmones, giro sobre mi propio eje, encontrándome con algo que deshace todas las esperanzas que tenía de que su apariencia, al menos, no fuese tan torturante.
Definitivamente podría ser mi abuelo. Tiene el cabello blanco debido a su avanzada edad y numerosas arrugas se amontonan por casi todo su perfilado rostro. Tiene ojos color avellana y todo los razgos característicos de un anciano. Lleva traje azul oscuro y corbata de rombos a juego.
No sé cómo podré soportar esto...—¿Es usted el señor Clark? —suelto sin darle tiempo siquiera a emitir otra palabra antes que yo.
—Bienvenida Elena —se apresura en agregar. Su rostro transmite tranquilidad y dulzura al hablar, me recuerda mucho a mi abuelo Pat, el padre de papá—, soy Monrue, el mayordomo de la mansión, es para mí un placer atenderla hasta que su novio llegue de Londres, si me permite, le muestro su habitación.
¡Madre santísima!
Un alivio enorme me recorre el cuerpo cuando se presenta como el mayordomo y dejo que mis hombros retomen su estado natural y abandonen la rigidez de hace un momento.
«Ele por favor, eso no quita que el verdadero señor Clark no sea un anciano». Indago, pero prefiero engañarme con la idea de que quizá y solo quizá, tenga un poco de suerte con esto, ya que en todo lo demás soy un caso perdido, mi familia como tal lo es gracias a mi padre.
—Por supuesto, gracias —respondo y él me sonríe. Lástima que yo no pueda corresponderle con la misma alegría.
Holaaa!! Les va gustando esta historia? Espero que sí. Estén pendientes cada día de las actualizaciones, y no olviden comentar y dejarme sus más sinceras opiniones, estaré encantada de recibirlas. Un besoooo!!!
Hero:Viene a pasos lentos y temerosos. Su estatura no debe superar los 95cm y tiene el cabello extraordinariamente largo, de un color rubio con tonalidades doradas, nada que ver conmigo o su madre. De rostro angelical, ojos cafés, nariz pequeña y puntiaguda, cejas claras y labios rojizos. Lleva puesto un vestido rosa holgado hasta sus rodillas y un par de zapatillas blancas llenas de piedrecitas brillantes. Sostiene contra su pecho una muñeca castaña con tirabuzones y bata repleta de vuelos, es casi tan hermosa como ella. Se aproxima de la mano de Boris, ella es la única persona que está al tanto de todo, siendo la mejor amiga de Ashley —la madre de la niña—, y trabajando para mí, la noticia le calló de gratis. Boris es transexual, de piel oscura, cabello rizado y cuerpo equipado por cirugías estéticas, cada vez se asemeja más a una mujer hecha y derecha. Es quien ha cuidado de Valeria desde hace dos meses. La semana pasada descubrí, mediante exámenes de ADN, que la pequeña no es m
Elena:Coloco mi portátil sobre la almohada y me cruzo de piernas sobre el colchón. Abril y Brit me observan a través de la pantalla, la primera torciendo sus labios y la otra sorbiendo de un jugo con una pajita. —Pero podrías aprovechar y hablar con el señor Clark, preguntarle cuál es el propósito del contrato —propone Abril, sus ojos cafés están abiertos a la par, desde aquí puedo ver sus pupilas dilatadas. Tiene su cabello negro recogido en un moño desaliñado y viste con un pijama de pikachu. —Llevo dos días aquí y no lo he conocido aún —contesto, encogiéndome de hombros con desgano. Estoy cansada de disfrazar mi tristeza con llamadas y sonrisas improvisadas. —Seguro es un viejo horroroso que quiere que le des herederos —apunta Brit y saborea el líquido en su boca, hace una mueca y alza su dedo índice—, ¡Oh, oh! ¿Y si se está muriendo y solo busca quien cuide de sus vienes? —Me dijo el chófer que Claus tiene un hijo, Brit. —Siendo así... ¿Y si...? Ruedo los ojos ante tales
Elena:Siempre me he considerado una mujer altiva, que no se doblega ante nadie y que pone sus objetivos al frente de sus obligaciones. Todo eso cambió desde que la fatídica noticia de las deudas de mi padre llegó a mis oídos por su boca ignorante. En esta fecha habría entrado al Instituto de niños autistas de mi pueblo, estaría feliz rodeada de pequeños con dificultades especiales. Era ese mi sueño desde adolescente, uno que luché por conseguir y que ahora, gracias al descuido del héroe que idolatré cundo pequeña —el cual se ha convertido en villano—, tuve que tirar mis aspiraciones a la basura. Ana levanta a la par sus cejas y me extiende una mano para saludarme. Hago lo mismo y sonreímos con serenidad. —Elena, ella es Ana, la asistente del caso de Valeria. Estará aquí con nosotros hasta que la adopción se haga oficial —me explica la doña cuyo nombre desconozco y asiento fingiendo sorpresa, como si supiera de que carajos está hablando. «¿Adopción? ¿Qué rayos?». Veo en su mirada
