—¿Fabiola?, ¿te encuentras bien? —cuestiona mi cuñada Giselle abriendo la puerta de la habitación en la que me encuentro, es la de Danilo.
Después de montar los globos y ayudar en la cocina le dije a todos que tengo malestar estomacal, cosa que es mentira. Más bien, tengo malestar del corazón, un malestar profundo.Entonces limpio con disimulo mis lágrimas para darme vuelta hacia ella. Esta me sonríe, aunque preocupada, y toma asiento a mi lado en la cama.—¿Conoces a Diego de alguna parte? —me cuestiona interesada—. Te veías muy mal, y al chocolate le echaste sal, no azúcar...La veo a la cara con toda la pena del mundo, pero no nos tardamos en estallar a carcajadas.—¿Buenas? —habla la voz de este hombre.Rápido se me acelera hasta lo que no se me debería acelerar, y aprieto mi mano con fuerza en medio de mis piernas mientras la otra luce completamente relajaba sobre la de Giselle.Diego busca mi mirada y yo la desvío hacia el closet de Danilo.—Debes tocar antes de entrar —le reclama Giselle, pero este sin permiso alguno entra y explora el lugar.La tensión se me sube cada vez más, teniendo que pretender que no causa lo que causa en mí. Que no lo conozco, como él dice no conocerme a mí.—Veo que Danilo no ha cambiado en estos años... —susurra el castaño dándole una patada a un payaso de peluche que se encuentra en una de las esquinas del cuarto.—Sí, bueno, tu tampoco —habla mi cuñada cruzándose de brazos—. No has dejado de ser un mal educado... ¡Has sido así toda la vida!—Yo creo que no... —las palabras salen de mi boca sin poder recogerlas, y pronto me encuentro con la mirada de Diego clavada en mi rostro, pero también la mirada de la castaña—. Bueno, creo que exageras, cuñi... —Trago hondo—. Además, aquí la nueva de la familia soy yo, así que creo que debería irme...—No te preocupes, cuñada... —expresa el guapo, imbécil e idiota dándome una sonrisa despreocupada—. Eres la novia de mi hermano, ¿no? Tienes todo el derecho, ja, ni más faltaba.Lo veo salir de la habitación y todo el aire que estaba conteniendo lo dejo salir.La castaña cierra la puerta con seguro y se para delante de esta mirándome fijamente.—¿Lo conoces o no? —cuestiona, y la verdad, es que ha pasado tanto tiempo de la última vez que lo vi, que ya no lo sé.Es una gran pregunta que me hago ahora. ¿Qué pude haber hecho yo de malo para que tenga que fingir que no me conoce?—La verdad, Giselle... Es que creerás que el mundo es un vaso de agua pero... Tuve un ex llamado Diego, y ese Diego tiene mucho parecido con tu hermano.La chica parece no creerme pero cuando dejo de tener mi cara tensa, ella sonríe ampliamente y se tumba en la cama.—¡Qué locura! A ver, ¡cuéntame más sobre tu ex!Ruedo un poco los ojos, y al ver el reloj en la pared de la habitación no sé si agradecer o maldecir el hecho de que ya está por llegar la hora en que mi novio llegue. Sé que la situación se pondrá bastante pesada, al menos para mí.Definitivamente, este día no lo tenia planeado en mi vida....El suéter que con tanto encanto y motivación me puse esta tarde comienza a picar mi cuerpo, a asarme como pollo en brasa, pero no es por el calor, es por el hecho de estar manteniendo la mirada fija sin pestañear con Diego Monsalve.