Contra reloj, termino de corregir el maquillaje en el párpado de Aitana, mi clienta estrella. Me hago a un lado para que pueda ver el resultado en el espejo y al verse grita de emoción. Pronto me toma por los hombros, me sacude, emocionada, y sonríe ampliamente.
—¡Eres la mejor, Fabiola!—¡Ahora ve y amarra a ese hombre! —la motivo.Aitana va de un lado a otro en la habitación y se acerca para darme un beso en la mejilla.—¡De por vida! —asegura—. ¿Vas a la fiesta?—Por supuesto que sí, ¿cómo no? Tengo que retocarte.—No te preocupes demasiado por esto, amiga, antes de que acabe la noche seré bruma y candela. Cualquier rastro de elegancia desaparecerá...Reímos por ello y la veo partir hacia la puerta para dejar entrar a sus damas de honor. Resulta que hoy es su gran boda con un irlandés que conoció gracias a su trabajo de influencer, así que todo es bastante desesperante y extravagante para ella.Siento un poco de nostalgia al ver cómo sus damas terminan de poner la parte delantera de su gran vestido y salgo de aquí. La verdad es que casarme sí estuvo en mis planes, desde muy pequeña, pero un día cambié de opinión. Y me mantengo firme en mi decisión.Me encuentro con algunos invitados famosos en el camino mientras salgo de la mansión de los padres de Aitana, saludo a algunos conocidos y avanzo hasta la calle, intentando encontrar el auto.—¿Te llevo, hermosa? —me dicen.Sonrío con picardía al ver a mi novio con su traje de oficina, en su Mercedes, así que camino hasta asomarme en la ventana del auto y pretender que estoy dudando.—Depende...—¿De qué? —cuestiona con inocencia.—De si vamos a comer algo rico antes de que vuelvas al trabajo o no.Danilo achica los ojos sabiendo que no tiene opciones, y abre la puerta desde adentro para dejarme pasar. Sonrío victoriosa.—Eres mi pesadilla —susurra en mis labios antes de besarme con devoción.La piel se me eriza, no solo por esa frase, sino que por lo apasionado de sus besos. Nos separamos con una sonrisa enamorada en nuestras caras y este pone a andar el auto segundos después.Danilo y yo nos conocimos hace dos años, un catorce de febrero, día de los enamorados. El destino hizo de las suyas cuando fui a comprar flores en una nueva floristería en la ciudad; se las llevaría a mi madre, como todos los años, y este se encontraba en el mismo lugar, discutiendo con la dueña.—Lo siento caballero, pero todas las rosas están agotadas.—¡Pero las pre-ordené!—Usted dijo que pasaría por ellas a las nueve en punto ¡ya es medio día! Vino un cliente ¡y se las llevó!Yo presenciaba el espectáculo a un lado de la caja registradora, esperando pagar mi ramo de margaritas. El hombre lucía guapo, desde atrás se podía admirar su espalda ancha, su altura imponente, su perfecto corte de cabello, y desde allí claro que podía inhalar su perfume fresco.—¡Mi padre va a matarme! —exclamó, dándose vuelta. Entonces nuestros rostros se encontraron y este parpadeó varias veces, sonrojándose en el acto y dejando mi corazón enamorado—. ¿Por qué su ramo tiene una rosa en el medio si me dijo que están agotadas? —le preguntó a la señora.Eso me pareció divertido. Y ya lo demás, es historia.Devuelta a la realidad nos encontramos en un fino restaurante. Danilo hace a un lado la silla para que yo tome asiento, y besa mi frente justo antes de irse.Admiro su cuerpo trabajado por sus ejercicios matutinos que aún se ven por debajo de ese traje negro de oficina y suspiro.Valoro y amo los momentos en que compartimos más de dos veces al día. Y es que hace tres meses lo han ascendido a gerente general de una empresa automotriz, una de las más grandes a nivel nacional. Así que entre mi horario independiente, y el suyo limitado, poco nos hemos visto.No tardamos en ordenar nuestros platillos favoritos. Y me acerco a él para quitar de su cabello rubio unas pelusas color purpura que no había visto antes.