Estaba más que claro que aquello lo dejo desarmado. En blanco. Confundido. Dudar en medio de una batalla no es una buena decisión.
—No has envejecido ni un solo día —le comento ella esta vez mirándolo igual de desarmada. —lo lamento. Mi muerte te hizo esto... no te prepare lo suficiente. Todo esto...—miro a su alrededor llena de pena y remordimiento — es mi culpa. No fui suficiente... ni siquiera pude salvar Claro Luna.
El respiraba agitadamente —Claro Luna se salvó aquella noche —sus ojos se pusieron cristalinos, pero no soltó ni una sola lagrima — lo salvaste aquella noche. Pero luego... luego fue atacado de nuevo y destruido. Tu sacrificio fue en vano. Ellos jamás te merecieron. Te dije que me llevaras. ¡te dije aquella noche que me llevaras! Pude haberte salvado. Yo pude...— se llevó la mano a la frente, mareado. Claramente esta situación lo superaba —¿pero que estoy diciendo?— sacudió su cabeza
Porque decir aquello era aceptar su "locura". Su loca historia de que esta mujer era ella
—Todo está bien, aprendiz. Ahora que he vuelto. Te aseguro que todo estará bien. Arreglaremos esto. Lo arreglaremos todo. Yo me encargare.
El empezó a reír de forma amarga —¿aprendiz? No. No eres ella. Me has convencido solo por unos leves segundos. Lograste engañarme solo un instante. No se que clase de brujeria haces, pero no —la miro — no me harás flaquear de nuevo. Debiste haber aprovechado esa oportunidad...— entonces se fue otra vez contra ella. Pero en ese instante otro alguien se interpuso defendiéndola
—Tú de nuevo— murmuro Selene hacia el hombre de rubios cabellos. Ahora que lo pensaba ni siquiera le había dicho su nombre, y ella tampoco había preguntado el suyo.
—Si esa es tu forma de decir "gracias" la acepto.
Mas hombres se fueron a pelear contra el monarca malvado alejandolo de ella.
—No es tiempo para que intentes ser divertido —soltó ella molesta —no intentes pelear conta Reined porque perderás —le advirtió —puedo hacerlo recapacitar. Solo debo...
Pero el ya no la escuchaba estaba centrado en el hombre delante de el — es nuestro enemigo. El gran tirano de las tierras, él es el mal reencarnado. Si lo matamos, todo acabara. Jamás sale de su guarida. Debemos aprovechar esta oportunidad.
—Esta aquí por mi —confeso ella
—Si —coincidió el —Escucho de tu magia y ahora quiere matarte. Sabe que eres un clavo suelto. Ahora huye. Yo me sacrificare. Tu eres nuestra esperanza.
—No. Jamás dejaría un hombre atrás— ella miro hacia más allá, hacia su aprendiz —se me acaba la fuerza de mi magia... Y a ti, tu vida. Vámonos. Nos retiramos y pelearemos otro día.
—Pero...
—No ganaras ahora con tu condición, y yo tampoco, y no quiero sonar irrespetuosa, pero te falta entrenamiento. —lo tomo del hombro — ven. Vámonos. Ordena la retirada tambien a todos tus hombres.
El hombre parece debatirse como si se estuviera jugando su honor. Al final pareció tomar una decisión. Tomo uno de los caballos mientras otros hombres distraían al gran tirano. Pero ordenando que apenas tuvieran la oportunidad todos huyeran, ya se reunirian despues en algunos de sus puntos estrategicos.
Se subió e intento ayudar a montar a Selene. Le tendió la mano y subieron juntos. Pero al ver que escapaban, Reined abandono a los otros hombres con los que luchaba para subirse a su propio caballo, negro como la noche para perseguirlos.
—¿Por qué nos sigue?— pregunto mientras le daba más fuerte a las riendas del caballo instándolo a correr más rápido
Selene miro hacia atrás —sino me cree... ¿Por qué se toma tantas molestias? ¿tan enojado esta?—suspiro —detén el caballo
—¿Qué?
—Solo detén el caballo
—¿Qué piensas hacer? ¡Te matara!
—No lo hará
—Suponiendo que no, ¿qué harás?
—Solo le diré que se retire. Que se vaya. Que nos deje en paz y libres a los dos
—¿Qué? ¿Qué cosas dices? De verdad que ese golpe te dejo mal y loca ¿piensas que te hará caso solo con pedírselo?
—No se lo pediré...
—Ah, qué bueno
—Se lo ordenare —continuo
—¡¿Qué?! —negó con la cabeza— eso suena aún más loco.
—Confía en mi
—Losiento... no... no puedo hacer eso. Tengo que ponerte a salvo.