¿Es que acaso soy estúpida o algo así? ¡Tienen el mismo apellido! Debí juntar piezas, investigar, ¡meterme en mi papel de detective Benson! O bueno, ella realmente no estaría envuelta en algo como esto.Es costumbre que la familia Monsalve haga esto cuando la noche se acerca. He participado poco porque, como mencioné, no suelo venir, pero la última vez les gané a todos, manteniendo mi vista sin pestañear por casi dos minutos.Pero Diego y yo llevamos 2 minutos con 10seg, y ya siento que voy a llorar. No puedo rendirme. No sucumbiré ante su mirada color avellana que en solo dos minutos me ha hecho recordar el cómo nos conocimos, el cómo nos enamoramos, y el cómo destruyó mi corazón.Una lágrima se me desliza por la mejilla, el ojo me pica, y el rostro firme, serio y frío de Diego se arruga, haciéndolo pestañear rápidamente.—¡He ganado! —exclamo con alegría, aunque mi lágrima evidentemente significa otra cosa.—¡Eso es trampa! —me dice, y me da una mirada tan llena de odio que me desconcierta.¿Qué sucede con este? Estaba tratándome considerado hace unas horas en la habitación y ahora me da esta mirada por un estúpido juego, ¿acaso sigue siendo el Diego inmaduro incapaz de aceptar una derrota? Si mis cálculos no me fallan, ¡ya tiene 34 años!En cuanto lo veo voltear las cartas sobre la mesa con fuerza sé que sigue siendo el mismo. No tolera perder. Sigue siendo un malcriado. Suspiro.—¡Oigan! ¡Es el carro de Danilo! ¡Ha llegado! —exclama mi cuñada.Pronto apagamos las luces, nos posicionamos detrás de la mesa, estamos todos apretados y moviéndonos de un lado a otro por lo angosto que es. Y es aquí cuando siento unas manos grandes tomarme de la cintura, con fuerza, para acercarse a mi oído gravemente debilitado por su cercanía.—Creo recordarte... —susurra su voz profunda, desarmándome por completo.Las luces se encienden, Danilo abre la boca en sorpresa, y todos gritan "sorpresa", menos yo, quien voy directo a mi novio para robarle el aliento y besar sus labios con bastante entrega.Danilo me toma de la cintura y masajea la piel por debajo de mi suéter, erizándome, pero solo al recordar que las manos del que algún día fue el amor de mi vida acaban de tener contacto allí, en mi cintura.Mi novio y yo jadeamos tras separarnos de ese beso tan urgente, y siento mis mejillas arden al encontrarme con la cara desconcertada de todos.Siento la mirada de Diego sobre mi espalda cuando me doy vuelta pero rápido lo escucho gritar.—¡Llegó el empresario! ¡No puede ser! ¡La celebración era para su hermano el piloto pero el idiota llegó temprano!Escucharlo hablar de forma casi infantil mientras Danilo ríe y lo recibe con un abrazo, me hace acelerar de nuevo el corazón.Estoy comenzando a odiar que el tarado de Diego exista justo ahora por hacerme pasar por esto.¿Ahora "cree" que me conoce? ¡Patrañas! Debió quedarse en el pasado. Cuando yo apenas tenía quince años y él solo diecisiete.Para cuando la marea se calma y las sensaciones en mi cuerpo también, nos reunimos en medio de la sala.—¿Y por cuánto tiempo vas a quedarte, hermano? —inquiere mi novio al castaño.Yo me encuentro tomada de la mano de Danilo, más que para asegurarme de no debilitarme que por un gesto de amor, y me siento mal por eso.Diego toma su copa y mira al rubio con cierto aire de arrogancia que me hace arder las paredes del estómago.—El tiempo que desee, acumulé muchas vacaciones... —responde—. Y tú, ¿tendrás tiempo para mí o todo el tiempo libre lo inviertes en Fabiola?El corazón se me paraliza al escucharlo decir mi nombre. ¡Él me conoce! ¡Claro que lo hace! Aprieto la mano de Danilo y este a pesar de tener rostro confundido por mi acción, solo se acerca para besarme la frente. Suspiro.—Sí, pero haré lo posible por estar más presente... Hace unos meses me han promovido, Diego...—Ah, sí, Giselle fue la primera en correr a llamarme, ¿no es así, hermanita? —dice a esta para apretar sus cach