—¿Qué es? —me pregunta.—Nada —respondo despreocupada—. ¿Cuántos minutos tienes?Toma mi mano y las entrelazamos sobre la mesa.—Veinte.—¡Ronda de preguntas rápidas! —sugiero con diversión. Y mi apuesto novio asiente sonriendo—. ¿A qué hora saldrás hoy?—Depende del trabajo que llegue, pero seguramente a las siete y media.—¡Bien! Te invito a la fiesta de celebración por la boda de Aitana.—Cierto que hoy se casa…—¡Sí!Recibimos la comida y ruedo los ojos cuando la mesera se va. Esta muchachita que tiene aproximadamente unos cinco años menos que yo, cada que Danilo y yo venimos no deja de pelarle el diente, aunque note que esté conmigo. Sé que mi limite lo pasará pronto.—Bien, ¡iré! —dice besando mi mano.Seguimos la ronda de preguntas rápidas mientras comemos, divirtiéndonos y disfrutando el uno del otro por este corto tiempo. Hasta que los minutos se nos van y antes de dejarme en casa de mis padres, se despide con otro beso apasionado.El teléfono en mi cartera suena, entonces lo saco para recibir una llamada de mi cuñada.—¡Tienes que venir a casa ahora! —me exige mi cuñada, Giselle.Dejo mis cosas del trabajo en la mesa, le doy un beso en la frente a mi padre quien lee el periódico y me da la bendición.—¿Por qué?, ¿ocurre algo? —pregunto al teléfono.—Es una sorpresa para Danilo —me explica ella—. Cuñi, por favor... ¡No tengo ni idea de cómo decorar! ¡La creatividad la tienes tú! ¡Veeeen! ¡Sin ti la sorpresa no estará completa!Rio por su tono de suplica, y sacudo la cabeza.—Bien. Iré en cuanto me dé una ducha… —le aseguro.—¡Te esperamos! —Y ella cuelga.Entonces mi padre alza la mirada pata prestarme atención y habla.—Hija, ¿cómo te fue con esa mujer fresa?—Se llama Aitana, papá. Y no es fresa. Es rica —respondo alzando mis hombros.—¡Yo también lo soy y no hablo de esa manera!Ambos nos carcajeamos por esto, pero no tardo en prepararme para ir a la casa de la familia Monsalve. Ya que sé que se trata de una sorpresa en casa y tal vez cenemos allá, me visto de acorde a la ocasión. Recojo mi cabello negro largo con una coleta alta, un suéter color vainilla el cual meto por dentro de mi jean cargo oscuro, una correa color crema, y zapatos casuales color blanco. Me maquillo sencillo pero con un tono marrón oscuro en los labios con algo de bálsamo y llevo en mano mi cartera de cuero marrón.Tomo un Driway y en cuanto estoy a punto de tocar la puerta de la mansión, la puerta es abierta antes y soy llevada hacia adentro por mi cuñada. A penas tiene dieciséis años. Y es tan hermosa como su hermano; de cabello castaño, pero largo como el mío, y una silueta con más carne que yo.—¡Fabiola llegaste! —me saluda la señora Daniela, tan idéntica físicamente a mi novio—. Menos mal, porque Giselle estaba por incendiar la maquina de inflar globos.—¡Ay, mamá! —se queja la castaña.