Su reflejo.
Su reflejo en el río.
Cabellos pelirrojos, y una mirada de color entre celeste y verde. Piel blanca, pero no tan pálida como se recordaba.
¿Quién era la persona que miraba ante ella?
—¿Quién soy?
Le gustaría decir que el silencio la inundaba, pero no. En el bosque jamás había silencio. El ruido del agua corriendo. Los animales y los bichos cantando.
—¿Dónde estoy?— sintió ganas de llorar al estar por primera vez en su vida tan perdida.
No comprendía que estaba pasando...
Su estomago se revolvio. Queria vomitar.
¿Y cómo había siquiera terminado en el cuerpo de esta chica?
Se levanto temblorosa de pies a cabeza. Sus ojos humedecidos. Y sintió la presencia de alguien atrás de ella
—Dime, ¿Cuántos años han pasado desde la guerra que peleo la maga Selene?
A sus espaldas la voz sonó —Ya te lo he dicho, fue hace cien años
Cien...
Esta no era su Era.
Estaba en otra época. Muy adelante en el tiempo. Lejos de su futuro.
Reencarnacion. ¿Era eso posible?
—¿Q-qué... —dudo — que le sucedió a la maga Selena?
Un poco de pausa. Ella volteo a verlo con miedo a saber la respuesta, pero ya suponiendolo.
—Ella murió.
—...
Como sentirse un fantasma...
—La maga murió en la batalla de Claro Luna. Fue una emboscada. Eran muchos. Los cogieron por sorpresa, y... y ella se sacrificó para poder salvar el lugar. Lo salvo. Si. —asintió — lo salvo. Pero todo lo que hizo fue en vano. Su muerte significo una gran desventaja. Y unas semanas más volvieron a atacar el lugar hasta que lo destruyeron por completo.
—Y... ¿el monto Olida?
—¿Su hogar?—miro hacia arriba tratando de recordar —Fue quemado. Quemado hasta los cimientos
No...
—Pero... pero había... ¡había mucha gente viviendo allí! ¿Qué paso con todos ellos?— un dolor en su pecho que empezaba a crecer
Reined.
—Unos pocos huyeron, pero lo más probable es que todos hubieran sido encontrados y asesinados. O sino murieron en su momento, a estas alturas ya lo están todos ¿no?
Ella cerro los ojos esperando escuchar lo que no quería aceptar.
Había abandonado a Reined. No fue lo suficientemente fuerte.
Habían perdido la guerra.
—¿Contra quién peleamos ahora?
—En el tiempo de Selene con Amur. Pero ahora... ahora otra fuerza más oscura se alzó —su rostro se ensombreció —estoy hablando de un hombre inmortal.
—Nadie es inmortal
—Oh pues este lo es. Puedes apostarlo.
Ella enarco una ceja
—Es cruel y despiadado. Un verdadero tirano. Ha matado a muchos de los nuestros. Ha derramado sangre en lugares sagrados. Y robado muchas cosas. Dominan estas tierras como si fuera su hogar. Somos pocos los que quedamos y resistimos. Pero... quizás solo sea cuestión de tiempo...
Un nuevo enemigo... una nueva Era... el mal siempre alzándose.
—Te ayudare a pelear esta guerra —le anuncio. Recupero su compostura y dignidad. Ahora solo quería darle significado a su vida. Y honrar a sus camaradas caídos en la guerra. No dejaría que ellos murieran en vano. No. Ella pelearía para ganar.
—Me alegra oír eso, porque ya estás en ella.
Le había fallado a muchas personas en el pasado. No quería fallarle a nadie más.
Mientras estaban ahí, pronto escucharon los gritos de alerta de sus demás camaradas.
—¡Nos atacan! ¡atacan el campamento! —el joven salió corriendo de vuelta
Selene también lo hizo. O al menos a su paso. Después de todo, no podía moverse con la agilidad en la que siempre se movía.
Cuando Selene llego, noto ya a todos peleando. Caballos corriendo de sus amos negándose a dejarse montar por el caos. Poco entrenados sin duda...
Estos tipos no eran profesionales. Claro que no.
Necesitarían más ayuda de la que ella pensaba.
Noto a las criaturas sombrías. Magia oscura ha sido conjurada. Esto se había corrompido. Lo había visto desde que examino la distancia y la oscuridad del bosque.
Escucho al hombre a lo lejos —¡Tú no puedes luchar aún! Mejor retírate y lucha otro día. ¡Toma un caballo y vete! — y este corrió rumbo a la lucha
¿Irse? No
Ella no huía. No lo había hecho en un pasado y no empezaría ahora.
Corrió hacia la batalla. Examino con rapidez el suelo con la adrenalina llenándole el pecho.
Localizo lo que buscaba. Una espada. Por fin una espada.
