La furia de Diana

Rosi estaba tan asombrada como Diana, con la diferencia de que la supuesta enfermera de Antonio sabía perfectamente cuál era su condición física y mental. En cambio, para Rosi había sido realmente una sorpresa que después de tantos años, Antonio pudiera hablar a pesar de todos los diagnósticos que los médicos habían dado, en los cuales no daban esperanzas de que pudiera volver a tener una vida normal.

— Quiero saber qué está pasando, Diana. ¿Cómo es posible que Antonio haya podido hablar? ¡Explícamelo! O mejor aún, explícamelo tú Antonio, ya que has tenido la osadía de levantarte de esa silla de ruedas después de tantos años.

— Señora Rosi, estoy tan sorprendida como usted. La verdad es que no sabía que Antonio pudiera hablar, y mucho menos que pudiera levantarse de su silla. Pero tranquila, inmediatamente lo regreso a su habitación.

— ¡Espera! No he terminado de hablar. Quiero que alguien me explique lo que está sucediendo aquí.

Antonio contestó de inmediato, ya que no estaba dispues
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