—No le pares, Fabiola, sálvanos la celebración —me pide mi suegra, llevándome a la sala en donde hay una mesa con cosas para decorar—. Resulta que mi hijo Diego viene de Madrid ¡finalmente se ha tomado unas vacaciones! Y debe llegar en unas dos horas más o menos. Así que la celebración es para ambos, porque Danilo no sabe que su hermano vendrá.La responsabilidad cae en mis hombros. Danilo me ha comentado que tiene un hermano, pero jamás lo he conocido. Primero porque la verdad es que muy pocas veces compartimos con su familia, pues Danilo prefiere que viajemos o salgamos a comer fuera. Y segundo, porque el tal Diego es un piloto de avión en su mejor época, así que no tiene tanto tiempo disponible. Aunque sí me parece increíble que en un año y medio de noviazgo con Danilo no le haya visto una mísera fotografía con su hermano.Rápido con la ayuda de la máquina Giselle infla globos mientras yo los inflo con mi boca; comenzamos a ordenar todo bajo mis indicaciones, apresuradas, pero el timbre suena.—¡El delivery de los postres! —exclama Giselle corriendo hasta la puerta para abrir, pero pronto hay silencio y luego un grito que se escucha por toda la casa—. ¡Qué emoción! ¡Mamá! ¡Papá! ¡Diego llegó!Exhalo el aire de mi boca que iba hasta el globo. Porque de nada sirve que siga intentando decorar. Entonces en vista de que siempre he querido conocer a este sujeto, camino hasta la entrada.Sonrío ampliamente al poner las manos dentro de mis bolsillos mientras todos se le abalanzan al hombre y lo saludan con lágrimas.—¿Puedes creer que tuvimos que llamar a tu cuñada para que nos ayudara a decorar? —expresa Daniela—. ¡Teniendo una hermana de dieciséis que quiere ser diseñadora!—Esta generación de cristal… —dice la voz del hombre, y se me eriza la piel cuando todos se apartan—. No saben hacer nada y todo les parece ofensi...Se me detiene el corazón cuando sus ojos se enfocan en mí.—¿Diego? —cuestiono en un hilo de voz, abrumada y sorprendida de verlo después de tanto tiempo.No puedo creer que el hermano de mi novio y él sean la misma persona.—¿Disculpa? —Él me mira de abajo arriba. Esa mirada la conozco como la palma de mi mano—. ¿Te conozco? —Sonríe sin problema.Jadeo por su atrevimiento, y la garganta se me seca como el corazón, lentamente. Porque él no ha cambiado, y yo tampoco. Solo tenemos algunos años más.—¿Se conocen? —inquiere mi suegro, poniéndose al lado de Diego.Mi corazón no deja de doler, mucho menos cuando recibo una explicación.—Diego es mi hijo —dice la señora Daniela mientras lo abraza, pero a este no parece agradarle mucho su toque—. Vivía con su padre pero se vino a vivir conmigo hace años.Pero las palabras no salen de mi boca por más que intento hacerlo. No dejo de ver los ojos color avellanas del chico que ahora es un increíble y apuesto hombre, que era el amor de mi vida, pero de la noche a la mañana me rompió el corazón y se fue sin darme alguna explicación.—¿Fabiola?, ¿te encuentras bien? —cuestiona mi cuñada Giselle abriendo la puerta de la habitación en la que me encuentro, es la de Danilo.Después de montar los globos y ayudar en la cocina le dije a todos que tengo malestar estomacal, cosa que es mentira. Más bien, tengo malestar del corazón, un malestar profundo.Entonces limpio con disimulo mis lágrimas para darme vuelta hacia ella. Esta me sonríe, aunque preocupada, y toma asiento a mi lado en la cama.—¿Conoces a Diego de alguna parte? —me cuestiona interesada—. Te veías muy mal, y al chocolate le echaste sal, no azúcar...La veo a la cara con toda la pena del mundo, pero no nos tardamos en estallar a carcajadas.—¿Buenas? —habla la voz de este hombre.Rápido se me acelera hasta lo que no se me debería acelerar, y aprieto mi mano con fuerza en medio de mis piernas mientras la otra luce completamente relajaba sobre la de Giselle.Diego busca mi mirada y yo la desvío hacia el closet de Danilo.—Debes tocar antes de entrar —le recla
