Escucho el vidrio romperse en alguna parte de la sala, y cuando alzo la vista me encuentro con Diego corriendo fuera del club.
Miro de nuevo a mi novio, y con lágrimas en los ojos niego lentamente, causando que todos se queden mudos, y este se muestre completamente decepcionado.—¿Por qué? —cuestiona Danilo, las lágrimas en sus ojos se asoman, y me parte el corazón—. ¿Acaso no me amas?—¡Claro que te amo, Danilo! Pero... Dios, lo siento tanto...Incapaz de seguir aquí frente a mi novio decepcionado y todo el mundo observándome como una rata de alcantarilla, salgo corriendo por el mismo sitio que Diego.Jadeo cuando me encuentro con su pecho de frente y me estremezco. El castaño me toma por los hombros y tengo que mirarlo a esos ojos que por tanto tiempo me encantaron y cegaron, y este sacude la cabeza con severidad.—¿Qué estás haciendo, Fabiola? —me pregunta con molestia.—¡Nada que te incumba! —respondo, soltándome de sus gruesos y fuertes brazos, para seguir mi camino.—¡Sí me incumbe porque Danilo es como mi hermano! —exclama, siguiéndome.—Ay, Diego, piérdete de mi camino —mascullo con rabia hacia él, pero este de nuevo me detiene el camino y es imposible que no tengamos un duelo de miradas.Mi pecho sube y baja por todo lo que he estado sintiendo, y entonces alzo mi mano para darle una bofetada con todo el gusto.Veo a Diego jadear en sorpresa, y rápido su rostro confundido se hace presente.—¿Qué demonios te ocurre, Fabiola? —Me sigue cuando me alejo.Aprieto la cartera en mi bolso y escucho las llamadas en mi teléfono pero sé que es Danilo o Giselle y no quiero responder.—¡Estás fingiendo que no me conoces, Diego! ¿Acaso eres imbécil o no tienes sentimiento alguno? —le grito, sigo caminando, ya estamos muy lejos del club.—¿Y qué querías que hiciera? —me responde.Entonces me detengo, con un nudo enorme en mi garganta.—Decir: ¡Hola Fabiola! El mundo es pequeño, ¡me alegra tanto que seas la mujer de mi hermano ahora! Porque yo hui como un verdadero idiota y te rompí el corazón... —espeto.El pecho del castaño también sube y baja, su rostro frío y severo cambia de nuevo después de arrugar el entrecejo. Dios, es que no ha cambiado nada.—Pues por eso, Fabiola ¡Allí tienes mi respuesta! No podía decir quien eras por la simple razón de que eres la mujer de mi hermano!. ¿Acaso no lo ves? Esto nos perseguiría por años, Danilo no podría estar tranquilo nunca, ¡lo conozco!—¡Mataste mi corazón! —exclamo, casi al borde del llanto—. No merecía ser tratada de esa forma antes y mucho menos hoy después de más de diez años sin verte, Diego. Eres un bastardo.Sigo mi curso, y esta vez, sé que no viene detrás de mí. Agradezco que así sea. No quiero que me dé explicaciones del porqué simplemente después de haber hecho el amor por primera vez para ambos ¡para ambos! Este solo me dejó una pequeña nota en la mesa de noche mi habitación."No sé cuándo regresaré. Por favor, continúa con tu vida.Att: Diego."Él solo se aseguró de comerme bien, quitarme la virginidad, y luego irse, sin más. Sin darme una explicación real. Una excusa que no me doliera tanto.Trago hondo el dolor que siento va a hacerme perder la cabeza. Es increíble. Mi vida estaba bien, sin él. Lo había superado hace tanto y luego viene justo ahora que... ¡Oh Danilo! Mi pobre rubio, debe estar destrozado. Y yo aquí en medio de la calle sin saber a dónde ir.No sé cuanto tiempo pasa entre recordar lo que era mi vida, hasta llegar a este momento, entonces tomo el teléfono como todas aquellas veces en que he sentido que mi mundo se viene abajo, hago una llamada y en cuestión de segundos tengo a una camioneta negra frente a mí.