Su magia de curación ya estaba haciendo efecto en su cuerpo tratando de curar la herida con la que se había levantado apenas despertó por primera vez y esta segunda por la caída del caballo.
El trayecto fue silencioso entre ambos mientras las fuerzas oscuras arrastraban la carroza. Rodearse de tanta magia m*****a era agotador para ella quien siempre había trabajado con la magia blanca.
—Estoy un poco mareada — confeso con miedo a perder el conocimiento.
—Tendrás que acostumbrarte. —Que siquiera le respondiera ya era mucho.
—Si me estas llevando como rehén ¿Qué planeas obtener de mi? ¿o es que acaso ni siquiera has pensado en tu siguiente movimiento aun? —soltó con altanería
—Sigues hablando como si creyeras conocerme
—Si es por interés. Eso quiere decir que… ¿me crees?
—No —entonces sus ojos azules se desviaron hacia ella —Pero te dejare explicarte por ahora. Quien sabe, quizás me convenzas.
Ella desvió su vista de el sintiéndose incomoda, ahora al verlo mas detenidamente podía notar diferencias, y estas eran como para romperle el corazon. Cada palabra de el dolía. Como cuchillos clavándose en sus costillas. Su tono jamás fue tan frio y desinteresado para con ella.
Su aprendiz había cambiado. Tenia el rostro acentuado con mas rudeza, de alguna forma ahora era mas alto que ella, y había sacado músculos quien sabe de donde. Al parecer el tiempo había pasado para el, pero ahora… en algún punto dejo de estarlo, dejo de envejecer.
¿Cómo había conseguido siquiera esta inmortalidad? Ella no conocía ninguna magia capaz de lograr eso.
Entonces al ver la oscuridad del mundo se sintió peor. Ella había provocado esto. Su muerte había creado a este monstruo. Quizás ya no era el Reined que conocía…
—¿En que estas pensando ahora?
Y por un momento, creyó ver un atisbo pequeño de curiosidad genuina en su voz.
—Lamento no haber llegado al lago esa noche…
—…
—Siento que fracase como tu maestra.
—Mi maestra no fracaso. Esos idiotas. Esas personas a las que ella ayudaba, ni siquiera merecían respirar el mismo aire que ella
Sus ojos se estrecharon molestos hacia el. —¿Por qué sigues diciendo esas cosas? Mi vida estaba destinada a servir, incluso a costa de mi vida. Te salve de los lobos aquella noche. Te vi a los ojos. Al joven de quince años que necesitaba ayuda y estaba tan perdido. —una pausa —Dime, ¿Cómo es posible que te vea ahora y piense que estas mas perdido que en aquel entonces?
Sus manos en puños y sus ojos vacilaron. ¿Por qué ella seguía diciéndole cosas que solo Edahi conocía?
Bajo su rostro con sus cabellos oscuros tapándole los ojos.
—¿Cómo pudiste quemar el monte Olida? Era Nuestro hogar…
—No fue así.
—¿Que?
—Fue quemado para salvarse.
—¿Qué quieres deci…?— pero no pudo continuar cuando el carruaje se detuvo.
Una inmensa estructura antigua se alzaba sobre ellos. No mentía cuando decía que su fortaleza se trataba de un castillo
—Bienvenida a la guarida del rey maldito. —rio burlonamente y bajo del carruaje
Ella se levanto medio temblorosa. Nunca antes había sentido miedo, pero esta situación la superaba por mucho.
Entonces noto la mano estirada de su aprendiz hacia ella.
—Puedo bajar sola— entonces con el poco orgullo que le quedaba descendió sin ayuda.
—Dime cual es tu nombre — pidió el en demanda
—Ya te he dicho que mi nombre es Selen… —pero antes de poder terminar su espada viajo hasta su cuello dejándola desconcertada
—Vuelves a decir su nombre y te cortare el cuello. —advirtió sonriendo —no jugaremos a ese papel. Dime tu nombre. —repitió
Entonces recordó el nombre del cuerpo que estaba usando—Naevia — porque así la había llamado aquel rubio soldado. —Al parecer… soy Naevia ahora.
—Y es todo lo que serás — guardo la espada —sígueme.
No sabia como siquiera se había atrevido a darle la espalda. ¿Acaso no tenia miedo de que lo atacara? ¿O es que acaso confiaba tanto en si mismo y en sus habilidades como para detenerlo?
En un pasado, ella siempre iría adelante. Cuanto había cambiado todo.
Para su aprendiz habían sido cien años, para ella, un día.