Escucho el vidrio romperse en alguna parte de la sala, y cuando alzo la vista me encuentro con Diego corriendo fuera del club.Miro de nuevo a mi novio, y con lágrimas en los ojos niego lentamente, causando que todos se queden mudos, y este se muestre completamente decepcionado.—¿Por qué? —cuestiona Danilo, las lágrimas en sus ojos se asoman, y me parte el corazón—. ¿Acaso no me amas?—¡Claro que te amo, Danilo! Pero... Dios, lo siento tanto...Incapaz de seguir aquí frente a mi novio decepcionado y todo el mundo observándome como una rata de alcantarilla, salgo corriendo por el mismo sitio que Diego.Jadeo cuando me encuentro con su pecho de frente y me estremezco. El castaño me toma por los hombros y tengo que mirarlo a esos ojos que por tanto tiempo me encantaron y cegaron, y este sacude la cabeza con severidad.—¿Qué estás haciendo, Fabiola? —me pregunta con molestia.—¡Nada que te incumba! —respondo, soltándome de sus gruesos y fuertes brazos, para seguir mi camino.—¡Sí me incu
Narra Diego. —Oye grandulón —me llama Giselle, y la veo venir hacia la cocina en pijama—. ¿Y las novias? Daniela, que se encuentra en la cocina terminando de hacer unos huevos revueltos para mí, se ríe desde su sitio. —¿Crees que Diego es de tener novias, Giselle? Se me eriza la piel por la molestia. Claro. Ella no cree que yo puedo mantener una relación estable con alguien porque cree que soy un mujeriego. Intento reír un poco, cuando Giselle levanta el ceño hacia mí y nuestra madre nos sirve el desayuno. —Sí tengo una novia, madre, se llama Cassidy, es hija de un buen español con una gringa, es azafata de mi tripulación —digo, aunque hay una parte de la historia que no es real. —Oh guao… —dice mi madre—. ¿Y por qué no la conocemos? —Porque solo yo estoy de vacaciones, madre... —miento de nuevo, irritándome un poco porque por querer demostrarle lo contrario ahora va a perseguirme hasta saber si es verdad. —¡Yo quiero ver una foto! —Giselle se sienta a mi lado, entonces me po
Narra Fabiola. Hoy es domingo, una semana después de que acepté nuestro compromiso con Danilo. Me encuentro maquillando a la séptima concursante de belleza para el mini reinado. Hoy son sus fotos para la presentación ante la prensa y mi agenda se llenó de solicitudes al ser la única disponible en la ciudad para éste día, y además porque nunca le saco los ojos a la gente por mi trabajo, pues es algo que hago con amor. Termino con la niña morena justo a las ocho de la mañana y siento pena por las niñas que vienen de regreso con su maquillaje perfecto pero con el sueño evidente en sus caras. —¿Qué tal les fue, eh? —les cuestiono, y una de ellas solo se alza de hombros. —Si tengo que levantarme todos los días a las cuatro por querer ser una reina, entonces ya no quiero… —se queja Lily, y me río. —¡Hija bella! —aparece su madre, Liliana, la conozco porque es muy reconocida en el mundo del baile—. ¡Quedó, hermosa, Fabiola! Te enviaré un cuadro en cuanto monte las fotos. Mi niña será la