—¿Qué ocurre, hija? —inquiere mi padre cuando me adentro, pero yo solo puedo llorar sin consuelo porque Danilo no merece lo que le he hecho, y dudo que nuestra relación vuelva a ser la misma ahora que le he hecho saber que no tengo el mismo plan que él.Mi padre estaciona el auto frente a nuestra casa, y siento el corazón removerse entre mi pecho cuando veo el Mercedes de Danilo estacionado también.—Dame un momento papá... —le digo.Ambos bajamos del auto, Danilo saluda a mi padre pero este lo saluda casi que automáticamente, seguro porque cree que me ha hecho algo malo.Meto las manos en los bolsillos de mis pantalones, incapaz de verlo a la cara.—Lo siento, Dani... —quiero decir, pero mi novio me toma de la cintura y me besa con ternura, causando que salga otra lágrimas de ambos.—Perdóname, amor. Si no quieres casarte está bien. No tenías que correr como una ladrona, Fabiola... —me consuela—. Te amo, lo sabes. Puedo esperar hasta que estés lista, aunque seguramente en las redes te harán pedazos...Rio un poco por eso. Había olvidado que todo ocurrió en la boda de una influencer y que todos estaban grabando.—No seas tan bueno conmigo —le pido—. Yo soy la que debe... disculparse contigo. No quiero casarme porque... —Pego mi frente de su hombro y este me acaricia la espalda con cariño, me da confianza—. Desde que mamá murió de esa forma tan cruel yo... Vi lo que es perder al amor de tu vida de la noche a la mañana. Sé que es estúpido de mi parte pero... No quiero algún día quedarme como mi padre. Tuvieron la mejor de las bodas, me tuvieron a mí, fueron felices y... la vida se la arrebató como si no valiera nada. No quiero atarme a ti de esa forma, Danilo, porque significaría tener que hacerme la idea de que vamos a estar juntos para siempre y tal vez eso no sea así...Soy totalmente sincera con mis palabras. Esa es parte de mi gran verdad. Aunque justo ahora haya una razón cercana a él que me debilite de alguna forma.—Ay, mi amor... descuida, te comprendo. Y... De todas formas, aquí lo único que importa es que nos amemos de verdad, ¿no? Y yo te amo de verdad, cariño, sin dudar. Y no tengo intenciones de jamás irme de tu lado.Después de hablar, mi buen novio me toma la mano y nos adentramos a mi casa, a mi habitación. Pronto nos besamos en medio de la nostalgia, y él quita mi ropa lentamente. Yo jamás podría negarme a su dulce tacto. Así que cedo ante su deseo de tenerme y le correspondo. Jadeo cuando estamos unidos y suspiro, pues al cerrar los ojos la mirada de Diego Monsalve siendo mi primera vez aparece, acelerando mi corazón.—Acepto casarme contigo, Danilo —digo en su oído, saliendo de mis recuerdos.Mi novio me besa con un poco más de fervor, y mi cuerpo internamente llora, porque él tiene razón. Él me ama de verdad, no como su hermano una vez me hizo creer. Y si hay algo que siempre esperé de mi futuro esposo antes de la muerte de mi madre, era una entrega y compresión total, tal cual como la que me da Danilo.Así que ahora sé que tendré que luchar día a día con mis heridas del pasado para ser feliz con Danilo, y dejar definitivamente a un lado a su hermano.Narra Diego. —Oye grandulón —me llama Giselle, y la veo venir hacia la cocina en pijama—. ¿Y las novias? Daniela, que se encuentra en la cocina terminando de hacer unos huevos revueltos para mí, se ríe desde su sitio. —¿Crees que Diego es de tener novias, Giselle? Se me eriza la piel por la molestia. Claro. Ella no cree que yo puedo mantener una relación estable con alguien porque cree que soy un mujeriego. Intento reír un poco, cuando Giselle levanta el ceño hacia mí y nuestra madre nos sirve el desayuno. —Sí tengo una novia, madre, se llama Cassidy, es hija de un buen español con una gringa, es azafata de mi tripulación —digo, aunque hay una parte de la historia que no es real. —Oh guao… —dice mi madre—. ¿Y por qué no la conocemos? —Porque solo yo estoy de vacaciones, madre... —miento de nuevo, irritándome un poco porque por querer demostrarle lo contrario ahora va a perseguirme hasta saber si es verdad. —¡Yo quiero ver una foto! —Giselle se sienta a mi lado, entonces me po
