Diana lloraba desesperada, visiblemente afectada, mientras Rosi la observaba. En su interior, sentía remordimiento por todo lo que estaba ocurriendo. Si Raúl no la hubiera visto haciendo el amor con Galeano en la habitación de huéspedes, nada de esto habría sucedido. Aunque aún no se conocían las causas exactas del infarto, no cabía duda de que el descubrimiento de la relación entre ella y Galeano había tenido un impacto significativo en la salud de Raúl. Rosi se sentía entre la espada y la pared, no sabía qué hacer, quería consolar a Diana pero al mismo tiempo sentía que era un cinismo de su parte hacerlo, pero por otro lado si no lo hacía, eso podría provocar que pensaran que ella era indolente, así que sin pensarlo mucho se acercó a ella y colocando la mano en su hombro le dijo con voz suave: —Lo siento mucho Diana, la verdad es que ha sido muy doloroso que haya sucedido esto en un día tan importante.—Sí, siempre tuve miedo a que llegara este momento, porque sé que Antonio es
Rosi se había levantado temprano para salir antes de que Galeano y Alicia salieran de la habitación. Había pasado una noche inquieta y no había logrado conciliar el sueño. La atenta sirvienta, al notar que Rosi estaba a punto de marcharse, se acercó con amabilidad y le preguntó: — Buenos días, señora Rosi, ¿se va sin desayunar?— Sí, en realidad quiero llegar a casa para descansar en mi cama, ya que no he dormido nada durante toda la noche.— ¿Le gustaría tomar un café o un té antes de irse?— No, gracias. Prefiero tomarlo en casa.Justo cuando estaba a punto de salir por la puerta, escuchó la voz de su hija bajando las escaleras con una sonrisa en el rostro:— ¿Madre, a dónde vas?— Voy a casa."— Pensé que ibas a desayunar con nosotros y después acompañarnos al hospital para ver a mi suegro.— La verdad es que no he descansado nada y prefiero llegar a casa.— ¿No me digas que Galeano y yo no te dejamos dormir con tanto ruido? Es que me hizo pasar una noche estupenda, estoy más feliz
Rosi estaba tan asombrada como Diana, con la diferencia de que la supuesta enfermera de Antonio sabía perfectamente cuál era su condición física y mental. En cambio, para Rosi había sido realmente una sorpresa que después de tantos años, Antonio pudiera hablar a pesar de todos los diagnósticos que los médicos habían dado, en los cuales no daban esperanzas de que pudiera volver a tener una vida normal.— Quiero saber qué está pasando, Diana. ¿Cómo es posible que Antonio haya podido hablar? ¡Explícamelo! O mejor aún, explícamelo tú Antonio, ya que has tenido la osadía de levantarte de esa silla de ruedas después de tantos años.— Señora Rosi, estoy tan sorprendida como usted. La verdad es que no sabía que Antonio pudiera hablar, y mucho menos que pudiera levantarse de su silla. Pero tranquila, inmediatamente lo regreso a su habitación.— ¡Espera! No he terminado de hablar. Quiero que alguien me explique lo que está sucediendo aquí.Antonio contestó de inmediato, ya que no estaba dispues
—Está bien, te lo diré. Tarde o temprano, descubrirás que el amante de Rosi es Galeano, el esposo de tu hija.Antonio abrió los ojos, completamente impactado. No podía asimilar lo que Diana acababa de revelarle. Comenzó a temblar, lo que alarmó a Diana. Ella se acercó rápidamente a él y le preguntó preocupada:— ¿Te sientes bien? ¿Qué te pasa, Antonio? Por favor háblame, dime algo. Antonio se puso pálido, enseguida se agarró el pecho como si hubiera sentido dolor, cosa que alarmó aun más a Diana, ya que imaginó que tal vez podía darle un infarto. Sin embargo, él trató de controlarse, quería poder estar bien, así que respiró profundo y con algo de dificultad le dijo: — Esto no puede ser verdad. Me estás diciendo todo esto solo por el odio que le tienes a Rosi. Has llegado demasiado lejos, Diana. Jamás creería semejante barbaridad. Llena de coraje e impotencia al ver la negación de Antonio, Diana se acercó a él con los ojos llenos de lágrimas y con una mirada de dolor le dijo: — N
