La ida al médico

Ambos estaban nerviosos, sin saber qué hacer. El tiempo se les había escapado mientras estaban en el baño, y ahora se apresuraban a arreglarse, tratando de no hacer ruido. Rosi tapó la boca de Galeano para evitar que dijera algo, mientras le hacía señas de que respondería a Alicia.

— Sí, Alicia, aquí estoy —respondió Rosi, tratando de mantener la calma. — Abre la puerta, déjame entrar. Quiero asegurarme de que estés bien.

Rosi se apresuró a arreglarse, sintiendo el corazón latir con fuerza. ¿Cómo explicarle a Alicia que no podía abrir la puerta?

— ¡No! —dijo, buscando una excusa—. Lo que pasa es que… todavía no termino. Me sentí un poco mal del estómago, pero tranquila, ya se me pasará.

Alicia insistió:

— Madre, por favor date prisa. Y para colmo, no encuentro a Galeano por ningún lado.

Rosi pensó enseguida qué responderle con tal se alejara de allí:

— Tal vez está en su habitación —sugirió—. La verdad es que solo me trajo hasta el baño, pero pensé que estaba contigo en la sala.

— Bu
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