Selene era una mujer hermosa. Con una magia igual de poderosa. Residía en la gran colina Olida donde todos la admiraban y adoraban por igual. En un monte, justo arriba, en la punta de la montaña estaba su gran morada.
Era una mujer importante y justo esta noche, la joven bailaba a la luz de la luna cerca del lago. Un baile ancestral con pasos bien ensayados y precisos. Un baile casi secreto conocido por muy pocos.
Cuando termino su baile suspiro —sé que estás ahí
El muchacho salió apenado de entre los arbustos —lo lamento maestra. No quise interrumpirla. Venia a preguntarle algo cuando la encontré bailando. Quería esperar a que terminara primero —el muchacho se arrodillo ante ella
—No tienes que hacer eso —su gran túnica blanca le revoloteaba por el aire de la noche
El cielo estaba oscuro, bañado con un tenue azul brillante. Era una hermosa noche, al igual que ella.
—Maestra… discúlpeme. Nunca soy digno de nada y menos de usted. Siempre es muy bondadosa conmigo.
—N-no… no seas tan modesto —sonrió nerviosa. Para ella era agotante tanta adoración. —no es necesario tanta formidad, Reined. ¿Cuál era la noticia que venias a traerme?
—Yo… —agacho la cabeza — el consejo se reunió de nuevo. Quieren tu ayuda y... sabiduría. —su tono cambia —Quizás quieran mandarla a otra misión…
—Entiendo, —asintio solemne —en ese caso, debo partir de inmediato.
—¡Pero esas misiones duran días! —se levantó —Por favor... ¡lléveme con usted!
Lo miro con ternura —Jamás haría eso
—Edahi… —la miro y había anhelo en sus ojos. Era el único que la llamaba así. Él vivía y respiraba solo para servirle a su maestra. Ella era su todo. —nadie es digno de ti en mi opinión. Esos tipos tienen suerte de tenerte, tienen suerte de siquiera poder mirarla, mas aun de servirles. Usted los ayuda a cambio de nada. No debe hacer eso. Arriesgarse a tanto en el bosque maldito... —niega amargamente —tu vida para mi es…
—Aprecio tu opinión, y preocupación, —le corto y a la vez le sonrió de forma tranquilizadora. El joven era delgado y algo mas pequeño que ella de estatura —pero tengo que ir. Eso no esta a discusión.
—¡Pero maestra…!
—Obedece lo que te digo.— y esta vez habia firmeza en su voz.
Entonces el joven cierra la boca. Pues, aunque nunca le gustara sus decisiones, él siempre las respetaba. Jamás invalidaba o ignoraba una sola palabra suya. Su vida se regia por sus reglas. Su boca marcaba su destino, ella chasqueaba los dedos y él ya se estaba moviendo. Siempre habia sido asi. El; su fiel sirviente.
—Ya que no puede detenerla. ¿Puedo al menos pedirle que se cuide, y que a su regreso se reúna conmigo en el lago?
—Claro. —le sonrió — eres mi joven pupilo. Después de todo, queremos practicar la magia astral.
—No ha existido en este mundo alguien mejor que usted para eso— la alago nuevamente
Ella sonrió —te agradezco.
El chico se le acerco y le tomo una de sus manos. Era un gesto que siempre solía hacer. —yo le debo todo. Incluso mi vida. — se arrodillo —Espero que lo sepa siempre. Mi vida le pertenece. Si en algún momento tiene que usarla, tómela.
—Pero que cosas dices…—su semblante suave. Ella giro retirando las manos, entonces sus cabellos sueltos revolotearon en el aire nuevamente cuando otra brisa cruzo. Una mezcla de oro y brillo. Su piel tan pálida como la nieva y sus ojos como el ámbar. Era hermosa. —salvarte la vida en ese bosque oscuro para mi fue todo un privilegio, Y criarte, de igual manera —sonrió con autentico cariño
Después de todo, ella era mucho mayor que él. Siempre lo vio con aprecio, y se había encariñado con el muchacho. Era una de las pocas personas que más le preocupaban. Ya habían pasado muchos años viviendo juntos. Iba a entrenarlo bien para que desempeñara su correcto papel en el templo y con el tiempo que quedara a cargo de ciertas cosas. El era su mayor orgullo y siempre se lo decía
—Mi fiel alumno… por favor, cuida de todos aquí. Volveré pronto
—¿Lo promete?— su mirada perturbada.
—No dejes que el miedo te nuble el buen juicio. Encuentra tu centro —le señalo el pecho —siempre aquí. Y sí. Volveré pronto. Lo prometo.
