Al día siguiente…
Rosi descendió de su habitación, lista como siempre para dar clases en la universidad. Sin embargo, antes de salir, se detuvo en el comedor para desayunar y allí encontró a su hija, Alicia, tomando una taza de café. — Buenos días, Alicia. ¿No tienes hambre? —preguntó Rosi. — No tengo apetito, solo tomaré café —respondió Alicia con un tono de molestia. — Hija, creo que tenemos una conversación pendiente sobre lo que ocurrió anoche. — No creo que haya mucho de qué hablar. Mi decisión está tomada: me casaré con Galeano, te guste o no. Alicia se marchó, dejando a Rosi con las palabras en la boca. Conocía a su hija lo suficiente como para saber que nada la haría cambiar de opinión. Rosi terminó su desayuno, consciente de que enfrentaría otra prueba de fuego si Galeano decidía seguir asistiendo a sus clases. Había estacionado su auto y se dirigía a entrar, quería llegar unos minutos antes de comenzar su clase, ya que no le había dado tiempo de preparar el tema del que iba a hablar a sus alumnos. Pero antes de que pudiera seguir avanzando, se encontró en uno de los pasillos con el profesor Gaetano , él era nada más y nada menos que el rector de la universidad. Un hombre maduro en edad, pero sin lugar a dudas muy atractivo, había enviudado hace un par de años, y desde entonces se sentía muy atraído por Rosi. — Buenos días Rosi, ¿A punto de dar tu clase? — Hola Gaetano , sí, así es, dentro de diez minutos comienza. — El tiempo perfecto para invitarte un café. ¿Qué me dices? —Gaetano , la verdad es que debo preparar la clase, anoche no me dio tiempo de hacerlo y justo iba en este momento, creo que será mejor en otra ocasión. — No hay pero que valga, además siempre te has destacado por ser una mujer muy inteligente, así que solo te bastará con entrar al salón de clases, para dejar que fluya toda esa sabiduría que tienes. La tomó por el brazo y se la llevó casi obligada hasta el cafetín de la universidad, mientras que a ella no le quedó otra alternativa que dejarse llevar, al fin y al cabo era su jefe y no había ningún problema si llegaba retrasada a la clase algunos minutos. Se sentaron a una de las mesas mientras Gaetano sonreía, estaba contento de poder estar cerca de ella aunque fuera tomando un simple café. — ¿Cuándo vas a aceptar mi invitación a cenar? — Gaetano ya hemos hablado de eso muchas veces, ya te dije que se me hace muy difícil poder salir de casa, debo estar pendiente del cuidado de mi esposo, sabes que no puede valerse por sí mismo. — Sí, ya sé que me lo has dicho un montón de veces, pero también se que durante el día lo cuida una enfermera. No creo que no puedas pedirle que se quede con él tan solo una noche. Además, ya no es tu esposo. — Te equivocas, legalmente sí lo es, porque el divorcio no se llevó a cabo a consecuencia del accidente tan repentino. — Pero por las condiciones en las que él se encuentra, cualquier juez te daría el divorcio enseguida. ¿No te parece? — Sí, eso también lo sé, pero si me divorcio de él en este momento, me quedaría en la calle, porque nos casamos por bienes separados. La única forma de que yo pueda heredar su fortuna, es si él llegara a fallecer. Fue una cláusula que colocó en el contrato prenupcial. — Ahora entiendo, pero eso no es razón para que tú no puedas divertirte y tratar de hacer tu vida con otro hombre. ¿No te parece? Gaetano tomó su mano con ternura mientras la miraba a los ojos con mucha picardía, Rosi se sentía algo incómoda ya que él no le atraía como hombre, reconocía que era muy atractivo y se mantenía en muy buena forma a pesar de su edad, y por si fuera poco, gozaba de una posición económica bastante estable, pero sin embargo, de quien estaba enamorada sin darse cuenta, era de Galeano. Justo cuando Gaetano apretaba su mano mientras trataba de convencerla de que saliera con él, pasó cerca del cafetín Galeano, el cual estaba dispuesto a continuar asistiendo a las clases de arte de Rosi a pesar de su compromiso con Alicia. Cuando vio a Rosi junto al profesor tomados de la mano, se detuvo enseguida y no dudó un momento en acercarse a ellos con la excusa de saludarlos. — Buenos días, ¿Interrumpo? —dijo en tono irónico. Ella al verlo se puso nerviosa, y más aun porque tenía miedo as su reacción, ella estaba consiente de que era todo un hombre en la cama, pero fuera de todo lo que le hacía sentir en la intimidad, aun era un joven