Para cuando la marea se calma y las sensaciones en mi cuerpo también, nos reunimos en medio de la sala.
—¿Y por cuánto tiempo vas a quedarte, hermano? —inquiere mi novio al castaño.Yo me encuentro tomada de la mano de Danilo, más que para asegurarme de no debilitarme que por un gesto de amor, y me siento mal por eso.Diego toma su copa y mira al rubio con cierto aire de arrogancia que me hace arder las paredes del estómago.—El tiempo que desee, acumulé muchas vacaciones... —responde—. Y tú, ¿tendrás tiempo para mí o todo el tiempo libre lo inviertes en Fabiola?El corazón se me paraliza al escucharlo decir mi nombre. ¡Él me conoce! ¡Claro que lo hace! Aprieto la mano de Danilo y este a pesar de tener rostro confundido por mi acción, solo se acerca para besarme la frente. Suspiro.—Sí, pero haré lo posible por estar más presente... Hace unos meses me han promovido, Diego...—Ah, sí, Giselle fue la primera en correr a llamarme, ¿no es así, hermanita? —dice a esta para apretar sus cachetes, dejándolos rojos—. Felicidades. Siempre supe que tú serías el de los pies en la tierra —comenta.El señor Rubén suelta una carcajada.—¡Ven! Es un genio este muchacho. Lo dice porque él está en el cielo en su avión y Danilo en la empresa...La familia no se tarda en reír pero yo no le veo nada de gracioso. Y Diego me regala una mirada fija ante mi rostro neutro.—¡Bueno! —exclama mi novio, y se levanta de repente unido aún a mi mano—. Si estarás aquí por un buen rato, tendremos tiempo para seguir celebrando. Fabiola y yo tenemos un compromiso...Miro con sorpresa a mi novio y luego recuerdo la celebración del matrimonio de Aitana. Entonces exhalo la presión porque con todo este asunto de Diego se me había olvidado. Agradezco tener una oportunidad de huir.—¡Ohhh nooo! —exclama la señora Daniela.—¡No seas aguafiestas! —se une Giselle.—¿Y a dónde tienen que ir? —cuestiona Diego, viendo a mi novio.—¡A la celebración de una boda!—¿De quién...? —sigue cuestionando Diego, y me irrita esto.—De una de mis clientas y amigas, se llama Aitana —respondo.—¡La influencer! —exclama Giselle emocionada—. Vi sus fotos de la boda hace unos horas, Fabiola ¡te quedó espectacular su maquillaje!—¿Así que a eso te dedicas, maquillas? —pregunta el castaño, y no puedo más que asentir—. Bueno, supongo que no hay problema con vaya también... Además, creo que conozco a Aitana... ¡tiene un par de amigas morochas que están...!Sacudo la cabeza con severidad por la picardía y perversión en su voz.—¿Las morochas? —cuestiona el señor Rubén—. ¿Las hermanas Newton?—¿Son físicas o algo así? —cuestiono en una risita, pero nerviosa, pues no las conozco.—No. Bueno, son dueñas de la física, eso sí... —bromea el castaño y señala a mi novio, por lo que este baja la mirada luciendo sonrojado de repente—. Seguro que las conoces muy bien, ¿o no, Danilo?Suelto la mano de mi novio y espero su respuesta, nunca llega.—Déjalo en paz, hijo. Y respeta a Fabiola —le dice Daniela.Diego deja de reír, y sabiendo que no debo perder el control ni mucho menos lucir como una loca celosa, vuelvo a tomar la mano de mi rubio.—¡Pues vamos! Y Giselle, ¿quieres venir? —le cuestiono.—¡Quien dijo miedo! —exclama la castaña.En cuestión de minutos nos despedimos, vamos hacia el auto de mi novio, y como es costumbre, me dispongo a subir en el asiento del copiloto, pero Diego me regala una sonrisa malvada antes de abrir la puerta y se adentra.Respiro hondo, y me adentro con los brazos cruzados en los asientos traseros. El camino es bastante tedioso, con Diego metido en sus redes enseñándole a Danilo todas las tipas de las que comió hace poco allá en Europa, con Giselle diciéndole que es un cerdo, con la mirada de Danilo puesta cada cierto tiempo en mí desde el retrovisor, y mi piel hirviendo por todas las emociones que me genera la conversación y la presencia del piloto.Yo lo he olvidado. Ya no es el amor de mi vida. Y estoy comenzando a detestarlo. Debo pasar página. Debo controlarme. Amo a Danilo.Me repito eso una y otra vez, como un himno para mi corazón.Llegamos al club en donde se celebra la boda costosa. Los guardias piden nuestros pases, pero solo tengo el mío, así que maldigo bajito. Rápido tomo mi cartera para sacar mi teléfono y llamar a Aitana.