Narra Fabiola. Hoy es domingo, una semana después de que acepté nuestro compromiso con Danilo. Me encuentro maquillando a la séptima concursante de belleza para el mini reinado. Hoy son sus fotos para la presentación ante la prensa y mi agenda se llenó de solicitudes al ser la única disponible en la ciudad para éste día, y además porque nunca le saco los ojos a la gente por mi trabajo, pues es algo que hago con amor. Termino con la niña morena justo a las ocho de la mañana y siento pena por las niñas que vienen de regreso con su maquillaje perfecto pero con el sueño evidente en sus caras. —¿Qué tal les fue, eh? —les cuestiono, y una de ellas solo se alza de hombros. —Si tengo que levantarme todos los días a las cuatro por querer ser una reina, entonces ya no quiero… —se queja Lily, y me río. —¡Hija bella! —aparece su madre, Liliana, la conozco porque es muy reconocida en el mundo del baile—. ¡Quedó, hermosa, Fabiola! Te enviaré un cuadro en cuanto monte las fotos. Mi niña será la
Narra Fabiola. —¿El cuatro de noviembre? ¿Es en serio? —cuestiona mirándome, al parecer molesto. No entiendo por qué le afecta. No entiendo por qué me parece tan atractivo justo así. —¿Y qué tiene esa fecha de especial para ti? —Me cruzo de brazos—. Seguramente ninguna, Diego. Así que déjame salir. Camino hasta la puerta pero su cuerpo la tapa toda y me detiene por los hombros cuando intento llegar a la manilla. Nuestro contacto tiembla y él se inclina para verme mejor. O bueno, para intimidarme. Santo Cielo, debo pensar en Danilo. Amo a Danilo. Me voy a casar con Danilo. —No me fui porque no te amaba —susurra y me suelta—. No me fui porque quería jugar contigo ni porque pretendía que fueses una sola vez en mi vida, Fabiola. Sus palabras causan estragos a mi sistema nervioso y corazón. —¿Y qué pretendes que haga con esa información? Ya no tiene caso una explicación ahora, Diego. Lo hecho, hecho está —murmuro, intentando llegar a la puerta de nuevo. Sin embargo, él gira mi cu
Narra Fabiola.—Mal…di..tasea —expresa con enojo el ojimiel cuando lo vemos finalmente llegar una hora después al punto de encuentro que le ha dicho a Danilo.Yo, cómodamente, termino de comer mis empanadas que me ha comprado mi prometido, recostada del auto de este.Observo cómo el hombre de mis pesadillas termina de hablar con los vigilantes del hangar, y finalmente, nos dejan entrar.—Veo que lo tuyo es la velocidad —bromea Danilo hacia su hermano cuando le pasamos por un lado—, pero no en tierra, hermano.No escucho a Diego decir nada pero puedo sentir su intensa mirada sobre mí. Es bastante incómodo esto cuando tiene a Liliana allí al lado hablándole y dándole besos como una garrapata.Abro los ojos sorprendida cuando al darnos paso hacia dentro, increíbles aviones y avionetas nos reciben. Hay de todo tamaño, color y estilo.Hay algunos obreros trabajando en reparar algunos y otros encargándose del mantenimiento. Todos saludan a Diego y me pregunto si es que ha venido recientement