inmaduro y muy impulsivo que muchas veces no controlaba sus emociones. Gaetano fue el primero en contestar a su saludo: — Buenos días Galeano, por supuesto que no interrumpes, solo me tomaba un café con la profesora Rosi. — Sí, ya me di cuenta de eso. ¿Y cómo está usted profesora Rosi? Rosi temblaba, estaba pálida, las manos se le habían puesto heladas, trató de disimular fingiendo que estaba perfectamente bien, así que sin titubear le respondió: — Estoy bien Galeano, y si nos disculpas, el profesor Gaetano y yo estamos en medio de una conversación. — ¡Ah claro! Por supuesto, entiendo perfectamente , bueno no los interrumpo más, la espero en el salón de clases profesora Rosi. Galeano se marchó del cafetín hecho una furia, ya estaba cansado de tener que ocultar su relación con Rosi, y más aún ahora que se había dado cuenta de que Gaetano le estaba coqueteando. Gaetano había notado el malestar que había en Galeano, pero no se imaginaba qué era en realidad lo que pasaba entre ambos. — No se si son ideas mías, pero me parece que Galeano actuó como si estuviera celoso. Si no fuera tu alumno, juraría que estaba molesto de que estuvieras aquí conmigo. — ¿Celoso? ¡No para nada! La verdad es que yo no me di cuenta de que estuviera molesto. Creo que son ideas tuyas. Pero celoso jamás, no tendría por qué estarlo, solo soy su profesora y mantenemos un trato como tal. — Bueno, pero no me extrañaría que se sienta atraído por una mujer como tú, los chicos de esa edad tienen las hormonas a millón, y se encienden con mucha facilidad cuando ven a una mujer tan bella como tú. De hecho a mi me tienes encendido desde hace tiempo, solo que no has querido apagar ese fuego. — Por favor Gaetano , no comiences con lo mismo, y es mejor que me vaya a mi aula, ahora si se me ha hecho tarde para dar mi clase. — Pero recuerda mi invitación, no voy a quedarme tranquilo hasta que me digas que sí. Rosi se levantó de la mesa, recogió sus carpetas y su Tablet y se marchó a toda prisa. Estaba ansiosa por hablar con Galeano, quería pedirle que renunciara a su clase, ella no soportaba tener que verlo en la universidad todos los días, no quería perder su puesto de trabajo a pesar de no necesitar su sueldo, el trabajar en algo que le apasionaba era para ella uno de los pocos logros que había alcanzado en su vida. Abrió la puerta del salón de clases y entró, luego al cerrarla salió Galeano de forma sorpresiva dándole un susto que casi le hace pegar un grito, la tomó por la cintura y la puso contra la pared, luego se puso muy cerca de su boca mientras le susurraba: — Ese profesor Gaetano jamás te hará sentir lo mismo que sientes cuando yo te toco. — Por favor Galeano suéltame, mira que puede entrar alguien y encontrarnos así. — Dime que no te gusta lo que te hago cuando te tengo clavada en la cama. Anda dímelo, dime que no quieres sentir como te doy duro mientras me pides que te de más. Era inevitable para Rosi no excitarse, el solo hecho de tenerlo tan cerca de ella, sentir su olor, su piel tan joven, eran un completo detonante para que ella perdiera el control por completo. — Ya basta Galeano, no podemos continuar en esto, falta poco para que entren los demás alumnos, así que te pido por favor que me sueltes. Galeano metió su mano por debajo de su vestido y comenzó a tocarla suavemente para excitarla, quería que ella se saliera de control y se dejara llevar por el deseo. — Ya no sigas haciendo esto, por favor Galeano ya déjame. — Comenzó a pasar la punta de su lengua por sus labios húmedos, mientras le decía susurrando: — Sí aceptas que nos veamos al finalizar la clase, te dejo tranquila. O de lo contrario te juro que no me va a importar que me encuentren tocándote. Ella sudaba a cántaros, era una sensación de miedo por no querer ser descubierta, pero al mismo tiempo sentía un deseo desenfrenado porque Galeano le hiciera el amor allí mismo. — Está bien, al finalizar la clase hablaremos. Pero por favor ya suéltame antes de que alguien nos sorprenda. — Muy bien, te esperaré como siempre cerca de tu auto. De pronto se abrió la puerta de repente y ambos se soltaron rápidamente, se trataba de una de sus alumnas que desde hace tiempo veía muy sospechoso el trato que había entre ambos. Pero además no era cualquier alumna, ella era la hija de Gaetano , la cual también recibía clases de arte con Rosi. — ¡Disculpen no quise interrumpirlos! No