Rosi no podía creer lo que estaba escuchando. Con lágrimas en los ojos, lo apartó con fuerza y le espetó:
— ¡Eres un miserable! No quiero volver a verte jamás. Salió del bar a toda prisa, pero Galeano no se quedó de brazos cruzados. Necesitaba explicarle la verdad. — ¡Rosi! Por favor, espera. No te vayas así. Ella caminaba rápidamente hacia su auto, pero Galeano la alcanzó y la sujetó del brazo, deteniéndola. — No puedo dejarte sin explicarte por qué no puedo romper mi compromiso con Alicia. — No hay nada que explicar. Me queda claro que te has burlado de ambas, pero que lo hayas hecho conmigo no me importa. Sin embargo, con mi hija, eso no tiene perdón. — No puedes juzgarme sin al menos darme el beneficio de la duda. Mi corazón solo late por ti. Rosi, sintiendo que él seguía jugando con sus sentimientos, le propinó una bofetada con todas sus fuerzas y le gritó: — ¡Pero yo no te amo! Quiero que me dejes en paz o solicitaré una orden de restricción en tu contra. La apretó con fuerza contra su cuerpo, mientras le decía muy cerca de su boca: — Mírame a los ojos y dime que no me amas, anda a atrévete, dime que ya no quieres tenerme así cerquita de ti. Él sabía que Rosi estaba a punto de caer rendida entre sus brazos, era muy difícil poder borrar de la noche a la mañana una relación de seis meses en donde habían hecho el amor de todas las formas posibles y en donde ella había sentido por primera vez lo que era llegar al clímax, ya que jamás en el tiempo que estuvo casada con Antonio llegó a sentir algo así. Antonio siempre la trató como un objeto, nunca se había preocupado por hacerla sentir amada y valorada, solo la tomaba cada vez que tenía ganas de saciar sus bajos instintos, sin importarle si ella también lo disfrutaba, Rosi pasó a ser solo su desahogo y la esclava que hacía todo lo que él e ordenaba. Galeano sentía como se estremecía entre sus brazos y sin pensarlo un solo instante más, la tomó por su cuello y le clavó un beso en la boca del que ella no pudo escapar. Rosi en cuestión de segundos volvió a dejarse llevar por esa pasión desenfrenada que le hacía sentir aquel joven que podía ser su hijo, pero que también sabía hacerla sentir mujer. Ambos se besaron sin pudor, sin darle importancia a que se encontraban en medio de la acera a unos cuantos pasos del bar donde se vieron por primera vez. Él acariciaba su cuerpo devorando su boca húmeda a besos, mientras ella sentía su erección por encima de la ropa, estaba muy agitada y sentía que no podía controlarse, hasta que en un momento de cordura se soltó de sus brazos. — ¡No! Esto no puede ser, es una locura que estemos aquí, mientras mi hija se encuentra en casa planificando su boda contigo. ¿Te das cuenta de lo que estamos haciendo Galeano? Rosi comenzó a llorar, Galeano la abrazaba con ternura, sacó un pañuelo de su bolsillo y comenzó a secarle las lágrimas mientras le decía: — Entremos a tu auto cariño, tenemos que hablar, no podemos dejar las cosas sin una explicación. Esta vez ella accedió, sintió que tenía la necesidad de escuchar lo que él tenía que decirle, ya se había dejado llevar nuevamente por la debilidad de sus besos que ya había sido peor, así que nada perdía con escucharlo y tomar la decisión de cerrar ese ciclo definitivamente. — Este beso no debió ocurrir jamás después de saber que eres el futuro esposo de mi hija, es una aberración. — Rosi, entiendo como te sientes, y la verdad es que yo me siento igual o peor que tú, porque la gran diferencia entre tú y yo, es que te amo, yo estoy enamorado de ti desde el primer día que te vi. — No entiendo hasta donde llega tu cinismo, si estuvieras realmente enamorado de mi, no te hubieras metido en otra relación y menos con mi propia hija. — Es justamente lo que he querido explicarte, tú siempre me dijiste que lo nuestro solo debía ser sexo, porque tu eres una mujer mucho mayor que yo, y además eres mi profesora de arte, y por esa razón pensé que podía hacer mi vida con alguien más. — Pero debes reconocer que me engañaste, porque cuando nos conocimos en el bar, tú ya sabías que yo era profesora de Arte en la universidad, y aún seguiste