Se agacho para agarrarla del suelo, pero otra mano la detuvo antes de poder hacerlo, y con un golpe del pie se la patearon mandándola lejos.
Su arma...
—Eres la chica con magia de la que hablaron mis hombres.
Y aquella voz.
Una voz que creía reconocer, pero esta era fría como el hielo. Y una presencia envolvente que parecia arrastrate a un vacio infinito de oscuridad.
Una voz que ella habría jurado que reconocería en cualquier parte, en cualquier época; en el fin del mundo.
Alzo la mirada hacia el hombre ante ella, primero desde los pies hasta la cabeza y su rostro lo recibió como si le hubieran dado un puñetazo viajando más allá del tiempo.
Sus ojos azules como estacas congeladas —Que... —murmuro
No. No podía ser.
Esto era como vivir una genuina pesadilla
¿Reined?
Su aprendiz estaba ante ella. Vestido como el enemigo. Portando su marca. Usando su sello. Y su magia oscura lo rodeaba. Un general, por su vestimenta.El... el dirigía aquel ejército. ¿Cómo había terminado en el lado equivocado?—¿Reined?— repitió su nombre desconcertadaY solo cuando escucho aquello su rostro parecido descomponerse. Con el mandoble de su espada la arrojo al suelo nuevamente hasta inmovilizarla. Parecía desquiciado. Y tanta agresividad no era reconocible para ella. Jamás.—¡¿Cómo sabes ese nombre?!— le siseo con rabia contra su rostro—¿De qué... de que estas hablas?— le contesto igual de molesta mientras trato de empujarlo lejos para quitárselo de encima —así es tu nombre ¿Qué rayos haces portando aquel uniforme? ¿Qué rayos haces jugando con magia maldita? ¿acaso no te he dicho ya miles de veces lo peligrosa que es?El rostro del chico más que molesto también reflejaba desconcierto —¿Quién eres que portas la magia de antaño y osas a hablarle con tanta informalidad a
Estaba más que claro que aquello lo dejo desarmado. En blanco. Confundido. Dudar en medio de una batalla no es una buena decisión.—No has envejecido ni un solo día —le comento ella esta vez mirándolo igual de desarmada. —lo lamento. Mi muerte te hizo esto... no te prepare lo suficiente. Todo esto...—miro a su alrededor llena de pena y remordimiento — es mi culpa. No fui suficiente... ni siquiera pude salvar Claro Luna.El respiraba agitadamente —Claro Luna se salvó aquella noche —sus ojos se pusieron cristalinos, pero no soltó ni una sola lagrima — lo salvaste aquella noche. Pero luego... luego fue atacado de nuevo y destruido. Tu sacrificio fue en vano. Ellos jamás te merecieron. Te dije que me llevaras. ¡te dije aquella noche que me llevaras! Pude haberte salvado. Yo pude...— se llevó la mano a la frente, mareado. Claramente esta situación lo superaba —¿pero que estoy diciendo?— sacudió su cabezaPorque decir aquello era aceptar su "locura". Su loca historia de que esta mujer era e
Su magia de curación ya estaba haciendo efecto en su cuerpo tratando de curar la herida con la que se había levantado apenas despertó por primera vez y esta segunda por la caída del caballo.El trayecto fue silencioso entre ambos mientras las fuerzas oscuras arrastraban la carroza. Rodearse de tanta magia maldita era agotador para ella quien siempre había trabajado con la magia blanca.—Estoy un poco mareada — confeso con miedo a perder el conocimiento.—Tendrás que acostumbrarte. —Que siquiera le respondiera ya era mucho.—Si me estas llevando como rehén ¿Qué planeas obtener de mi? ¿o es que acaso ni siquiera has pensado en tu siguiente movimiento aun? —soltó con altanería—Sigues hablando como si creyeras conocerme—Si es por interés. Eso quiere decir que… ¿me crees?—No —entonces sus ojos azules se desviaron hacia ella —Pero te dejare explicarte por ahora. Quien sabe, quizás me convenzas.Ella desvió su vista de el sintiéndose incomoda, ahora al verlo mas detenidamente podía notar
Encerrada en una habitación. Quizás debería agradecer que su destino no fuera una celda. No es que fuera un palacio impecable. De hecho la habitación era modesta. Pequeña y sucia. Pero aun así tenía un lecho donde podría recostarse cómoda.¿Por qué estaba pasando todo esto? ¿Acaso era su castigo por haber permitido que su aprendiz se enamorara de ella sin siquiera notarlo?—Ugh.— suspiro agotada con dolor de cabeza.Entonces se acercó a un velador que tenía un espejo.Se observo.Reined tenía razón, no se parecía en Selene en nada, era desorientador observarte y no reconocerte en un espejo. Y por unos momentos pensó en el cuerpo de la chica que estaba ocupando ¿Dónde estaría la verdadera Naevia ahora? ¿Estaría muerta? ¿en otro cuerpo? ¿Acaso su regreso causo la muerte de esta mujer?Sintió algo retorcerse en su estómago.¿Qué será de la familia de esta chica?Quizás regresar a esta época había sido un error… nunca había creído en las reencarnaciones o en la inmortalidad y todas sus le