Galeano y Alicia, se encontraban acompañando a Natalia mientras entregaban el cuerpo de Raúl, observaron cómo ella se veía profundamente afectada por su partida. El paro respiratorio había sido implacable esta vez, venciendo la debilidad de su cuerpo debido al avanzado estado de su enfermedad.La sorpresa fue mayúscula cuando Rosi apareció del brazo de Carlos. Sin embargo, para Alicia y Samuel, la impresión fue aún mayor al ver a Carlos de pie. Llena de emoción, Alicia corrió hacia él y lo abrazó. El milagro de ver a su padre caminando era un regalo inesperado en medio de la tristeza y la despedida. — ¡Papá! ¡Papito! ¿Cómo es posible que estés de pie? ¿Qué está pasando? La verdad es que no entiendo cómo ha ocurrido esto si apenas ayer estabas en silla de ruedas.— Querida hija, no sabes cuánto anhelaba poder abrazarte y finalmente decirte que estoy completamente recuperado.— ¿Pero cómo es posible? ¡Ya estás hablando! ¡No puede ser! ¿Me pueden explicar cómo es que de un día para otr
Rosi se enjuagó la cara con agua fría, sintiéndose mareada y aturdida por todo lo que estaba sucediendo. Al abrir la puerta del baño, pegó un brinco al ver a Antonio de pie, apoyado en su bastón, esperándola con una expresión que la intimidaba.— ¡Me asustaste! —exclamó Rosi—. ¿Pero qué haces aquí? ¿Acaso me vas a vigilar a donde quiera que vaya?Antonio sonrió con calma. —Cálmate, cariño. Te noto un poco nerviosa. ¿Tiene algo que ver con el malestar que has sentido desde hace unos días?— No entiendo a qué malestar te refieres —respondió Rosi, tensando los hombros—. Lo único que me tiene enferma es verte encima de mí, amenazándome.Antonio la miró fijamente. —¿Y no me vas a decir nada sobre los mareos y las náuseas? ¿Será que se trata de la menopausia o, milagrosamente, estás embarazada?Las palabras de Antonio cayeron sobre Rosi como un balde de agua fría. Había mantenido su embarazo en secreto, y no entendía cómo él había descubierto su estado si apenas habían tenido contacto en to
Había sido un día verdaderamente agotador. Rosi había asistido a los servicios funerarios acompañada de Antonio, tal como él se lo había impuesto. Fue una jornada larga en la que tanto Galeano como ella tuvieron que disimular ante todos los presentes que no pasaba nada más allá del dolor por la pérdida de Raúl.Sin embargo, para Rosi, la situación era especialmente estresante. Galeano aún no sabía que Antonio estaba al tanto de su relación y, además, del embarazo. La noche había caído y ya todos se dirigían de regreso al hogar. Pero para Rosi era una verdadera pesadilla el tener que regresar a la mansión acompañada de Antonio, sabía perfectamente cuales eran sus verdaderas intenciones. Diana, visiblemente nerviosa, los esperaba. Desde que Antonio había retomado las riendas de su vida, había prescindido de su ayuda.—¡Por fin llegaron! —exclamó Diana, mirando fijamente a Antonio. Pero Rosi, aún sin saber quién era realmente Diana en la vida de Antonio, respondió con cierta molestia:
Rosi se encontraba en el baño, sus manos temblaban mientras intentaba cubrir sus pechos. Antonio, su esposo, había irrumpido en la habitación sin previo aviso. La sorpresa y la indignación se reflejaban en su rostro.— ¿Qué haces aquí? ¡Eres un pervertido! ¡Fuera de aquí! — gritó Rosi.Antonio no parecía afectado por su reacción. Se cruzó de brazos y sonrió con suficiencia.— Cálmate. No tienes por qué ponerte así. Además, no es algo que no haya visto antes. Solo que tenía mucho tiempo sin verlo — respondió Antonio con desdén.— Salte del baño inmediatamente, Antonio — exigió Rosi.— Pues la verdad es que no sé cómo piensas hacer a partir de ahora, porque esta noche voy a dormir aquí en nuestra habitación. Así que solo te queda acostumbrarte, ternurita — añadió Antonio con una mirada desafiante.— No tengo ningún problema en ir a dormir a la habitación de huéspedes con tal de no tener tu respiración encima de mí — replicó Rosi, sintiendo la tensión en el ambiente.Antonio se acercó a