adelante con tu conquista, para después inscribirte en mi clase. ¿Te das cuenta todo el riesgo que he corrido hasta ahora si llegan a saber en la universidad que mantengo una relación con uno de mis alumnos? — Pero durante todos estos meses nadie se ha enterado de nada, así que por eso no tienes de que preocuparte. — Sí, pero ahora las cosas son distintas, porque tienes una relación paralela con mi hija. — Y justamente eso es lo que he querido decirte en todo este tiempo, tú solo querías tener sexo conmigo y yo así lo acepté, así que tenía derecho a tener una relación estable. Además, mi padre me presionó a comprometerme en matrimonio, o de lo contrario no me incluirá en su testamento. — ¿Y tenías que usar a mi hija para poder recibir tu herencia? — ¡No! No se trata de que adrede haya elegido a Alicia , solo debía comprometerme con una buena chica, de buena familia que además pueda darme un hijo, y de pronto apareció ella, pero no porque yo la buscara sabiendo que se tratara de tu hija. — Eso no cambia las cosas entre nosotros, lo único que quiero es que salgas de nuestras vidas y no vuelvas a aparecerte nunca más. Bájate de mi auto. — Rosi por favor….. — ¡Qué te bajes de mi auto! El grito de Rosi fue tan desgarrador, que a Galeano no le quedó otra alternativa que obedecerle, estaba tan molesta que en ese estado no iba a entrar en razón, se bajó inmediatamente y ella arrancó el auto a toda prisa. (…) Momentos después… Rosi llegó a casa totalmente destruida por dentro, se veía muy afligida. Y para su sorpresa se encontraba Antonio en la sala sentado en su silla de ruedas. Ella al verlo, sintió un coraje tan grande que quiso pagar con él toda la frustración que llevaba por dentro. Miró a su alrededor asegurándose de que no estuviera cerca Alicia o la enfermera, se acercó a él y le dijo muy cerca de su oído: — ¿Se puede saber qué haces aquí basura? Tú eres el único culpable de mis frustraciones, pero me alegro que ya lo estés pagando condenado a esa silla de ruedas. Antonio solo la miraba mientras una lágrima caía por su rostro, se sentía impotente de no poder hablar y estar atrapado en su propio cuerpo inmóvil. Justo en ese momento apareció la enfermera, la cual venía con la medicina de Antonio, al ver a Rosi se puso un poco nerviosa, ya que ella le había ordenado que nunca lo sacara de su habitación. Quería mantenerlo encerrado de la misma forma como la había tenido él durante años; sin dejarla que tuviera amigos y prohibiéndole que saliera de casa. — Buenas noches señora Rosi, no sabía que estuviera en casa. — ¿Y por eso sacaste de su habitación a Antonio? Creo que fui muy clara cuando te pedí que debía permanecer siempre en su habitación. ¿Qué parte de mi orden no entendiste? — Lo siento señora Rosi, pero es que fui a la cocina por su medicina y pensé que tal vez querría tomar un poco de aire, creo que no le hace bien estar encerrado todo el día. — Diana, tú solo estás aquí para cuidar de él, pero si no te vas a adaptar a mis normas, entonces me veré obligada a buscar los servicios de otra enfermera. ¿Te quedó claro? — Sí señora, no se preocupe, no volverá a ocurrir. Antonio comenzó a hacer un ruido con la boca, tratando de protestar por lo que Rosi le había dicho a Diana. Él no quería que ella se fuera de la casa, ya que estaba cuidando de él desde que había tenido el accidente, además también había otra razón de la cual Rosi no tenía la más mínima idea. — ¡Sácalo de mi vista y dale algo para que se duerma! Diana tomó la silla de ruedas y se llevó a Antonio lo más rápido que pudo a su habitación, al llegar allí le dijo con voz suave: — Cariño por favor cálmate, no te pongas así, ya verás que más pronto de lo que te imaginas, nos vamos a vengar de esa mala mujer. Para eso estoy aquí a tu lado como siempre. Voy a hacer que recuperes toda tu fortuna, te lo juro. Diana había sido la amante de Antonio mucho antes de tener el accidente, solo que Rosi no estaba enterada de quien era ella en realidad. Cuando Diana se enteró a través de un anuncio en la prensa que Rosi buscaba una enfermera para que se ocupara de su esposo, ella apareció en su casa haciéndose pasar por enfermera y con recomendaciones falsas, y como Rosi estaba desesperada por encontrar a alguien que se encargara de él lo antes posible, sin pensarlo dos veces le dio el empleo a ella, sin saber que había metido en su casa a su peor enemiga. (…)Al día siguiente…Rosi descendió de su habitación, lista como siempre para dar clases en la universidad. Sin embargo, antes de salir, se detuvo en el comedor para desayunar y allí encontró a su hija, Alicia, tomando una taza de café.