Aquella tarde, cuando Danilo vio a Fabiola partir junto a Diego, con su pequeña barriguita abultada por su embarazo, su corazón dio otra sacudida. Pero ahora que parecía que la vida se le había ido con ella en brazos de Diego, al menos tenía una razón para luchar. Él no se fue del hospital ese día hasta que le permitieron ver a Danna, también vio a su madre, y juntos lloraron en silencio por la esperanza que se instaló en sus corazones.Solo era cuestión de tiempo, se repetían, para que todo estuviera mejor. Y así comenzaron a pasar los días, con Danilo poniendo cada día de su parte en las terapias para mejorar su condición, con la pequeña Danna bajo observación constante, y con Daniela recuperándose en casa mientras la misma Giselle la cuidaba, sin intercambiar demasiadas palabras con ella, hasta que una tarde, Daniela escuchó la voz de Edgar en su casa.—No te preocupes bebé, anda tranquila, yo te ayudo.La mujer pudo escuchar todo gracias al silencio que últimamente habitaba la ca
Aunque el fin de año llega sintiéndose como un nuevo inicio para todos, para otros realmente se convierte en el impulso para acabar lo que ya no tiene solución.Con uno en la garganta Daniela firma los papeles de divorcio frente a Rubén y su abogado. Lo único que le ha dejado es la casa, pero ya que no es su mujer, no tiene por qué tener otra obligación, además de compartir los gastos del servicio. Lo único que los ata ahora es Giselle, hasta que cumpla la mayoría de edad.En cuanto Rubén ve a la mujer que tanto ha amado, pese a cómo ha sido su relación, su corazón se termina de romper; pero está decidido. Él podía soportar todo pero una infidelidad fue demasiado. Así que ahora su abogado espera por él mientras busca sus pertenencias, tampoco quiere seguir viviendo con ella, aunque en los últimos días le haya mostrado una faceta más tranquila y menos interesada de ella respecto a la familia de Edgar, él sabe que eso no arreglará nada.Giselle lo espera en el pie de la escalera, como e
Contra reloj, termino de corregir el maquillaje en el párpado de Aitana, mi clienta estrella. Me hago a un lado para que pueda ver el resultado en el espejo y al verse grita de emoción. Pronto me toma por los hombros, me sacude, emocionada, y sonríe ampliamente.—¡Eres la mejor, Fabiola!—¡Ahora ve y amarra a ese hombre! —la motivo.Aitana va de un lado a otro en la habitación y se acerca para darme un beso en la mejilla.—¡De por vida! —asegura—. ¿Vas a la fiesta?—Por supuesto que sí, ¿cómo no? Tengo que retocarte.—No te preocupes demasiado por esto, amiga, antes de que acabe la noche seré bruma y candela. Cualquier rastro de elegancia desaparecerá...Reímos por ello y la veo partir hacia la puerta para dejar entrar a sus damas de honor. Resulta que hoy es su gran boda con un irlandés que conoció gracias a su trabajo de influencer, así que todo es bastante desesperante y extravagante para ella.Siento un poco de nostalgia al ver cómo sus damas terminan de poner la parte delantera d
—¿Fabiola?, ¿te encuentras bien? —cuestiona mi cuñada Giselle abriendo la puerta de la habitación en la que me encuentro, es la de Danilo.Después de montar los globos y ayudar en la cocina le dije a todos que tengo malestar estomacal, cosa que es mentira. Más bien, tengo malestar del corazón, un malestar profundo.Entonces limpio con disimulo mis lágrimas para darme vuelta hacia ella. Esta me sonríe, aunque preocupada, y toma asiento a mi lado en la cama.—¿Conoces a Diego de alguna parte? —me cuestiona interesada—. Te veías muy mal, y al chocolate le echaste sal, no azúcar...La veo a la cara con toda la pena del mundo, pero no nos tardamos en estallar a carcajadas.—¿Buenas? —habla la voz de este hombre.Rápido se me acelera hasta lo que no se me debería acelerar, y aprieto mi mano con fuerza en medio de mis piernas mientras la otra luce completamente relajaba sobre la de Giselle.Diego busca mi mirada y yo la desvío hacia el closet de Danilo.—Debes tocar antes de entrar —le recla
