Hero:
Viene a pasos lentos y temerosos. Su estatura no debe superar los 95cm y tiene el cabello extraordinariamente largo, de un color rubio con tonalidades doradas, nada que ver conmigo o su madre. De rostro angelical, ojos cafés, nariz pequeña y puntiaguda, cejas claras y labios rojizos. Lleva puesto un vestido rosa holgado hasta sus rodillas y un par de zapatillas blancas llenas de piedrecitas brillantes. Sostiene contra su pecho una muñeca castaña con tirabuzones y bata repleta de vuelos, es casi tan hermosa como ella.Se aproxima de la mano de Boris, ella es la única persona que está al tanto de todo, siendo la mejor amiga de Ashley —la madre de la niña—, y trabajando para mí, la noticia le calló de gratis. Boris es transexual, de piel oscura, cabello rizado y cuerpo equipado por cirugías estéticas, cada vez se asemeja más a una mujer hecha y derecha. Es quien ha cuidado de Valeria desde hace dos meses.
La semana pasada descubrí, mediante exámenes de ADN, que la pequeña no es mía, justo como lo había pensado.
Valeria es la representación buena de su madre, cosa que de dicha mujer no puedo decir. Desde que la dejó en mi apartamento asegurando que era mi hija no la he escuchado pronunciar palabra alguna, de hecho, siquiera ha podido sostenerme la mirada, ni a mí, ni a nadie.
Ashley desapareció de nuestras vidas, dejó a su hija sin madre y a mí con el corazón hecho pedazos. «¿Ella se fue hace cuánto? ¿Cinco años?». Cinco jodidos años. Me dejó dos días antes de nuestra boda y se apareció cuatro años después con una pequeña que supuestamente era mía. Cuando comprobé que no lo era, se marchó con el mismo misterio con el que llegó. Ella conocía cada línea del testamento de mi padre, intentó sacar provecho de ello y su idea fue tan pésima que descubrí la verdad en menos tiempo del que pudo haber imaginado.
Hoy todavía no supero la maldad de la mujer que pensé amar hace seis años atrás, gracias a ella perdí la fe en los compromisos, y ninguna mujer —a parte de mi madre, mis dos hermanas y Valeria—, es ni será merecedora de mi cariño y mis posesiones.
—Hola princesa —le digo a la pequeña rubia parada frente a mí. Me arrodillo sobre el piso del salón de espera y busco captar su atención.
—Valeria, el señor Hero te llevará con él a su súper casa ¿Recuerdas como te gusta ir allí? —Boris empatiza con ella y duscufica su voz para brindarle seguridad a sus acciones. Sin embargo, la niña sigue con la mirada perdida.
—¿No quieres ver a Iron? —insisto, ladeo mi cabeza y le sonrío, lastima que no quiera mirarme, no tengo ganas de hacerlo realmente.
Boris se flexiona un poco y pasa su mano por la cabeza de Valeria, está reacciona como si le doliera el toque de quién la ha cuidado durante estas últimas ocho semanas, se aparta y murmura cosas que no podemos escuchar con claridad. Al menos sé que puede hablar.
—Nena, ¿Y si tomamos helado? ¡Allá en la súper casa hay mucho helado!
—¡¿Helado!? —exclama ante las palabras de Boris y da un par de bronquitos en el mismo lugar. Aún no nos dirige la mirada, pero escucharla hablar es suficiente para estar más tranquilo.
Me pongo de pie y tomo la delantera para salir del salón del juzgado camino a mi auto. Hoy fue uno de los días del papeleo de adopción, ha sido muy difícil conquistar a la jueza para que me dejara visitar a Valeria y llevarla a la residencia de mi familia hasta que el asunto de la adopción estuviera solucionado. Pero, obviamente, una asistente social no se separará de la niña.
Bajamos los escalones y Boris me entrega la maleta de Valeria. Acomodo todo en el maletero y esperamos por la especialista que viajará con nosotros hasta la ciudad. Le recuerdo a Boris no dar detalles del viaje a nadie, mantendremos la mentira de que estuve en Londres por cuestiones de negocios, lo que menos queremos es manchar el nombre de la familia en los periódicos locales.