—¡Brianna! ¡Sheila! —exclama con bulla Diego, y al darme vuelta lo veo abrir los ojos hacia dos mujeres de piel morena, bastante exóticas, que vienen con copas en mano.—¡No puede seeeeer! —grita la más bajita de ellas—. ¡Diego y Danilo Monsalve!Así que estas son las morochas...Las dos corren y se acercan a ambos hombres, casi apartándome pero sigo llamando a Aitana y me siento frustrada por todo. Los escucho conversar algo bajo mientras Giselle intenta convencer a uno de los guardias para dejarnos entrar, y cuando Aitana finalmente responde la llamada, mi cuerpo se echa hacia adelante, producto de un empujón. Entonces mi teléfono cae sobre la acera cortándose la llamada de inmediato.—¡Ay, perdón! —me dice una de las morenas—. Me llamo Sheila, ¡eres la novia de Danilo! —me dice esta, y me alegra que lo sepa, ¿pero cómo lo sabe?Le doy mi mano a la morena para presentarme después de que ella me entrega mi teléfono, y esta sonríe ampliamente, mientras la otra solo me sonríe mirándome por encima de su hombro.—¡Muchachones! —exclama la otra, Brianna—. Estos guapetones y estas chicas vienen en el combo, así que peeeermiiisooo...Los guardias nos dejan entrar a todos sin problemas y sacudo la cabeza, entonces siento a Danilo a mi lado, me toma de la cintura y besa mi mejilla.—¿No estás molesta?—¿Por qué debería estarlo? —inquiero, y este asiente lentamente.Lentamente es que quisiera escabullirme mientras veo al gran Diego con su porte magnífico y con esa camisa blanca de manga larga, sujetar por la cintura a ambas morenas.—¡Amiga, sí viniste! ¡Y conociste a las morochas! ¡Qué emoción! —exclama Aitana.—¡Felicidades, Aitana! ¡Eres hermosa!—¡Rrrrr! —pronuncia esta llena de éxtasis y todos reímos—. Qué bueno que llegaron justo ahora porque decidí no tirar el ramo en la iglesia, ¡vengan!Quiero decirle que no voy a participar en esto porque en mis planes no está casarme, pero ella me toma de la mano, y las morochas, Giselle, las damas de honor y otras mujeres corren hacia el centro de la sala.Veo a la distancia a mi novio tomar una copa de algún liquido, y sacude la cabeza con una sonrisa cuando me ve aquí metida. Luce pálido y no sé la razón.—¡Bien, chicas! —habla Aitana desde el micrófono, distanciada de nosotras—. ¡Espero que la que obtenga el ramo pueda ser tan feliz como yo lo soy ahora! ¿Listas? ¡A volar!Quiero agacharme antes de que Aitana tire el ramo en el aire, sin embargo, no sucede. Pues esta camina desde su sitio en línea recta hasta nosotras con el ramo en la mano, tiene una sonrisa enorme y yo me perturbo cuando me doy cuenta de que me está... ¡Viendo a mí!Se me eriza la piel y el nudo en mi garganta llega en cuanto Aitana llega hasta mí, me entrega el ramo y cuando busco alguna explicación, veo a Danilo arrodillado frente a mí.Todo el mundo se conmociona, y yo solo puedo quedarme estática.—Fabiola, no tengo duda alguna de quiero que seas mi compañera de vida, mucho más allá de que cuando llegue mi jubilación... —dice, y escucho a todos reír—. ¿Te quieres casar conmigo?Escucho el vidrio romperse en alguna parte de la sala, y cuando alzo la vista me encuentro con Diego corriendo fuera del club.Miro de nuevo a mi novio, y con lágrimas en los ojos niego lentamente, causando que todos se queden mudos, y este se muestre completamente decepcionado.—¿Por qué? —cuestiona Danilo, las lágrimas en sus ojos se asoman, y me parte el corazón—. ¿Acaso no me amas?