¡Hola! Si esta es la primera historia que lees de mí, Te doy la bienvenida. Si eres lector frecuente te doy las gracias por seguir mi trabajo. Espero siempre ver sus comentarios, ¡saludos y bendiciones!
Narrador.Una semana después del viaje en avioneta, Danilo y Fabiola comienzan a discutir sobre la boda.—¡Faltan 4 meses para el 4 de Noviembre! No te desesperes tanto —intenta calmarlo Fabiola.Danilo está preocupado porque quiere que su maravillosa novia tenga la mejor de las bodas. Él quiere ser el mejor novio. Quiere que todo sea perfecto y a decir verdad, nota a Fabiola demasiado despreocupada.—No es desesperación... —Besa sus manos sobre la mesa, pues se encuentran almorzando en un fino restaurante—. Es que debes decidir si quieres que vayamos a la iglesia o no. ¿Es tan difícil saberlo? Amor... ¡Cuatro meses se pasan volando!Fabiola asiente, mirando a su prometido con ternura. Le da un calorcito en el pecho verlo tan emocionado. Sabe que él sueña con una boda incluso más que ella, así que no piensa quitarle la ilusión.Además, suficiente tiene con el hecho de sentir que le es infiel por no dejar de pensar en su hermano, Diego.Así es. Por más que Fabiola quiera sacarlo de su
Narra Diego. —¿Así que trabajarán juntos? —me cuestiona Danilo, y yo con una sonrisa despreocupada le asiento—. ¿Cuántos días? —Ay Danilo, ¿acaso estás celoso?, ¿es una broma? —le pregunta Giselle. Mientras comemos en la mesa, bebo lentamente mi jugo sin dejar de ver la expresión fría de mi hermano. —¿Quién no tendría celos de mí? —inquiero en broma. —¡Diego! —me regaña Daniela, nuestra madre, así que le tiro una mirada desagradable. Mi madre rueda los ojos al verme. Sé que odia que me meta con el hijo de su gran y único amor. —Bueno hermano. Si estás celoso no tienes de qué preocuparte. En primer lugar, creo que todos se han dado cuenta que Fabiola parece detestarme... —comienzo. —Oh, no... —interviene Rubén—. Fabiola es un sol. Seguro es tu imaginación. —No, no, no, es verdad —habla Giselle así que de inmediato la observo, teniendo la ilusión de que en algún momento Fabiola le haya hablado de mí. —¿Te lo dijo? —pregunto en tono despreocupado. —Pues... —Estoy seguro de que
Narra Fabiola.Tras convencer a mi padre que Diego jamás podrá hacerme algún daño porque estoy enamorada de Danilo, subo al auto del idiota y pronto nos encontramos en el HangarBajo primero para luego sacar mi maleta con mis cosas del trabajo, pero al bajar, la mano de Diego rápido toma la maleta del otro lado y la saca.Ruedo los ojos. Bien. Quiere ser un caballero ahora, lo dejaré, solo porque no quiero discutir con él.Camino delante de él rápidamente buscando por todo el lugar a mi amiga Aitana para huir, y por suerte la consigo, junto a su esposo Brandon el Irlandés y al parecer todo el equipo completo de la banda pop-rock BEA.Berenice, Elliot y Ash.Guitarrista, voz principal y baterista. Aunque ambas mujeres también son coristas.Se dice que tienen una relación poliamorosa, pero solo son rumores.—¡Amiga! ¡Diego! ¡Qué bueno que están aquí! —exclama una emocionada Aitana saludando y acercándonos al grupo y dándonos las credenciales.Rápido nos presenta a todo el equipo, inclui
Narra Fabiola.He llamado a Aitana y ella me ha dicho que puedo volver al anochecer. Pasan de la una de la tarde, mi estómago ruge, así que voy a un restaurante de mar que parece ser famoso porque hay mucha gente.Hago mi fila para entrar y ordenar, y cuando veo que es imposible comer acá dentro por la cantidad de personas, pido mi arroz de mariscos para llevar. Luego tomo asiento en la arena, a unos metros del agua de la playa, y me quedo aquí, tratando de digerir la deliciosa comida mientras la brisa golpeando mi cara me lleva a un recuerdo.Años atrás…—¡Sostente bien! —me gritaba Diego mientras me llevaba en su bicicleta.El viento golpeaba en mi cara mientras él manejaba a toda velocidad y nos reíamos en paz.Era el día de mi cumpleaños quince. Justo un día después de que yo me apareciera en su casa para llorar y él llorara en mis brazos por culpa de su padre.Llegamos a una casa, parecía una mansión.—¿Qué hacemos aquí, Diego? —pregunté mientras me bajaba.Diego me tomó de la ma