Narra Fabiola. —¿El cuatro de noviembre? ¿Es en serio? —cuestiona mirándome, al parecer molesto. No entiendo por qué le afecta. No entiendo por qué me parece tan atractivo justo así. —¿Y qué tiene esa fecha de especial para ti? —Me cruzo de brazos—. Seguramente ninguna, Diego. Así que déjame salir. Camino hasta la puerta pero su cuerpo la tapa toda y me detiene por los hombros cuando intento llegar a la manilla. Nuestro contacto tiembla y él se inclina para verme mejor. O bueno, para intimidarme. Santo Cielo, debo pensar en Danilo. Amo a Danilo. Me voy a casar con Danilo. —No me fui porque no te amaba —susurra y me suelta—. No me fui porque quería jugar contigo ni porque pretendía que fueses una sola vez en mi vida, Fabiola. Sus palabras causan estragos a mi sistema nervioso y corazón. —¿Y qué pretendes que haga con esa información? Ya no tiene caso una explicación ahora, Diego. Lo hecho, hecho está —murmuro, intentando llegar a la puerta de nuevo. Sin embargo, él gira mi cu
Narra Fabiola.—Mal…di..tasea —expresa con enojo el ojimiel cuando lo vemos finalmente llegar una hora después al punto de encuentro que le ha dicho a Danilo.Yo, cómodamente, termino de comer mis empanadas que me ha comprado mi prometido, recostada del auto de este.Observo cómo el hombre de mis pesadillas termina de hablar con los vigilantes del hangar, y finalmente, nos dejan entrar.—Veo que lo tuyo es la velocidad —bromea Danilo hacia su hermano cuando le pasamos por un lado—, pero no en tierra, hermano.No escucho a Diego decir nada pero puedo sentir su intensa mirada sobre mí. Es bastante incómodo esto cuando tiene a Liliana allí al lado hablándole y dándole besos como una garrapata.Abro los ojos sorprendida cuando al darnos paso hacia dentro, increíbles aviones y avionetas nos reciben. Hay de todo tamaño, color y estilo.Hay algunos obreros trabajando en reparar algunos y otros encargándose del mantenimiento. Todos saludan a Diego y me pregunto si es que ha venido recientement
Narrador.Una semana después del viaje en avioneta, Danilo y Fabiola comienzan a discutir sobre la boda.—¡Faltan 4 meses para el 4 de Noviembre! No te desesperes tanto —intenta calmarlo Fabiola.Danilo está preocupado porque quiere que su maravillosa novia tenga la mejor de las bodas. Él quiere ser el mejor novio. Quiere que todo sea perfecto y a decir verdad, nota a Fabiola demasiado despreocupada.—No es desesperación... —Besa sus manos sobre la mesa, pues se encuentran almorzando en un fino restaurante—. Es que debes decidir si quieres que vayamos a la iglesia o no. ¿Es tan difícil saberlo? Amor... ¡Cuatro meses se pasan volando!Fabiola asiente, mirando a su prometido con ternura. Le da un calorcito en el pecho verlo tan emocionado. Sabe que él sueña con una boda incluso más que ella, así que no piensa quitarle la ilusión.Además, suficiente tiene con el hecho de sentir que le es infiel por no dejar de pensar en su hermano, Diego.Así es. Por más que Fabiola quiera sacarlo de su
Narra Diego. —¿Así que trabajarán juntos? —me cuestiona Danilo, y yo con una sonrisa despreocupada le asiento—. ¿Cuántos días? —Ay Danilo, ¿acaso estás celoso?, ¿es una broma? —le pregunta Giselle. Mientras comemos en la mesa, bebo lentamente mi jugo sin dejar de ver la expresión fría de mi hermano. —¿Quién no tendría celos de mí? —inquiero en broma. —¡Diego! —me regaña Daniela, nuestra madre, así que le tiro una mirada desagradable. Mi madre rueda los ojos al verme. Sé que odia que me meta con el hijo de su gran y único amor. —Bueno hermano. Si estás celoso no tienes de qué preocuparte. En primer lugar, creo que todos se han dado cuenta que Fabiola parece detestarme... —comienzo. —Oh, no... —interviene Rubén—. Fabiola es un sol. Seguro es tu imaginación. —No, no, no, es verdad —habla Giselle así que de inmediato la observo, teniendo la ilusión de que en algún momento Fabiola le haya hablado de mí. —¿Te lo dijo? —pregunto en tono despreocupado. —Pues... —Estoy seguro de que