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04: La gran respuesta.

Escucho el vidrio romperse en alguna parte de la sala, y cuando alzo la vista me encuentro con Diego corriendo fuera del club.

Miro de nuevo a mi novio, y con lágrimas en los ojos niego lentamente, causando que todos se queden mudos, y este se muestre completamente decepcionado.

—¿Por qué? —cuestiona Danilo, las lágrimas en sus ojos se asoman, y me parte el corazón—. ¿Acaso no me amas?

—¡Claro que te amo, Danilo! Pero... Dios, lo siento tanto...

Incapaz de seguir aquí frente a mi novio decepcionado y todo el mundo observándome como una rata de alcantarilla, salgo corriendo por el mismo sitio que Diego.

Jadeo cuando me encuentro con su pecho de frente y me estremezco. El castaño me toma por los hombros y tengo que mirarlo a esos ojos que por tanto tiempo me encantaron y cegaron, y este sacude la cabeza con severidad.

—¿Qué estás haciendo, Fabiola? —me pregunta con molestia.

—¡Nada que te incumba! —respondo, soltándome de sus gruesos y fuertes brazos, para seguir mi camino.

—¡Sí me incumbe porque Danilo es como mi hermano! —exclama, siguiéndome.

—Ay, Diego, piérdete de mi camino —mascullo con rabia hacia él, pero este de nuevo me detiene el camino y es imposible que no tengamos un duelo de miradas.

Mi pecho sube y baja por todo lo que he estado sintiendo, y entonces alzo mi mano para darle una bofetada con todo el gusto.

Veo a Diego jadear en sorpresa, y rápido su rostro confundido se hace presente.

—¿Qué demonios te ocurre, Fabiola? —Me sigue cuando me alejo.

Aprieto la cartera en mi bolso y escucho las llamadas en mi teléfono pero sé que es Danilo o Giselle y no quiero responder.

—¡Estás fingiendo que no me conoces, Diego! ¿Acaso eres imbécil o no tienes sentimiento alguno? —le grito, sigo caminando, ya estamos muy lejos del club.

—¿Y qué querías que hiciera? —me responde.

Entonces me detengo, con un nudo enorme en mi garganta.

—Decir: ¡Hola Fabiola! El mundo es pequeño, ¡me alegra tanto que seas la mujer de mi  hermano ahora! Porque yo hui como un verdadero idiota y te rompí el corazón... —espeto.

El pecho del castaño también sube y baja, su rostro frío y severo cambia de nuevo después de arrugar el entrecejo. Dios, es que no ha cambiado nada.

—Pues por eso, Fabiola ¡Allí tienes mi respuesta! No podía decir quien eras por la simple razón de que eres la mujer de mi hermano!. ¿Acaso no lo ves? Esto nos perseguiría por años, Danilo no podría estar tranquilo nunca, ¡lo conozco!

—¡Mataste mi corazón! —exclamo, casi al borde del llanto—. No merecía ser tratada de esa forma antes y mucho menos hoy después de más de diez años sin verte, Diego. Eres un bastardo.

Sigo mi curso, y esta vez, sé que no viene detrás de mí. Agradezco que así sea. No quiero que me dé explicaciones del porqué simplemente después de haber hecho el amor por primera vez para ambos ¡para ambos! Este solo me dejó una pequeña nota en la mesa de noche mi habitación.

"No sé cuándo regresaré. Por favor, continúa con tu vida.

Att: Diego."

Él solo se aseguró de comerme bien, quitarme la virginidad, y luego irse, sin más. Sin darme una explicación real. Una excusa que no me doliera tanto.

Trago hondo el dolor que siento va a hacerme perder la cabeza. Es increíble. Mi vida estaba bien, sin él. Lo había superado hace tanto y luego viene justo ahora que... ¡Oh Danilo! Mi pobre rubio, debe estar destrozado. Y yo aquí en medio de la calle sin saber a dónde ir.

No sé cuanto tiempo pasa entre recordar lo que era mi vida, hasta llegar a este momento, entonces tomo el teléfono como todas aquellas veces en que he sentido que mi mundo se viene abajo, hago una llamada y en cuestión de segundos tengo a una camioneta negra frente a mí.

—¿Qué ocurre, hija? —inquiere mi padre cuando me adentro, pero yo solo puedo llorar sin consuelo porque Danilo no merece lo que le he hecho, y dudo que nuestra relación vuelva a ser la misma ahora que le he hecho saber que no tengo el mismo plan que él.

Mi padre estaciona el auto frente a nuestra casa, y siento el corazón removerse entre mi pecho cuando veo el Mercedes de Danilo estacionado también.

—Dame un momento papá... —le digo.

Ambos bajamos del auto, Danilo saluda a mi padre pero este lo saluda casi que automáticamente, seguro porque cree que me ha hecho algo malo.

Meto las manos en los bolsillos de mis pantalones, incapaz de verlo a la cara.

—Lo siento, Dani... —quiero decir, pero mi novio me toma de la cintura y me besa con ternura, causando que salga otra lágrimas de ambos.

—Perdóname, amor. Si no quieres casarte está bien. No tenías que correr como una ladrona, Fabiola... —me consuela—. Te amo, lo sabes. Puedo esperar hasta que estés lista, aunque seguramente en las redes te harán pedazos...

Rio un poco por eso. Había olvidado que todo ocurrió en la boda de una influencer y que todos estaban grabando.

—No seas tan bueno conmigo —le pido—. Yo soy la que debe... disculparse contigo. No quiero casarme porque... —Pego mi frente de su hombro y este me acaricia la espalda con cariño, me da confianza—. Desde que mamá murió de esa forma tan cruel yo... Vi lo que es perder al amor de tu vida de la noche a la mañana. Sé que es estúpido de mi parte pero... No quiero algún día quedarme como mi padre. Tuvieron la mejor de las bodas, me tuvieron a mí, fueron felices y... la vida se la arrebató como si no valiera nada. No quiero atarme a ti de esa forma, Danilo, porque significaría tener que hacerme la idea de que vamos a estar juntos para siempre y tal vez eso no sea así...

Soy totalmente sincera con mis palabras. Esa es parte de mi gran verdad. Aunque justo ahora haya una razón cercana a él que me debilite de alguna forma.

—Ay, mi amor... descuida, te comprendo. Y... De todas formas, aquí lo único que importa es que nos amemos de verdad, ¿no? Y yo te amo de verdad, cariño, sin dudar. Y no tengo intenciones de jamás irme de tu lado.

Después de hablar, mi buen novio me toma la mano y nos adentramos a mi casa, a mi habitación. Pronto nos besamos en medio de la nostalgia, y él quita mi ropa lentamente. Yo jamás podría negarme a su dulce tacto. Así que cedo ante su deseo de tenerme y le correspondo. Jadeo cuando estamos unidos y suspiro, pues al cerrar los ojos la mirada de Diego Monsalve siendo mi primera vez aparece, acelerando mi corazón.

—Acepto casarme contigo, Danilo —digo en su oído, saliendo de mis recuerdos.

Mi novio me besa con un poco más de fervor, y mi cuerpo internamente llora, porque él tiene razón. Él me ama de verdad, no como su hermano una vez me hizo creer. Y si hay algo que siempre esperé de mi futuro esposo antes de la muerte de mi madre, era una entrega y compresión total, tal cual como la que me da Danilo.

Así que ahora sé que tendré que luchar día a día con mis heridas del pasado para ser feliz con Danilo, y dejar definitivamente a un lado a su hermano.

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