Y siguieron su marcha a caballo. Selene no estaba acostumbrada a que la gente no le hiciera caso. Es como si nadie la respetara ya. El caballo corrió todo lo que podía, pero la magia oscura los envolvió pronto. Reined estaba usando magia, y el bosque no ayudaba, este estaba impregnado con su aura marcando sus dominios lo que potenciaba su magia aun mas. Era como estar en sus tierras. En su mismo tablero. Y más pronto que tarde el caballo tropezó con una sombra invocada y ambos cayeron del animal.
Pronto otros trotes se acercaron haciendo ruido en el silencio
Reined bajo y camino hacia ambos aun conscientes —¿tan rápido te ibas luego de reencontrarnos? —había burla en su voz. Aunque no le creyera, se estaba metiendo con ella —Eso me hiere. —sus ojos se desviaron al otro cuerpo medio herido en el suelo —¿Que pasa con este caballero de brillante armadura?
—No lo mates. —pidió ella desde el suelo — a ninguno de los dos. Te ordeno que te vayas y nos dejes libres
Rio —¿Ordenarme? —se agacha hasta estar a su altura. Tomo su barbilla obligándolo a verle — ¿tu ordenándome a mí?
—Lo hago. —lo miro fijo —¿desde cuándo te has vuelto tan insolente?
—Sabes, ni a la mismísima Selene le obedecería algo ahora.
Su corazón estrechándose. —¿Qué quieres decir?
¿Cómo podía decir algo así? Este hombre... este hombre no era el Reined que había conocido.
—Siempre fuiste leal... —continuo ella — tu jamás me cuestionaste una sola palabra... ¿Por qué ahora...? —negó — tú no eres así. —sentencio
—¿Estas segura? Cien años son mucho tiempo. Lo suficiente para cambiar a alguien
—¿No piensas obedecerme?
—No. Porque, por no cuestionarla aquel día a ella fue la razón por la que murió. Por dejar que hiciera lo que quería fue que la mataron. No cometería ese mismo error dos veces si la encontrara— la miro — si pudiera regresar a aquella noche en el tiempo, la amarraría contra un árbol, le pondría esposas amarrada a su cama. Haria de todo, cualquiera cosa si fuera necesario.
Una mirada triste le surca el rostro —¿aun en contra de su voluntad?
—Incluso aunque ella terminara odiándome. No me importaría. Porque... ella asi seguiría viva
—Estoy viva, Reined. No soy yo. Pero lo soy.
Por su mirada se podía decir que no era suficiente. No le creía aún. Al menos no del todo. Pero si lo había visto dudar antes, y además, si el la había dejado vivir hasta ahora, podía significar algo.
Había plantado la semilla de la duda en él.
—Tu vienes conmigo. Si quieres probarte a ti misma, lo harás.
—No...—una voz más allá los interrumpe a ambos. El chico de ojos verdes lo mira impotente, pero sin fuerzas para poder levantarse —no te la lleves... Mátame a mí y déjala libre...
El rostro de Reined no varía. No se inmuta, No reacciona —Dime, ¿tan rápido ya tienes a más gente dispuesta a morir por ti? —la mira —¿o qué clase de relación mantienes con este sujeto?
—Es un general con honor —menciono honrada, y luego lo miro con rabia — a diferencia de otros... algo que tú no has aprendido aún.
Hay odio en sus ojos. Saca la espada y camina hacia el chico tirado en el suelo
—¡No! ¡Espera! —suelta en pánico arrepentida de su comentario—No lo hagas...—pidió ella — él es joven. Tiene tu misma edad. La misma con la que te deje en el monte Olida aquella noche. Lo miro... y... y puedo verte a ti en él.
Una sombra de algo sobre el —ese es exactamente el problema aquí.—entonces su espada se alza —siempre fui igual de reemplazable para ti, ¿cierto?
¿Que?
—¿De que estas hablando? Por favor... por favor no lo hagas... —ella jamás había rogado por algo. Y aquí estaba haciéndolo por primera vez en su vida — Si haces eso yo... yo jamás podré perdonarte. ¿Me oíste? ¡Nunca te lo perdonaré!
—No me digas...— espeto y había burla en su voz
—Reined... te lo ruego...
—¿Me lo ruegas? ¿Quieres que el viva?
—Si. Si. Por favor... por favor... déjalo vivir.
—Bien. —retira la espada antes alzada —solo con una condición.
Dejo que continuara
—No volverás a verlo jamás
Ella no podía saber en qué estaba pensando su aprendiz. Esa condición le parecía absurda. Su antiguo aprendiz estaba de espaldas hacia ella y ni siquiera podía verle el rostro para tratar de leerle sus emociones. —está bien. —accedió contra todo pronostico
—Lo segundo no es una petición. Pero sería más fácil sino pones resistencia.
—...
