Su aprendiz estaba ante ella. Vestido como el enemigo. Portando su marca. Usando su sello. Y su magia oscura lo rodeaba. Un general, por su vestimenta.
El... el dirigía aquel ejército. ¿Cómo había terminado en el lado equivocado?
—¿Reined?— repitió su nombre desconcertada
Y solo cuando escucho aquello su rostro parecido descomponerse. Con el mandoble de su espada la arrojo al suelo nuevamente hasta inmovilizarla. Parecía desquiciado. Y tanta agresividad no era reconocible para ella. Jamás.
—¡¿Cómo sabes ese nombre?!— le siseo con rabia contra su rostro
—¿De qué... de que estas hablas?— le contesto igual de molesta mientras trato de empujarlo lejos para quitárselo de encima —así es tu nombre ¿Qué rayos haces portando aquel uniforme? ¿Qué rayos haces jugando con magia m*****a? ¿acaso no te he dicho ya miles de veces lo peligrosa que es?
El rostro del chico más que molesto también reflejaba desconcierto —¿Quién eres que portas la magia de antaño y osas a hablarle con tanta informalidad al gran gobernante?
¿Gran gobernante? ¿de qué rayos hablaba?
—¿Estás trabajando para el tirano? ¿para el malo? ¿Quién es tu gobernante?
—¿Trabajar para alguien?— su voz seca. Una sin emoción o cargado de ningún sentimiento —yo soy el amo aquí. Yo soy el rey. Soy tu gobernante y el de todos aquí
¿Qué?
Entonces al volver a ver sus ojos a los suyos creyó comprender algo que no se le había pasado por la cabeza aun
—El tirano del que todos hablan...—respiraba agitada —¿eres tú?
—Es la conversación más extraña que tendré con alguien que esta por morir. — y en un movimiento rápido alza su espada para volver a bajarla con la misma velocidad, con la intención de asesinarla
Su magia reacciona antes que ella. Como un movimiento aprendido con el tiempo y normalizado como autoprotección logra alejarlo. Tan normal para ella como respirar.
Eso saca de un empujón al hombre de cabellos oscuros. ¿Cómo podía siquiera estar vivo luego de tantos años? Ni siquiera había envejecido, pero si había cambiado.
—Esta magia...—el miraba hacia el suelo y tocaba los restos de su aura en su propio cuerpo. —¿Quién eres tú? ¿Cómo tienes una magia que se perdió hace años?
—Tan ingenuo como siempre— se levantó más enfadada aún. Quería explotar. Ir con rabia hacia él y gritarle en la cara. Tal y como lo había hecho cientos de veces ya antes cuando él era más joven. —no has aprendido ni guardado ninguna de mis lecciones, Reined. Estoy tan decepcionada.
Otra vez aquel rostro perturbado —Ese es un nombre que no había usado en mucho tiempo
—Ese; es tu nombre. —se lo señalo
—¿Cómo sabes eso? Ha pasado mucho tiempo... No queda nadie vivo como para recordarlo. ¿Dónde lo has leído? ¿Quién te lo ha contado? ¿encontraste algún registro? No. Imposible. Yo queme todo. Ardió, al igual que hice con el monte Olida.
¿Qué?
—Espera. ¿fuiste tu? —revelación —¿tu quemaste el monto Olida? ¿tu destruiste mi hogar?— indignación
Los ojos azules fríos del muchacho se centran en la mujer ante el —El monto Olida no ha tenido residentes ni ha sido el lugar de nadie hace más de cien años
—Claro que lo es. Lo fue. Y lo será siempre. El hogar de muchos y refugio de todos. Has hecho muy mal Reined. No pasare por alto todas estas cosas. Voy a corregirte como tu maestra que soy
Ahora sus ojos se ensombrecieron. —¿Cómo te atreves a decir tal cosa? Solo tuve una sola maestra en mi vida. —empuño de nuevo su espada con ojos furiosos
—¿Tu pelearas conmigo?— había burla en su voz — Yo te enseñe todo lo que sabes. No hay nada que puedas enseñarme que me tome por sorpresa
Mas furia en su rostro. Se lanzo sobre ella y esta le correspondió. Cada técnica lanzada de ataque, ella conocía el contraataque de la misma. Movimientos pérdidos hace años. Unos que solo ellos conocían ahora.
Y por unos minutos traicioneros sintió la conexión de ambos en la lucha. Ya habían peleado antes en prácticas de combate, hace muchos años atrás, sincronizada, perfeccionada, metódica, y perfecta. Como un baile bien ensayado.
—Maldición...— se separó y la miro con odio —¿Quién eres?
—Creí que a estas alturas ya lo sabrías. ¿No te has dado cuenta aun? Soy Selena. La gran maga del monto Olida.
—No. Ella murió. Murió hace muchos años.