* * *
—Si necesitas mi ayuda me llamas —dicta Boris abriendo la puerta del copiloto, asiento a sus palabras y se voltea a los asientos traseros—, pórtate bien Vale, mañana vengo a verte ¿sí?
Valeria sonríe al aire y le lanza un beso a Boris, pero mantiene la mirada en otro sitio. Hace tiempo me está preocupando su comportamiento, es extraño, me inquieta.
Dejamos a la peliriza frente a su casa y retomamos la carretera en dirección a The Loop, un lugar donde el trabajo y diversión conviven en armonía. El sitio más adecuado para mis padres cuando decidieron crear su imperio familiar.
En el céntrico distrito se encuentra la mansión de Los Clark, mi hogar, una de las mejores adquisiciones que me dejó papá, en la que convive aún mi madre y mi hermana menor Hilary.—Es muy bonita su casa, señor Clark —pronuncia la asistente, Ana dice llamarse.
«Ahí, humildemente». Pienso, más no lo digo.
—Gracias, espero se sientan cómodas.
Tanto ella como la pequeña recorren los alrededores de la sala con la vista. Ana asiente sumergida en sus pensamientos, supongo que las apariencias de la casa han llenado sus expectativas, lo cual es bueno, muy bueno. Sujeta su bolso con una de sus manos y con la otra aprisiona la mano de Valeria, o viceversa, me atrevo a pensar que es la niña quien se mantiene aferrada a la mano de la asistente social, sé que con ella se siente en confianza, pues Ana se mantuvo al tanto de su cuidado junto a Boris.
—Claus, llévelas a la habitación de Valeria —le indico al mayordomo, pero antes de ovedecerme se aproxima a mi oído.
—Señor, intenté avisarle, lo llamé varias veces pero su celular estaba apagado, también llamé al licenciado David, pero también estaba incomunicado.
Alzo a la par mis cejas recordando el motivo, durante el juicio apagué mi celular para no interrumpir a la jueza, y estos últimos tres días intenté no distraerme más de lo necesario.
David estuvo durante todo el proceso conmigo hasta que dieron el veredicto, luego de eso se marchó a su casa al recibir el aviso de que su hija estaba a punto de dar a luz.—¿Qué ocurre? —inquiero bajando el tono de mi voz para no preocupar a la asistente social.
—La señorita Jones ya está aquí.
Trago en seco y una sensación incómoda me recorre el pecho. Llevo una de mis manos al nudo de mi corbata y lo aflojo un poco, no sé por qué rayos reacciono así por su inesperada llegada.
—¿Señor? —repite Claus y pestañeo varias veces para retomar la conversación. Miro por encima de su hombro y el rostro curioso de Ana me hace contestar de inmediato, antes de que malinterprete nuestro inapropiado secreteo.
—Ok, lleva a Valeria a su habitación junto a la señorita Ana que yo me encargo de lo demás, gracias por avisarme —le indico y luego de un asentimiento de su parte se voltea y conduce a ambas escaleras arriba.
Me tallo la cara y lamo mis labios, saco mi celular para marcarle a Max y al tiempo camino rumbo a mi despacho.
—¿Ordene? —jaranea desde el otro lado de la línea.
Cruzo la puerta de mi oficina y camino directo a mi escritorio, rebusco entre los papeles que hay sobre la mesa y me revuelvo el cabello al segundo siguiente.
—Ya está aquí —tajo y llevo mi mano libre a mi cintura, nervioso.
—¿Quién o qué?
—La mujer del contrato Max, ya te hablé sobre eso —le recuerdo y lo escucho caer en cuenta con un ligero sonido.
—¿Y? ¿Ya la viste? ¿Han hablado sobre las reglas del contrato? —cuestiona y algo desde su lado cruje.
—¿Qué estás comiendo? —inquiero y regreso a revolver los documentos. Abro las gavetas y no encuentro nada.
