Hola queridos, ¿cómo están? Gracias por el apoyo que le están dando a esta historia, espero ver sus comentarios en el transcurso de ésta aventura. ¡Los quiero! De una vez aviso que estaré actualizando 3 veces a la semana. Martes, Jueves y Domingo. ¡Dios los bendiga!
Narra Fabiola. Hoy es domingo, una semana después de que acepté nuestro compromiso con Danilo. Me encuentro maquillando a la séptima concursante de belleza para el mini reinado. Hoy son sus fotos para la presentación ante la prensa y mi agenda se llenó de solicitudes al ser la única disponible en la ciudad para éste día, y además porque nunca le saco los ojos a la gente por mi trabajo, pues es algo que hago con amor. Termino con la niña morena justo a las ocho de la mañana y siento pena por las niñas que vienen de regreso con su maquillaje perfecto pero con el sueño evidente en sus caras. —¿Qué tal les fue, eh? —les cuestiono, y una de ellas solo se alza de hombros. —Si tengo que levantarme todos los días a las cuatro por querer ser una reina, entonces ya no quiero… —se queja Lily, y me río. —¡Hija bella! —aparece su madre, Liliana, la conozco porque es muy reconocida en el mundo del baile—. ¡Quedó, hermosa, Fabiola! Te enviaré un cuadro en cuanto monte las fotos. Mi niña será la
Narra Fabiola. —¿El cuatro de noviembre? ¿Es en serio? —cuestiona mirándome, al parecer molesto. No entiendo por qué le afecta. No entiendo por qué me parece tan atractivo justo así. —¿Y qué tiene esa fecha de especial para ti? —Me cruzo de brazos—. Seguramente ninguna, Diego. Así que déjame salir. Camino hasta la puerta pero su cuerpo la tapa toda y me detiene por los hombros cuando intento llegar a la manilla. Nuestro contacto tiembla y él se inclina para verme mejor. O bueno, para intimidarme. Santo Cielo, debo pensar en Danilo. Amo a Danilo. Me voy a casar con Danilo. —No me fui porque no te amaba —susurra y me suelta—. No me fui porque quería jugar contigo ni porque pretendía que fueses una sola vez en mi vida, Fabiola. Sus palabras causan estragos a mi sistema nervioso y corazón. —¿Y qué pretendes que haga con esa información? Ya no tiene caso una explicación ahora, Diego. Lo hecho, hecho está —murmuro, intentando llegar a la puerta de nuevo. Sin embargo, él gira mi cu
Narra Fabiola.—Mal…di..tasea —expresa con enojo el ojimiel cuando lo vemos finalmente llegar una hora después al punto de encuentro que le ha dicho a Danilo.Yo, cómodamente, termino de comer mis empanadas que me ha comprado mi prometido, recostada del auto de este.Observo cómo el hombre de mis pesadillas termina de hablar con los vigilantes del hangar, y finalmente, nos dejan entrar.—Veo que lo tuyo es la velocidad —bromea Danilo hacia su hermano cuando le pasamos por un lado—, pero no en tierra, hermano.No escucho a Diego decir nada pero puedo sentir su intensa mirada sobre mí. Es bastante incómodo esto cuando tiene a Liliana allí al lado hablándole y dándole besos como una garrapata.Abro los ojos sorprendida cuando al darnos paso hacia dentro, increíbles aviones y avionetas nos reciben. Hay de todo tamaño, color y estilo.Hay algunos obreros trabajando en reparar algunos y otros encargándose del mantenimiento. Todos saludan a Diego y me pregunto si es que ha venido recientement
Narrador.Una semana después del viaje en avioneta, Danilo y Fabiola comienzan a discutir sobre la boda.—¡Faltan 4 meses para el 4 de Noviembre! No te desesperes tanto —intenta calmarlo Fabiola.Danilo está preocupado porque quiere que su maravillosa novia tenga la mejor de las bodas. Él quiere ser el mejor novio. Quiere que todo sea perfecto y a decir verdad, nota a Fabiola demasiado despreocupada.—No es desesperación... —Besa sus manos sobre la mesa, pues se encuentran almorzando en un fino restaurante—. Es que debes decidir si quieres que vayamos a la iglesia o no. ¿Es tan difícil saberlo? Amor... ¡Cuatro meses se pasan volando!Fabiola asiente, mirando a su prometido con ternura. Le da un calorcito en el pecho verlo tan emocionado. Sabe que él sueña con una boda incluso más que ella, así que no piensa quitarle la ilusión.Además, suficiente tiene con el hecho de sentir que le es infiel por no dejar de pensar en su hermano, Diego.Así es. Por más que Fabiola quiera sacarlo de su