—Dime algo que no sepa —murmuro hostigada de la misma historia — mi magia se agota... jamás dura... sabes que luego del séptimo uso es así. No tendré energías más allá de eso. Si aun piensas matarme luego de eso supongo que podrás hacerlo.
—Peleas como ella. Conoces su estilo de pelea. Pero eso no te hace ella. No sé qué clase de jugarreta han planeado estos aldeanos llamados guerreros para confundirme, pero no va a funcionar. Todo lo que sabes, lo has leído, o informado de alguien.
—Si borraste todo rastro como dices, entonces no. —sonó en sorna — siempre pensé que eras más listo. Siempre eras muy cuidadose y cauteloso con todo. Si te tomaste el tiempo de hacer un trabajo, estoy más que segura que lo hiciste bien. Sabes que no miento
—Selene era mi querida maestra. Y tú no eres ella.
—No. No. Para ti jamás fui Selene. Jamás me llamaste así. De hecho, aun se me hace extraño que te refieras a mí con ese nombre. Tú, —lo miro — tu solías llamarme, Edahi
Estaba más que claro que aquello lo dejo desarmado. En blanco. Confundido. Dudar en medio de una batalla no es una buena decisión.—No has envejecido ni un solo día —le comento ella esta vez mirándolo igual de desarmada. —lo lamento. Mi muerte te hizo esto... no te prepare lo suficiente. Todo esto...—miro a su alrededor llena de pena y remordimiento — es mi culpa. No fui suficiente... ni siquiera pude salvar Claro Luna.El respiraba agitadamente —Claro Luna se salvó aquella noche —sus ojos se pusieron cristalinos, pero no soltó ni una sola lagrima — lo salvaste aquella noche. Pero luego... luego fue atacado de nuevo y destruido. Tu sacrificio fue en vano. Ellos jamás te merecieron. Te dije que me llevaras. ¡te dije aquella noche que me llevaras! Pude haberte salvado. Yo pude...— se llevó la mano a la frente, mareado. Claramente esta situación lo superaba —¿pero que estoy diciendo?— sacudió su cabezaPorque decir aquello era aceptar su "locura". Su loca historia de que esta mujer era e
Su magia de curación ya estaba haciendo efecto en su cuerpo tratando de curar la herida con la que se había levantado apenas despertó por primera vez y esta segunda por la caída del caballo.El trayecto fue silencioso entre ambos mientras las fuerzas oscuras arrastraban la carroza. Rodearse de tanta magia maldita era agotador para ella quien siempre había trabajado con la magia blanca.—Estoy un poco mareada — confeso con miedo a perder el conocimiento.—Tendrás que acostumbrarte. —Que siquiera le respondiera ya era mucho.—Si me estas llevando como rehén ¿Qué planeas obtener de mi? ¿o es que acaso ni siquiera has pensado en tu siguiente movimiento aun? —soltó con altanería—Sigues hablando como si creyeras conocerme—Si es por interés. Eso quiere decir que… ¿me crees?—No —entonces sus ojos azules se desviaron hacia ella —Pero te dejare explicarte por ahora. Quien sabe, quizás me convenzas.Ella desvió su vista de el sintiéndose incomoda, ahora al verlo mas detenidamente podía notar
Encerrada en una habitación. Quizás debería agradecer que su destino no fuera una celda. No es que fuera un palacio impecable. De hecho la habitación era modesta. Pequeña y sucia. Pero aun así tenía un lecho donde podría recostarse cómoda.¿Por qué estaba pasando todo esto? ¿Acaso era su castigo por haber permitido que su aprendiz se enamorara de ella sin siquiera notarlo?—Ugh.— suspiro agotada con dolor de cabeza.Entonces se acercó a un velador que tenía un espejo.Se observo.Reined tenía razón, no se parecía en Selene en nada, era desorientador observarte y no reconocerte en un espejo. Y por unos momentos pensó en el cuerpo de la chica que estaba ocupando ¿Dónde estaría la verdadera Naevia ahora? ¿Estaría muerta? ¿en otro cuerpo? ¿Acaso su regreso causo la muerte de esta mujer?Sintió algo retorcerse en su estómago.¿Qué será de la familia de esta chica?Quizás regresar a esta época había sido un error… nunca había creído en las reencarnaciones o en la inmortalidad y todas sus le
Que dramático.Pero cuanto drama en una sola linea.Selene se dejo caer sintiendo el viento, pero no siendo inconsciente de la distancia entre ella y el suelo. Y solo cuando sabia que estaba llegando a su final invoco su aura y por unos minutos floto sobre el aire y sobre si misma.Bajo lentamente con su magia hasta tocar el suelo.Miro entonces hacia arriba, donde el cuerpo del monarca seguía asomado observándola por la ventana.“¿En que estas pensando Reined?” Pensó SeleneY casi indignada se dio media vuelta y empezó a caminar rumbo al castillo. Si, al interior. No pensaba huir. Queria demostrarle que estaba con el, queria ayudarlo, o al menos lo sacaría de este desastre. Quizás arreglaría su propio error.Pasaron apenas unos minutos cuando escucho los aplausos con el hombre bajando por las escaleras —Eso fue impresionante —eso casi parecía una felicitación—¿Qué es lo que querías probar?Sonríe —Solo tu fuerza de voluntad y convicción—Sabes que mi magia esta débil y está fallando