Hubiera podido esperar de todo al entrar. Ver lo que sea. Estaba ya preparada mentalmente para ver la cosa más horrorosa y temible del mundo. Tortura. Cuerpos. Lo que fuera. Pero casi se cae de bruces cuando se observo a si misma en el gran retrato de la inmensa escalera.
Ay dioses...
Que... que es...
—¿Pero que…?
Reined se detuvo al inicio de los escalones—¿Qué estas esperando?—la pregunta estaba destinada para instarla a seguir caminando.
—¿Porque…? ¿Por qué tienes….?— incapaz de dar un paso.
Entonces el comprendió a lo que esta miraba.—Ah —dijo —ella, ella es mi maestra —la presento —la gran maga Selene.
Sabia que su alumno la adoraba. Sabia que la admiraba muchísimo. Pero esto… esto era demasiado.
—Sabes… tanta adoración es un poco…
—¿Un poco que? —la reto a que continuara
Ella soltó el aire que no sabia que estaba conteniendo —es un poco enfermiza —finalizo —han pasado ya cien años. Aunque hubiera muerto, deberías haberme superado. Deberías haber seguido viviendo tu vida. Tu deberías…—la corto.
—¿Vivir? —sus ojos parecían nublados —ella es todo lo que tengo. Lo que fui y lo que soy. Presente, pasado, y futuro. Edahi. Selene. Ella es mía.—sentencio con algo en sus ojos.
Entonces ella creyó entender algo que se le había estado escapando hasta ahora. Y sintió un escalofrió recorrerle la espalda con una comprensión impensable.
Su voz carente de toda emoción —Dime algo Reined. ¿Qué tipo de amor sentías por tu maestra?—la tensión en todo su cuerpo.
Y el la miro sin inmutarse —yo la amaba —y no había culpa es su voz. Nada
Ella retrocedió un paso —no. no. Quiero decir… es normal que la amaras. Yo también… es decir. Hablo de otro tipo de amor. Yo hablo de…
—Un amor romántico. Yo se de lo que estas hablando. Y si. La amaba.
Su mente trabajaba rápidamente buscando pistas, señales, momentos, cualquier cosa en el pasado que pudiera justificar esto—No. —negó nuevamente
El rio —¿Y porque no?
—Tu jamás dijiste nada. Nunca lo mencionaste… Yo no…
—¿Tu no que? ¿No me hubieras amado? — parecía estarse divirtiéndose con ella y de la expresión que cargaba ella ahora mismo
—¡Claro que no! Tu eras un niño. ¡Por amor a …! —negó pesadamente —Yo tenia treinta y seis años y tu veintiséis. Yo te crie. Te conocí, y rescate de los lobos a tus quince. Te vi crecer. ¿Cómo podría haberte visto de otra manera? Eras… —lo miro con pena y culpa mezclada —eras apenas un niño…
Entonces el se acerco y ella tropezó en nerviosismo hasta caer al suelo. Pero antes de siquiera alzar la mirada el monarca ya estaba sobre ella, con una mano en su muñeca y la otra sujetándole el rostro. Sus ojos azules eran hielo sobre ella congelándola —Dime, supuesta Edahi, aun ahora, después de cien años ¿te sigo pareciendo un niño?
Su corazón paralizado. Su voz se había secado y atorado en su garganta. Como si esta hubiera desaparecido.
El tenia razón en algo. Este hombre frente a ella era mas grande ahora. Ella era pequeña a su lado. Es como si los papeles se hubieran invertido luego de cien años. Era mas grande y mas alto que ella. Y de alguna forma muy poco reconocible.
—Dime, sino es el edad, ¿Cuál seria tu excusa ahora para rechazarme? A como yo lo veo, soy mucho mayor que tu, ¿no?
Sus ojos se llenaron de lagrimas, no sabia si de impotencia, coraje, dolor, amargura, u odio.
Trato de sacárselo de encima forcejeando, pero no pudo moverlo ni un centímetro y esta diferencia de fuerza la dejo consternada e indefensa.
Nunca. Nunca en su vida, se había sentido tan indefensa…
Entonces ella dejo de luchar y bajo el rostro.
Sumisa. Si. Resignada…
—Bien. —solo entonces el la soltó levantándose. —Ella es todo lo que quiero. Un amanecer. Los colores del sol en sus ojos y cabellos. Un roció bañado en oro. —entonces la miro casi despectivo —Tu no eres como ella. Tus cabellos son rojizos, tus ojos son verdes. Tu eres todo lo opuesto a ella. No me interesas en ese sentido. Quiero dejarte claro que solo me interesa ella. —se estaba divirtiendo con esta situación y rio —Dime, ¿Qué crees que me diría Edahi ahora?
