Había un pitido en sus oídos, un tintineo en su cabeza por algunas copas que tomó, y un ceño fruncido cuando intentó abrir los ojos.
Daniela se removió en la cama, una cama que estaba frente a un enorme balcón, con una impresionante vista, y luego hizo un gesto lastimero, llevando la mano a su centro.
Por un momento todo vino a su cabeza de golpe, y se sentó rápidamente, tomando las sábanas en sus manos y mirando a todas partes.
Toda su ropa estaba en el suelo y sus sandalias, pero no había rastros de aquel hombre, ni ninguna de sus prendas.
—Oh Dios… —Daniela se levantó, girándose a todos lados y comenzó a colocarse la ropa. Se hizo una coleta en el cabello y caminó por toda aquella planta hasta detenerse bruscamente frente a aquel piano.
Miró con horror la sangre seca en las teclas, y allí mismo una nota.
“Extranjera, sé que no tienes dinero, así que te dejé un poco”
Daniela arrugó la nota en su mano pasando un trago y vio sobre el piano un fajo de dinero. Uno muy grueso con billetes de cien dólares.
Por un momento se sintió como una verdadera put@. Una a la que le dejaban el pago de una noche, aunque realmente había perdido la cuenta de cuántas veces habían tenido sexo.
Sacudió su cabeza y apretó los dientes, para sacar un billete de cien dólares de ese fajo.
Rápidamente, buscó una pluma y un pedazo de hoja, y escribió en el papel:
“Tomaré 100 dólares, porque no fue una de mis mejores noches, y no puedo ser tan injusta de que pagues de más”
Ella sonrió completamente y caminó hacia la salida.
Pensó que había alguien para señalarle el camino, pero realmente se las arregló hasta tomar un taxi para solo decir:
—Ammm, a la mansión Vanderbilt —el hombre la miró por el retrovisor y solo asintió, tomando su billete sin alguna pregunta, y Daniela estuvo frente a la propiedad en 40 minutos.
En pasos lentos caminó a la propiedad Vanderbilt, pero cuando se acercó a la puerta, algunos hombres se pusieron alertas.
—La hemos encontrado.
Uno de ellos tomó su brazo y caminó con presura, hasta llevarla a un salón donde estaba su madre llena de lágrimas.
Daniela también se giró hacia Titus que hablaba por su teléfono, y cuando la vio, solo dijo:
—Olvídalo… —Y terminó la llamada.
—¡¿Dónde estabas, maldit@ sea?! —Su madre estuvo a punto de llegar a ella, cuando Titus se metió entre ellas.
—Déjala hablar. —Y girándose hacia ella frunció el ceño—. Habla Daniela…
Ella pasó un trago nerviosa y negó.
—Salí con Sofía anoche —Los ojos de su madre hervían de la rabia.
—¿Y qué sigue? —Titus insistió.
—Yo… No vi a Sofía, yo… no conozco a nadie aquí.
—¿Y dónde se supone que estabas? —Su madre la miraba como si quisiera matarla y Daniela tomó el aire para responderle a Titus.
—Había una chica, no sé mucho de ella, me ofreció quedarme en su casa.
Los ojos de Titus se achicaron.
—¿Y por qué no le pediste que te trajera?
Daniela negó.
—Yo… no lo sé… no quería llegar aquí. Esto que ha pasado es…
—¿Qué? —Marcela casi gritó y Titus volvió a levantar la mano.
—Hay un evento importante al atardecer, Daniela, tu madre y yo vamos a simbolizar nuestra unión y tú debes estar en primera fila. Ve a tu cuarto, duerme porque pareces cansada, y deja que alguien decida por tu apariencia más tarde.
»Cansada«
Daniela casi rio mentalmente, e iba a abrir la boca cuando los ojos del hombre la sentenciaron.
—Yo hablaré con tu madre. Ahora vete…
Pasando un trago rudo, Daniela miró a su madre, y se giró sobre sus talones para literalmente correr del lugar. Una vez llegando a su habitación, cerró la puerta con el pecho agitado, y solo pensó que su vida se había convertido en una locura.