Que dramático.Pero cuanto drama en una sola linea.Selene se dejo caer sintiendo el viento, pero no siendo inconsciente de la distancia entre ella y el suelo. Y solo cuando sabia que estaba llegando a su final invoco su aura y por unos minutos floto sobre el aire y sobre si misma.Bajo lentamente con su magia hasta tocar el suelo.Miro entonces hacia arriba, donde el cuerpo del monarca seguía asomado observándola por la ventana.“¿En que estas pensando Reined?” Pensó SeleneY casi indignada se dio media vuelta y empezó a caminar rumbo al castillo. Si, al interior. No pensaba huir. Queria demostrarle que estaba con el, queria ayudarlo, o al menos lo sacaría de este desastre. Quizás arreglaría su propio error.Pasaron apenas unos minutos cuando escucho los aplausos con el hombre bajando por las escaleras —Eso fue impresionante —eso casi parecía una felicitación—¿Qué es lo que querías probar?Sonríe —Solo tu fuerza de voluntad y convicción—Sabes que mi magia esta débil y está fallando
Sentado en la punta de la gran mesa negra se hallaba el monarca oscuro. El gran Tirano. Con su semblante calmado y relajado, pero inquieto por dentro.En la mesa lo acompañaban grandes figuras de la época. Unos mas poderosos que otros. Unos mas ambiciosos que otros. Magos. Brujos. Humanos. La avaricia no escatimaba en razas.Muchos luchaban solo por poder, Reined luchaba solo por amor. Y en su búsqueda por su anhelo había corrompido al mundo. Roto mas de una esperanza y varios huesos. Pero el en un parpadeo y sin pensarlo sacrificaría al mundo solo por tenerla a ella.Había llegado tan lejos… había hecho todo esto… solo para alcanzarla.—Se se siguen alzando ejércitos en el lado sur serán un problema.—Siguen resistiéndose pensando que pueden con nosotros—se burlo otro—Los del ejercito del norte han mermado en sus fuerzas, aunque todos los días reclutan nuevos hombres.—¿Qué hay de los impuestos? Mi gente paga por ellos por protección y el pueblo sufre mas.—Ja. Como si te importara
Cadenas.Cadenas de verdad.Ella estaba completamente mojada. Hacia frio. El lugar parecía algo subterráneo. Y a su derecha, a unos cuantos metros lejos de ella, había un gran charco de agua.Ella tiritaba—¿Me dejaras aquí solo colgando? —intento moverse y el sonar del hierro hizo un ruido extraño. Era como ser rehén de alguien, y porque lo era.—¿Por qué no solo te sueltas? —le interrogo. El monarca estaba sentado en una roca con su rostro inclinado y descansando sobre su palma abierta. El chico tenia un semblante relajado, pero aun así sus expresiones eran afilados, una mirada astuta. Desde este ángulo incluso podía apreciarse una belleza rebelde.—No. Si es tu castigo, lo aceptare. Quiero ver que tan lejos llegas.—¿Así que ahora eres masoquista?—No gastare mas poder mágico en estupideces. Además, si esto me hará ganarme tu confianza lo hare.—Obedecerme es lo que te hará ganarte mi confianza. Tengo que salvarte de cualquiera.Ella recordó a los dos hombres —Si dices que no soy e
El monarca salió a la superficial con el cuerpo de la chica aun en sus brazos, con ojos desesperados y acciones igual de rápidas trato de reanimarla. Primero con sus manos.Nada.Ni siquiera lo pensó cuando agacho su rostro con la intención de darle aire boca a boca, pero antes de siquiera rozar sus labios contra los de ella, esta despertó escupiendo agua—¿Maestra? — había miedo en sus ojosElla solo lo miro desorientada, luego solo incrédula —¿Reined…?Su rostro se lleno de alivio, luego coraje, miedo, enojo, de todo un poco. —¡¿Por qué no nadaste?! Me has asustado…Selene noto que su aprendiz temblaba, pero no por el frio.—No puedo perderte otra vez. No —negó tembloroso—no de nuevo…—…—¿Selene?Ella suspiro resignada —Lo irónico aquí es, que trate de convencerte de que era ella. Ahora trato de convencerte de que no lo soy, y no me crees.Reined no contesto.—Bien. Mentí. Soy Selene —lo miro —no debiste haber hecho eso...El se inclina al frente de ella. Esta abrió mucho los ojos