Entonces sus ojos lo vieron con una promesa grabada en fuego —Yo jamás seré tuya.
Encerrada en una habitación. Quizás debería agradecer que su destino no fuera una celda. No es que fuera un palacio impecable. De hecho la habitación era modesta. Pequeña y sucia. Pero aun así tenía un lecho donde podría recostarse cómoda.¿Por qué estaba pasando todo esto? ¿Acaso era su castigo por haber permitido que su aprendiz se enamorara de ella sin siquiera notarlo?—Ugh.— suspiro agotada con dolor de cabeza.Entonces se acercó a un velador que tenía un espejo.Se observo.Reined tenía razón, no se parecía en Selene en nada, era desorientador observarte y no reconocerte en un espejo. Y por unos momentos pensó en el cuerpo de la chica que estaba ocupando ¿Dónde estaría la verdadera Naevia ahora? ¿Estaría muerta? ¿en otro cuerpo? ¿Acaso su regreso causo la muerte de esta mujer?Sintió algo retorcerse en su estómago.¿Qué será de la familia de esta chica?Quizás regresar a esta época había sido un error… nunca había creído en las reencarnaciones o en la inmortalidad y todas sus le
Que dramático.Pero cuanto drama en una sola linea.Selene se dejo caer sintiendo el viento, pero no siendo inconsciente de la distancia entre ella y el suelo. Y solo cuando sabia que estaba llegando a su final invoco su aura y por unos minutos floto sobre el aire y sobre si misma.Bajo lentamente con su magia hasta tocar el suelo.Miro entonces hacia arriba, donde el cuerpo del monarca seguía asomado observándola por la ventana.“¿En que estas pensando Reined?” Pensó SeleneY casi indignada se dio media vuelta y empezó a caminar rumbo al castillo. Si, al interior. No pensaba huir. Queria demostrarle que estaba con el, queria ayudarlo, o al menos lo sacaría de este desastre. Quizás arreglaría su propio error.Pasaron apenas unos minutos cuando escucho los aplausos con el hombre bajando por las escaleras —Eso fue impresionante —eso casi parecía una felicitación—¿Qué es lo que querías probar?Sonríe —Solo tu fuerza de voluntad y convicción—Sabes que mi magia esta débil y está fallando
Sentado en la punta de la gran mesa negra se hallaba el monarca oscuro. El gran Tirano. Con su semblante calmado y relajado, pero inquieto por dentro.En la mesa lo acompañaban grandes figuras de la época. Unos mas poderosos que otros. Unos mas ambiciosos que otros. Magos. Brujos. Humanos. La avaricia no escatimaba en razas.Muchos luchaban solo por poder, Reined luchaba solo por amor. Y en su búsqueda por su anhelo había corrompido al mundo. Roto mas de una esperanza y varios huesos. Pero el en un parpadeo y sin pensarlo sacrificaría al mundo solo por tenerla a ella.Había llegado tan lejos… había hecho todo esto… solo para alcanzarla.—Se se siguen alzando ejércitos en el lado sur serán un problema.—Siguen resistiéndose pensando que pueden con nosotros—se burlo otro—Los del ejercito del norte han mermado en sus fuerzas, aunque todos los días reclutan nuevos hombres.—¿Qué hay de los impuestos? Mi gente paga por ellos por protección y el pueblo sufre mas.—Ja. Como si te importara
Cadenas.Cadenas de verdad.Ella estaba completamente mojada. Hacia frio. El lugar parecía algo subterráneo. Y a su derecha, a unos cuantos metros lejos de ella, había un gran charco de agua.Ella tiritaba—¿Me dejaras aquí solo colgando? —intento moverse y el sonar del hierro hizo un ruido extraño. Era como ser rehén de alguien, y porque lo era.—¿Por qué no solo te sueltas? —le interrogo. El monarca estaba sentado en una roca con su rostro inclinado y descansando sobre su palma abierta. El chico tenia un semblante relajado, pero aun así sus expresiones eran afilados, una mirada astuta. Desde este ángulo incluso podía apreciarse una belleza rebelde.—No. Si es tu castigo, lo aceptare. Quiero ver que tan lejos llegas.—¿Así que ahora eres masoquista?—No gastare mas poder mágico en estupideces. Además, si esto me hará ganarme tu confianza lo hare.—Obedecerme es lo que te hará ganarte mi confianza. Tengo que salvarte de cualquiera.Ella recordó a los dos hombres —Si dices que no soy e