—Buenos días, Alicia. ¿No tienes hambre? —preguntó Rosi.—No tengo apetito, solo tomaré café —respondió Alicia con un tono de molestia.—Hija, creo que tenemos una conversación pendiente sobre lo que ocurrió anoche.—No creo que haya mucho de qué hablar. Mi decisión está tomada: me casaré con Galeano, te guste o no.Alicia se marchó, dejando a Rosi con las palabras en la boca. Conocía a su hija lo suficiente como para saber que nada la haría cambiar de opinión. Rosi terminó su desayuno, consciente de que enfrentaría otra prueba de fuego si Galeano decidía seguir asistiendo a sus clases. Había estacionado su auto y se dirigía a entrar, quería llegar unos minutos antes de comenzar su clase, ya que no le había dado tiempo de preparar el tema del que iba
La tensión entre Rosi y Alicia se palpaba en el aire. Rosi, nerviosa, no esperaba encontrarse con su hija en ese lugar. Alicia, en cambio, parecía desafiar las costumbres y aparecer sin previo aviso. ¿Qué secreto ocultaba Rosi? ¿Por qué la sorpresa de Alicia? Las palabras fluyeron entre ellas, y la verdad comenzó a emerger. A veces, los encuentros inesperados revelan más de lo que imaginamos. — ¿Alicia por qué estás aquí? Nunca te apareces en mi trabajo, no comprendo por qué hoy decidiste venir. — Tú cara está pálida como si hubieras visto un espanto ¿Qué hay de malo que haya venido hasta aquí sin avisarte? ¿ Es que ibas a hacer algo en secreto que no quieres que yo sepa?— Es que… lo que pasa es que yo… bueno en realidad no te esperaba, y no tengo nada que ocultar así que deja de decir cosas que no son verdad. ¿Le pasó algo a tu padre y por eso estás aquí?— ¡Ya cálmate! De haber sabido que te ibas a poner así, te hubiera pedido una cita para que me anotaras en tu agenda. Todo está
Ambos estaban nerviosos, sin saber qué hacer. El tiempo se les había escapado mientras estaban en el baño, y ahora se apresuraban a arreglarse, tratando de no hacer ruido. Rosi tapó la boca de Galeano para evitar que dijera algo, mientras le hacía señas de que respondería a Alicia.— Sí, Alicia, aquí estoy —respondió Rosi, tratando de mantener la calma. — Abre la puerta, déjame entrar. Quiero asegurarme de que estés bien.Rosi se apresuró a arreglarse, sintiendo el corazón latir con fuerza. ¿Cómo explicarle a Alicia que no podía abrir la puerta?— ¡No! —dijo, buscando una excusa—. Lo que pasa es que… todavía no termino. Me sentí un poco mal del estómago, pero tranquila, ya se me pasará.Alicia insistió:— Madre, por favor date prisa. Y para colmo, no encuentro a Galeano por ningún lado.Rosi pensó enseguida qué responderle con tal se alejara de allí: — Tal vez está en su habitación —sugirió—. La verdad es que solo me trajo hasta el baño, pero pensé que estaba contigo en la sala.— Bu
El doctor no dejaba de mirar a Rosi; la conocía desde hace muchos años. Con una sonrisa, le dijo:— Rosi, no se trata de la menopausia. Creo que aún te falta mucho para que eso llegue. A partir de ahora, tendrás que hacer otros planes en tu vida.— ¿Cómo? Si todos estos malestares no son de menopausia, ¿entonces me estás diciendo que tengo algo malo? No me digas que estoy enferma; eso es lo que me faltaba ahora para complementar todos mis males.— Cálmate, Rosi. No se trata ni de una cosa ni de la otra. Lo que pasa es que estás embarazada.Rosi palideció y quedó mirando al doctor con una expresión de asombro e incredulidad ante lo que estaba escuchando. — Cálmate Rosi, no tienes por qué ponerte así, ahora es muy normal que una mujer de tu edad pueda salir embarazada, sin embargo, me imagino que en vista de la condición de tu esposo, ese hijo que esperas es imposible que sea de él. Y eso es lo que te preocupa, ¿No es así? Ella bajó la mirada, a pesar de la confianza que le tenía a su