—Tu vendrás conmigo de forma voluntaria a mi castillo hasta que pruebes todo lo que estás diciendo. Aún tenemos mucho de qué hablar y discutir.
—E-está bien —dijo —está bien
Este volteo y empezó a caminar hacia ella cuando se agacho a su altura—sabes, estas muy complaciente hoy. Toma nota para que la imites mejor: Mi maestra jamás ruega. Jamás accedería tan fácil así a un trato injusto
—No lo haría...—confeso ella — a no ser que hubiera una vida de por medio. Orgullosa y soberbia, sí, pero no cuando hay una vida que salvar
Porque en esta situación no era solo su vida la que estaba en riesgo.
Es verdad, no rogaria por su propia vida, pero si por la de otros.
—Ella no era así —insistió el
Ella lo miro con tristeza —Entonces no me conocías lo suficiente, aprendiz.
Su magia de curación ya estaba haciendo efecto en su cuerpo tratando de curar la herida con la que se había levantado apenas despertó por primera vez y esta segunda por la caída del caballo.El trayecto fue silencioso entre ambos mientras las fuerzas oscuras arrastraban la carroza. Rodearse de tanta magia maldita era agotador para ella quien siempre había trabajado con la magia blanca.—Estoy un poco mareada — confeso con miedo a perder el conocimiento.—Tendrás que acostumbrarte. —Que siquiera le respondiera ya era mucho.—Si me estas llevando como rehén ¿Qué planeas obtener de mi? ¿o es que acaso ni siquiera has pensado en tu siguiente movimiento aun? —soltó con altanería—Sigues hablando como si creyeras conocerme—Si es por interés. Eso quiere decir que… ¿me crees?—No —entonces sus ojos azules se desviaron hacia ella —Pero te dejare explicarte por ahora. Quien sabe, quizás me convenzas.Ella desvió su vista de el sintiéndose incomoda, ahora al verlo mas detenidamente podía notar
Encerrada en una habitación. Quizás debería agradecer que su destino no fuera una celda. No es que fuera un palacio impecable. De hecho la habitación era modesta. Pequeña y sucia. Pero aun así tenía un lecho donde podría recostarse cómoda.¿Por qué estaba pasando todo esto? ¿Acaso era su castigo por haber permitido que su aprendiz se enamorara de ella sin siquiera notarlo?—Ugh.— suspiro agotada con dolor de cabeza.Entonces se acercó a un velador que tenía un espejo.Se observo.Reined tenía razón, no se parecía en Selene en nada, era desorientador observarte y no reconocerte en un espejo. Y por unos momentos pensó en el cuerpo de la chica que estaba ocupando ¿Dónde estaría la verdadera Naevia ahora? ¿Estaría muerta? ¿en otro cuerpo? ¿Acaso su regreso causo la muerte de esta mujer?Sintió algo retorcerse en su estómago.¿Qué será de la familia de esta chica?Quizás regresar a esta época había sido un error… nunca había creído en las reencarnaciones o en la inmortalidad y todas sus le
Que dramático.Pero cuanto drama en una sola linea.Selene se dejo caer sintiendo el viento, pero no siendo inconsciente de la distancia entre ella y el suelo. Y solo cuando sabia que estaba llegando a su final invoco su aura y por unos minutos floto sobre el aire y sobre si misma.Bajo lentamente con su magia hasta tocar el suelo.Miro entonces hacia arriba, donde el cuerpo del monarca seguía asomado observándola por la ventana.“¿En que estas pensando Reined?” Pensó SeleneY casi indignada se dio media vuelta y empezó a caminar rumbo al castillo. Si, al interior. No pensaba huir. Queria demostrarle que estaba con el, queria ayudarlo, o al menos lo sacaría de este desastre. Quizás arreglaría su propio error.Pasaron apenas unos minutos cuando escucho los aplausos con el hombre bajando por las escaleras —Eso fue impresionante —eso casi parecía una felicitación—¿Qué es lo que querías probar?Sonríe —Solo tu fuerza de voluntad y convicción—Sabes que mi magia esta débil y está fallando
Sentado en la punta de la gran mesa negra se hallaba el monarca oscuro. El gran Tirano. Con su semblante calmado y relajado, pero inquieto por dentro.En la mesa lo acompañaban grandes figuras de la época. Unos mas poderosos que otros. Unos mas ambiciosos que otros. Magos. Brujos. Humanos. La avaricia no escatimaba en razas.Muchos luchaban solo por poder, Reined luchaba solo por amor. Y en su búsqueda por su anhelo había corrompido al mundo. Roto mas de una esperanza y varios huesos. Pero el en un parpadeo y sin pensarlo sacrificaría al mundo solo por tenerla a ella.Había llegado tan lejos… había hecho todo esto… solo para alcanzarla.—Se se siguen alzando ejércitos en el lado sur serán un problema.—Siguen resistiéndose pensando que pueden con nosotros—se burlo otro—Los del ejercito del norte han mermado en sus fuerzas, aunque todos los días reclutan nuevos hombres.—¿Qué hay de los impuestos? Mi gente paga por ellos por protección y el pueblo sufre mas.—Ja. Como si te importara