El monarca salió a la superficial con el cuerpo de la chica aun en sus brazos, con ojos desesperados y acciones igual de rápidas trato de reanimarla. Primero con sus manos.Nada.Ni siquiera lo pensó cuando agacho su rostro con la intención de darle aire boca a boca, pero antes de siquiera rozar sus labios contra los de ella, esta despertó escupiendo agua—¿Maestra? — había miedo en sus ojosElla solo lo miro desorientada, luego solo incrédula —¿Reined…?Su rostro se lleno de alivio, luego coraje, miedo, enojo, de todo un poco. —¡¿Por qué no nadaste?! Me has asustado…Selene noto que su aprendiz temblaba, pero no por el frio.—No puedo perderte otra vez. No —negó tembloroso—no de nuevo…—…—¿Selene?Ella suspiro resignada —Lo irónico aquí es, que trate de convencerte de que era ella. Ahora trato de convencerte de que no lo soy, y no me crees.Reined no contesto.—Bien. Mentí. Soy Selene —lo miro —no debiste haber hecho eso...El se inclina al frente de ella. Esta abrió mucho los ojos
Primero hubo desconcierto, aunque también extrañeza.Ella jamás había besado a nadie, genuinamente nunca había sido besada por nadie.Y lo primero que pensó fue que esto era raro. Una sensación húmeda y extraña. Pensó también que las narices estorbaban en un beso. ¿para que estaban ahí?Trato de alejarse, pero las manos de su aprendiz lo impidieron.Tenia frio, pero la sensación de aquel beso generaba una calidez extraña junto con la cercanía de su cuerpo mojado pegado al de él.—R-reined… —jadeo mientras trataba de poner distancia.Pero este la ignora y continua besándola. Agarra su muñeca y la jala mas hacia el, casi como si quisiera profundizar aquel beso.Solo cuando sintió su lengua entrando en su boca fue el momento en que ella realmente reacciono, con un leve toque de su magia lo aparto mientras esta jadeada por recuperar e aire« No respiro… » pensóSu mano viajo hasta su pecho tratando de tranquilizar a su corazón desbocado.En su vida pasada ella estaba destinada a un llamad
Porque escapar era mejor ahora mismo que enfrentar todos estos confusos sentimientos.Camino por horas por ese bosque medio perdida. Conjuro un pequeño haz de luz invocando un objetivo. Siguió la luz. No se perdería. Sabia a donde tenia que ir ahora.Pensaba que llegaría pronto a un pueblo. Pero no equivoco.Sus ojos miraron con tristeza todas estas ruinas. El mundo estaba lleno de destrucción, seguro pobreza y hambre.¿Cómo había pasado esto?La luz ceso su búsqueda al amanecer donde se detuvo al escuchar las voces y ver las carpas.Soldados.Sin embargo, jamás pensó encontrárselo de nuevo.—Naevia— ojos verdes muy abiertos.Ella no supo que responder—¡Estas de vuelta! ¿Cómo…? ¿Cómo escapaste? —la abrazoEsta dudo ante el tacto, luego lo alejo. Ya había tenido suficiente sobre este asunto de los toques y la cercanía—¿estas bien?El asintió —Gracias a ti.—Para haber caído de un caballo ya te ves muy bien..—Fue solo un leve golpe —se encogió de hombros avergonzado—No lo parecía.El
El pánico es notorio en sus ojos oscuros cuando vislumbra al gran tirano ante él. Con su mano encharcada de sangre debido a las púas del látigo enterrados en su piel—Mi rey… perdóneme… no quería… usted se ha atravesado… yo no…—¿Qué crees que estas haciendo? —furia. Una mirada ensombrecida.El hombre cae al suelo en suplicas, en menos de unos segundos toda altanería se le había ido. Como ver un fantasma. Pálido. —estos aldeanos… es… es toda su culpa…Selene lo observa consternada.« De verdad te tienen terror » pensó Miro hacia su aprendiz, pero este no la miraba, aun tenia en su mano el látigo envuelto alrededor de su mano.Entonces el lo alza, y da un golpe seco al rey que esta en el suelo y este suelta un grito desgarrador..Casi por inercia las manos de Selene cubren sus oídos. No había ni un solo aldeano en la calla ahora, todos encerrados en sus casas. Ningún testigo asomado por la ventana.Reined tiene una mueca en la cara parecida a una sonrisa mientras se agacha al lado del