creí que estuvieran aquí, como la puerta del salón estaba cerrada pensé que no había nadie. — No hay nada que disculpar Emily, la puerta se cerró sin querer, pero adelante ya voy a comenzar con la clase. Galeano tomó asiento al igual que Emily, quien lo miraba con una expresión sospechosa. Rosi se veía agitada y sudorosa, era más que evidente de que algo extraño estaba pasando entre ambos. Al finalizar la clase, Rosi se fue caminando al estacionamiento en donde tenía aparcado su auto, estaba nerviosa, miraba a su alrededor ya que no quería ser vista por algún alumno, pero al mismo tiempo estaba ansiosa por encontrarse con Galeano, sin embargo, para su sorpresa Galeano no había llegado aun, pero la que se encontraba en su lugar era su hija Alicia. — ¡Alicia! ¿Pero qué haces aquí (...)La tensión entre Rosi y Alicia se palpaba en el aire. Rosi, nerviosa, no esperaba encontrarse con su hija en ese lugar. Alicia, en cambio, parecía desafiar las costumbres y aparecer sin previo aviso. ¿Qué secreto ocultaba Rosi? ¿Por qué la sorpresa de Alicia? Las palabras fluyeron entre ellas, y la verdad comenzó a emerger. A veces, los encuentros inesperados revelan más de lo que imaginamos. — ¿Alicia por qué estás aquí? Nunca te apareces en mi trabajo, no comprendo por qué hoy decidiste venir. — Tú cara está pálida como si hubieras visto un espanto ¿Qué hay de malo que haya venido hasta aquí sin avisarte? ¿ Es que ibas a hacer algo en secreto que no quieres que yo sepa?— Es que… lo que pasa es que yo… bueno en realidad no te esperaba, y no tengo nada que ocultar así que deja de decir cosas que no son verdad. ¿Le pasó algo a tu padre y por eso estás aquí?— ¡Ya cálmate! De haber sabido que te ibas a poner así, te hubiera pedido una cita para que me anotaras en tu agenda. Todo está
Ambos estaban nerviosos, sin saber qué hacer. El tiempo se les había escapado mientras estaban en el baño, y ahora se apresuraban a arreglarse, tratando de no hacer ruido. Rosi tapó la boca de Galeano para evitar que dijera algo, mientras le hacía señas de que respondería a Alicia.— Sí, Alicia, aquí estoy —respondió Rosi, tratando de mantener la calma. — Abre la puerta, déjame entrar. Quiero asegurarme de que estés bien.Rosi se apresuró a arreglarse, sintiendo el corazón latir con fuerza. ¿Cómo explicarle a Alicia que no podía abrir la puerta?— ¡No! —dijo, buscando una excusa—. Lo que pasa es que… todavía no termino. Me sentí un poco mal del estómago, pero tranquila, ya se me pasará.Alicia insistió:— Madre, por favor date prisa. Y para colmo, no encuentro a Galeano por ningún lado.Rosi pensó enseguida qué responderle con tal se alejara de allí: — Tal vez está en su habitación —sugirió—. La verdad es que solo me trajo hasta el baño, pero pensé que estaba contigo en la sala.— Bu
El doctor no dejaba de mirar a Rosi; la conocía desde hace muchos años. Con una sonrisa, le dijo:— Rosi, no se trata de la menopausia. Creo que aún te falta mucho para que eso llegue. A partir de ahora, tendrás que hacer otros planes en tu vida.— ¿Cómo? Si todos estos malestares no son de menopausia, ¿entonces me estás diciendo que tengo algo malo? No me digas que estoy enferma; eso es lo que me faltaba ahora para complementar todos mis males.— Cálmate, Rosi. No se trata ni de una cosa ni de la otra. Lo que pasa es que estás embarazada.Rosi palideció y quedó mirando al doctor con una expresión de asombro e incredulidad ante lo que estaba escuchando. — Cálmate Rosi, no tienes por qué ponerte así, ahora es muy normal que una mujer de tu edad pueda salir embarazada, sin embargo, me imagino que en vista de la condición de tu esposo, ese hijo que esperas es imposible que sea de él. Y eso es lo que te preocupa, ¿No es así? Ella bajó la mirada, a pesar de la confianza que le tenía a su
Rosi se encontraba en un dilema angustiante. El secreto de su embarazo pesaba sobre ella como una losa, y la boda de su hija, Alicia, estaba a punto de comenzar. Temía que revelar la verdad a Galeano y que se pudiera desencadenar una tormenta de emociones y arruinar el día especial de su hija.— Madre, aún no te has vestido —dijo Alicia con urgencia—. Falta muy poco para la boda, y mi suegra nos espera en su casa. Además, necesito tu ayuda para ponerme el vestido. ¿Qué te sucede? Estás en otro mundo.Rosi miró a su hija con ojos llenos de preocupación. ¿Cómo podría explicarle que el hombre al que amaba se trataba de Galeano? ¿Cómo contarle que estaba esperando un hijo de él? El miedo la paralizaba, no podía decirle la verdad. — Alicia, cariño —dijo Rosi con voz temblorosa—, hay algo que necesito decirte antes de que la boda comience. — Sí, ya te escuché Alicia, pero no me siento bien, tengo una fuerte jaqueca y tengo muchas náuseas, — Sí no fueras una vieja, pensaría que estás emb