Para cuando la marea se calma y las sensaciones en mi cuerpo también, nos reunimos en medio de la sala.—¿Y por cuánto tiempo vas a quedarte, hermano? —inquiere mi novio al castaño.Yo me encuentro tomada de la mano de Danilo, más que para asegurarme de no debilitarme que por un gesto de amor, y me siento mal por eso.Diego toma su copa y mira al rubio con cierto aire de arrogancia que me hace arder las paredes del estómago.—El tiempo que desee, acumulé muchas vacaciones... —responde—. Y tú, ¿tendrás tiempo para mí o todo el tiempo libre lo inviertes en Fabiola?El corazón se me paraliza al escucharlo decir mi nombre. ¡Él me conoce! ¡Claro que lo hace! Aprieto la mano de Danilo y este a pesar de tener rostro confundido por mi acción, solo se acerca para besarme la frente. Suspiro.—Sí, pero haré lo posible por estar más presente... Hace unos meses me han promovido, Diego...—Ah, sí, Giselle fue la primera en correr a llamarme, ¿no es así, hermanita? —dice a esta para apretar sus cach
Escucho el vidrio romperse en alguna parte de la sala, y cuando alzo la vista me encuentro con Diego corriendo fuera del club.Miro de nuevo a mi novio, y con lágrimas en los ojos niego lentamente, causando que todos se queden mudos, y este se muestre completamente decepcionado.—¿Por qué? —cuestiona Danilo, las lágrimas en sus ojos se asoman, y me parte el corazón—. ¿Acaso no me amas?—¡Claro que te amo, Danilo! Pero... Dios, lo siento tanto...Incapaz de seguir aquí frente a mi novio decepcionado y todo el mundo observándome como una rata de alcantarilla, salgo corriendo por el mismo sitio que Diego.Jadeo cuando me encuentro con su pecho de frente y me estremezco. El castaño me toma por los hombros y tengo que mirarlo a esos ojos que por tanto tiempo me encantaron y cegaron, y este sacude la cabeza con severidad.—¿Qué estás haciendo, Fabiola? —me pregunta con molestia.—¡Nada que te incumba! —respondo, soltándome de sus gruesos y fuertes brazos, para seguir mi camino.—¡Sí me incu
Narra Diego. —Oye grandulón —me llama Giselle, y la veo venir hacia la cocina en pijama—. ¿Y las novias? Daniela, que se encuentra en la cocina terminando de hacer unos huevos revueltos para mí, se ríe desde su sitio. —¿Crees que Diego es de tener novias, Giselle? Se me eriza la piel por la molestia. Claro. Ella no cree que yo puedo mantener una relación estable con alguien porque cree que soy un mujeriego. Intento reír un poco, cuando Giselle levanta el ceño hacia mí y nuestra madre nos sirve el desayuno. —Sí tengo una novia, madre, se llama Cassidy, es hija de un buen español con una gringa, es azafata de mi tripulación —digo, aunque hay una parte de la historia que no es real. —Oh guao… —dice mi madre—. ¿Y por qué no la conocemos? —Porque solo yo estoy de vacaciones, madre... —miento de nuevo, irritándome un poco porque por querer demostrarle lo contrario ahora va a perseguirme hasta saber si es verdad. —¡Yo quiero ver una foto! —Giselle se sienta a mi lado, entonces me po