Narrador.—No le serás infiel si dejas que yo haga todo el trabajo y cierras los ojos, Fabi…La voz seductora de Diego en sueños hace despertar a Fabiola con un gemido fuerte y con el corazón palpitando en todo su cuerpo de forma arrolladora.Sí, definitivamente sus pliegues están mojados por causa de ese sueño que más bien considera una pesadilla.Se siente mal de inmediato por soñar un momento tenso sexual con Diego cuando al único que debe desear y reaccionar así es a su prometido.Fabiola sabe que nunca le será infiel a su querido Danilo, porque él jamás ha hecho algo que la hiera, y porque lo ama.Toma su teléfono de la mesita de noche y se da cuenta que estaba por sonar la alarma. Entonces rápido se levanta para darse una ducha ignorando el calor en su zona íntima.Odia tanto a Diego por todo esto.Unos minutos después ya Sarai se encuentra despierta, así que la espera y salen juntas a la recepción del hotel encontrándose con los demás para subir al autobús y luego abordar el Jet
Narra Diego.Gracias a que la pelinegra me empuja con fuerza caigo de espaldas en la arena de los médanos, con el corazón agitado y mi mirada llena de terror puesta en una Fabiola furiosa.Puedo sentir todo su odio con esa mirada y algo dentro de mí se rompe una vez más, como hace un par de minutos al ver las fotografías.Aquella cuenta regresiva de imágenes de nuestra juventud, mostrándonos el día de sus quince años, la primera cita cuando nos hicimos novios, el día en que tuvimos una cita y ella no estaba al tanto de que sería la última vez que la vería... Y luego... La foto de ella con su madre enferma en el hospital con fecha marcada, unas dos semanas después de mi partida.Después de esa no hay más fotografías con su madre. Al menos no en esa carpeta.Aquello me ha hecho entender que si bien es cierto que Fabiola no me ha olvidado, le he hecho un daño irreparable por no haberle contado la razón del porqué la dejé. Pues al menos habiéndosela dicho, ella hubiera superado esto de o
Narra Diego. Veo a Fabiola con una suplica que hace demasiado tiempo no expreso hacia nadie. Y aún así, ella sacude la cabeza en negación. —Ya comí, pero gracias... —dice suavemente, dándose vuelta. —¿Y a tomar algo? —insisto, pero la veo sacudir de nuevo la cabeza. Ruedo los ojos—. ¿La merienda...? —digo y ella se gira para verme. Me desarma cada vez que me ve, por dentro me ha estado debilitando al pasar estas horas y me quema el alma—. Vamos, ¿hace cuánto que no te comes un raspa'o? La pelinegra sonríe un poco y eso me llena el pecho de alegría. —Hace mucho, pero no, gracias... Es tan rápida que ni veo cuando abre la puerta. Solo desaparece. Me odia tanto que en serio no aceptó ni por agradecimiento. Gasté casi todo el dinero que me quedaba en efectivo en su teléfono y ahora tengo el estómago muerto de hambre. No puedo tocar el dinero que tengo en la cuenta bancaria porque solo estoy esperando una última transferencia para pagarle al idiota que no ha parado de escribirme.
Narra Fabiola. Años atrás... Días después de mi cumpleaños número 15 y gracias al hecho de habernos convertido en novios, Diego y yo tuvimos nuestra primera cita. La única justificación que tuve con mi madre para vestirme tan bien esa tarde fue que era el cumpleaños de una de las chicas del barrio, así que ella me dejó ir con tranquilidad ya que estaba agradecida por lo que ellas habían hecho por mí el día de mi cumpleaños. Me sentí mal al mentirle, pero no estaba segura de cómo reaccionaría ella o mi papá respecto a tener un novio, puesto que me recalcaban de vez en cuando que mi única responsabilidad eran mis estudios; y a decir verdad, desde que había conocido a Diego y los demás, me estaba descuidando un poco. Vi la silueta de Diego pasar por mi lado en nuestro lugar de encuentro y me giré para verlo pero él se escondió detrás de mí. Reíamos mientras él evitaba que nos viéramos a la cara y cuando finalmente atrapé su mano, él me llevó con delicadeza hasta su abdomen y con una