Pero serian palabras vacías. Promesas rotas.
Porque ese mismo día, ella morirá en combate.
Si…
Ella jamás volvería. O al menos, no siendo ella misma.
Sintió que se ahogaba.Se esforzó de forma desesperada por encontrar aire y se sentó. Sentía tierra bajo sus manos mientras jadeaba. Tierra bajo sus uñas. Polvo por todas partes. Su mirada borrosa trato de enfocarse, pero no entendía que estaba pasando o donde estaba.Escuchaba cascos. Caballos. Metal contra metal.¿Una batalla?¿Estaba en una batalla?Lo último que recordaba era eso... estaba en una. Claro. Debía seguir aquí. Quizás la habían noqueado. Se había desmayado en pleno campo.Busco una espada por el suelo, pero no hayo ninguna a su alcance. Vi a todos los hombres a su alrededor. Y por un raro instante de terror no creyó reconocer a nadie, a ninguno de sus hombres. Pero eso no era relevante, quizás el golpe le hizo más que solo desmayarla.Localizo con rapidez la insignia de los opositores. Los que la portaban eran su verdadero enemigo.Se levanto y conjuro toda la magia que pudo para lanzar el hechizo. Poco a poco se fue liberando de la gente. Esquivando mandobles de espad
Su reflejo.Su reflejo en el río.Cabellos pelirrojos, y una mirada de color entre celeste y verde. Piel blanca, pero no tan pálida como se recordaba.¿Quién era la persona que miraba ante ella?—¿Quién soy?Le gustaría decir que el silencio la inundaba, pero no. En el bosque jamás había silencio. El ruido del agua corriendo. Los animales y los bichos cantando.—¿Dónde estoy?— sintió ganas de llorar al estar por primera vez en su vida tan perdida.No comprendía que estaba pasando...Su estomago se revolvio. Queria vomitar.¿Y cómo había siquiera terminado en el cuerpo de esta chica?Se levanto temblorosa de pies a cabeza. Sus ojos humedecidos. Y sintió la presencia de alguien atrás de ella—Dime, ¿Cuántos años han pasado desde la guerra que peleo la maga Selene?A sus espaldas la voz sonó —Ya te lo he dicho, fue hace cien añosCien...Esta no era su Era.Estaba en otra época. Muy adelante en el tiempo. Lejos de su futuro.Reencarnacion. ¿Era eso posible?—¿Q-qué... —dudo — que le suce
Su aprendiz estaba ante ella. Vestido como el enemigo. Portando su marca. Usando su sello. Y su magia oscura lo rodeaba. Un general, por su vestimenta.El... el dirigía aquel ejército. ¿Cómo había terminado en el lado equivocado?—¿Reined?— repitió su nombre desconcertadaY solo cuando escucho aquello su rostro parecido descomponerse. Con el mandoble de su espada la arrojo al suelo nuevamente hasta inmovilizarla. Parecía desquiciado. Y tanta agresividad no era reconocible para ella. Jamás.—¡¿Cómo sabes ese nombre?!— le siseo con rabia contra su rostro—¿De qué... de que estas hablas?— le contesto igual de molesta mientras trato de empujarlo lejos para quitárselo de encima —así es tu nombre ¿Qué rayos haces portando aquel uniforme? ¿Qué rayos haces jugando con magia maldita? ¿acaso no te he dicho ya miles de veces lo peligrosa que es?El rostro del chico más que molesto también reflejaba desconcierto —¿Quién eres que portas la magia de antaño y osas a hablarle con tanta informalidad a
Estaba más que claro que aquello lo dejo desarmado. En blanco. Confundido. Dudar en medio de una batalla no es una buena decisión.—No has envejecido ni un solo día —le comento ella esta vez mirándolo igual de desarmada. —lo lamento. Mi muerte te hizo esto... no te prepare lo suficiente. Todo esto...—miro a su alrededor llena de pena y remordimiento — es mi culpa. No fui suficiente... ni siquiera pude salvar Claro Luna.El respiraba agitadamente —Claro Luna se salvó aquella noche —sus ojos se pusieron cristalinos, pero no soltó ni una sola lagrima — lo salvaste aquella noche. Pero luego... luego fue atacado de nuevo y destruido. Tu sacrificio fue en vano. Ellos jamás te merecieron. Te dije que me llevaras. ¡te dije aquella noche que me llevaras! Pude haberte salvado. Yo pude...— se llevó la mano a la frente, mareado. Claramente esta situación lo superaba —¿pero que estoy diciendo?— sacudió su cabezaPorque decir aquello era aceptar su "locura". Su loca historia de que esta mujer era e