—¿También vas a controlar mi comida? Ah, no Hero, que tóxico eh, eso no es sano, no señor.
—Idiota. —Niego con la cabeza y grito: ¡vingo! en mi mente al encontrar la dichosa carpeta.
—Estoy comiendo papas, papá —bromea y entorno los ojos, me siento sobre mi sillón y ojeo las páginas del contrato—, ¿Qué pasó con la Jones?
—Nada, que ya está aquí.
—¿Y cómo es ella? —pregunta y la curiosidad me invade, pero, al contrario, desvío el interés por conocer a una mujer que será mi esposa a conveniencia.
—No lo sé Max, no la he visto aún, debe estar en su habitación.
—¿Y qué esperas para conocerla? Escúchame, si está buena y no te interesa me la presentas, al fin y al cabo lo de ustedes es arreglado ¿No?
—No me interesa conocerla por ahora —contesto evadiendo sus últimas palabras, ignoro la sensación molesta que me producieron—. He traído a Valeria, una asistente deberá estar todo el tiempo pegada a ella, pero lo importante es que la tengo aquí.
—Felicidades, te dije que te dejarían tenerla estos días —dice y las papas crujen mientras pausa para masticarlas—. Mmm, ¿Y la asistente? ¿Está buena?
—Mierda Max —digo y nos echamos a reír—, a menos que estés dispuesto a acostarte con una cuarentona...
—Ah, tengo que pensarlo.
Me río de su respuesta y suelto un suspiro. Necesito descansar.
—Tengo que colgar, voy a precisar unas cosas ahora y luego dormiré un rato, estoy exausto.
—Ok hermano, recuerda presentarme a tu futura mujer si...
—Ya sé —entorno los ojos y cuelgo.
Le doy una última mirada a las líneas del contrato; repaso en mi mente —como cada día—, las cosas que debo hacer y dejar claras para que todo funcione a la perfección y recojo mi saco para salir de mi despacho.
Apresuro mis pasos, no quiero siquiera encontrarme con Elena Jones, de saber que estaría ya aquí me hubiese llevado a Valeria para el apartamento. Ahora debo armar un teatro por si Ana y ella se cruzan en los pasillos, lo cual será inevitable. Por otra parte está mi madre y Hilary, quienes están al tanto de todo, pero regresan mañana de Boston tras visitar a mi hermana mayor. En mi mente se forman numerosos altercados que podrían ocurrir si estas cuatro mujeres se cruzan al mismo tiempo...—Señor Hero —la voz de Clara, la cocinera, me hace pegar un brinco. Estaba a punto de abrir la puerta para irme.
Me volteo de inmediato y baja su cabeza ante mi presencia.
—¿Sí?
—Bienvenido a su casa —dice dulcemente y le sonrío—, pensé que le incumbe saber que su novia no ha querido probar nada, y... Creo que podría enfermarse.
Expulso una gran cantidad de aire por mi nariz y muerdo el interior de mi mejilla. Llevo mis manos a mis caderas y le ordeno a Clara que regrese a la cocina y no se preocupe, porque "mi novia no suele comer mucho".
«¿Qué m****a? ¡Si nisiquiera sé lo que come o no! ¡Demonios no sé ni su edad!».
Me estrujo la cara con mis manos y,sin darle vueltas al asunto, abro la puerta y me encamino a mi auto. Es muy pronto para que la señorita caprichos me moleste, yo necesito descansar y pensar qué haré con todo esto.