Narra Diego. —¿Así que trabajarán juntos? —me cuestiona Danilo, y yo con una sonrisa despreocupada le asiento—. ¿Cuántos días? —Ay Danilo, ¿acaso estás celoso?, ¿es una broma? —le pregunta Giselle. Mientras comemos en la mesa, bebo lentamente mi jugo sin dejar de ver la expresión fría de mi hermano. —¿Quién no tendría celos de mí? —inquiero en broma. —¡Diego! —me regaña Daniela, nuestra madre, así que le tiro una mirada desagradable. Mi madre rueda los ojos al verme. Sé que odia que me meta con el hijo de su gran y único amor. —Bueno hermano. Si estás celoso no tienes de qué preocuparte. En primer lugar, creo que todos se han dado cuenta que Fabiola parece detestarme... —comienzo. —Oh, no... —interviene Rubén—. Fabiola es un sol. Seguro es tu imaginación. —No, no, no, es verdad —habla Giselle así que de inmediato la observo, teniendo la ilusión de que en algún momento Fabiola le haya hablado de mí. —¿Te lo dijo? —pregunto en tono despreocupado. —Pues... —Estoy seguro de que
Narra Fabiola.Tras convencer a mi padre que Diego jamás podrá hacerme algún daño porque estoy enamorada de Danilo, subo al auto del idiota y pronto nos encontramos en el HangarBajo primero para luego sacar mi maleta con mis cosas del trabajo, pero al bajar, la mano de Diego rápido toma la maleta del otro lado y la saca.Ruedo los ojos. Bien. Quiere ser un caballero ahora, lo dejaré, solo porque no quiero discutir con él.Camino delante de él rápidamente buscando por todo el lugar a mi amiga Aitana para huir, y por suerte la consigo, junto a su esposo Brandon el Irlandés y al parecer todo el equipo completo de la banda pop-rock BEA.Berenice, Elliot y Ash.Guitarrista, voz principal y baterista. Aunque ambas mujeres también son coristas.Se dice que tienen una relación poliamorosa, pero solo son rumores.—¡Amiga! ¡Diego! ¡Qué bueno que están aquí! —exclama una emocionada Aitana saludando y acercándonos al grupo y dándonos las credenciales.Rápido nos presenta a todo el equipo, inclui
Narra Fabiola.He llamado a Aitana y ella me ha dicho que puedo volver al anochecer. Pasan de la una de la tarde, mi estómago ruge, así que voy a un restaurante de mar que parece ser famoso porque hay mucha gente.Hago mi fila para entrar y ordenar, y cuando veo que es imposible comer acá dentro por la cantidad de personas, pido mi arroz de mariscos para llevar. Luego tomo asiento en la arena, a unos metros del agua de la playa, y me quedo aquí, tratando de digerir la deliciosa comida mientras la brisa golpeando mi cara me lleva a un recuerdo.Años atrás…—¡Sostente bien! —me gritaba Diego mientras me llevaba en su bicicleta.El viento golpeaba en mi cara mientras él manejaba a toda velocidad y nos reíamos en paz.Era el día de mi cumpleaños quince. Justo un día después de que yo me apareciera en su casa para llorar y él llorara en mis brazos por culpa de su padre.Llegamos a una casa, parecía una mansión.—¿Qué hacemos aquí, Diego? —pregunté mientras me bajaba.Diego me tomó de la ma
Narrador.—No le serás infiel si dejas que yo haga todo el trabajo y cierras los ojos, Fabi…La voz seductora de Diego en sueños hace despertar a Fabiola con un gemido fuerte y con el corazón palpitando en todo su cuerpo de forma arrolladora.Sí, definitivamente sus pliegues están mojados por causa de ese sueño que más bien considera una pesadilla.Se siente mal de inmediato por soñar un momento tenso sexual con Diego cuando al único que debe desear y reaccionar así es a su prometido.Fabiola sabe que nunca le será infiel a su querido Danilo, porque él jamás ha hecho algo que la hiera, y porque lo ama.Toma su teléfono de la mesita de noche y se da cuenta que estaba por sonar la alarma. Entonces rápido se levanta para darse una ducha ignorando el calor en su zona íntima.Odia tanto a Diego por todo esto.Unos minutos después ya Sarai se encuentra despierta, así que la espera y salen juntas a la recepción del hotel encontrándose con los demás para subir al autobús y luego abordar el Jet