~Un mes después~Juicio por la muerte de Evelina JonesElenaEn el tribunal, con el eco de los murmullos llenando la sala, el juez se sienta imponente detrás de su estrado, mientras los ojos de todos convergen en Emily, quien está de pie en el centro, rodeada por un mar de miradas acusadoras.Reúno la valentía suficiente y la miro a la cara, no dejo de hacerlo, y lo acentúo más cuando su abogado inicia la defensa.—Mi cliente sostiene la versión de los hechos relatada en el juicio anterior, y agrega que, pese a todo lo ocurrido, está muy arrepentida de sus actos. Aquí le muestro su señoría, pruebas médicas que afirman que mi cliente no estaba en sus cabales en el momento de los crímenes cometidos el pasado mes de julio —explica su abogado, y le lleva al juez la evidencia médica que corrobora sus palabras.—Cobarde... —murmuro. —Shhh, tranquila Elena —me calma David, el abogado de los Clark.—Cuánta impotencia... ¡Es mi hermana, ambas lo son!—Respira, por favor. —Licenciado Wesley,
~Seis meses después ~ElenaMe acurruco a su lado, dejando mi cabeza sobre su pecho desnudo. Llevo mi pierna a su cintura y lo aprieto contra mí mientras él se remueve buscando mi calor. Siento su respiración sobre mi cabello y una de sus manos juega con un fino mechón rojizo. Ambos respiramos tranquilos, la paz de finalmente haber vencido en el juicio es palpable incluso en la habitación. Ashley tiene derecho a verla en las vacaciones, costó un poco que Hero lo aceptara, pero al fin y al cabo, Ashley es una mujer impulsiva y ambiciosa que no se cansará de intentar sacarle dinero, y pese a toda su locura, en el fondo se esfuerza por ser buena madre.No me puedo creer que Valeria sea nuestra, porque sí, es mi hija adoptiva también. Ni siquiera voy a pensar qué pasará con eso el día que el contrato se cumpla y ya no forme parte de esta familia, prefiero respirar hondo y dejar que las cosas fluyan conforme pase el tiempo. Hero y yo nos queremos, ¿quien me asegura que de aquí a unos meses
Elena—¿Te pasa algo? —cuestiona Hade cuando nos cruzamos por el pasillo. Intenté disimular el horrible paseíto de Bambi desde que salí de la habitación, pero por lo visto no funcionó y tengo a mi suegra mirándome con extrañeza.—No, todo bien. —Caminas como si te hubieses caído de la cama sobre una alfombra de espinas.«Sí caí encima de algo, pero no precisamente espinas».—Tengo un calambre. —Uso eso de excusa y sigo mi camino con ella pisándome los talones—. ¿Vas a la cocina? —Sí, tengo sed. ¿Aceptaste? Y disculpa la imprudencia, es que no aguanto la presión.—¿Eh? ¿De que hablas?Nos sentamos en la mesa del comedor y su cara es todo un poema. Parece que se le abrirá la cara en dos con esa sonrisa tan genuina.—No entiendo nada Hade, ¿que si acepté qué? —Casarte con mi hijo —suelta y se me va un trago de agua por el túnel equivocado. Comienzo a toser y ella se apresura en golpear mi espalda.—Estoy bien. Em... ¿Casarnos, de nuevo? Ya estamos casados. —No, eso no fue un casamien
Elena—¡Salud! —vocifero con una multitud desconocida que me sigue tras la barra. Levanto mi Gintonic y seguidamente lo llevo a mis encendidos labios color carmín.El sudor mezclado con gotas de alcohol ruedan por mi cuello hasta manchar el escote de mi vestido. El dije de mi colgante se ha pegado a la piel que me recubre los pechos y sonrío como la estúpida borracha que soy ahora.Un fuerte olor a piña colada inunda mis pulmones junto con la frescura de un aroma que no distingo. Cierro los ojos, sin la mínima certeza de qué hago o cómo me muevo. Solo escucho a Britt cantar de forma horrible mientras Abril grita a los cuatro vientos que ama a su ex. Elevo los brazos y la mirada al techo reluciente de la disco mientras mi cintura se contonea, haciéndome impactar contra pantalones irrespetuosos y portañuelas abultadas. Ahora nada de eso me importa.«Voy a casarme». Me repito varias veces, muerdo mis labios en frustración y dejo que mis caderas sean poseídas por manos extrañas. Me dejo l
