Rosi se enjuagó la cara con agua fría, sintiéndose mareada y aturdida por todo lo que estaba sucediendo. Al abrir la puerta del baño, pegó un brinco al ver a Antonio de pie, apoyado en su bastón, esperándola con una expresión que la intimidaba.— ¡Me asustaste! —exclamó Rosi—. ¿Pero qué haces aquí? ¿Acaso me vas a vigilar a donde quiera que vaya?Antonio sonrió con calma. —Cálmate, cariño. Te noto un poco nerviosa. ¿Tiene algo que ver con el malestar que has sentido desde hace unos días?— No entiendo a qué malestar te refieres —respondió Rosi, tensando los hombros—. Lo único que me tiene enferma es verte encima de mí, amenazándome.Antonio la miró fijamente. —¿Y no me vas a decir nada sobre los mareos y las náuseas? ¿Será que se trata de la menopausia o, milagrosamente, estás embarazada?Las palabras de Antonio cayeron sobre Rosi como un balde de agua fría. Había mantenido su embarazo en secreto, y no entendía cómo él había descubierto su estado si apenas habían tenido contacto en to
Había sido un día verdaderamente agotador. Rosi había asistido a los servicios funerarios acompañada de Antonio, tal como él se lo había impuesto. Fue una jornada larga en la que tanto Galeano como ella tuvieron que disimular ante todos los presentes que no pasaba nada más allá del dolor por la pérdida de Raúl.Sin embargo, para Rosi, la situación era especialmente estresante. Galeano aún no sabía que Antonio estaba al tanto de su relación y, además, del embarazo. La noche había caído y ya todos se dirigían de regreso al hogar. Pero para Rosi era una verdadera pesadilla el tener que regresar a la mansión acompañada de Antonio, sabía perfectamente cuales eran sus verdaderas intenciones. Diana, visiblemente nerviosa, los esperaba. Desde que Antonio había retomado las riendas de su vida, había prescindido de su ayuda.—¡Por fin llegaron! —exclamó Diana, mirando fijamente a Antonio. Pero Rosi, aún sin saber quién era realmente Diana en la vida de Antonio, respondió con cierta molestia:
Rosi se encontraba en el baño, sus manos temblaban mientras intentaba cubrir sus pechos. Antonio, su esposo, había irrumpido en la habitación sin previo aviso. La sorpresa y la indignación se reflejaban en su rostro.— ¿Qué haces aquí? ¡Eres un pervertido! ¡Fuera de aquí! — gritó Rosi.Antonio no parecía afectado por su reacción. Se cruzó de brazos y sonrió con suficiencia.— Cálmate. No tienes por qué ponerte así. Además, no es algo que no haya visto antes. Solo que tenía mucho tiempo sin verlo — respondió Antonio con desdén.— Salte del baño inmediatamente, Antonio — exigió Rosi.— Pues la verdad es que no sé cómo piensas hacer a partir de ahora, porque esta noche voy a dormir aquí en nuestra habitación. Así que solo te queda acostumbrarte, ternurita — añadió Antonio con una mirada desafiante.— No tengo ningún problema en ir a dormir a la habitación de huéspedes con tal de no tener tu respiración encima de mí — replicó Rosi, sintiendo la tensión en el ambiente.Antonio se acercó a
Después de la lectura del testamento habían pasado varias semanas en las que Rosi había decidido permanecer encerrada en su habitación a consecuencia de la fuerte depresión por la que estaba pasando. No había podido hablar con Galeano, ya que Antonio vigilaba constantemente cada uno de sus pasos y ella por evitar que tomara una decisión drástica que le pudiera causar daño, prefería permanecer aislada de todo lo que tuviera que ver con él. Su hija Alicia, había ido a visitarla varias veces, sin embargo, no había querido recibirla, cosa que la tenía muy preocupada ya que no sabía lo que estaba pasando realmente. Con el único que tenía comunicación era con su padre, el único que la mantenía al tanto de la salud de su madre. En todo ese tiempo Galeano había intentado embarazar a Alicia, pero sin embargo ya había pasado un mes desde su boda y aún no lograba quedar embarazada, cosa que tenía muy preocupado a Galeano y a Natalia. Ya que no tenía acceso a un solo centavo de la fortuna de su