Su magia de curación ya estaba haciendo efecto en su cuerpo tratando de curar la herida con la que se había levantado apenas despertó por primera vez y esta segunda por la caída del caballo.El trayecto fue silencioso entre ambos mientras las fuerzas oscuras arrastraban la carroza. Rodearse de tanta magia maldita era agotador para ella quien siempre había trabajado con la magia blanca.—Estoy un poco mareada — confeso con miedo a perder el conocimiento.—Tendrás que acostumbrarte. —Que siquiera le respondiera ya era mucho.—Si me estas llevando como rehén ¿Qué planeas obtener de mi? ¿o es que acaso ni siquiera has pensado en tu siguiente movimiento aun? —soltó con altanería—Sigues hablando como si creyeras conocerme—Si es por interés. Eso quiere decir que… ¿me crees?—No —entonces sus ojos azules se desviaron hacia ella —Pero te dejare explicarte por ahora. Quien sabe, quizás me convenzas.Ella desvió su vista de el sintiéndose incomoda, ahora al verlo mas detenidamente podía notar
Encerrada en una habitación. Quizás debería agradecer que su destino no fuera una celda. No es que fuera un palacio impecable. De hecho la habitación era modesta. Pequeña y sucia. Pero aun así tenía un lecho donde podría recostarse cómoda.¿Por qué estaba pasando todo esto? ¿Acaso era su castigo por haber permitido que su aprendiz se enamorara de ella sin siquiera notarlo?—Ugh.— suspiro agotada con dolor de cabeza.Entonces se acercó a un velador que tenía un espejo.Se observo.Reined tenía razón, no se parecía en Selene en nada, era desorientador observarte y no reconocerte en un espejo. Y por unos momentos pensó en el cuerpo de la chica que estaba ocupando ¿Dónde estaría la verdadera Naevia ahora? ¿Estaría muerta? ¿en otro cuerpo? ¿Acaso su regreso causo la muerte de esta mujer?Sintió algo retorcerse en su estómago.¿Qué será de la familia de esta chica?Quizás regresar a esta época había sido un error… nunca había creído en las reencarnaciones o en la inmortalidad y todas sus le
Que dramático.Pero cuanto drama en una sola linea.Selene se dejo caer sintiendo el viento, pero no siendo inconsciente de la distancia entre ella y el suelo. Y solo cuando sabia que estaba llegando a su final invoco su aura y por unos minutos floto sobre el aire y sobre si misma.Bajo lentamente con su magia hasta tocar el suelo.Miro entonces hacia arriba, donde el cuerpo del monarca seguía asomado observándola por la ventana.“¿En que estas pensando Reined?” Pensó SeleneY casi indignada se dio media vuelta y empezó a caminar rumbo al castillo. Si, al interior. No pensaba huir. Queria demostrarle que estaba con el, queria ayudarlo, o al menos lo sacaría de este desastre. Quizás arreglaría su propio error.Pasaron apenas unos minutos cuando escucho los aplausos con el hombre bajando por las escaleras —Eso fue impresionante —eso casi parecía una felicitación—¿Qué es lo que querías probar?Sonríe —Solo tu fuerza de voluntad y convicción—Sabes que mi magia esta débil y está fallando
Sentado en la punta de la gran mesa negra se hallaba el monarca oscuro. El gran Tirano. Con su semblante calmado y relajado, pero inquieto por dentro.En la mesa lo acompañaban grandes figuras de la época. Unos mas poderosos que otros. Unos mas ambiciosos que otros. Magos. Brujos. Humanos. La avaricia no escatimaba en razas.Muchos luchaban solo por poder, Reined luchaba solo por amor. Y en su búsqueda por su anhelo había corrompido al mundo. Roto mas de una esperanza y varios huesos. Pero el en un parpadeo y sin pensarlo sacrificaría al mundo solo por tenerla a ella.Había llegado tan lejos… había hecho todo esto… solo para alcanzarla.—Se se siguen alzando ejércitos en el lado sur serán un problema.—Siguen resistiéndose pensando que pueden con nosotros—se burlo otro—Los del ejercito del norte han mermado en sus fuerzas, aunque todos los días reclutan nuevos hombres.—¿Qué hay de los impuestos? Mi gente paga por ellos por protección y el pueblo sufre mas.—Ja. Como si te importara