Todo había sucedido en un día. Se había ido de España, su madre era miembro de una familia polígama, y ella, se había acostado con un desconocido, que realmente había cumplido lo que le había prometido.
Le había dado la mejor noche de su vida, y ella supo que nunca jamás lo superaría.
***
Daniela no supo cuánto durmió, alguien vino a despertarla alrededor de la tarde, y literalmente la obligaron a tomar un baño.
Dos o tres mujeres hicieron su cabello y colocaron un maquillaje ligero, luego le dieron un vestido elegante, para terminar, yéndose en silencio.
—¡Holis…! —la puerta se abrió de nuevo mostrando a Sofía, que también vestía de negro, al igual que ella—. Apareciste…
Daniela achicó sus ojos, pero se quedó en silencio.
—Allí abajo dicen que es hora.
—No iré contigo, de todas formas… —Sofía se carcajeó.
—Hieres mi corazón, Daniela, y yo que te estaba considerando mi segunda hermana más querida.
Tirándole un beso, Sofía desapareció y a Daniela no le quedó de otra que seguir sus pasos para darse cuenta de que la casa era un caos. Sin embargo, en un espejo enorme de pies a techo se miró.
Ella se veía hermosa, y el vestido había sido hecho para destacar todos sus puntos. Tomando el aire siguió el camino que todos.
Había todo tipo de decoraciones en el jardín. Al menos unas 100 sillas, y mucha gente desconocida. Colocándose en cualquier lugar ella se cruzó de brazos, pero cuando alguien anunció que comenzaría la ceremonia, una mujer la tomó del brazo, y le informó que necesitaba estar adelante con la novia.
Ella caminó segura de sí misma, sus sandalias eran demasiado altas y sabía que la gente miraba su trasero que siempre fue prominente. Sin embargo, cuando ella llegó a la parte de adelante donde estaba su madre, no pudo evitar cortar el aire, cuando al lado de Titus, estaba ese hombre de mirada oscura, con un traje totalmente diferente al de anoche.
Su corazón golpeteó su pecho con rudeza, y sus pasos se volvieron lentos. El aire le estaba faltando completamente, y quiso que la tierra se la tragase cuando llegó a ellos.
—Daniela… —Titus gesticuló. Su madre la miró un poco seria, y luego, esos ojos se posicionaron sobre ella.
Por toda ella.
Ella lo notó enseguida, había sorpresa en su expresión que disimuló con maestría. Su ceño se pronunció con firmeza y luego notó cómo su garganta pasó un trago.
—Víctor… —El nombre le retumbó y sacudió sus cimientos cuando Titus se lo mencionó.
No… no… no…
—Ella es Daniela, mi nueva hija, y él… es mi hijo y heredero. Víctor Vanderbilt, tu futuro hermanastro.
Daniela quería morirse, o que alguien la matara, que su mamá terminara por ahorcarla, o que un árbol la aplastara.