Rosi se encontraba en un dilema angustiante. El secreto de su embarazo pesaba sobre ella como una losa, y la boda de su hija, Alicia, estaba a punto de comenzar. Temía que revelar la verdad a Galeano y que se pudiera desencadenar una tormenta de emociones y arruinar el día especial de su hija.— Madre, aún no te has vestido —dijo Alicia con urgencia—. Falta muy poco para la boda, y mi suegra nos espera en su casa. Además, necesito tu ayuda para ponerme el vestido. ¿Qué te sucede? Estás en otro mundo.Rosi miró a su hija con ojos llenos de preocupación. ¿Cómo podría explicarle que el hombre al que amaba se trataba de Galeano? ¿Cómo contarle que estaba esperando un hijo de él? El miedo la paralizaba, no podía decirle la verdad. — Alicia, cariño —dijo Rosi con voz temblorosa—, hay algo que necesito decirte antes de que la boda comience. — Sí, ya te escuché Alicia, pero no me siento bien, tengo una fuerte jaqueca y tengo muchas náuseas, — Sí no fueras una vieja, pensaría que estás emb
Rosi se preparaba para la boda de su hija, irradiando belleza y elegancia. A pesar del dolor por su separación de Galeano y la necesidad de ocultar su embarazo, su figura seguía siendo enigmática. El traje que llevaba resaltaba sus curvas, y al mirarse al espejo, notó el ligero abultamiento de su vientre, un secreto que aún no estaba listo para revelar.Ella últimamente había notado algunos cambios en su cuerpo, pero todo lo atribuyó al desorden que tenía en su alimentación y a la posible menopausia. Y fue por esa razón que al principio había creído que se trataba solo de unos kilos de más, sin embargo el médico se encargó de corroborarle lo de su embarazo, cosa que aún no podía terminar de asimilar.Rosi se miraba en el espejo mientras acariciaba su vientre, a pesar de no estar segura de querer tener a ese hijo en vista de las condiciones en las que había sido concebido, pensaba en el amor que sentía hacia Galeano, sin darse cuenta por fin admitía que estaba completamente enamorada d
Alicia se había ido con el chofer acompañada de su padre y de la enfermera, mientras que Rosi decidió ir sola en su auto, estaba demasiado nerviosa y necesitaba poder estar a solas y así tratar de controlarse cuando llegara a casa de los padres de Galeano en donde se iba a celebrar la ceremonia civil.Iba conduciendo el auto y era inevitable el temblor de sus manos, las cosas se habían salido de control ya que no esperaba volver a tener la debilidad de caer de nuevo en los brazos de Galeano después de haberle dejado en claro que no quería continuar con esa relación.Pero lo que la tenía aún más preocupada era el hecho de que Diana se había dado cuenta de la presencia de Galeano en su habitación, a pesar de haberle inventado lo del supuesto regalo sorpresa que él le tenía a su hija, no dejaba de perturbarle la forma como ella le había hablado, sentía que había algo en Diana que no terminaba de gustarle y que aún no sabía qué era.(..)Alicia había entrado en la casa de Galeano recibida
El funcionario civil había concluido la ceremonia nupcial con las tradicionales palabras: ‘Con el poder que me otorga la ley, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.’ En el fondo, se escuchó el aplauso y la algarabía de todos los presentes, felicitando a los recién casados. Sin embargo, para Rosi, lo que debió haber sido el día más feliz se convirtió en una verdadera pesadilla. Ver a su hija, el ser que más amaba en el mundo, casarse con el hombre del cual estaba profundamente enamorada y, además, esperando un hijo, le causó un dolor inmenso. Galeano miró a su alrededor y cruzó su mirada con la de Rosi. Estaba realmente contrariado y confundido por todo lo que estaba sucediendo. A pesar de la presión de sus padres y de la gente que esperaba que besara a su ahora esposa, se sentía incómodo con la presencia de Rosi. Nunca antes había besado a Alicia frente a ella, y hacerlo en ese momento, sabiendo el dolor que ella estaba experimentando, fue para él una verdadera prueb