Elena:Coloco mi portátil sobre la almohada y me cruzo de piernas sobre el colchón. Abril y Brit me observan a través de la pantalla, la primera torciendo sus labios y la otra sorbiendo de un jugo con una pajita. —Pero podrías aprovechar y hablar con el señor Clark, preguntarle cuál es el propósito del contrato —propone Abril, sus ojos cafés están abiertos a la par, desde aquí puedo ver sus pupilas dilatadas. Tiene su cabello negro recogido en un moño desaliñado y viste con un pijama de pikachu. —Llevo dos días aquí y no lo he conocido aún —contesto, encogiéndome de hombros con desgano. Estoy cansada de disfrazar mi tristeza con llamadas y sonrisas improvisadas. —Seguro es un viejo horroroso que quiere que le des herederos —apunta Brit y saborea el líquido en su boca, hace una mueca y alza su dedo índice—, ¡Oh, oh! ¿Y si se está muriendo y solo busca quien cuide de sus vienes? —Me dijo el chófer que Claus tiene un hijo, Brit. —Siendo así... ¿Y si...? Ruedo los ojos ante tales
Elena:Siempre me he considerado una mujer altiva, que no se doblega ante nadie y que pone sus objetivos al frente de sus obligaciones. Todo eso cambió desde que la fatídica noticia de las deudas de mi padre llegó a mis oídos por su boca ignorante. En esta fecha habría entrado al Instituto de niños autistas de mi pueblo, estaría feliz rodeada de pequeños con dificultades especiales. Era ese mi sueño desde adolescente, uno que luché por conseguir y que ahora, gracias al descuido del héroe que idolatré cundo pequeña —el cual se ha convertido en villano—, tuve que tirar mis aspiraciones a la basura. Ana levanta a la par sus cejas y me extiende una mano para saludarme. Hago lo mismo y sonreímos con serenidad. —Elena, ella es Ana, la asistente del caso de Valeria. Estará aquí con nosotros hasta que la adopción se haga oficial —me explica la doña cuyo nombre desconozco y asiento fingiendo sorpresa, como si supiera de que carajos está hablando. «¿Adopción? ¿Qué rayos?». Veo en su mirada
Hero:—Lo sé mamá, solo lo olvidé. Es mucho lo que tengo en la cabeza, se me pasó la fecha, cuando Monroe me lo dijo pensé que algo había salido mal, que Claus se había apresurado en ir a buscarla, pero no, m****a era hoy —le explico y me llevo una mano a la frente, tumbado sobre la cama de mi apartamento—, pero lo que sí recuerdo es haberle dicho que debía traerla aquí, no a la mansión.—Con lo que me acabas de decir, estoy segura de que también te equivocaste en eso, quizá le dijiste "mansión" y ahora no recuerdas —me contesta serena desde el otro lado de la línea.—Te juro que sí le dije... —Freno mis palabras y suelto un suspiro—, eso es lo de menos, la verdad. Te llamé para decirte que ya está en casa, y que voy a necesitar que vengas antes, por favor, no quiero ni imaginar lo que pasará si Ana y ella se cruzan y comienzan a hacerse preguntas la una a la otra. Encima, se me pasó decirle a la asistente que me voy a casar.—Hero, David te dijo que ese detalle es muy importante, si t
Elena:Pensé en esconderme tras los arbustos abultados. El aroma a maleza purificó mis pulmones mientras, en silencio, observaba a ese hombre bien fornido y de apariencia celestial. Mi vista se endulzó durante cortos minutos, en los cuales indagué y recordé. Es él, por supuesto que lo recuerdo. ¿Se acordará él de mí? Mis pensamientos fueron interrumpidos por los ladridos de Iron, el cachorro se lanzó a correr por todo el jardín como potro salvaje en plena pradera, llevándose en su ozico una de mis sandalias. Rodeó al galán entre aullidos de felicidad y siguió su trote hasta la cocina. No tuve más opción que correr tras él, buscando huir de mencionado personaje vestido de traje. Corrí, pero no pude evitar mirarlo de reojo. Él también me miró, pude persibir su curiosa mirada seguirme hasta que desaparecí de su campo visual. Fue algo raro, extraño... * * * Me niego a seguir sus órdenes. En el contrato leí que tengo mi propia habitación, al menos h