Y, al contrario de lo que ella pensó, pudo notarlo. Ella pudo ver cómo ese hombre, que era su hermanastro, estaba torciendo la sonrisa, como si toda esta situación bizarra, le divirtiera la vida…
El aire en la mansión Vanderbilt estaba cargado de tensión. Daniela sintió cómo sus piernas temblaban, y sus pies se congelaron al instante en el suelo, incapaces de moverse hacia su madre o siquiera mirar al hombre que, en un giro inesperado del destino, ahora era su hermanastro.El hombre oscuro se quedó allí de pie mirándola, imponente y perfectamente a la altura de las expectativas de cualquier ojo. Su mirada ahora era tan fría como el hielo, pero con un sutil destello de diversión que le heló la sangre.—Daniela, saluda —Marcela tuvo que entrar en escena ante su congelamiento, y cuando ella abrió sus labios, Víctor sonrió diciendo:—Mi nueva hermana… —Titus le sonrió a su hijo y trató de alcanzar su hombro.—Mi hijo es maravilloso, Daniela, seremos una gran familia, y créeme que él podrá enseñarte todo lo que necesitas saber para entender este mundo.Daniela no entendió si era una advertencia en este punto. Lo único que podía pensar y sentir, era un nudo que se le había formado e
Daniela sentía que la respiración le pesaba en el pecho, con cada fibra de su cuerpo, aun estremeciéndose ante el baile con Víctor. No importaba cuántas veces intentara convencerse de que no debía reaccionar así, su cuerpo tenía otros planes.Víctor no se alejó de inmediato. Sus dedos, que segundos antes habían rozado su espalda desnuda, ahora recorrían su brazo, toqueteaba su piel, y eso solo le pasaba imágenes en su cabeza de ellos dos teniendo sexo la noche pasada.Daniela tragó saliva, obligándose a respirar con calma mientras lo miraba y luego negó.—La verdad es que, no quiero saber nada.Víctor le sonrió en el momento, y la apretó más a su cuerpo.—¿Segura?—Sí… No quiero saber nada de ti.Hubo una sacudida, y ella literalmente sintió su erección dura en su estómago.—Pero no es lo que yo quiero. Además, tu nota…—Tú comenzaste. Me trataste como una puta.Víctor frunció el ceño.—Uhggg… no, no, definitivamente no. Pero perdiste tu virginidad con un hombre desconocido.—Y eso es
—Estás loco… —ella se soltó de su agarré y comenzó a caminar rápidamente. Sin embargo, sintió los pasos de Víctor detrás de ella.Podía imaginar como la miraba mientras por sus piernas, resbalaba la evidencia de que había caído en sus manos de nuevo, y eso hizo que sus mejillas se calentaran y volviera a tener la respiración agitada.Su cuerpo aún ardía, y aunque intentaba calmarse, la huella de cada palabra, cada toque, estaba grabada en su piel.Cuando ella salió al jardín, sintió la mirada de sus nuevas “hermanas” de Antonella, y la de la madre de Víctor, como si en su frente tuviese un letrero con las huellas de su oscuro hermanastro sobre ella. Sin embargo, cuando giró hacia su madre, ella parecía embelesada por una cantidad de palabras que Titus le susurraba.Ella pasó un trago, pero por alguna razón, la atmósfera en la mansión se volvió opresiva, como si la casa misma estuviera viva, porque un murmullo, movimientos agitados, y algo extraño comenzó a envolver todo el panorama. L
Daniela sintió que el aire se volvía denso en la habitación. Víctor la miraba con una mezcla de diversión y algo más oscuro, algo que le erizaba la piel y la dejaba sin aliento. Sus manos se aferraron a los tirantes de su mochila, pero el peso de su mirada la clavó en el sitio.La distancia entre ambos era ahora inexistente. Daniela sintió su respiración agitada, y su pulso acelerado quizás la delataba ante su externa y supuesta tranquilidad. Podía sentir la calidez de su cuerpo, el peso de su mirada sobre ella y, sobre todo, esos dedos que levantaron su mandíbula para hacer que lo mirara.Su mano trazó su rostro e hizo que su piel se erizara. Su pulgar rozó suavemente la línea de su mandíbula, mientras su otra mano se deslizaba lentamente por su cintura. Daniela contuvo el aliento, sin saber si debía empujarlo o dejarse llevar por la corriente de su presencia.Y ya sabía lo que este hombre le hacía y las marcas que dejaba.—¿Tienes miedo? —preguntó él en un susurro, con su rostro tan