—¡Claro que te amo, Danilo! Pero... Dios, lo siento tanto...Incapaz de seguir aquí frente a mi novio decepcionado y todo el mundo observándome como una rata de alcantarilla, salgo corriendo por el mismo sitio que Diego.Jadeo cuando me encuentro con su pecho de frente y me estremezco. El castaño me toma por los hombros y tengo que mirarlo a esos ojos que por tanto tiempo me encantaron y cegaron, y este sacude la cabeza con severidad.—¿Qué estás haciendo, Fabiola? —me pregunta con molestia.—¡Nada que te incumba! —respondo, soltándome de sus gruesos y fuertes brazos, para seguir mi camino.—¡Sí me incu
Narra Diego. —Oye grandulón —me llama Giselle, y la veo venir hacia la cocina en pijama—. ¿Y las novias? Daniela, que se encuentra en la cocina terminando de hacer unos huevos revueltos para mí, se ríe desde su sitio. —¿Crees que Diego es de tener novias, Giselle? Se me eriza la piel por la molestia. Claro. Ella no cree que yo puedo mantener una relación estable con alguien porque cree que soy un mujeriego. Intento reír un poco, cuando Giselle levanta el ceño hacia mí y nuestra madre nos sirve el desayuno. —Sí tengo una novia, madre, se llama Cassidy, es hija de un buen español con una gringa, es azafata de mi tripulación —digo, aunque hay una parte de la historia que no es real. —Oh guao… —dice mi madre—. ¿Y por qué no la conocemos? —Porque solo yo estoy de vacaciones, madre... —miento de nuevo, irritándome un poco porque por querer demostrarle lo contrario ahora va a perseguirme hasta saber si es verdad. —¡Yo quiero ver una foto! —Giselle se sienta a mi lado, entonces me po
Narra Fabiola. Hoy es domingo, una semana después de que acepté nuestro compromiso con Danilo. Me encuentro maquillando a la séptima concursante de belleza para el mini reinado. Hoy son sus fotos para la presentación ante la prensa y mi agenda se llenó de solicitudes al ser la única disponible en la ciudad para éste día, y además porque nunca le saco los ojos a la gente por mi trabajo, pues es algo que hago con amor. Termino con la niña morena justo a las ocho de la mañana y siento pena por las niñas que vienen de regreso con su maquillaje perfecto pero con el sueño evidente en sus caras. —¿Qué tal les fue, eh? —les cuestiono, y una de ellas solo se alza de hombros. —Si tengo que levantarme todos los días a las cuatro por querer ser una reina, entonces ya no quiero… —se queja Lily, y me río. —¡Hija bella! —aparece su madre, Liliana, la conozco porque es muy reconocida en el mundo del baile—. ¡Quedó, hermosa, Fabiola! Te enviaré un cuadro en cuanto monte las fotos. Mi niña será la
Narra Fabiola. —¿El cuatro de noviembre? ¿Es en serio? —cuestiona mirándome, al parecer molesto. No entiendo por qué le afecta. No entiendo por qué me parece tan atractivo justo así. —¿Y qué tiene esa fecha de especial para ti? —Me cruzo de brazos—. Seguramente ninguna, Diego. Así que déjame salir. Camino hasta la puerta pero su cuerpo la tapa toda y me detiene por los hombros cuando intento llegar a la manilla. Nuestro contacto tiembla y él se inclina para verme mejor. O bueno, para intimidarme. Santo Cielo, debo pensar en Danilo. Amo a Danilo. Me voy a casar con Danilo. —No me fui porque no te amaba —susurra y me suelta—. No me fui porque quería jugar contigo ni porque pretendía que fueses una sola vez en mi vida, Fabiola. Sus palabras causan estragos a mi sistema nervioso y corazón. —¿Y qué pretendes que haga con esa información? Ya no tiene caso una explicación ahora, Diego. Lo hecho, hecho está —murmuro, intentando llegar a la puerta de nuevo. Sin embargo, él gira mi cu