Hero:—Lo sé mamá, solo lo olvidé. Es mucho lo que tengo en la cabeza, se me pasó la fecha, cuando Monroe me lo dijo pensé que algo había salido mal, que Claus se había apresurado en ir a buscarla, pero no, m****a era hoy —le explico y me llevo una mano a la frente, tumbado sobre la cama de mi apartamento—, pero lo que sí recuerdo es haberle dicho que debía traerla aquí, no a la mansión.—Con lo que me acabas de decir, estoy segura de que también te equivocaste en eso, quizá le dijiste "mansión" y ahora no recuerdas —me contesta serena desde el otro lado de la línea.—Te juro que sí le dije... —Freno mis palabras y suelto un suspiro—, eso es lo de menos, la verdad. Te llamé para decirte que ya está en casa, y que voy a necesitar que vengas antes, por favor, no quiero ni imaginar lo que pasará si Ana y ella se cruzan y comienzan a hacerse preguntas la una a la otra. Encima, se me pasó decirle a la asistente que me voy a casar.—Hero, David te dijo que ese detalle es muy importante, si t
Elena:Pensé en esconderme tras los arbustos abultados. El aroma a maleza purificó mis pulmones mientras, en silencio, observaba a ese hombre bien fornido y de apariencia celestial. Mi vista se endulzó durante cortos minutos, en los cuales indagué y recordé. Es él, por supuesto que lo recuerdo. ¿Se acordará él de mí? Mis pensamientos fueron interrumpidos por los ladridos de Iron, el cachorro se lanzó a correr por todo el jardín como potro salvaje en plena pradera, llevándose en su ozico una de mis sandalias. Rodeó al galán entre aullidos de felicidad y siguió su trote hasta la cocina. No tuve más opción que correr tras él, buscando huir de mencionado personaje vestido de traje. Corrí, pero no pude evitar mirarlo de reojo. Él también me miró, pude persibir su curiosa mirada seguirme hasta que desaparecí de su campo visual. Fue algo raro, extraño... * * * Me niego a seguir sus órdenes. En el contrato leí que tengo mi propia habitación, al menos h
Hero:El agua refresca todo el cansancio acumulado tras las mil vueltas que di hoy en la ciudad. Papeles, cámaras, modelos, un nuevo conductor y un asistente despedido, todo me da vueltas en la cabeza y estrujo mi cabello en busca de dispersar las punzadas que atraviesan mis sentidos. Salgo con los pies húmedos y los deslizo sobre la alfombra del baño, abro la puerta y observo mi ropa acomodada sobre la cama.Sonrío al aire cuando, de imprevisto, la conversación de esta mañana que tuve con Elena se detiene en mi poco sana mente. Digo "poco sana" porque no hubo un segundo de la charla en el que no pensara cosas indebidas con ella. Desde follármela contra el closet hasta ponerla de rodillas igual que aquella m*****a noche, la misma que no me deja dormir tranquilo sin fantasearla antes.Me froto la cara una vez vestido y bajo las escaleras a trote directo al comedor para la cena. Llego y una mesa rectangular repleta de comida me recibe. Mi madre está sentada al lado de Valeria en un late
Elena:Sus pardos ojos poseedores de pestañas kilométricas me escanean el rostro, ocultando en el suyo una curiosidad palpante a la vista. Mientras tanto, intento disimular mi sorpresa prestando atención a las palabras de Hade, quien parlotea con dulzura de trivialidades. —¿Y si vamos al parque con Ana? —le pregunta Boris a la pequeña rubia que juega en el césped a nuestra derecha. Su silencio la lleva a arrodillarse para intentarlo nuevamente—. ¿Qué dices nena? ¿Vienes con tía Boris y Ana? Valeria asiente con la mirada en el piso y deja sus juguetes para ponerse de pie y tomar la mano de la morena. —Dale un beso a la abuela Hade.—Diviértete —canturrea su abuela inclinándose para besar su mejilla. Ambas se alejan en busca de Ana y nos dejan a solas. La sonrisa de Hade no se hace esperar entre tanta incomodidad. Me invita a la terraza que se encuentra del otro lado de la piscina y nos dirigimos al lugar. Alzo la vista y detallo las vigas altas que sujetan un techo de tejas. La somb
Elena:«Debiste leer bien el contrato Ele». Me regaño repasando cada línea del absurdo papel que firmé hace unos días. Tras la plática de anoche con Hero Clark, me di cuenta de que quizá se me fueron algunos puntos del Contrato, y aquí estoy otra vez, ojeando las doce hojas. El día en que firmé, las lágrimas y la rabia me hicieron leerlo todo a prisa, error que ahora mismo me recrimino por haber sido tan poco cuidadosa. Aunque debía firmarlo sin objetar, no podría haberlo hecho sin leer cada maldita línea antes, y al parecer, hice lo contrario, o al menos no leí lo suficiente para captar cada detalle. Pensé que firmaba un contrato que me ataría de por vida a un millonario que desconocía, y ahora caigo en cuenta de que no, tengo un año para intentar quedar embarazada, si ocurre tendré dos más aquí hasta que nuestra bebé (porque debe ser niña) esté más grandecita. Luego de eso discutiríamos la custodia compartida y fin, seré libre. Pero, en caso de no quedar embarazada o de que en lug