Narra Fabiola. Hoy es domingo, una semana después de que acepté nuestro compromiso con Danilo. Me encuentro maquillando a la séptima concursante de belleza para el mini reinado. Hoy son sus fotos para la presentación ante la prensa y mi agenda se llenó de solicitudes al ser la única disponible en la ciudad para éste día, y además porque nunca le saco los ojos a la gente por mi trabajo, pues es algo que hago con amor. Termino con la niña morena justo a las ocho de la mañana y siento pena por las niñas que vienen de regreso con su maquillaje perfecto pero con el sueño evidente en sus caras. —¿Qué tal les fue, eh? —les cuestiono, y una de ellas solo se alza de hombros. —Si tengo que levantarme todos los días a las cuatro por querer ser una reina, entonces ya no quiero… —se queja Lily, y me río. —¡Hija bella! —aparece su madre, Liliana, la conozco porque es muy reconocida en el mundo del baile—. ¡Quedó, hermosa, Fabiola! Te enviaré un cuadro en cuanto monte las fotos. Mi niña será la
Narra Fabiola. —¿El cuatro de noviembre? ¿Es en serio? —cuestiona mirándome, al parecer molesto. No entiendo por qué le afecta. No entiendo por qué me parece tan atractivo justo así. —¿Y qué tiene esa fecha de especial para ti? —Me cruzo de brazos—. Seguramente ninguna, Diego. Así que déjame salir. Camino hasta la puerta pero su cuerpo la tapa toda y me detiene por los hombros cuando intento llegar a la manilla. Nuestro contacto tiembla y él se inclina para verme mejor. O bueno, para intimidarme. Santo Cielo, debo pensar en Danilo. Amo a Danilo. Me voy a casar con Danilo. —No me fui porque no te amaba —susurra y me suelta—. No me fui porque quería jugar contigo ni porque pretendía que fueses una sola vez en mi vida, Fabiola. Sus palabras causan estragos a mi sistema nervioso y corazón. —¿Y qué pretendes que haga con esa información? Ya no tiene caso una explicación ahora, Diego. Lo hecho, hecho está —murmuro, intentando llegar a la puerta de nuevo. Sin embargo, él gira mi cu
Narra Fabiola.—Mal…di..tasea —expresa con enojo el ojimiel cuando lo vemos finalmente llegar una hora después al punto de encuentro que le ha dicho a Danilo.Yo, cómodamente, termino de comer mis empanadas que me ha comprado mi prometido, recostada del auto de este.Observo cómo el hombre de mis pesadillas termina de hablar con los vigilantes del hangar, y finalmente, nos dejan entrar.—Veo que lo tuyo es la velocidad —bromea Danilo hacia su hermano cuando le pasamos por un lado—, pero no en tierra, hermano.No escucho a Diego decir nada pero puedo sentir su intensa mirada sobre mí. Es bastante incómodo esto cuando tiene a Liliana allí al lado hablándole y dándole besos como una garrapata.Abro los ojos sorprendida cuando al darnos paso hacia dentro, increíbles aviones y avionetas nos reciben. Hay de todo tamaño, color y estilo.Hay algunos obreros trabajando en reparar algunos y otros encargándose del mantenimiento. Todos saludan a Diego y me pregunto si es que ha venido recientement
Narrador.Una semana después del viaje en avioneta, Danilo y Fabiola comienzan a discutir sobre la boda.—¡Faltan 4 meses para el 4 de Noviembre! No te desesperes tanto —intenta calmarlo Fabiola.Danilo está preocupado porque quiere que su maravillosa novia tenga la mejor de las bodas. Él quiere ser el mejor novio. Quiere que todo sea perfecto y a decir verdad, nota a Fabiola demasiado despreocupada.—No es desesperación... —Besa sus manos sobre la mesa, pues se encuentran almorzando en un fino restaurante—. Es que debes decidir si quieres que vayamos a la iglesia o no. ¿Es tan difícil saberlo? Amor... ¡Cuatro meses se pasan volando!Fabiola asiente, mirando a su prometido con ternura. Le da un calorcito en el pecho verlo tan emocionado. Sabe que él sueña con una boda incluso más que ella, así que no piensa quitarle la ilusión.Además, suficiente tiene con el hecho de sentir que le es infiel por no dejar de pensar en su hermano, Diego.Así es. Por más que Fabiola quiera sacarlo de su