Narra Fabiola.—Mal…di..tasea —expresa con enojo el ojimiel cuando lo vemos finalmente llegar una hora después al punto de encuentro que le ha dicho a Danilo.Yo, cómodamente, termino de comer mis empanadas que me ha comprado mi prometido, recostada del auto de este.Observo cómo el hombre de mis pesadillas termina de hablar con los vigilantes del hangar, y finalmente, nos dejan entrar.—Veo que lo tuyo es la velocidad —bromea Danilo hacia su hermano cuando le pasamos por un lado—, pero no en tierra, hermano.No escucho a Diego decir nada pero puedo sentir su intensa mirada sobre mí. Es bastante incómodo esto cuando tiene a Liliana allí al lado hablándole y dándole besos como una garrapata.Abro los ojos sorprendida cuando al darnos paso hacia dentro, increíbles aviones y avionetas nos reciben. Hay de todo tamaño, color y estilo.Hay algunos obreros trabajando en reparar algunos y otros encargándose del mantenimiento. Todos saludan a Diego y me pregunto si es que ha venido recientement
Narrador.Una semana después del viaje en avioneta, Danilo y Fabiola comienzan a discutir sobre la boda.—¡Faltan 4 meses para el 4 de Noviembre! No te desesperes tanto —intenta calmarlo Fabiola.Danilo está preocupado porque quiere que su maravillosa novia tenga la mejor de las bodas. Él quiere ser el mejor novio. Quiere que todo sea perfecto y a decir verdad, nota a Fabiola demasiado despreocupada.—No es desesperación... —Besa sus manos sobre la mesa, pues se encuentran almorzando en un fino restaurante—. Es que debes decidir si quieres que vayamos a la iglesia o no. ¿Es tan difícil saberlo? Amor... ¡Cuatro meses se pasan volando!Fabiola asiente, mirando a su prometido con ternura. Le da un calorcito en el pecho verlo tan emocionado. Sabe que él sueña con una boda incluso más que ella, así que no piensa quitarle la ilusión.Además, suficiente tiene con el hecho de sentir que le es infiel por no dejar de pensar en su hermano, Diego.Así es. Por más que Fabiola quiera sacarlo de su
Narra Diego. —¿Así que trabajarán juntos? —me cuestiona Danilo, y yo con una sonrisa despreocupada le asiento—. ¿Cuántos días? —Ay Danilo, ¿acaso estás celoso?, ¿es una broma? —le pregunta Giselle. Mientras comemos en la mesa, bebo lentamente mi jugo sin dejar de ver la expresión fría de mi hermano. —¿Quién no tendría celos de mí? —inquiero en broma. —¡Diego! —me regaña Daniela, nuestra madre, así que le tiro una mirada desagradable. Mi madre rueda los ojos al verme. Sé que odia que me meta con el hijo de su gran y único amor. —Bueno hermano. Si estás celoso no tienes de qué preocuparte. En primer lugar, creo que todos se han dado cuenta que Fabiola parece detestarme... —comienzo. —Oh, no... —interviene Rubén—. Fabiola es un sol. Seguro es tu imaginación. —No, no, no, es verdad —habla Giselle así que de inmediato la observo, teniendo la ilusión de que en algún momento Fabiola le haya hablado de mí. —¿Te lo dijo? —pregunto en tono despreocupado. —Pues... —Estoy seguro de que
Narra Fabiola.Tras convencer a mi padre que Diego jamás podrá hacerme algún daño porque estoy enamorada de Danilo, subo al auto del idiota y pronto nos encontramos en el HangarBajo primero para luego sacar mi maleta con mis cosas del trabajo, pero al bajar, la mano de Diego rápido toma la maleta del otro lado y la saca.Ruedo los ojos. Bien. Quiere ser un caballero ahora, lo dejaré, solo porque no quiero discutir con él.Camino delante de él rápidamente buscando por todo el lugar a mi amiga Aitana para huir, y por suerte la consigo, junto a su esposo Brandon el Irlandés y al parecer todo el equipo completo de la banda pop-rock BEA.Berenice, Elliot y Ash.Guitarrista, voz principal y baterista. Aunque ambas mujeres también son coristas.Se dice que tienen una relación poliamorosa, pero solo son rumores.—¡Amiga! ¡Diego! ¡Qué bueno que están aquí! —exclama una emocionada Aitana saludando y acercándonos al grupo y dándonos las credenciales.Rápido nos presenta a todo el equipo, inclui