Daniela corrió con todas sus fuerzas, sintiendo el aire frío golpear su rostro. Sus pies apenas tocaban el suelo mientras se adentraba en el campo abierto, sin importarle hacia dónde iba. Solo quería alejarse de Víctor, de su control, de todo lo que representaba.Pero entonces, algo la hizo detenerse en seco.Ante ella, un paisaje de ensueño se desplegaba: una caballeriza de madera rústica con puertas entreabiertas, permitiendo ver caballos libres pastando bajo la luz del sol. La brisa mecía la hierba alta y dorada, y el sonido del viento acariciaba el ambiente con una calma imposible de ignorar. Daniela sintió su respiración entrecortada por la belleza del lugar y no entendió nada en lo absoluto.Detrás de ella, los pasos de Víctor se acercaron con lentitud, hasta que lo sintió justo a su lado.—Es hermoso, ¿verdad? —susurró él con la voz más suave de lo que esperaba.Daniela tragó saliva y asintió sin apartar la vista del paisaje. El corazón aún le latía con fuerza, pero ya no por m
Daniela miró de reojo cómo Víctor abotonó su camisa, y recogió su chaqueta. Ella aún temblaba, pero levantó la barbilla porque siempre quería parecer segura.—No quisiera volver, pero tengo asuntos —Daniela asintió sin ninguna queja, y luego sintió cómo los dedos del hombre se esparcieron por todo su brazo.—Quizás por la noche vaya a la casa de Titus…—¿Titus? —ambos caminaron de forma lenta saliendo de aquel establo—. ¿Lo llamas así?—Sí —Víctor miró hacia delante.—¿No vives allí?—Es mi casa también, pero tengo la mía propia, me gusta la extrema privacidad. Luego entenderás que no es tan cómodo vivir con tanta gente después de una semana, o menos.—¿Tu madre…? —Llegando al auto, Víctor le abrió la puerta y Daniela se subió, y cuando estuvieron sentados mirándose el uno al otro, ella continuó—. Ella…—Ella es la dueña de la casa prácticamente. Y si tu pregunta es, si duerme con mi padre también… —Víctor esbozó una sonrisa—. Siempre lo hace, incluso permite las noches con las otras.
Después de salir de su escuela, Daniela inmediatamente corrió al trabajo y ya estaba sin aliento cuando llegó. Pero, aun así, ella se puso a trabajar sin descanso porque necesitaba el dinero para juntarlo con su madre, y sobrevivir de alguna manera.Porque eso es lo que estaban haciendo desde que tenían existencia.Desde lejos podía ver a su madre, que también trabajaba en el mismo lugar, pero a diferencia de lo habitual, hoy se veía llena de energía y con una sonrisa en la boca. Algo que le hizo fruncir el ceño y pensar.Finalmente, al terminar la jornada laboral, la madre llamó a Daniela para comenzar a irse del lugar, tomando sus abrigos y le dijo durante el camino:—Mi Dani, hoy será el último día de nuestra pobre vida. A partir de mañana nuestras vidas cambiarán drásticamente, y te gustará —le afirmó con una sonrisa en el rostro y con mucha seguridad en su voz.—¿Qué? —Los ojos de Daniela se abrieron.—Ya lo verás, tengo un novio rico y nos vamos de España mañana mismo.—¿Qué? Ma
Daniela seguía mirando al alto y enorme techo de una habitación, que ahora dijeron era suya. Sin embargo, ella sabía que nada de aquí le pertenecía.Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y gimió un poco tomando la sábana para ponérsela en sus brazos. Ni siquiera conocía a la mujer que tenía por madre, ni sabía lo que estaba pensando para meterse en una familia tan extraña.Ya estaba claro que ese hombre tenía varias mujeres, como un harén al estilo americano. Era polígamo, algo que ni siquiera sabía era legal en este país o no. Ni que iba a ocurrir mañana o pasado, entonces, cuando quiso sollozar, recordó las palabras del hombre.“Piscina, internet, todo lo que quieras… está a alcance a partir de ahora”Daniela se quitó la sábana de encima y buscó su celular, para conectar el internet revisando sus mensajes rápidamente.Javier: Dani, ¿qué ha pasado?Las lágrimas corrieron aún más, cuando siguieron llegando los mensajes.Javier: ¿Cómo que se irán? ¿Dónde estás? ¿Daniela?El