Una noche de pasión

Rosi se encontró con Galeano en la oscuridad de la cocina, y su corazón dio un vuelco. Galeano, sorprendido pero emocionado al mismo tiempo, aprovechó la oportunidad para hablar con ella a solas.

— ¿Qué haces aquí, Galeano?

— ¡Rosi! Qué casualidad, ¿verdad? Vine por un vaso de agua, pero no encuentro los interruptores de luz.

— Están justo aquí.

— ¡No los enciendas!

— ¿Qué estás tramando, Galeano? ¡Suéltame! Nos pueden ver.

— Por favor, Rosi, no te vayas. Necesitamos hablar. ¿Cómo pudiste volver con ese anciano? Me dijiste que ya no lo amabas. Y ahora, ¿le haces creer que el hijo que esperas es suyo? Sabes que es mío.

— ¡ Cállate Galeano! Mira que las paredes tienen oído, además estamos cerca del área de la servidumbre, cualquiera puede escucharnos y no me quiero imaginar si Antonio llega a enterarse de que estamos aquí.

— Ese viejo no se puede imaginar que entre tú y yo existe algo, además el pobre imbécil cree que le vas a dar un hijo. Tú no puedes hacerme esto, tú sabes que y
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