Hero:El agua refresca todo el cansancio acumulado tras las mil vueltas que di hoy en la ciudad. Papeles, cámaras, modelos, un nuevo conductor y un asistente despedido, todo me da vueltas en la cabeza y estrujo mi cabello en busca de dispersar las punzadas que atraviesan mis sentidos. Salgo con los pies húmedos y los deslizo sobre la alfombra del baño, abro la puerta y observo mi ropa acomodada sobre la cama.Sonrío al aire cuando, de imprevisto, la conversación de esta mañana que tuve con Elena se detiene en mi poco sana mente. Digo "poco sana" porque no hubo un segundo de la charla en el que no pensara cosas indebidas con ella. Desde follármela contra el closet hasta ponerla de rodillas igual que aquella m*****a noche, la misma que no me deja dormir tranquilo sin fantasearla antes.Me froto la cara una vez vestido y bajo las escaleras a trote directo al comedor para la cena. Llego y una mesa rectangular repleta de comida me recibe. Mi madre está sentada al lado de Valeria en un late
Elena:Sus pardos ojos poseedores de pestañas kilométricas me escanean el rostro, ocultando en el suyo una curiosidad palpante a la vista. Mientras tanto, intento disimular mi sorpresa prestando atención a las palabras de Hade, quien parlotea con dulzura de trivialidades. —¿Y si vamos al parque con Ana? —le pregunta Boris a la pequeña rubia que juega en el césped a nuestra derecha. Su silencio la lleva a arrodillarse para intentarlo nuevamente—. ¿Qué dices nena? ¿Vienes con tía Boris y Ana? Valeria asiente con la mirada en el piso y deja sus juguetes para ponerse de pie y tomar la mano de la morena. —Dale un beso a la abuela Hade.—Diviértete —canturrea su abuela inclinándose para besar su mejilla. Ambas se alejan en busca de Ana y nos dejan a solas. La sonrisa de Hade no se hace esperar entre tanta incomodidad. Me invita a la terraza que se encuentra del otro lado de la piscina y nos dirigimos al lugar. Alzo la vista y detallo las vigas altas que sujetan un techo de tejas. La somb
Elena:«Debiste leer bien el contrato Ele». Me regaño repasando cada línea del absurdo papel que firmé hace unos días. Tras la plática de anoche con Hero Clark, me di cuenta de que quizá se me fueron algunos puntos del Contrato, y aquí estoy otra vez, ojeando las doce hojas. El día en que firmé, las lágrimas y la rabia me hicieron leerlo todo a prisa, error que ahora mismo me recrimino por haber sido tan poco cuidadosa. Aunque debía firmarlo sin objetar, no podría haberlo hecho sin leer cada maldita línea antes, y al parecer, hice lo contrario, o al menos no leí lo suficiente para captar cada detalle. Pensé que firmaba un contrato que me ataría de por vida a un millonario que desconocía, y ahora caigo en cuenta de que no, tengo un año para intentar quedar embarazada, si ocurre tendré dos más aquí hasta que nuestra bebé (porque debe ser niña) esté más grandecita. Luego de eso discutiríamos la custodia compartida y fin, seré libre. Pero, en caso de no quedar embarazada o de que en lug
Elena:Tiene una mano muy buena. Sus deditos, finos y capaces, trazan líneas, ondas y garabatos que le dan forma a un dibujo maravilloso. Abre las temperas y las vierte cuidadosamente en moldes circulares de un plástico rectangular. Moja el pincel con agua y con una cucharilla deja caer finos chorros sobre las muestras de tempera para diluirlos. Poco a poco su obra de arte va tomando forma y los colores se adueñan del pálido papel que apoya sobre el lienzo. Los mechones juguetones de su cabello rubio y cedoso le hacen cosquillas en sus mejillas y los aparta con la mano que sujeta el pincel. Una franja verde se desliza por su frente y sonrío. Ella no parece haberlo notado y continúa con su trabajo en silencio. De vez en cuando pega un par de brinquitos y le habla a la nada. Mis labios se fruncen en esos momentos y voy tomando nota en mi mente de cada una de las acciones que me gustaría pensar que son normales, pero evidentemente no lo son.—Si Hero te pilla... Ya sabes preciosa. —Hade