Para cuando la marea se calma y las sensaciones en mi cuerpo también, nos reunimos en medio de la sala.—¿Y por cuánto tiempo vas a quedarte, hermano? —inquiere mi novio al castaño.Yo me encuentro tomada de la mano de Danilo, más que para asegurarme de no debilitarme que por un gesto de amor, y me siento mal por eso.Diego toma su copa y mira al rubio con cierto aire de arrogancia que me hace arder las paredes del estómago.—El tiempo que desee, acumulé muchas vacaciones... —responde—. Y tú, ¿tendrás tiempo para mí o todo el tiempo libre lo inviertes en Fabiola?El corazón se me paraliza al escucharlo decir mi nombre. ¡Él me conoce! ¡Claro que lo hace! Aprieto la mano de Danilo y este a pesar de tener rostro confundido por mi acción, solo se acerca para besarme la frente. Suspiro.—Sí, pero haré lo posible por estar más presente... Hace unos meses me han promovido, Diego...—Ah, sí, Giselle fue la primera en correr a llamarme, ¿no es así, hermanita? —dice a esta para apretar sus cach
Escucho el vidrio romperse en alguna parte de la sala, y cuando alzo la vista me encuentro con Diego corriendo fuera del club.Miro de nuevo a mi novio, y con lágrimas en los ojos niego lentamente, causando que todos se queden mudos, y este se muestre completamente decepcionado.—¿Por qué? —cuestiona Danilo, las lágrimas en sus ojos se asoman, y me parte el corazón—. ¿Acaso no me amas?—¡Claro que te amo, Danilo! Pero... Dios, lo siento tanto...Incapaz de seguir aquí frente a mi novio decepcionado y todo el mundo observándome como una rata de alcantarilla, salgo corriendo por el mismo sitio que Diego.Jadeo cuando me encuentro con su pecho de frente y me estremezco. El castaño me toma por los hombros y tengo que mirarlo a esos ojos que por tanto tiempo me encantaron y cegaron, y este sacude la cabeza con severidad.—¿Qué estás haciendo, Fabiola? —me pregunta con molestia.—¡Nada que te incumba! —respondo, soltándome de sus gruesos y fuertes brazos, para seguir mi camino.—¡Sí me incu
Narra Diego. —Oye grandulón —me llama Giselle, y la veo venir hacia la cocina en pijama—. ¿Y las novias? Daniela, que se encuentra en la cocina terminando de hacer unos huevos revueltos para mí, se ríe desde su sitio. —¿Crees que Diego es de tener novias, Giselle? Se me eriza la piel por la molestia. Claro. Ella no cree que yo puedo mantener una relación estable con alguien porque cree que soy un mujeriego. Intento reír un poco, cuando Giselle levanta el ceño hacia mí y nuestra madre nos sirve el desayuno. —Sí tengo una novia, madre, se llama Cassidy, es hija de un buen español con una gringa, es azafata de mi tripulación —digo, aunque hay una parte de la historia que no es real. —Oh guao… —dice mi madre—. ¿Y por qué no la conocemos? —Porque solo yo estoy de vacaciones, madre... —miento de nuevo, irritándome un poco porque por querer demostrarle lo contrario ahora va a perseguirme hasta saber si es verdad. —¡Yo quiero ver una foto! —Giselle se sienta a mi lado, entonces me po
Narra Fabiola. Hoy es domingo, una semana después de que acepté nuestro compromiso con Danilo. Me encuentro maquillando a la séptima concursante de belleza para el mini reinado. Hoy son sus fotos para la presentación ante la prensa y mi agenda se llenó de solicitudes al ser la única disponible en la ciudad para éste día, y además porque nunca le saco los ojos a la gente por mi trabajo, pues es algo que hago con amor. Termino con la niña morena justo a las ocho de la mañana y siento pena por las niñas que vienen de regreso con su maquillaje perfecto pero con el sueño evidente en sus caras. —¿Qué tal les fue, eh? —les cuestiono, y una de ellas solo se alza de hombros. —Si tengo que levantarme todos los días a las cuatro por querer ser una reina, entonces ya no quiero… —se queja Lily, y me río. —¡Hija bella! —aparece su madre, Liliana, la conozco porque es muy reconocida en el mundo del baile—. ¡Quedó, hermosa, Fabiola! Te enviaré un cuadro en cuanto monte las fotos. Mi niña será la