Rosi se preparaba para la boda de su hija, irradiando belleza y elegancia. A pesar del dolor por su separación de Galeano y la necesidad de ocultar su embarazo, su figura seguía siendo enigmática. El traje que llevaba resaltaba sus curvas, y al mirarse al espejo, notó el ligero abultamiento de su vientre, un secreto que aún no estaba listo para revelar.Ella últimamente había notado algunos cambios en su cuerpo, pero todo lo atribuyó al desorden que tenía en su alimentación y a la posible menopausia. Y fue por esa razón que al principio había creído que se trataba solo de unos kilos de más, sin embargo el médico se encargó de corroborarle lo de su embarazo, cosa que aún no podía terminar de asimilar.Rosi se miraba en el espejo mientras acariciaba su vientre, a pesar de no estar segura de querer tener a ese hijo en vista de las condiciones en las que había sido concebido, pensaba en el amor que sentía hacia Galeano, sin darse cuenta por fin admitía que estaba completamente enamorada d
Alicia se había ido con el chofer acompañada de su padre y de la enfermera, mientras que Rosi decidió ir sola en su auto, estaba demasiado nerviosa y necesitaba poder estar a solas y así tratar de controlarse cuando llegara a casa de los padres de Galeano en donde se iba a celebrar la ceremonia civil.Iba conduciendo el auto y era inevitable el temblor de sus manos, las cosas se habían salido de control ya que no esperaba volver a tener la debilidad de caer de nuevo en los brazos de Galeano después de haberle dejado en claro que no quería continuar con esa relación.Pero lo que la tenía aún más preocupada era el hecho de que Diana se había dado cuenta de la presencia de Galeano en su habitación, a pesar de haberle inventado lo del supuesto regalo sorpresa que él le tenía a su hija, no dejaba de perturbarle la forma como ella le había hablado, sentía que había algo en Diana que no terminaba de gustarle y que aún no sabía qué era.(..)Alicia había entrado en la casa de Galeano recibida
El funcionario civil había concluido la ceremonia nupcial con las tradicionales palabras: ‘Con el poder que me otorga la ley, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.’ En el fondo, se escuchó el aplauso y la algarabía de todos los presentes, felicitando a los recién casados. Sin embargo, para Rosi, lo que debió haber sido el día más feliz se convirtió en una verdadera pesadilla. Ver a su hija, el ser que más amaba en el mundo, casarse con el hombre del cual estaba profundamente enamorada y, además, esperando un hijo, le causó un dolor inmenso. Galeano miró a su alrededor y cruzó su mirada con la de Rosi. Estaba realmente contrariado y confundido por todo lo que estaba sucediendo. A pesar de la presión de sus padres y de la gente que esperaba que besara a su ahora esposa, se sentía incómodo con la presencia de Rosi. Nunca antes había besado a Alicia frente a ella, y hacerlo en ese momento, sabiendo el dolor que ella estaba experimentando, fue para él una verdadera prueb
La tensión en la habitación era palpable. Rosi se sentía atrapada en un torbellino de emociones, mientras Galeano luchaba por encontrar una solución. El padre de Galeano, el señor Raúl, había dejado claro que no toleraría la inmoralidad que había descubierto. La situación era aún más complicada debido a la enfermedad avanzada del padre y su deseo de asegurar la herencia para su hijo.Rosi, desesperada, intentó apaciguar la situación. —Por favor, señor, no me ofenda. Las cosas no son como usted las piensa. No tenía idea de que Galeano era el prometido de mi hija, y cuando me enteré, ya era demasiado tardePero el señor Raúl no estaba dispuesto a escuchar. — ¿No te has dado cuenta de que Galeano podría ser tu hijo? Eres una cínica, una sinvergüenza. No permitiré que nadie me vea como un imbécil. Bajaré a la fiesta y les mostraré a todos la verdadera naturaleza de esta mujer.Galeano suplicó a su padre que reconsiderara, estaba desesperado tratando de evitar que la verdad saliera a la