HeroAbro los ojos con lentitud. Emito gruñidos mientras me estiro y luego de bostezar, un preocupante bulto sobre mi pecho me hace pegar un respingo. «¡Mierda». Me llevo las manos al rostro, maldigo en mi interior y con cuidado, alzo su brazo y me deshago de su toque, sintiéndome aún más imbécil de lo que normalmente soy. Expulso una cantidad exagerada de aire por mi nariz, me siento en el borde de la cama y miro hacia atrás, donde el cuerpo voluptuoso de una mujer reposa entre las sábanas.Su cintura desnuda y amoldada es lo único que sobresale a la vista, y un poco más abajo, un empinado trasero forma un bulto exótico y redondo. Una melena de extraño color naranja natural se expande por su espalda y parte de la almohada que se halla bajo su rostro. Se ve tranquila, inocente, sumida en sueños que no quisiera interrumpir por respeto y amabilidad...Estrujo mi rostro con mis manos, fugaces recuerdos de lo que ocurrió hace unas horas pasan como flechas por mi mente y me detengo solo e
Elena:Estúpida y sin dominio propio. Así me siento. Como una jodida títere colgando de las manos de mi padre. Doblo las prendas de vestir restantes y las acomodo una encima de la otra, procurando que todo quepa a la perfección para no dejarme nada. Mientras empaco, mi mente no deja de maquinar todo lo que ha ocurrido estos últimos días, desde la fatídica noticia de que papá estaba en el hospital tras una golpiza, hasta la gloriosa noche que tuve con "no sé quién" en la que ocurrió "cierta cosa", de lo cual no recuerdo mucho, pero de alguna forma, no desaparece la idea de la escapada de mi cabeza. Me dejo caer sobre el colchón de mi cama y luego de soltar un profundo y melancólico suspiro, me tallo la cara en busca de una paz que bien poco podría durar.Pienso en mí, en cómo será mi vida desde el jodido momento en el que pise mi nueva casa... «¿Qué casa, de cuál maldita casa estoy hablando? Ese nunca sería mi hogar». Medito. Un nudo se forma en mi garganta, tirando toda mi fortalez
Elena—¿Falta mucho para llegar? —le pregunto al señor que, diez o quince años mayor que yo y vestido de traje, conduce el vehículo que me llevará a mi desgracia. —Un poco —contesta seco, intercambiando una mirada conmigo a través del espejo retrovisor. —Gracias —respondo y encuentro entretenimiento en el borde de mi vestido floreado. Suelto un suspiro profundo y me dejo caer contra el espaldar del asiento. Bajo la mirada y mientras mis dedos se dedican a juguetear con la tela de franela, mi mente viaja a los días dónde la paz de los Jones llegó a su fin. —Dime qué hiciste ahora papá —soyoza Eve entre lágrimas. Su maquillaje está corrido y tiene el cabello alborotado de lo tanto que se ha movido dentro del hospital. Emily reposa a mi lado, sentada en un sillón con la mirada perdida como siempre. No opina ni tampoco demuestra preocupación. Y aunque su actitud ha sido siempre la misma, me incomoda la serenidad con la que nos observa en silencio. La hago a un lado cuando intenta po
Hero:Viene a pasos lentos y temerosos. Su estatura no debe superar los 95cm y tiene el cabello extraordinariamente largo, de un color rubio con tonalidades doradas, nada que ver conmigo o su madre. De rostro angelical, ojos cafés, nariz pequeña y puntiaguda, cejas claras y labios rojizos. Lleva puesto un vestido rosa holgado hasta sus rodillas y un par de zapatillas blancas llenas de piedrecitas brillantes. Sostiene contra su pecho una muñeca castaña con tirabuzones y bata repleta de vuelos, es casi tan hermosa como ella. Se aproxima de la mano de Boris, ella es la única persona que está al tanto de todo, siendo la mejor amiga de Ashley —la madre de la niña—, y trabajando para mí, la noticia le calló de gratis. Boris es transexual, de piel oscura, cabello rizado y cuerpo equipado por cirugías estéticas, cada vez se asemeja más a una mujer hecha y derecha. Es quien ha cuidado de Valeria desde hace dos meses. La semana pasada descubrí, mediante exámenes de ADN, que la pequeña no es m