Rosi, con ojeras apenas disimuladas por el maquillaje, se vistió con un vestido que no lograba ocultar su tristeza y depresión. Antonio, la tomó del brazo con firmeza antes de descender las escaleras, susurrándole al oído: — Quiero verte sonreír, incluso si te cuesta. Recuerda que tu libertad está en juego. — ¿Por qué haces esto, Antonio? Ya compartimos la cama y la habitación. No entiendo qué más deseas de mí. Te has salido con la tuya como siempre lo has hecho. — Quiero que vuelvas a ser mi esposa, que olvides que Galeano fue tu amante. — Sabes que ya no siento nada por ti. No volveré a estar contigo de esa manera. Sigo siendo tu esposa legalmente, pero tu mujer no volveré a serlo jamás. — He tenido paciencia, pero estoy perdiéndola. Si no accedes, tú serás la perjudicada. Así que ven conmigo, y cuidado con contradecirme frente a nuestra hija y al pelele de tu amante. — ¿Qué planeas, Antonio? Merezco saberlo antes de enfrentarme a Galeano. — Ya lo verás, mi amor. Tu papel es
Galeano se sintió humillado cuando Alicia reveló el motivo de su visita a sus padres. La noticia que Antonio acababa de darles solo empeoró las cosas. Galeano, sabía que era completamente falso; el hijo que Rosi esperaba sin lugar a dudas era suyo.Rosi se encontraba en una encrucijada: contrariada por la situación y, al mismo tiempo, impresionada por la audacia de Antonio al tomar decisiones sin consultarla previamente.Cuando Alicia finalmente reveló la verdadera razón detrás de su visita, Antonio no pudo contener su curiosidad:— ¿Entonces vinieron a pedirme dinero? ¡Vaya! Jamás me imaginé que algo así podía pasar, tomando en cuenta el gran patrimonio que tiene tu familia. Galeano no tardó en intervenir antes de que Alicia pudiera responder:— ¡No exactamente, señor Antonio! Ha sido un error venir sin previo aviso, especialmente ahora que ustedes se han reconciliado. Supongo que querrán estar a solas, ¿no es así, señora Rosi? — preguntó con sarcasmo.Rosi lo miró fijamente, tratan
Rosi estaba al borde de la explosión. Antonio, con su propuesta aberrante, la había llevado al límite, y ella no estaba dispuesta a seguir jugando su juego.— Antonio, no puedes hacer esto. — Rosi apretó los puños, mirando a su esposo con desprecio.— ¿Por qué no? ¿Acaso no quieres ayudar a tu hija y a Galeano en este momento de crisis? — Antonio cruzó los brazos, desafiante.— ¿Mamá, acaso no quieres que Galeano y yo vengamos a vivir aquí? — Alicia, la hija de ambos, no pudo evitar unirse a la conversación, con los ojos llenos de expectación. Ella más que nadie quería ayudar a Galeano en ese momento de crisis. Rosi se encontraba atrapada entre la espada y la pared. Por un lado, no podía quedar mal ante su hija y dejar que creyera que no quería brindarles su apoyo. Por otro, Antonio estaba logrando su cometido. No le quedó más opción que aceptar la propuesta.— Hija, no es lo que piensas. Creo que una pareja recién casada necesita privacidad, pero no tengo inconveniente en que venga
Rosi se encontró con Galeano en la oscuridad de la cocina, y su corazón dio un vuelco. Galeano, sorprendido pero emocionado al mismo tiempo, aprovechó la oportunidad para hablar con ella a solas. — ¿Qué haces aquí, Galeano? — ¡Rosi! Qué casualidad, ¿verdad? Vine por un vaso de agua, pero no encuentro los interruptores de luz. — Están justo aquí. — ¡No los enciendas! — ¿Qué estás tramando, Galeano? ¡Suéltame! Nos pueden ver. — Por favor, Rosi, no te vayas. Necesitamos hablar. ¿Cómo pudiste volver con ese anciano? Me dijiste que ya no lo amabas. Y ahora, ¿le haces creer que el hijo que esperas es suyo? Sabes que es mío.— ¡ Cállate Galeano! Mira que las paredes tienen oído, además estamos cerca del área de la servidumbre, cualquiera puede escucharnos y no me quiero imaginar si Antonio llega a enterarse de que estamos aquí.— Ese viejo no se puede imaginar que entre tú y yo existe algo, además el pobre imbécil cree que le vas a dar un hijo. Tú no puedes hacerme esto, tú sabes que y