Cadenas.Cadenas de verdad.Ella estaba completamente mojada. Hacia frio. El lugar parecía algo subterráneo. Y a su derecha, a unos cuantos metros lejos de ella, había un gran charco de agua.Ella tiritaba—¿Me dejaras aquí solo colgando? —intento moverse y el sonar del hierro hizo un ruido extraño. Era como ser rehén de alguien, y porque lo era.—¿Por qué no solo te sueltas? —le interrogo. El monarca estaba sentado en una roca con su rostro inclinado y descansando sobre su palma abierta. El chico tenia un semblante relajado, pero aun así sus expresiones eran afilados, una mirada astuta. Desde este ángulo incluso podía apreciarse una belleza rebelde.—No. Si es tu castigo, lo aceptare. Quiero ver que tan lejos llegas.—¿Así que ahora eres masoquista?—No gastare mas poder mágico en estupideces. Además, si esto me hará ganarme tu confianza lo hare.—Obedecerme es lo que te hará ganarte mi confianza. Tengo que salvarte de cualquiera.Ella recordó a los dos hombres —Si dices que no soy e
El monarca salió a la superficial con el cuerpo de la chica aun en sus brazos, con ojos desesperados y acciones igual de rápidas trato de reanimarla. Primero con sus manos.Nada.Ni siquiera lo pensó cuando agacho su rostro con la intención de darle aire boca a boca, pero antes de siquiera rozar sus labios contra los de ella, esta despertó escupiendo agua—¿Maestra? — había miedo en sus ojosElla solo lo miro desorientada, luego solo incrédula —¿Reined…?Su rostro se lleno de alivio, luego coraje, miedo, enojo, de todo un poco. —¡¿Por qué no nadaste?! Me has asustado…Selene noto que su aprendiz temblaba, pero no por el frio.—No puedo perderte otra vez. No —negó tembloroso—no de nuevo…—…—¿Selene?Ella suspiro resignada —Lo irónico aquí es, que trate de convencerte de que era ella. Ahora trato de convencerte de que no lo soy, y no me crees.Reined no contesto.—Bien. Mentí. Soy Selene —lo miro —no debiste haber hecho eso...El se inclina al frente de ella. Esta abrió mucho los ojos
Primero hubo desconcierto, aunque también extrañeza.Ella jamás había besado a nadie, genuinamente nunca había sido besada por nadie.Y lo primero que pensó fue que esto era raro. Una sensación húmeda y extraña. Pensó también que las narices estorbaban en un beso. ¿para que estaban ahí?Trato de alejarse, pero las manos de su aprendiz lo impidieron.Tenia frio, pero la sensación de aquel beso generaba una calidez extraña junto con la cercanía de su cuerpo mojado pegado al de él.—R-reined… —jadeo mientras trataba de poner distancia.Pero este la ignora y continua besándola. Agarra su muñeca y la jala mas hacia el, casi como si quisiera profundizar aquel beso.Solo cuando sintió su lengua entrando en su boca fue el momento en que ella realmente reacciono, con un leve toque de su magia lo aparto mientras esta jadeada por recuperar e aire« No respiro… » pensóSu mano viajo hasta su pecho tratando de tranquilizar a su corazón desbocado.En su vida pasada ella estaba destinada a un llamad
Porque escapar era mejor ahora mismo que enfrentar todos estos confusos sentimientos.Camino por horas por ese bosque medio perdida. Conjuro un pequeño haz de luz invocando un objetivo. Siguió la luz. No se perdería. Sabia a donde tenia que ir ahora.Pensaba que llegaría pronto a un pueblo. Pero no equivoco.Sus ojos miraron con tristeza todas estas ruinas. El mundo estaba lleno de destrucción, seguro pobreza y hambre.¿Cómo había pasado esto?La luz ceso su búsqueda al amanecer donde se detuvo al escuchar las voces y ver las carpas.Soldados.Sin embargo, jamás pensó encontrárselo de nuevo.—Naevia— ojos verdes muy abiertos.Ella no supo que responder—¡Estas de vuelta! ¿Cómo…? ¿Cómo escapaste? —la abrazoEsta dudo ante el tacto, luego lo alejo. Ya había tenido suficiente sobre este asunto de los toques y la cercanía—¿estas bien?El asintió —Gracias a ti.—Para haber caído de un caballo ya te ves muy bien..—Fue solo un leve golpe —se encogió de hombros avergonzado—No lo parecía.El