Capítulo 27

El rugido bajo y constante de los motores envolvía la cabina del jet privado mientras surcaban el cielo de regreso a Aspromonte. Dante estaba recostado en su asiento de cuero negro, con los codos apoyados en los reposabrazos y los dedos entrelazados frente a su boca. La tensión se aferraba a sus hombros como una losa, y aunque mantenía la mirada fija en la ventanilla, no veía nada en realidad.

Había querido volver al día siguiente, pero los asuntos pendientes lo obligaron a permanecer en Milán más de lo previsto. Días interminables en los que apenas tuvo un respiro, donde cada hora estaba marcada por la tensión y el peso de decisiones que no podían postergarse. No hubo tiempo para extrañar a Svetlana… o al menos eso intentó convencerse. Sin embargo, cada madrugada, en esos breves instantes antes de caer rendido por el agotamiento, su recuerdo lo asaltaba con una fuerza inesperada.

Milán le había dejado un sabor amargo. No había conseguido descansar ni un segundo, y la responsabilidad
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