Narra Fabiola.He llamado a Aitana y ella me ha dicho que puedo volver al anochecer. Pasan de la una de la tarde, mi estómago ruge, así que voy a un restaurante de mar que parece ser famoso porque hay mucha gente.Hago mi fila para entrar y ordenar, y cuando veo que es imposible comer acá dentro por la cantidad de personas, pido mi arroz de mariscos para llevar. Luego tomo asiento en la arena, a unos metros del agua de la playa, y me quedo aquí, tratando de digerir la deliciosa comida mientras la brisa golpeando mi cara me lleva a un recuerdo.Años atrás…—¡Sostente bien! —me gritaba Diego mientras me llevaba en su bicicleta.El viento golpeaba en mi cara mientras él manejaba a toda velocidad y nos reíamos en paz.Era el día de mi cumpleaños quince. Justo un día después de que yo me apareciera en su casa para llorar y él llorara en mis brazos por culpa de su padre.Llegamos a una casa, parecía una mansión.—¿Qué hacemos aquí, Diego? —pregunté mientras me bajaba.Diego me tomó de la ma
Narrador.—No le serás infiel si dejas que yo haga todo el trabajo y cierras los ojos, Fabi…La voz seductora de Diego en sueños hace despertar a Fabiola con un gemido fuerte y con el corazón palpitando en todo su cuerpo de forma arrolladora.Sí, definitivamente sus pliegues están mojados por causa de ese sueño que más bien considera una pesadilla.Se siente mal de inmediato por soñar un momento tenso sexual con Diego cuando al único que debe desear y reaccionar así es a su prometido.Fabiola sabe que nunca le será infiel a su querido Danilo, porque él jamás ha hecho algo que la hiera, y porque lo ama.Toma su teléfono de la mesita de noche y se da cuenta que estaba por sonar la alarma. Entonces rápido se levanta para darse una ducha ignorando el calor en su zona íntima.Odia tanto a Diego por todo esto.Unos minutos después ya Sarai se encuentra despierta, así que la espera y salen juntas a la recepción del hotel encontrándose con los demás para subir al autobús y luego abordar el Jet
Narra Diego.Gracias a que la pelinegra me empuja con fuerza caigo de espaldas en la arena de los médanos, con el corazón agitado y mi mirada llena de terror puesta en una Fabiola furiosa.Puedo sentir todo su odio con esa mirada y algo dentro de mí se rompe una vez más, como hace un par de minutos al ver las fotografías.Aquella cuenta regresiva de imágenes de nuestra juventud, mostrándonos el día de sus quince años, la primera cita cuando nos hicimos novios, el día en que tuvimos una cita y ella no estaba al tanto de que sería la última vez que la vería... Y luego... La foto de ella con su madre enferma en el hospital con fecha marcada, unas dos semanas después de mi partida.Después de esa no hay más fotografías con su madre. Al menos no en esa carpeta.Aquello me ha hecho entender que si bien es cierto que Fabiola no me ha olvidado, le he hecho un daño irreparable por no haberle contado la razón del porqué la dejé. Pues al menos habiéndosela dicho, ella hubiera superado esto de o
Narra Diego. Veo a Fabiola con una suplica que hace demasiado tiempo no expreso hacia nadie. Y aún así, ella sacude la cabeza en negación. —Ya comí, pero gracias... —dice suavemente, dándose vuelta. —¿Y a tomar algo? —insisto, pero la veo sacudir de nuevo la cabeza. Ruedo los ojos—. ¿La merienda...? —digo y ella se gira para verme. Me desarma cada vez que me ve, por dentro me ha estado debilitando al pasar estas horas y me quema el alma—. Vamos, ¿hace cuánto que no te comes un raspa'o? La pelinegra sonríe un poco y eso me llena el pecho de alegría. —Hace mucho, pero no, gracias... Es tan rápida que ni veo cuando abre la puerta. Solo desaparece. Me odia tanto que en serio no aceptó ni por agradecimiento. Gasté casi todo el dinero que me quedaba en efectivo en su teléfono y ahora tengo el estómago muerto de hambre. No puedo tocar el dinero que tengo en la cuenta bancaria porque solo estoy esperando una última transferencia para pagarle al idiota que no ha parado de escribirme.