Narrador.Una semana después del viaje en avioneta, Danilo y Fabiola comienzan a discutir sobre la boda.—¡Faltan 4 meses para el 4 de Noviembre! No te desesperes tanto —intenta calmarlo Fabiola.Danilo está preocupado porque quiere que su maravillosa novia tenga la mejor de las bodas. Él quiere ser el mejor novio. Quiere que todo sea perfecto y a decir verdad, nota a Fabiola demasiado despreocupada.—No es desesperación... —Besa sus manos sobre la mesa, pues se encuentran almorzando en un fino restaurante—. Es que debes decidir si quieres que vayamos a la iglesia o no. ¿Es tan difícil saberlo? Amor... ¡Cuatro meses se pasan volando!Fabiola asiente, mirando a su prometido con ternura. Le da un calorcito en el pecho verlo tan emocionado. Sabe que él sueña con una boda incluso más que ella, así que no piensa quitarle la ilusión.Además, suficiente tiene con el hecho de sentir que le es infiel por no dejar de pensar en su hermano, Diego.Así es. Por más que Fabiola quiera sacarlo de su
Narra Diego. —¿Así que trabajarán juntos? —me cuestiona Danilo, y yo con una sonrisa despreocupada le asiento—. ¿Cuántos días? —Ay Danilo, ¿acaso estás celoso?, ¿es una broma? —le pregunta Giselle. Mientras comemos en la mesa, bebo lentamente mi jugo sin dejar de ver la expresión fría de mi hermano. —¿Quién no tendría celos de mí? —inquiero en broma. —¡Diego! —me regaña Daniela, nuestra madre, así que le tiro una mirada desagradable. Mi madre rueda los ojos al verme. Sé que odia que me meta con el hijo de su gran y único amor. —Bueno hermano. Si estás celoso no tienes de qué preocuparte. En primer lugar, creo que todos se han dado cuenta que Fabiola parece detestarme... —comienzo. —Oh, no... —interviene Rubén—. Fabiola es un sol. Seguro es tu imaginación. —No, no, no, es verdad —habla Giselle así que de inmediato la observo, teniendo la ilusión de que en algún momento Fabiola le haya hablado de mí. —¿Te lo dijo? —pregunto en tono despreocupado. —Pues... —Estoy seguro de que
Narra Fabiola.Tras convencer a mi padre que Diego jamás podrá hacerme algún daño porque estoy enamorada de Danilo, subo al auto del idiota y pronto nos encontramos en el HangarBajo primero para luego sacar mi maleta con mis cosas del trabajo, pero al bajar, la mano de Diego rápido toma la maleta del otro lado y la saca.Ruedo los ojos. Bien. Quiere ser un caballero ahora, lo dejaré, solo porque no quiero discutir con él.Camino delante de él rápidamente buscando por todo el lugar a mi amiga Aitana para huir, y por suerte la consigo, junto a su esposo Brandon el Irlandés y al parecer todo el equipo completo de la banda pop-rock BEA.Berenice, Elliot y Ash.Guitarrista, voz principal y baterista. Aunque ambas mujeres también son coristas.Se dice que tienen una relación poliamorosa, pero solo son rumores.—¡Amiga! ¡Diego! ¡Qué bueno que están aquí! —exclama una emocionada Aitana saludando y acercándonos al grupo y dándonos las credenciales.Rápido nos presenta a todo el equipo, inclui
Narra Fabiola.He llamado a Aitana y ella me ha dicho que puedo volver al anochecer. Pasan de la una de la tarde, mi estómago ruge, así que voy a un restaurante de mar que parece ser famoso porque hay mucha gente.Hago mi fila para entrar y ordenar, y cuando veo que es imposible comer acá dentro por la cantidad de personas, pido mi arroz de mariscos para llevar. Luego tomo asiento en la arena, a unos metros del agua de la playa, y me quedo aquí, tratando de digerir la deliciosa comida mientras la brisa golpeando mi cara me lleva a un recuerdo.Años atrás…—¡Sostente bien! —me gritaba Diego mientras me llevaba en su bicicleta.El viento golpeaba en mi cara mientras él manejaba a toda velocidad y nos reíamos en paz.Era el día de mi cumpleaños quince. Justo un día después de que yo me apareciera en su casa para llorar y él llorara en mis brazos por culpa de su padre.Llegamos a una casa, parecía una mansión.—¿Qué hacemos aquí, Diego? —pregunté mientras me bajaba.Diego me tomó de la ma