Sentado en la punta de la gran mesa negra se hallaba el monarca oscuro. El gran Tirano. Con su semblante calmado y relajado, pero inquieto por dentro.En la mesa lo acompañaban grandes figuras de la época. Unos mas poderosos que otros. Unos mas ambiciosos que otros. Magos. Brujos. Humanos. La avaricia no escatimaba en razas.Muchos luchaban solo por poder, Reined luchaba solo por amor. Y en su búsqueda por su anhelo había corrompido al mundo. Roto mas de una esperanza y varios huesos. Pero el en un parpadeo y sin pensarlo sacrificaría al mundo solo por tenerla a ella.Había llegado tan lejos… había hecho todo esto… solo para alcanzarla.—Se se siguen alzando ejércitos en el lado sur serán un problema.—Siguen resistiéndose pensando que pueden con nosotros—se burlo otro—Los del ejercito del norte han mermado en sus fuerzas, aunque todos los días reclutan nuevos hombres.—¿Qué hay de los impuestos? Mi gente paga por ellos por protección y el pueblo sufre mas.—Ja. Como si te importara
Cadenas.Cadenas de verdad.Ella estaba completamente mojada. Hacia frio. El lugar parecía algo subterráneo. Y a su derecha, a unos cuantos metros lejos de ella, había un gran charco de agua.Ella tiritaba—¿Me dejaras aquí solo colgando? —intento moverse y el sonar del hierro hizo un ruido extraño. Era como ser rehén de alguien, y porque lo era.—¿Por qué no solo te sueltas? —le interrogo. El monarca estaba sentado en una roca con su rostro inclinado y descansando sobre su palma abierta. El chico tenia un semblante relajado, pero aun así sus expresiones eran afilados, una mirada astuta. Desde este ángulo incluso podía apreciarse una belleza rebelde.—No. Si es tu castigo, lo aceptare. Quiero ver que tan lejos llegas.—¿Así que ahora eres masoquista?—No gastare mas poder mágico en estupideces. Además, si esto me hará ganarme tu confianza lo hare.—Obedecerme es lo que te hará ganarte mi confianza. Tengo que salvarte de cualquiera.Ella recordó a los dos hombres —Si dices que no soy e
El monarca salió a la superficial con el cuerpo de la chica aun en sus brazos, con ojos desesperados y acciones igual de rápidas trato de reanimarla. Primero con sus manos.Nada.Ni siquiera lo pensó cuando agacho su rostro con la intención de darle aire boca a boca, pero antes de siquiera rozar sus labios contra los de ella, esta despertó escupiendo agua—¿Maestra? — había miedo en sus ojosElla solo lo miro desorientada, luego solo incrédula —¿Reined…?Su rostro se lleno de alivio, luego coraje, miedo, enojo, de todo un poco. —¡¿Por qué no nadaste?! Me has asustado…Selene noto que su aprendiz temblaba, pero no por el frio.—No puedo perderte otra vez. No —negó tembloroso—no de nuevo…—…—¿Selene?Ella suspiro resignada —Lo irónico aquí es, que trate de convencerte de que era ella. Ahora trato de convencerte de que no lo soy, y no me crees.Reined no contesto.—Bien. Mentí. Soy Selene —lo miro —no debiste haber hecho eso...El se inclina al frente de ella. Esta abrió mucho los ojos
Primero hubo desconcierto, aunque también extrañeza.Ella jamás había besado a nadie, genuinamente nunca había sido besada por nadie.Y lo primero que pensó fue que esto era raro. Una sensación húmeda y extraña. Pensó también que las narices estorbaban en un beso. ¿para que estaban ahí?Trato de alejarse, pero las manos de su aprendiz lo impidieron.Tenia frio, pero la sensación de aquel beso generaba una calidez extraña junto con la cercanía de su cuerpo mojado pegado al de él.—R-reined… —jadeo mientras trataba de poner distancia.Pero este la ignora y continua besándola. Agarra su muñeca y la jala mas hacia el, casi como si quisiera profundizar aquel beso.Solo cuando sintió su lengua entrando en su boca fue el momento en que ella realmente reacciono, con un leve toque de su magia lo aparto mientras esta jadeada por recuperar e aire« No respiro… » pensóSu mano viajo hasta su pecho tratando de tranquilizar a su corazón desbocado.En su vida pasada ella estaba destinada a un llamad