Narra Fabiola. Años atrás... Días después de mi cumpleaños número 15 y gracias al hecho de habernos convertido en novios, Diego y yo tuvimos nuestra primera cita. La única justificación que tuve con mi madre para vestirme tan bien esa tarde fue que era el cumpleaños de una de las chicas del barrio, así que ella me dejó ir con tranquilidad ya que estaba agradecida por lo que ellas habían hecho por mí el día de mi cumpleaños. Me sentí mal al mentirle, pero no estaba segura de cómo reaccionaría ella o mi papá respecto a tener un novio, puesto que me recalcaban de vez en cuando que mi única responsabilidad eran mis estudios; y a decir verdad, desde que había conocido a Diego y los demás, me estaba descuidando un poco. Vi la silueta de Diego pasar por mi lado en nuestro lugar de encuentro y me giré para verlo pero él se escondió detrás de mí. Reíamos mientras él evitaba que nos viéramos a la cara y cuando finalmente atrapé su mano, él me llevó con delicadeza hasta su abdomen y con una
Narra Fabiola. (Continuación - Años atrás...) Me quedé un par de horas en casa de Diego, hasta que ambos sentimos que el sueño nos iba a vencer. Él decidió llevarme a casa en su bicicleta y se regresó a dormir, con la promesa de que no habría un día en que no intentara convencer a papá de dejarnos ser novios; pues de ida a la panadería mi padre le había negado su petición. Los días fueron pasando, todas las mañanas al ir al bachillerato mi padre me llevaba en el auto, y Diego comenzó a esperarnos en su bicicleta para también unirse al viaje. A mi padre le pareció algo molesto al principio, incluso cuando al salir del bachillerato sabía que Diego había comenzado a buscarme junto con nuestros demás amigos; hasta que llegaron las vacaciones navideñas. —Hija, ¿te pasa algo? —No quieres que esté cerca de Diego —murmuré cruzándome de brazos. —Oh, hija... —Sonrió y se sentó a mi lado—. Nunca les pedí que se dejaran de ver, solo no quiero que tengas en tu mente otra cosa que no s
Narra Diego.Mientras espero que ella realmente salga de su trance, pienso en que ha sido la única a la que me le he confesado de corazón.Fabiola fue calor en mis días fríos, fue como esa moneda de oro en un momento de pobreza extrema. Ella fue mi luz. Y para ser sincero, como le dije, siempre ha sido la mujer de mi vida.Al principio cuando la vi de nuevo y empezamos a interactuar, demonios, estaba tan molesto que estuve actuando como un imbécil, pero ella tiene mi corazón desde que bajó de aquél camión de mudanza. Y no solo necesito que me crea, sino que pueda sentir lo mismo por mí. Porque no quiero sentirme solo otra vez, porque no quiero seguir siendo infeliz buscando un "algo" en aventuras pasajeras, solo para darme cuenta en este instante que todo lo que quiero, es a ella.Siempre ha sido ella.—Me tengo que ir...La veo levantarse rápidamente y saco el dinero que me queda en efectivo para dejarlo en la mesa de la cafetería y correr detrás de ella. —¡Fabiola detente! —le pid
Narra Fabiola.Cuando llegué a mi piso me encontré con Sarai diciendo que se llevaría la tarjeta de pase porque volvería tarde, así que ahora me encuentro en el balcón de la habitación, observando el cielo.Me pregunto si acaso mi madre estará mirándome y si ella se siente orgullosa de mí por todo lo que he logrado. Me pregunto qué me diría ahora que mi corazón se encuentra en este laberinto con ninguna salida que pueda darle una verdadera paz a mi corazón.Suspiro cuando una repentina oleada de dolor me abruma el pecho, y sin entender por qué realmente, lo justifico a la carga de emociones recientes. Tomo el nuevo teléfono en mis manos y llamo a Danilo, ya que le he escrito al volver aquí y aún no tengo respuesta de él.El teléfono repica y me manda a buzón. Es extraño porque son las nueve de la noche y sé que no está en el trabajo ni está durmiendo.Debería estar viendo televisión con su madre, o algo parecido. Pues mi prometido no es un hombre que realmente le guste frecuentar s